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Inversión del Golfo, armas rusas y cemento chino: Serbia se vuelve hacia el Este
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"Los serbios necesitan muchas conexiones"

Inversión del Golfo, armas rusas y cemento chino: Serbia se vuelve hacia el Este

La relación del Primer Ministro de Serbia Aleksandar Vucic con los Emiratos Árabes Unidos viene de lejos. Su victoria consolida una política exterior que busca el equilibrio entre Oriente y Occidente

Foto: La puesta de sol se refleja en la Torre Usce de Belgrado, en agosto de 2014 (Reuters)
La puesta de sol se refleja en la Torre Usce de Belgrado, en agosto de 2014 (Reuters)

Hace una semana, en plena campaña electoral, el Primer Ministro de Serbia, Aleksandar Vucic, paseaba por el lugar donde los serbios se levantaron contra la ocupación turca en 1806, el antiguo barrio belgradense de Savamala. No era una muestra de patriotismo o una extravagancia balcánica, sino que el 'premier' serbio acudía a respaldar la faraónica iniciativa de desarrollo urbanístico Belgrade Waterfront, y en concreto, el inicio de la construcción de la pieza más imponente del proyecto: la “Torre Belgrado”, un rascacielos de cristal de 160 metros de altura que ambiciona ser el más alto de los Balcanes. “Será un símbolo de éxito y progreso para Belgrado y toda Serbia. Será la mejor panorámica de los Balcanes”, dijo ahí Vucic.

Era la señal de que, mientras aguarda el avance del accidentado proceso de adhesión a la Unión Europea —que el país inició oficialmente en 2009—, Serbia también mira (y es mirada) por los países del Golfo, Rusia y China. El Belgrade Waterfront — que también incluirá miles de apartamentos high-tech, restaurantes, oficinas de negocios y un gran centro comercial de 140.000 metros cuadrados de extensión—, es precisamente una iniciativa conjunta del Gobierno serbio y de una pujante compañía de Abu Dhabi, la Eagle Hills. Una relación reforzada por la victoria de Vucic en las elecciones de este domingo frente a sus rivales: los ultranacionalistas antieuropeístas del Partido Radical de Vojislav Seselj, una izquierda tradicional débil y otras fuerzas políticas incipientes a las que todavía les falta echar raíces en la población.

En realidad, con una economía todavía seriamente lastrada primero por las guerras de los 90 y luego por la crisis financiera mundial de 2008, hace ya años que Vucic cultiva su amistad con los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Todo empezó entre 2012 y 2013, cuando era ministro de Defensa de Serbia, Vucic firmó un ambicioso acuerdo de cooperación económica con EAU, que constituyó la base fundacional de su alianza con ese país. El pacto cosechó su primer fruto casi inmediatamente: la compra por parte de Etihad del 49% de la endeudada compañía aérea Jat Airways (ahora llamada Air Serbia). Algo a lo que le siguieron jugosos acuerdos para empresas emiratíes en el sector de la defensa y de la agricultura de Serbia. Posteriormente, Belgrado también eliminó los visados para los nacionales de Qatar, Kuwait, Omán y Bahréin, a partir del 30 de junio de 2015.

placeholder El alcalde de Belgrado Sinisa Mali muestra una maqueta del proyecto Belgrade Waterfront en marzo de 2015 (Reuters)
El alcalde de Belgrado Sinisa Mali muestra una maqueta del proyecto Belgrade Waterfront en marzo de 2015 (Reuters)

El Belgrade Waterfront no es el único proyecto por el que más de uno que puja por entrar en Serbia. En diciembre de 2014, la empresa China Road and Bridge Corporation terminó la construcción del nuevo puente Pupin, en Belgrado, una obra financiada por un banco de la misma nacionalidad, China Exim. “Para los ciudadanos serbios es necesario tener muchas conexiones”, afirmó Vucic, acudiendo al acto para la ocasión, y argumentando que dicha estrategia ayudará el país a superar “obstáculos y diferencias”.

