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Los fantasmas del pasado marcan el Congreso que decidirá el futuro de Cuba
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CASTRO NOMBRA A SU DELFÍN

Los fantasmas del pasado marcan el Congreso que decidirá el futuro de Cuba

El PCC decide quién será el segundo secretario del Partido (y probable sucesor de Raúl Castro). Los 'líderes históricos' quieren evitar las turbulencias ocurridas en otros países

Foto: Un cubano sigue en televisión el discurso de Barack Obama en La Habana, el 22 de marzo de 2016 (Reuters).
Un cubano sigue en televisión el discurso de Barack Obama en La Habana, el 22 de marzo de 2016 (Reuters).

Todavía en algunas dependencias del Partido Comunista de Cuba es posible encontrar 'Mi verdad', un libro que en su momento fue considerado casi como una biblia por los comunistas cubanos. Su argumento no podía ser más dramático: los años finales de la Unión Soviética narrados día a día por Vitali Vorotnikov, el antecesor de Boris Yeltsin en la presidencia de la Federación Rusa... cuando aquella aún era socialista y soviética. La edición cubana del volumen se produjo en 1995, justo cuando la crisis económica de los años 90 atravesaba su período más álgido y decenas de miles de personas intentaban abandonar la isla usando embarcaciones hechas con neumáticos, trozos de madera o cuanto material pudiera servirles para mantenerse a flote y llegar a las costas de Estados Unidos.

Era el llamado Período Especial, una etapa de carencias extremas iniciada luego del derrumbe del Campo Socialista Europeo. Por entonces, llegaría a escasear prácticamente todo: desde los jabones y los alimentos hasta la electricidad. Ciudades sumidas en la oscuridad, comercios cerrados y millones de personas trasladándose en bicicletas son las imágenes características de esa década, “la más difícil para la Revolución”, según reconocería el propio Fidel Castro.

Los apagones del Período Especial están tan profundamente grabados en la memoria colectiva de Cuba que el Gobierno sigue tratando de evitarlos a toda costa. Incluso si para lograrlo es preciso emprender un gigantesco proceso de modernización del sistema energético (como entre 2004 y 2007) o se impone renegociar con aliados estratégicos (como sucedió con Venezuela tras la muerte de Hugo Chávez, en 2013). “Es que el calor es mal consejero. Y cuando a la gente se le suman los problemas de siempre (la comida, el transporte...) con el hecho de no poder ni siquiera encender su ventilador o al menos ver la telenovela, la cosa se pone mala”, explica Giraldo, residente en Centro Habana, el municipio más céntrico de la ciudad capital pero también uno de los más pobres.

Al margen de unos cuantos derrumbes, del aumento exponencial de sus habitantes y de alguna que otra obra en construcción, esta sigue siendo la misma barriada populosa que Vorotnikov conociera durante su estancia como embajador de la URSS en Cuba, entre 1979 y 1982. Poco más de tres kilómetros cuadrados en los que se arraciman más de 140.000 personas, un ambiente que siempre parece a punto de estallar, a punto del derrumbe. Fue precisamente allí donde el 5 de agosto de 1994 se produjeron las únicas protestas que en el sentido estricto del término han sufrido los hermanos Castro en más de medio siglo de ejercicio del poder. Su final no pudo ser más inesperado. “En medio de todo el asunto, de la gente viendo lo que pasaba y de algunos que aprovechaban para tirarle piedras a las 'shoppings' (tiendas en divisas) y llevarse lo que podían, se empezó a armar un murmullo y después un tumulto tremendo”, recuerda Giraldo. “'Dicen que Fidel está subiendo por Galiano, que viene 'pa' acá', repetía la gente. Y pasó lo nunca visto, todo el mundo empezó a gritar que esa calle era de Fidel y ahí mismo se acabó todo”.

Las protestas de La Habana en 1994, filmadas por un aficionado

La historia no tiene nada de magnificación. De hecho, constituye uno de los acontecimientos más peculiares de las últimas décadas en el país y refleja la peculiar relación mantenida entre el “líder histórico de la Revolución” y la mayoría de sus conciudadanos, un rédito político que en buena medida ha impulsado las velas de su hermano y sucesor Raúl Castro (en el poder desde 2006).

