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"He recibido ahora las papeletas para votar el 20 de diciembre"
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sólo EL 8% de los registrados completÓ el proceso de solicitud

"He recibido ahora las papeletas para votar el 20 de diciembre"

El retraso en la llegada del voto es solo uno de los muchos problemas de la reforma de la Ley Electoral aprobada en 2011, que desde su aplicación ha elevado la abstención en el exterior

Foto: Javier Ibáñez con las papeletas para el 20-D.
Javier Ibáñez con las papeletas para el 20-D.

Cuatro de cada cien españoles residentes en el extranjero ejerció su derecho al voto el pasado 20 de diciembre; unas cifras paupérrimas fruto de un proceso complejo y lleno de trabas que ha tenido como esperpéntico colofón que algunos, como el que firma este artículo, recibamos las papeletas para participar en los citados comicios casi tres meses después del cierre de los colegios electorales.

“Hemos conseguido nuestro objetivo, que se ponga en marcha el reloj”, afirmaba Pedro Sánchez durante su discurso en la segunda sesión de investidura. El reloj de la democracia, que los grupos parlamentarios dicen querer poner en funcionamiento, lleva parado cinco años para aquellos que vivimos fuera. Casi a la misma hora que el candidato socialista pronunciaba esas palabras, a mi casa en Pekín llegaba un sobre con la documentación para ejercer el voto en las elecciones del pasado año, un envoltorio en el que destaca, irónicamente, la palabra “exprés”.

El proceso previo fue el repetido por muchos de los cerca de dos millones de españoles que estamos repartidos por el mundo. Esperar una carta que, en mi caso, nunca llegó, inscribirse en el Censo de Electores Residentes Ausentes (CERA) antes del 31 de julio (casi cinco meses antes de las elecciones) y rellenar y enviar los documentos para rogar el voto.

Estos trámites, según afirma el colectivo Marea Granate, han llevado a que, para las pasadas elecciones, sólo un ocho por ciento de los registrados en el CERA, poco más de 150.000 personas, completaran el proceso de solicitud de papeletas, una cifra que se vio reducida a casi la mitad a la hora de contar los votos finalmente depositados en la urna.

Como afirman desde el colectivo, este porcentaje es, si cabe, más dañino para la salud democrática del país, ya que “se produce en un contexto de salida masiva de españoles, que ha hecho aumentar el censo exterior en un 48% desde que comenzó la mal llamada crisis”. Según datos de un informe publicado en febrero de este año, “cerca de una decena de provincias superan ya el diez por ciento de su censo electoral en el exterior”.

A unos 8.000 kilómetros de Pekín, y a poco más de 500 de la frontera con España, la situación se repite. Beatriz Cornejo de la Fuente vive en Francia desde 2005. Inscrita en el consulado español en Lyon desde 2007, tampoco pudo votar en las elecciones generales del 20-D. “A principios de noviembre, mi hermana, quien vive en Holanda, me dijo que había recibido la carta del censo electoral para rogar el voto. A mí no me había llegado aún pero había un formulario online que se podía imprimir y mandar por correo o fax, así que hice esto último y guardé el acuso de recibo. Días después recibí la carta con el código para rogar el voto online, algo que no hice porque ya lo había rogado por fax y el caso es que las papeletas nunca llegaron”, asegura Beatriz a El Confidencial.

El voto rogado se puso en marcha para terminar con el "voto muerto", un error que hacía que miles de papeletas se devolvieran por fallos en el censo

El caso de esta filóloga vallisoletana, quien votó en las elecciones municipales de Lyon en 2014, no es único, y representa sólo uno de los muchos problemas que la reforma de la Ley Electoral aprobada en 2011 por PP y PSOE, con el apoyo de CiU, ha provocado. Aquella reforma, desde su primera aplicación en las elecciones autonómicas de 2011, elevó la abstención en el exterior por encima del noventa por ciento, una cifra que contrasta con la de las generales del año 2008, donde la participación fuera de las fronteras nacionales rozó el treinta y cinco por ciento.

Desde Marea Granate, movimiento que nació en Londres en 2013 y cuenta ya con nodos en más de cincuenta ciudades de todo el mundo, denuncian que la falta de mecanismos para las inscripciones a distancia en los consulados o los impedimentos de registro consular como residente temporal son algunos de los problemas que se han puesto de relieve con el aumento de la inmigración, problemas que se ven agravados por el aumento de los trámites derivados de la reforma de 2011.

