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Referendo y piedras en Venezuela: oposición y chavismo suben la apuesta
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el líder de la Mesa de unidad, agredido

Referendo y piedras en Venezuela: oposición y chavismo suben la apuesta

Ambos bandos maniobran para neutralizar al adversario: mientras la Mesa de Unidad Nacional trata de promover una consulta revocatoria contra Maduro, el Gobierno busca obstaculizarlo

Foto: Simpatizantes de la oposición acuden a la prisión de Caracas para pedir la firma del dirigente encarcelado Leopoldo López, el 29 de abril de 2016. (EFE)
Simpatizantes de la oposición acuden a la prisión de Caracas para pedir la firma del dirigente encarcelado Leopoldo López, el 29 de abril de 2016. (EFE)

“La pelea es peleando”, dice un latiguillo muy común en Venezuela. Algunos se lo toman al pie de la letra: la semana pasada, el secretario general de la Mesa de la Unidad (MUD), Jesús Chuo Torrealba, fue atacado con puños y piedras durante una marcha a las puertas de Corpoelec, la compañía nacional de electricidad, y junto a unos pisos de la Gran Misión Vivienda Venezuela. En las imágenes puede verse a un hombre de camisa verde y gafas que se aproxima a Torrealba con las manos escondidas tras el cuerpo, en las que esconde una piedra que poco después arroja al líder opositor, que trata de defenderse. Otro hombre le lanza otro objeto, y varios más después lo rodean y comienzan a golpearle, hasta que algunos de sus seguidores acuden a socorrerle.

Pero el agresor de la camisa verde no fue un espontáneo del 'pueblo' en un terreno, el oeste de Caracas, reservado para las manifestaciones políticas chavistas. Al parecer, según un vídeo de la MUD, no es la primera vez que ataca a políticos de la oposición. La anterior fue el pasado 26 de abril, en el Consejo Nacional Electoral (CNE), cuando los diputados opositores iban a retirar las solicitudes necesarias para iniciar la recogida de firmas de cara al referéndum revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro. En aquella ocasión, el 'provocador' incluso vestía la misma ropa. Otro incidente que, como el ataque a Torrealba, delata el nerviosismo de algunos sectores oficialistas ante las maniobras de la oposición.

Al día siguiente, el 27, en cientos de puntos en todo el país se hacían colas. “Pero esta es una cola sabrosa de verdad, no la que tenemos que hacer por comida”, decía una señora en uno de esos puntos en Caracas. En esta ocasión, se hacía fila para intentar que el 1% de un censo electoral de más de 19 millones y medio de personas, un total de casi 196.000, estampara su nombre, cédula de identidad, lugar de votación, firma y huella dactilar, dando así el primero de los pasos que el CNE pide en el camino hacia el referendo revocatorio.

Esa jornada se lograron más de un millón de firmas. El domingo ya habían pasado los dos millones. Otra coletilla aquí dice que “el miedo es libre”, y al parecer, el pitazo (soplo) de que un grupo podría esperar a los opositores con sus cajas llenas de hojas de firmas para hacerlas desaparecer hizo que se movieran rápido. Este lunes, al filo de las ocho de la mañana, entregaron en el CNE las cajas.

Empieza un tiempo de descuento lleno de plazos que se pueden estirar tanto como el CNE quiera si pone trabas. En el mejor de los casos, con todas las etapas que quedan por delante -validación de las firmas de la iniciativa, solicitud de referendo esta vez con un 20% de los integrantes del padrón electoral, verificación de las mismas, convocatoria del referendo y, por fin, su celebración-, los venezolanos podrían estar de nuevo ante las urnas alrededor del 8 de noviembre. Y, si su voluntad fuese la salida de Maduro, las elecciones presidenciales deberían ser en un plazo de 30 días.

En un momento en que se ha decretado que los funcionarios públicos no trabajarán sino lunes y martes debido a la crisis eléctrica, no queda tan claro si los plazos del revocatorio se verán afectados, especialmente en aquellos lapsos que se cuentan en días hábiles y no en continuos. Y si, de llegarse al proceso final, el revocatorio se haría antes del 10 de enero de 2017.

El tiempo, en contra de la oposición

“Va a depender de la cantidad de presión o no que se aplique. La oposición tiene el tiempo en contra en un proceso secuestrado por el CNE”, cuenta el consultor político y coordinador del Venebarómetro, Edgar Gutierrez. Misma visión tiene Colette Capriles, psicóloga social y profesora de de Filosofía Política, que plantea el escenario de que se retrase hasta 2017. “Sería interesante [para el Gobierno] retrasarlo a 2017. Hablando en tono de pura hipótesis, sería una salida incluso para la gobernabilidad interna del chavismo”.

¿Por qué es clave la fecha del 10 de enero de 2017? Porque ese día se cumple la mitad del periodo presidencial y, a partir de esa fecha, si Maduro resultara revocado, su cargo lo tomaría el vicepresidente del Gobierno, un cargo elegido por él mismo y que a día de hoy ostenta Aristóbulo Istúriz.

