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¿Restaurantes y cines para muñecas? Las extrañas figurillas que arrasan en Tailandia
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UN ENORME NEGOCIO

¿Restaurantes y cines para muñecas? Las extrañas figurillas que arrasan en Tailandia

Los tailandeses creen que las 'luk thep' o 'bebés angelicales' les protegen y traen suerte. A cambio, tienen que tratarlas como a personas reales, lo que ha generado un enorme negocio a su alrededor

Foto: Un devoto tailandés levanta su 'luk thep' durante una ceremonia mística en Nakhon Pathom, el 31 de enero de 2016. (EFE)
Un devoto tailandés levanta su 'luk thep' durante una ceremonia mística en Nakhon Pathom, el 31 de enero de 2016. (EFE)

Hace apenas unos meses, el marido de Duangdean Chomchat, un jornalero de la construcción en Bangkok, apenas podía encontrar trabajo en la bulliciosa capital tailandesa y las deudas económicas apremiaban a la pareja. Entonces, 'ella' la llamó. “Me eligió ella a mí. En cuanto la vi, supe que era el destino”, asegura la mujer, de 27 años, mientras sujeta a su 'protectora', una muñeca de unos 50 centímetros que, afirma, ha conseguido que la pareja viva ahora de forma holgada.

Su guardiana es una 'luk thep', o bebé angelical, un tipo de muñeca hiperrealista que está causando furor en Tailandia después de que varios famosos hayan difundido en las redes sociales los golpes de buena suerte que sus pequeños protectores les han traído. Pero la providencia no es gratuita. Para que las 'luk thep' sean generosas con sus dueños, estos deben agasajarlas como si fueran personas reales.

Duangdean da todos los días leche a su muñeca -es su comida favorita, asegura-, juega con ella y le compra ropa y complementos en una tienda de ropa para niños. “A mí me llevó un tiempo entenderme con la muñeca”, explica Aop, otra propietaria, sobre su muñeca favorita, la más especial entre las decenas que tiene. “Tuve que entender qué le gustaba, así que llevó un tiempo hasta que me empezó a traer suerte”, asegura esta mujer de 31 años que ha viajado casi 600 kilómetros desde el norte del país para visitar a Mananya Boonme, la creadora de su muñeca.

Mama Ning, como es ahora conocida Mananya Boonme, comenzó a fabricar estas muñecas de caucho para sí misma hace 14 años. “Mi madre nunca me compraba muñecas cuando era pequeña pero a mí me gustaban mucho, así que en un momento dado empecé a hacerlas”, asegura la mujer, de complexión fuerte y trazos bien definidos. “No quería comprarlas porque nunca me satisfacían del todo. Nunca eran todo lo bonitas que quería”, explica. Hace cuatro años alguien le pidió que le vendiera una, y empezó a hacerlo de forma regular.

Entonces empezó a estudiar también cómo insuflar el espíritu protector que caracteriza a las 'luk thep' gracias a las enseñanzas de un monje budista. En un ritual que apenas dura unos segundos, Mama Ning pronuncia en voz baja unos versos y sopla varias veces sobre el rostro de la muñeca. “¿Te das cuenta de que ahora la muñeca pesa más? Es porque he puesto energía dentro de ella”, asegura la mujer. Mama Ning repite el ritual todas las veces que sus clientes, mayoritariamente mujeres de mediana edad, se lo piden. “Algunas donan dinero, pero yo se lo doy luego al templo”, asegura.

Servicios especiales para las muñecas

Las razones que llevan a sus clientas a pagar entre 2.000 y 10.000 baths de media (entre 50 y 250 euros), son diversas, asegura. “Muchas personas las compran porque se sienten solas o porque buscan fortuna para sus negocios”, explica Mama Ning, quien asegura que la más cara que ha vendido costaba unos 800 euros al cambio. Muchas mujeres, como Aop, buscan al hijo que no han podido tener. “No quería estar sola y es mejor, porque las muñecas ni discuten ni se quejan”, asegura esta gerente de ventas de una empresa de silicona mientras muestra el parecido de su 'luk thep' con ella misma. “A veces es frustrante con los hijos porque no te escuchan o hacen lo que quieren. La muñeca siempre está ahí”, explica Duangdean, madre de dos hijos pequeños.

En Tailandia, la superstición está fuertemente arraigada y los espíritus forman parte de la cultura popular en un país de mayoría budista. Y son agasajados igual que las 'luk thep'. Así, todos los edificios del país tienen a la entrada un pequeño altar en forma de casa donde los espíritus viven y reciben ofrendas diarias. El concepto de muñeco protector tampoco es nuevo en la cultura del país asiático, y durante generaciones, los tailandeses han adquirido los 'kumarn tong', pequeñas estatuas generalmente doradas que también dan buena suerte. “No sé qué clase de espíritu tiene la muñeca, aunque se me suele aparecer en sueños para hablarme”, dice Duangdean. Aop también recibe la visita de su 'luk thep' mientras duerme. “Una vez me dio el número ganador de la lotería. Yo no lo compré, pero se lo dije a una amiga y ella ganó”, afirma orgullosa.

El auge de las 'luk thep' va más allá de la venta de unas simples muñecas o sus accesorios. Muchos han visto un negocio floreciente y han empezado a ofrecer servicios especiales en restaurantes, cines o incluso aerolíneas. Otros incluso lo utilizan para negocios menos lícitos, como el transporte de drogas, como se vio hace una semana en el aeropuerto de Chiang Mai, cuando se descubrió una de estas muñecas llena de metanfetaminas. Tras el incidente, la Autoridad de la Aviación Civil de Tailandia prohibió a las aerolíneas vender billetes a nombre de las 'luk thep', aunque algunos dueños aún lo hacen con su propio nombre.

El pago de impuestos es otro de los quebraderos de cabeza de las autoridades. Aunque Mama Ning es la pionera, muchos otros fabrican ahora las muñecas, y la mayoría, la propia Mama Ning incluida, no paga tasas. “Yo solo lo hago para hacer feliz a la gente”, asegura Mama Ning, quien gana de media 2.000 baths (50 euros) con cada muñeca que fabrica.

Ahora Duangdean está buscando a su segunda muñeca. “Voy mirando fotos para ver si alguna me llama. Aunque preferiría que fuera más pequeña”, asegura, mientras coloca el pequeño sombrero rojo que adorna la cabeza de su protectora. “No importa el tiempo que tenga que esperar. Pero tiene que ser una muñeca especial. No vale cualquiera”.

Hace apenas unos meses, el marido de Duangdean Chomchat, un jornalero de la construcción en Bangkok, apenas podía encontrar trabajo en la bulliciosa capital tailandesa y las deudas económicas apremiaban a la pareja. Entonces, 'ella' la llamó. “Me eligió ella a mí. En cuanto la vi, supe que era el destino”, asegura la mujer, de 27 años, mientras sujeta a su 'protectora', una muñeca de unos 50 centímetros que, afirma, ha conseguido que la pareja viva ahora de forma holgada.

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