Paradójicamente, el sistema de voto rogado se puso en marcha para terminar con el llamado “voto muerto”, una manera de denominar a un error del sistema que provocaba que, en cada cita electoral, miles de papeletas se devolvieran por fallos en el censo producidos por defunciones. Sin embargo, desde Marea Granate apuntan que, en 2008, un 12% de las papeletas fueron devueltas y, de ese porcentaje, un 0,45% tenía que ver con el llamado "voto de los muertos".

Una fuente consular española en Europa asegura que hay "mil maneras diferentes" de hacer el proceso "más fácil y efectivo", pero "simplemente no interesa"

Una fuente consular española en Europa, que ha pedido no ser identificada, asegura a este diario que existen “mil maneras diferentes de hacer el proceso más fácil y efectivo. Simplemente, no interesa que los que estáis fuera votéis, y como no interesa no van a mover un dedo por cambiarlo”.

Los consulados, habitual diana de las críticas en períodos electorales, tampoco se escaparon de los efectos de esta Ley Electoral. Fernando Martín, profesor de piano madrileño residente en Edimburgo, contaba a este diario cómo incluso empleados del sitio consular no habían podido ejercer su derecho al voto. “Conozco casos, además del mío, de gente que no pudo. Cuando fui a registrarme, algo que hice exclusivamente para poder votar, me dijeron que no fuera tan desconfiado, que las papeletas llegarían seguro... y mira, hasta una de las empleadas del consulado se quedó sin recibirlas”, comenta Fernando, quien deberá seguir probando suerte desde la distancia ya que “la vuelta a España no se plantea”.

Cartas devueltas

Papeletas extraviadas, desaparecidas, entregadas fuera de plazo o devueltas, como le pasó a Aurora Rodríguez en Berlín.

“En mayo de 2015 me di de alta como residente permanente en Berlín. Recibí la carta, rogué mi voto, confirme la recepción con la delegación provincial del censo electoral y seguí el envío por las webs de los servicios postales de España y Alemania. Sin embargo, devolvieron la carta ya que, según la web, yo no estaba en casa cuando la intentaron entregar, lo cual es mentira. Volví a solicitar el envío y lo hicieron... pero en este caso las devolvieron por tener una dirección errónea, algo que tampoco es cierto ya que en la misma recibo cartas de la Embajada y de otros muchos sitios. Al final, tuve que recurrir al voto de un abstencionista para poder ejercer mi derecho y tuve la suerte de conseguirlo, ya que muchos se quedaron a la espera”, relata Aurora, quien vive en la capital alemana desde 2007.

En todo caso, el sentimiento general entre los que han chocado con un aparato burocrático ineficiente y creado para fallar, es de impotencia.

"Me gustaría que hubiese otras elecciones para poder votar y voy a solicitar la nacionalidad alemana para al menos poder ejercer ese derecho aquí", dice Aurora

“Mi indignación tiene varios motivos. El primero es el cambio de la ley de 2011, que obliga a rogar el voto; el segundo es la convocatoria de las elecciones en esas fechas, que hace que mucha gente tenga otros planes mejores siendo el procedimiento tan complicado y sin ninguna garantía de éxito. El tercero son los periodos insuficientes desde el envío de papeletas hasta el día que se pueden entregar y el último es la voluntad política para que no votemos los españoles expatriados o exiliados... Las consecuencias directas para mi vida de esto son dos, la primera es que me gustaría que hubiese otras elecciones para poder votar y la segunda es que voy a solicitar la nacionalidad alemana para al menos poder ejercer ese derecho aquí. Me parece un escándalo y una vergüenza para un país que presume de ser una democracia.”, concluye Aurora.

Cerca de 96 españoles de cada 100 que residimos en el extranjero no votamos en las pasadas elecciones. Muchos se habrían abstenido voluntariamente pero otros, como Beatriz, Fernando o Aurora, no. Los españoles que vivimos fuera, según la actual Ley Electoral, no tenemos los mismos derechos que aquellos que viven en territorio nacional y quizás, en junio, esta realidad vuelva a quedar patente una vez más.

Cuatro de cada cien españoles residentes en el extranjero ejerció su derecho al voto el pasado 20 de diciembre; unas cifras paupérrimas fruto de un proceso complejo y lleno de trabas que ha tenido como esperpéntico colofón que algunos, como el que firma este artículo, recibamos las papeletas para participar en los citados comicios casi tres meses después del cierre de los colegios electorales.

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