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EEUU busca misiles antiaéreos "a prueba de terroristas" para la insurgencia en Siria
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los ingenieros militares trabajan en soluciones

EEUU busca misiles antiaéreos "a prueba de terroristas" para la insurgencia en Siria

Los rebeldes sirios buscan desesperadamente sistemas MANPAD contra la aviación de Assad y Putin, pero Washington no quiere repetir los errores cometidos en Afganistán

Foto: Un combatiente del ESL sentado en un vehículo montado con una precaria arma antiaérea en Hama, en mayo de 2014 (Reuters)
Un combatiente del ESL sentado en un vehículo montado con una precaria arma antiaérea en Hama, en mayo de 2014 (Reuters)

Estados Unidos no quiere repetir los errores cometidos en el Afganistán de los años 90. En aquel entonces, la aviación soviética dominaba los cielos afganos, y ante esa superioridad aérea era poco lo que los 'muyahidín' podían hacer para oponerse a los ocupantes. La solución de la CIA fue proporcionar a las guerrillas afganas misiles portátiles Stinger, con los que éstas pudieron abatir unas 270 aeronaves. Pero tras la retirada de los rusos, los servicios secretos estadounidenses vieron con horror cómo sus viejos aliados se valían de estas armas durante la consiguiente sangrienta guerra civil. Rastrear los misiles fue costoso y difícil (la CIA pagó 183.300 dólares por cada uno devuelto por los afganos), y a mediados de los años 90 todavía seguían desaparecidos 600 de ellos. Algunos acabaron en manos de enemigos de EEUU, como Irán y Corea del Norte, o fueron usados en las guerras civiles de los Balcanes y Sri Lanka.

Pero el mayor temor de los responsables estadounidenses era que uno de ellos fuese utilizado por alguna organización terrorista para derribar un avión de pasajeros. En 2002, Al Qaeda lo intentó en la ciudad keniana de Mombasa contra una aeronave israelí. No era un Stinger, sino un Strela-2 arrebatado a los soviéticos, pero la amenaza quedó clara: si un MANPAD (“Man-Portable Air Defense System”, el nombre genérico para este tipo de armas) caía en las manos equivocadas, el peligro para la aviación civil era poco menos que inasumible.

De ahí la resistencia de la Administración Obama, a pesar de los insistentes llamamientos del Señador John McCain, a proporcionar misiles portátiles a una insurgencia siria a la que sí ha suministrado otro tipo de armamento sofisticado -como por ejemplo, antitanques T.O.W.-, por temor a que organizaciones como el Estado Islámico o el Grupo Jorasán (una presunta división de elite del Frente Al Nusra, la rama siria de Al Qaeda) pudiesen hacerse con uno de ellos. Pero después de que la intervención rusa en Siria haya llevado a los rebeldes al borde del colapso, el panorama parece haber cambiado, especialmente ahora que el régimen sirio está llevando a cabo una terrible campaña de bombardeos con barriles-bomba en lugares como Alepo.

Varias milicias insurgentes llevan algún tiempo tratando de comprar MANPADs en el mercado negro

Primero fue Arabia Saudí quien advirtió de la necesidad de introducir estas armas en el teatro sirio como forma de “cambiar el balance de poder sobre el terreno”. En una entrevista con el semanario alemán “Der Spiegel” el pasado febrero, el Ministro de Exteriores saudí, Adel Al Jubeir, aseguró que esto “permitirá a la oposición moderada neutralizar los helicópteros y aeronaves” del régimen y sus aliados, igual que ocurrió “en Afganistán”. El jefe de la diplomacia saudí, sin embargo, admite que “esto debe ser estudiado cuidadosamente, porque no queremos que estas armas caigan en las manos equivocadas”. Varias milicias insurgentes, además, desesperadas ante las reiteradas negativas estadounidenses, llevan algún tiempo tratando de hacerse con MANPADs en el mercado negro.

