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Sirios que tendrán un futuro sin arriesgar la vida en una patera
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"haceR algo más que darles comida y mantas"

Sirios que tendrán un futuro sin arriesgar la vida en una patera

Zaid aún está ilusionado con el futuro, algo inusual para un refugiado. Es uno de los seleccionados por un proyecto para optar a una beca. Saldrá de Siria sin arriesgar la vida

Foto: Retrato de Zaid, un joven sirio seleccionado por el proyecto Habesha, en las calles de Beirut, Líbano (Foto: Diego Ibarra Sánchez).
Retrato de Zaid, un joven sirio seleccionado por el proyecto Habesha, en las calles de Beirut, Líbano (Foto: Diego Ibarra Sánchez).

En una partida llena de retos, la apuesta de Humam Alsalim es arriesgada. Este joven sirio de 24 años ha padecido en sus entrañas el éxodo -por la vía ilegal- de su hermano a Austria y no está dispuesto a repetir semejante experiencia. “Mi hermano y muchos de mis amigos han hecho la travesía desde Turquía a las costas griegas y, desde allí, caminaron hasta Austria. El viaje fue muy peligroso. Un desastre. Mi hermano tuvo mucha suerte”, explica por teléfono a El Confidencial desde Damasco.

Humam es arquitecto. Se licenció el año pasado en la Universidad de Damasco, y ahora pretende estudiar un máster en Alemania. Pero solo los sirios más adinerados pueden pagar los costes que conlleva entrar en una universidad europea y, aun así, no siempre se consigue el visado de estudiante, lo que conlleva un enorme riesgo económico. “Como condición para solicitar el visado de estudiante en Alemania, me exigieron que ingresara 8.000 euros en una cuenta bancaria alemana. Me desalenté”, reconoce el joven antes de criticar que, de esta manera, “la única opción que nos queda es la inmigración ilegal”.

Así que, después de darle muchas vueltas, se le ocurrió lanzar un 'crowdfunding' para financiarse el máster. Unos amigos suyos, cineastas italianos, le ayudaron a diseñar la campaña en la plataforma Indiagogo. 'Adopt a talent. #BeHumam' ha recaudado cerca de 2.000 dólares en 24 días. Y aunque su sueño aún está lejos de cumplirse, Humam mantiene la esperanza de conseguirlo en los próximos días. Mientras tanto, seguirá vendiendo artículos de arte en su galería online Cyrrus para conseguir más dinero.

“La situación económica en Siria es muy mala. En Damasco o Latakia [feudos del régimen], la gente sigue cobrando el mismo salario y la lira está totalmente devaluada, así que apenas se puede comprar nada”, explica Humam. Otro problema es la electricidad. “A veces nos quedamos hasta 12 horas seguidas sin luz; pero al menos aquí tenemos la sensación de estar a salvo”, agrega. “En Damasco, un día por la mañana la situación es normal y, de pronto, hay un ataque de morteros. Pero al cabo de unas horas regresas a la normalidad. Los hoteles, los restaurantes y los comercios están abiertos y la gente está en la calle. Nos hemos acostumbrado a vivir así”.

“Me gustaría creer que la paz será posible en Siria. Pero en estos momentos, en los próximos años, nada va a cambiar”, sentencia Humam.

El proyecto Habesha

A sus 23 años, Zaid Ali todavía está ilusionado con el futuro, lo que significa mucho para un refugiado sirio 'atrapado' en Beirut. Pero, a juzgar por sus ojeras, el día a día, su trabajo nocturno de camarero y sus preocupaciones por Siria -y en especial por la feroz ofensiva sobre Alepo, su ciudad natal- no dejan demasiado espacio a sus sueños.

Zaid es uno de los 30 sirios seleccionados por el proyecto Habesha para optar a una beca universitaria en México. Esta iniciativa pionera, que nació hace tres años por la iniciativa un cooperante en un campo de refugiados sirio-kurdos en el Kurdistán iraquí, dará a estos jóvenes una oportunidad de futuro sin tener que arriesgar su vida, a diferencia de otros tantos cientos de miles que se la juegan cruzando en un bote el mar Egeo para llegar a las costas de Europa. Participan en la misma dos universidades, una en México D.F. y otra de la localidad de Aguas Calientes.

Antes de que estallara la guerra civil siria, Zaid estudiaba en el Instituto de Medicina de Alepo. Ahora quiere estudiar Arquitectura. “Quiero aprovechar esta oportunidad que se me brinda para poder contribuir en la reconstrucción de mi país”, declara a El Confidencial durante una entrevista en un café de Beirut. Tras años de matanza, Siria se ha convertido en un país devastado. Capitales como Homs o Alepo, que fue el agitado centro económico del país antes de que estallara el conflicto, han sido reducidas a ruinas.