De igual forma, China también está detrás del proyecto de modernización del tramo ferroviario que une Belgrado con Budapest, cuya realización empezó en diciembre pasado y cuyo fin es conectar ambas ciudades con un tren de alta velocidad, como el AVE español o el TGV francés. El proyecto es el primero de esas características llevado adelante en Europa por Pekín. También Rusia manifiesta un interés creciente por hacer negocios en Serbia, algo que está logrando con éxito: en enero ambos países alcanzaron una serie de acuerdos, cuyos detalles no son conocidos, para la venta de armas rusas a Belgrado.

Una economía por desarrollar

Las razones de unos y de otros parecen claras. Para Serbia, donde el desempleo ronda el 18% —cerca del 50% entre los jóvenes—, más del 20% de la población está en riesgo de pobreza y la deuda pública (75% del PIB) supone un enorme obstáculo para las reformas, proyectos como el Belgrade Waterfront constituyen un aliento para el mercado laboral. Mientras que para países como Emiratos, China e incluso Rusia, iniciativas de este tipo representan poner un pie en el difícil mercado europeo. Más aún dado que también hay presencia de socios indirectos que mantienen las cosas en su sitio, tal como es el gigantesco estudio de Chicago Skidmore, Owings & Merrill, que está colaborado a la realización del Belgrade Waterfront.

Pero además está la agenda política. De ahí que varios analistas consideren que esta situación es parte de la estrategia equilibrista entre Oriente y Occidente que promueve Vucic, a fin de obtener, entre otras cosas, el acceso de Serbia en la UE. “Hay cierto agotamiento de la paciencia en este país [hacia la UE]. Hemos hecho muchos esfuerzos, no solo hemos invertido mucho tiempo", comentaba Vucic en una entrevista con el canal Euronews en mayo de 2015, "pero percibimos que no se nos respeta”.

Por ello, también durante la campaña electoral, Vucic se ha dicho dispuesto a trabajar para acercarse a la UE, al tiempo que se mantenía fiel a países como Rusia. Algo que podría hacerse visible si, como sugieren algunos observadores, formaciones políticas prorrusas entran en el Parlamento serbio después de años de aislamiento. Algo que, al fin y al cabo, ni los opositores de Vucic ven con malos ojos. “Serbia tiene una relación histórica con Rusia y quiere abrirse al mundo”, subrayaba a El Confidencial Vladimir Todoric, portavoz de los socialistas del Partido Democrático.

Eso sí, si países como EAU y China están trabajando duro para abrirse camino en Serbia, indudable es también que el punto de partida no es precisamente ventajoso para ellos. Porque, más allá de sus repetidas desavenencias con el viejo continente, Serbia tiene fuerte lazos con Europa. En concreto, ostenta el 75% de las inversiones directas provenientes de países de la UE, principalmente Austria, Alemania e Italia. Rusia es, sí, apenas el octavo inversor, pero en el estratégico ámbito de la energía. Además de ello, Serbia posee ventajosos acuerdos comerciales tanto con Rusia como con Turquía para intercambiar mercancías con grandes exenciones arancelarias.

Hace una semana, en plena campaña electoral, el Primer Ministro de Serbia, Aleksandar Vucic, paseaba por el lugar donde los serbios se levantaron contra la ocupación turca en 1806, el antiguo barrio belgradense de Savamala. No era una muestra de patriotismo o una extravagancia balcánica, sino que el 'premier' serbio acudía a respaldar la faraónica iniciativa de desarrollo urbanístico Belgrade Waterfront, y en concreto, el inicio de la construcción de la pieza más imponente del proyecto: la “Torre Belgrado”, un rascacielos de cristal de 160 metros de altura que ambiciona ser el más alto de los Balcanes. “Será un símbolo de éxito y progreso para Belgrado y toda Serbia. Será la mejor panorámica de los Balcanes”, dijo ahí Vucic.

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