Pero Nicolás Maduro salió electo un 14 de abril, y no un 10 de enero, dirán muchos. Cierto, pero Maduro accedió al cargo tras producirse lo que la Constitución Bolivariana llama “falta absoluta del presidente electo”, en este caso, el fallecimiento de Hugo Chávez. Por lo que fue necesaria una nueva elección para terminar el periodo presidencial que empezó Chávez el 10 de enero de 2013, aunque nunca pisara la Asamblea Nacional en el acto de investidura.

El Gobierno podría intentar retrasar el referendo hasta 2017. A partir de entonces, el cargo recaería en el vicepresidente, elegido por el propio Maduro

“Parece que el CNE hará una prolongación de las etapas, pero es imposible de predecir porque se han mostrado bastante sensibles y vulnerables a cierta presión política. Eso es de destacar, no tenemos enfrente a unos vikingos. Van a tratar de cuidar las formas, aunque lo hagan lo más lento posible”, apunta Capriles.

Si hace poco más de un mes la MUD anunciaba que su vía para “salir del Gobierno de Maduro” serían todas las posibles -referendo, enmienda constitucional y asamblea constituyente-, por falta de acuerdo entre todas sus partes para decidirse por una, ahora podría parecer que todos están dentro del mismo carril. Aunque según quién mira.

A Gutierrez no le queda claro que haya disposición de trabajar todos juntos. “Son campeones en decidir candidaturas, pero avanzar al mismo ritmo les cuesta mucho más”. Aquí es donde entran en juego las agendas y aspiraciones de cada político, el eterno problema de la oposición.

La estrategia Tascón

Pero también están los que piensan como Colette Capriles, que entiende que la oposición está en sintonía, aunque sea algo sobrevenido. “Es muy destacable que la unión en torno al revocatorio no viene por una decisión burocrática, sino por la acción externa, en la base de los partidos, en la calle, con los opinadores que empezaron a hacer presión para exigir las planillas”.

El presidente asegura que hay un golpe de Estado en marcha. Incluso le dio fecha, el próximo 15 de mayo. En su discurso por el día del Trabajo dijo que es “el hombre más perseguido del país” y que hay planes para acabar con él. Sobre el revocatorio, dijo que no es para sacarlo a él del Palacio de Miraflores, “es para revocar al pueblo y al legado de Chávez”. Y lo dijo emulando al comandante, quien, mientras hablaba, solía beber café en una sencilla taza de peltre, al estilo campesino.

Muchos consideran la lista Tascón, utilizada para purgar la Administración pública y negar trabajo, el mayor 'apartheid' político de la historia de Venezuela

Y mueven el miedo. En este ámbito es sencillo y hay un precedente: el anterior revocatorio, de 2004. En esa época el proceso para solicitarlo y celebrarlo se estiró todo lo que se pudo. Hasta 16 meses, momento en el que Chávez, con las misiones nacientes, vio crecer su popularidad.

En el camino, se hizo pública la lista con los nombres y cédulas de quién pidió hacer un referendo para sacar a Chávez del poder. Se llamó la lista Tascón, lo que muchos consideran el mayor 'apartheid' político de la historia de Venezuela. La lista se podía comprar en CD a cualquier vendedor ambulante en la calle, y sirvió para hacer purgas en la Administración pública, impedir ascensos laborales e, incluso, negar acceso a ciertos trabajos. “Son los mismos protagonistas de entonces, pero envejecidos. Juegan a las amenazas. Pero están desfasados con lo que pasa ahora en el país. Quieren crear desazón”, apunta Capriles.

Pero el escenario no es el mismo. Ni la inflación ni la escasez eran entonces un tema sobre el tapete. Ni el racionamiento de agua y electricidad, las colas para conseguir alimento, los linchamientos crecientes, el aumento de las cifras rojas que llenan la morgue cada fin de semana. Y, como otro mantra popular más, “Maduro no es Chávez”, y no tiene los mismos recursos con un petróleo que sigue en caída, ni los mismos apoyos y fidelidades, ni la imagen y el carisma. Y usa taza de cerámica y no de peltre.

“La pelea es peleando”, dice un latiguillo muy común en Venezuela. Algunos se lo toman al pie de la letra: la semana pasada, el secretario general de la Mesa de la Unidad (MUD), Jesús Chuo Torrealba, fue atacado con puños y piedras durante una marcha a las puertas de Corpoelec, la compañía nacional de electricidad, y junto a unos pisos de la Gran Misión Vivienda Venezuela. En las imágenes puede verse a un hombre de camisa verde y gafas que se aproxima a Torrealba con las manos escondidas tras el cuerpo, en las que esconde una piedra que poco después arroja al líder opositor, que trata de defenderse. Otro hombre le lanza otro objeto, y varios más después lo rodean y comienzan a golpearle, hasta que algunos de sus seguidores acuden a socorrerle.

Nicolás Maduro
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