'Allí había jóvenes con mucho potencial que estaban desperdiciando sus vidas en un campo de refugiados. Ellos son el futuro de Siria. Había que hacer algo más que darles un plato de comida y unas mantas'

Hace unas semanas, Zaid descubrió que su vivienda en el barrio de Amrieh, al este de Alepo, estaba destruida, a través de un vídeo colgado en internet por el Frente al Nusra, la filial de Al Qaeda en Siria. “Cuando vi las imágenes, no me lo podía creer. Toda la manzana estaba derrumbada. Eran edificios altos que el régimen utilizaba para colocar allí francotiradores. Y Al Nusra los ha hecho volar por los aires con TNT”, explica, aceptándolo con resignación.

Toda sus recuerdos, todas sus pertenencias han desaparecido. Lo único que conserva de su pasado son las llaves de su vivienda en Alepo. “Mi madre pensó que en unas semanas volveríamos a casa. Primero fuimos a Marea (norte de Alepo), a casa de mis abuelos. Pero no era segura, así que decidimos marcharnos al Líbano”, rememora.

Desde hace dos años y medio, él y su familia han vivido entre el sur del Líbano y Beirut. Sus padres y sus cuatro hermanos residen en Nabatiyeh, uno de los feudos de Hezbolá en el sur, pero Zaid tiene su trabajo en Beirut. Aunque su empleo en la cafetería no está muy bien remunerado, le permite poder pagar los gastos y el alquiler. Al menos así era hasta hace unos días, cuando su casero le expulsó. Generalmente, los propietarios no tratan a los sirios como al resto de inquilinos, aunque puedan pagar el alquiler. “El dueño de la casa nos dio cuatro horas para marcharnos. Lo único que nos dijo fue que ya había alquilado el piso a otras personas. En aquel momento recordé un proverbio árabe que dice: 'Tu hogar es aquel lugar donde vives y trabajas con dignidad'. Desde luego, Líbano no es ese lugar”, espeta con rabia.

El joven comenta que al principio sus padres no estaban demasiado entusiasmados con que su hijo se vaya a México, tan lejos. Pero a medida que se acerca la despedida, no solo le apoyan sino que se sienten orgullosos de que Zaid pueda terminar allí una carrera universitaria. “Todavía no hay fecha prevista para el viaje, pero será pronto”, confía el refugiado sirio.

Por ahora, solo un estudiante sirio ha llegado a México: Issa Hasan, de 26 años, quien se ha convertido en el símbolo de la esperanza para muchos sirios, aunque quienes le conocen saben que él preferiría que no lo tratasen como a una persona excepcional. El Gobierno mexicano únicamente se ha encargado de los trámites de los visados; el dinero necesario ha sido recaudado por donaciones particulares: unos 20.000 dolares para costear la matrícula, los gastos y el seguro médico de Hassan y de Tamer Mansur, el segundo estudiante que llegará a México en unas semanas. Con suerte, Zaid será el tercero.

El proyecto Habesha nació hace tres años en un campo de refugiados sirio-kurdos en el Kurdistán iraquí, donde Adrián Meléndez, el coordinador del mismo, trabajaba como cooperante. “Allí había jóvenes con mucho potencial que estaban desperdiciando sus vidas en un campo de refugiados. Ellos son las nuevas generaciones; son el futuro de Siria. Pensé que había que hacer algo más que darles un plato de comida y unas mantas”, explica Meléndez a El Confidencial.

Meléndez reconoce que no imaginaba que arrancar un proyecto como este le iba a costar tanto. Primero se topó con el alto muro de la burocracia y, cuando ya estaba claro cómo seguir el curso legal para conseguir los visados, se encontró con los problemas de la financiación para pagar los billetes de avión y la estancia de los estudiantes sirios en México. Pero, por el tono de su voz, Meléndez sigue animado con las posibilidades de la iniciativa: “Hemos lanzado una campaña en la que participa el actor Luis Gerardo Méndez y esto nos va a ayudar a conseguir más fondos para poder traer a dos estudiantes más”.

En una partida llena de retos, la apuesta de Humam Alsalim es arriesgada. Este joven sirio de 24 años ha padecido en sus entrañas el éxodo -por la vía ilegal- de su hermano a Austria y no está dispuesto a repetir semejante experiencia. “Mi hermano y muchos de mis amigos han hecho la travesía desde Turquía a las costas griegas y, desde allí, caminaron hasta Austria. El viaje fue muy peligroso. Un desastre. Mi hermano tuvo mucha suerte”, explica por teléfono a El Confidencial desde Damasco.

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