Pero el tiempo no perdona. Menos cuando se trata de ejercer la dirección absoluta de un Estado que -a pesar de los procesos de liberalización económica de los últimos años- sigue controlando prácticamente todos los entramados de la sociedad. “En Cuba funcionan un montón de instituciones, se realizan elecciones de forma regular y existen infinidad de regulaciones y leyes pero todo el mundo tiene claro quién toma la decisión final. Ya seas ministro o funcionario en el municipio más pequeño, sabes que te debes a lo establecido. Eso es algo que se inculca desde los cursos de preparación para cuadros, tanto los políticos como los que trabajarán en las empresas”, explica Juan, un dirigente de nivel medio dentro del 'aparato' del Partido Comunista, el único legal desde 1959.

Un sustituto en el horizonte

Por eso al sistema le resulta vital encontrar un sustituto capaz de conjugar carisma e independencia con la necesaria ductilidad que lo haga asimilar las recomendaciones de la “generación histórica”, un reto ante el cual sucumbieron candidatos de tanto calibre como Roberto Robaina (en 2002) o Carlos Lage y Felipe Pérez Roque (en 2009). Al final, todos se vieron implicados en casos de corrupción, tráfico de influencias y “conductas incompatibles con los principios del socialismo”, situación que llevó a Raúl Castro a afirmar que habían dejado sin “recambio generacional a la Revolución”.

El séptimo congreso del Partido Comunista, que comenzará este sábado en La Habana, tendrá como principal objetivo poner rostro al nuevo segundo secretario de su Comité Central, quien previsiblemente más tarde asumirá la máxima responsabilidad de esa instancia política y en 2018 pudiera convertirse en el presidente de los consejos de Estado y de Ministros (los órganos colegiados del poder nacional).

Para James Clapper, director de Inteligencia Nacional de los Estados Unidos, aunque 2018 es el año-meta, “el proceso de transición deberá comenzar desde ahora mismo”. Así lo señaló durante una reciente audiencia del Senado, en Washington: “los líderes cubanos mantendrán a un ritmo lento las reformas económicas destinadas a reducir el control estatal en la economía y en la promoción de la actividad económica privada, y en lo político continuarán sus pasos hacia la renovación presidencial”.

Traducido en términos prácticos: en los próximos cinco días el Partido Comunista de Cuba definirá su estrategia económica hasta 2030 (el hecho ha sido anunciado de forma manifiesta y constituye prioridad para el millar de delegados que asisten al congreso), pero tan o más importante que ese hecho será determinar quiénes tomarán las riendas en el futuro inmediato, cuando ni Fidel (89 años) ni Raúl Castro (84) estén para hacerlo. A juicio de la mayoría de los analistas, el principal candidato a ser investido es Miguel Díaz Canel Bermúdez, el actual primer vicepresidente del país, a quien dentro de los círculos instituciones se le ve como un candidato seguro, que no producirá sorpresas ni obligará a reajustes bruscos.

El fantasma de la debacle de la URSS o la Transición española, en que herederos del sistema terminaron poniéndole fin, pesa mucho en la memoria de la dirigencia política cubana. Para su 'nomenklatura' el escenario ideal sería una transición “a la china”, con cambios que no alteran en esencia el poder absoluto del Partido. La gran pregunta, que desde este sábado comenzará a responderse, es si será posible.

Todavía en algunas dependencias del Partido Comunista de Cuba es posible encontrar 'Mi verdad', un libro que en su momento fue considerado casi como una biblia por los comunistas cubanos. Su argumento no podía ser más dramático: los años finales de la Unión Soviética narrados día a día por Vitali Vorotnikov, el antecesor de Boris Yeltsin en la presidencia de la Federación Rusa... cuando aquella aún era socialista y soviética. La edición cubana del volumen se produjo en 1995, justo cuando la crisis económica de los años 90 atravesaba su período más álgido y decenas de miles de personas intentaban abandonar la isla usando embarcaciones hechas con neumáticos, trozos de madera o cuanto material pudiera servirles para mantenerse a flote y llegar a las costas de Estados Unidos.

Partido Comunista Raúl Castro
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