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Muere el 'rebelde caníbal' sirio en un ajuste de cuentas entre insurgentes
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¿acto de propaganda o trastorno mental?

Muere el 'rebelde caníbal' sirio en un ajuste de cuentas entre insurgentes

Abu Sakkar, el combatiente que en 2013 apareció en un vídeo en el que se le veía morder el órgano del cadáver de un soldado, ha sido ejecutado por sus antiguos compañeros de armas

Foto: Abu Sakkar, en una captura de un vídeo en el que se le entrevista.
Abu Sakkar, en una captura de un vídeo en el que se le entrevista.

“Os juro que nos comeremos vuestros corazones y vuestros hígados, soldados de Bashar el perro”. El hombre estaba agachado sobre el cadáver, abriendo sus carnes con un cuchillo de gran tamaño. Después levantó un órgano sanguinoliento de un cadáver y mordió un trozo con los dientes. La historia parecía propaganda: ¿un rebelde sirio comiéndose las entrañas de un combatiente del régimen? Pero resultó ser cierta: Khalid al Hamad, conocido por su nombre de guerra, 'Abu Sakkar', no solo había comido restos humanos, sino que la escena había sido filmada en vídeo (puede verse aquí, quien tenga estómago para ello). Varios periodistas anglosajones confirmaron posteriormente la historia, incluso con el propio Abu Sakkar, que en aquella época tenía 27 años.

El 'rebelde caníbal' no tardó en acaparar titulares en todo el mundo. Era mayo de 2013, y la guerra civil en Siria se encontraba en uno de sus momentos álgidos. Ahora, Abu Sakkar ha muerto en un ajuste de cuentas entre miembros del Frente al Nusra y otros grupos insurgentes sirios, según informa el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. De acuerdo con la información de la que se dispone, Abu Sakkar habría sido ejecutado por algunos de sus antiguos compañeros de armas.

Termina así la historia de uno de esos personajes que solo un conflicto tan sangriento como el de Siria puede producir. Un hombre que, según sus amigos más cercanos, era una persona normal y tranquila, pero a quien la guerra trastornó hasta límites difíciles de imaginar. Por lo que se sabe, Khalid al Hamad, un joven trabajador de Baba Amro, en la provincia de Homs, participó en las primeras protestas pacíficas en 2011 contra el régimen, hasta que un francotirador mató a su hermano cuando intentaba ayudar a una mujer y a un niño a los que también habían disparado, lo que le transformó totalmente. Poco después, al iniciarse la insurgencia armada, se convirtió en uno de los fundadores del Batallón Farouk, para posteriormente crear su propia milicia.

"Vosotros no estáis viendo lo que vemos nosotros, y no estáis viviendo lo que vivimos nosotros", afirmó después el insurgente a modo de justificación

Tras difundirse las imágenes de su acto de canibalismo, el Consejo Militar Supremo de Siria (un fallido intento de coordinar a las diferentes facciones rebeldes) ordenó su captura “vivo o muerto”. Él se justificaba, asegurando que desde fuera no se entendía cómo eran las cosas en Siria. “Vosotros no estáis viendo lo que vemos nosotros, y no estáis viviendo lo que vivimos nosotros. ¿Dónde están mis hermanos, mis amigos, las chicas violadas de mi vecindario?”, declaró en una entrevista.

En la revista 'Time' explicó por qué había decidido hacer lo que hizo con el cadáver del soldado de Bashar al Asad. “Abrimos su móvil y vi un clip de una mujer y sus dos hijas totalmente desnudas, y él las estaba humillando, pegándoles con un palo aquí y allá”. Después, aseguró Sakkar, el soldado las violó y terminó matándolas con un cuchillo, todo lo cual estaba filmado en su teléfono móvil. Entonces decidió mutilar su cuerpo.

Salvajismo más allá de la propaganda

En esencia, se trataba de sembrar el pánico en el enemigo: en aquel momento circulaban terribles imágenes de atrocidades perpetradas por ambos bandos -por ejemplo, un 'shabbiha' amputando los miembros de un adolescente con un hacha en presencia de su familia, para obligarles a revelar información sobre la insurgencia-, que después se difundían a través de teléfonos móviles. “No quería hacerlo. Tenía que hacerlo”, le dijo Abu Sakkar al periodista de la BBC Paul Woods en julio de ese año. “Tenemos que aterrorizarles, humillarles, como ellos nos hacen a nosotros. Ahora no se atreverán a estar donde esté Abu Sakkar”, afirmó. También le aseguró que no recordaba si de verdad se había comido el órgano.

Pero el salvajismo de Abu Sakkar iba más allá de la mera propaganda, y apuntaba a algún tipo de trastorno mental, o al menos de un rencor tal que le llevaba a cometer espantosos actos de crueldad contra el enemigo. En otra ocasión aseguró tener otro vídeo en el que se le veía mutilando a un miliciano del régimen con una sierra de talar. “En el clip estoy serrando a otro 'shabbiha' con una sierra, de las que usamos para cortar árboles. Le serré en piezas pequeñas y grandes”, afirmó, diciendo que iba a enviar ese vídeo también a los combatientes enemigos.

El salvajismo de Abu Sakkar apuntaba a algún tipo de trastorno mental. Aseguraba tener otro clip donde se le veía mutilando a un soldado con una sierra de talar

Notorio era también su odio por los alauíes, la minoría religiosa a la que pertenecen los Asad. “Al principio, cuando capturábamos a un soldado alauí, le dábamos de comer, le hacíamos sentirse cómodo. Le decíamos que éramos hermanos. Pero entonces empezaron a violar a nuestras mujeres, a masacrar a nuestros niños con cuchillos”, le dijo a Wood. En otra entrevista afirmó: “Con suerte, los mataremos a todos”.

“¿Qué hace que alguien que antaño había pedido no culpar a los alauíes por las acciones del régimen comience a odiarles de forma virulenta?”, se pregunta Kim Sengupta, del diario 'The Independent', que pasó algún tiempo con la Brigada Faruk y conoció al propio Sakkar. Según algunos de sus integrantes, apunta el reportero, varias mujeres de la familia Hamad habrían sido violadas. Pero tal vez eso no explique toda la historia. En todo caso, ya nunca conoceremos la respuesta. Abu Sakkar se la ha llevado a la tumba.

“Os juro que nos comeremos vuestros corazones y vuestros hígados, soldados de Bashar el perro”. El hombre estaba agachado sobre el cadáver, abriendo sus carnes con un cuchillo de gran tamaño. Después levantó un órgano sanguinoliento de un cadáver y mordió un trozo con los dientes. La historia parecía propaganda: ¿un rebelde sirio comiéndose las entrañas de un combatiente del régimen? Pero resultó ser cierta: Khalid al Hamad, conocido por su nombre de guerra, 'Abu Sakkar', no solo había comido restos humanos, sino que la escena había sido filmada en vídeo (puede verse aquí, quien tenga estómago para ello). Varios periodistas anglosajones confirmaron posteriormente la historia, incluso con el propio Abu Sakkar, que en aquella época tenía 27 años.

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