En este contexto, Washington estudia sus opciones. La semana pasada, el “Wall Street Journal” publicó los detalles de una reunión secreta de altos cargos de inteligencia mantenida a finales de febrero, en la que se discutió la posibilidad de incrementar la ayuda militar a la insurgencia siria si el alto el fuego vigente fracasaba, como parece ya inevitable: el bloque opositor sirio ha anunciado que abandonará entre hoy y mañana las negociaciones de paz en Ginebra auspiciadas por la ONU.

Desafíos técnicos

De acuerdo con el "Journal", la CIA advirtió a Turquía y Arabia Saudí de que cometían un grave error si decidían introducir en Siria armas no autorizadas por la Administración Obama. A cambio, prometió ampliar la lista de elementos permitidos. “La principal preocupación de la agencia se centra en los MANPADs. La CIA cree que los rebeldes han obtenido un pequeño número a través de canales ilícitos”, afirma el diario estadounidense. “Los socios de la coalición han propuesto formas de mitigar el riesgo. Han sugerido manipular los MANPADs para limitar la duración de sus baterías o instalar sensores geográficos en los sistemas que impidan que puedan ser usados fuera de ciertas áreas designadas de Siria. Pero Washington sigue sin estar convencido”, dice.

Entre las razones principales se cuentan las técnicas. “No se sabe que los ingenieros estadounidenses hayan logrado determinar cómo aplicar un chip GPS al arma que asegure que solo puede ser disparada en los frentes del noroeste de Siria. Tampoco han encontrado una forma de desactivar las armas tras cierto período de tiempo, para que no aparezcan luego en lejanos campos de batalla”, afirma la revista “Foreign Policy” en un artículo publicado hoy. “Las armas pueden ser hackeadas”, asegura.

Los ingenieros militares de EEUU aún no han logrado aplicar un chip GPS a estas armas, o crear baterías y componentes imposibles de hackear

Esta publicación, además, señala que, en cualquier caso, los MANPADs solo servirían contra la aviación del régimen de Bashar Al Asad, pero no contra los cazas rusos, “que pueden arrojar armas de precisión desde una altura mucho mayor”. La altitud máxima que pueden alcanzar estos misiles es de unos 4.500 metros.

Según Anthony Cordesman, un analista del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos que lleva haciendo campaña a favor del suministro de estas armas a la insurgencia desde octubre de 2012, las cuestiones tecnológicas tienen solución. “Sin controles técnicos serios en las armas, es demasiado peligroso darles MANPADs a los rebeldes sirios”, indica. Pero los avances en las técnicas de encriptado y la tecnología de microchips convierten dichas restricciones en plausibles. “Por ejemplo, se pueden fabricar fácilmente componentes anti-modificación diseñados para que se destruyan al ser alterados”, afirma.

¿Superarán los ingenieros militares de EEUU estos desafíos técnicos? Es posible, en cuyo caso probablemente se verán algunos misiles antiaéreos estadounidenses sobre el terreno en Siria. En caso contrario, está por ver qué pesa más: el “síndrome de Afganistán” o la presión para impedir la victoria de Assad y Putin sobre los rebeldes sirios. Especialmente cuando, a finales de año, haya un nuevo inquilino en la Casa Blanca.

Estados Unidos no quiere repetir los errores cometidos en el Afganistán de los años 90. En aquel entonces, la aviación soviética dominaba los cielos afganos, y ante esa superioridad aérea era poco lo que los 'muyahidín' podían hacer para oponerse a los ocupantes. La solución de la CIA fue proporcionar a las guerrillas afganas misiles portátiles Stinger, con los que éstas pudieron abatir unas 270 aeronaves. Pero tras la retirada de los rusos, los servicios secretos estadounidenses vieron con horror cómo sus viejos aliados se valían de estas armas durante la consiguiente sangrienta guerra civil. Rastrear los misiles fue costoso y difícil (la CIA pagó 183.300 dólares por cada uno devuelto por los afganos), y a mediados de los años 90 todavía seguían desaparecidos 600 de ellos. Algunos acabaron en manos de enemigos de EEUU, como Irán y Corea del Norte, o fueron usados en las guerras civiles de los Balcanes y Sri Lanka.

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