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¿Y si de verdad gana Trump?
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¿Supondría una amenaza para la democracia?

¿Y si de verdad gana Trump?

Contra lo que pensaban algunos, la candidatura del magnate no se ha ido desinflando, por lo que muchos empiezan a cuestionarse seriamente las implicaciones de su posible victoria

Foto: Un retrato de Donald Trump en el exterior de una casa en West Des Moines, Iowa, el 15 de enero de 2016. (Reuters)
Un retrato de Donald Trump en el exterior de una casa en West Des Moines, Iowa, el 15 de enero de 2016. (Reuters)

5tUn comentario recorre las comunidades extranjeras en Estados Unidos: “Aprovecha, que si gana Trump nos tendremos que marchar del país”. Es, en principio, una broma, pero quizárefleje el tipo de comentario que se oye desde hace miles de años en distintas épocas y lugares, cuando sopla un viento extraño, y un hombre airado, de verbo fácil, con recursos, propone un proyecto basado en el resentimiento y el odio al diferente. Y el proyecto cuaja. Y la broma deja de serlo.

[Lea aquí: 'Jugada maestra de Trump: boicotea el último debate republicano y arrasa a sus rivales']

O puede que no. Las hipótesis de salón tienen en Donald Trump una excelente carnaza. El problema es que, a medio camino de la campaña presidencial, el magnate lleva más ventaja que nunca y las preguntas se acumulan en los despachos de consultores y analistas: ¿por qué tiene tanto éxito Donald Trump?, ¿puede ser elegido presidente?, ¿acaso su proyecto, tildado de xenófobo y autoritario, representa un peligro real para la democracia moderna más antigua del mundo?El Confidencial ha hablado con diferentes observadores para repasar el 'fenómeno Trump'sin evitar la elucubración.

El primer elemento a analizar sería lo inesperado, hasta ahora, de su ascensión.Donald Trump empezó como anécdota: el famoso rico de pelo dorado que nos va a entretener en precampaña. Luego pasó a '"bufón” oficial del reino, en palabras de la intelectualidad progresista. Al cabo de semanas, era obvio que su liderazgo en las encuestas y los medios (234 minutos de cobertura televisiva desde noviembre, tres veces más que Hillary Clinton) era incontestable. Hoy, tras siete meses de campaña, Donald Trump suma el 41% del apoyo republicano, según CNN y ORC. Casi tanto como los otros siete candidatos juntos. Más que nunca.

“¿Una sorpresa? Sí. Sin duda”, reconoce humildemente Geoffrey Skelley, analista político de la Universidad de Virginia. La última vez que fue consultado por este periódico acerca de Trump, hace seis meses, Skelley dijo que el magnate no tenía posibilidades de ganar la nominación, ni mucho menos la presidencia. No era el único. “Todos aquellos que analizan la política, o escriben sobre ella, han caído en plancha. Entonces era muy difícil imaginarle consiguiendo la nominación (…). Hoy en día, quien niegue sus posibilidades simplemente no vive en el mundo real”.

placeholder Debate presidencial republicano en Las Vegas (EFE)
Debate presidencial republicano en Las Vegas (EFE)

Discursos incendiarios y narcisismo

El segundo elemento son sus discursos, que han sido tachados de xenófobos en muchas ocasiones.En los últimos meses, Donald Trump ha propuesto construir un “gran, gran muro” entre Estados Unidos y México: más de 3.000 kilómetros de muralla que pagarían, dijo, los mexicanos; localizar, detener y deportar a 11 millones de inmigrantes sin papeles, que según la BBC costaría 114.000 millones de dólares; eliminar la ciudadanía por nacimiento; prohibir la entrada de musulmanes al país, vigilar las mezquitas y restablecer métodos de tortura, como el ahogamiento simulado.

Hasta el presidente del Congreso, Paul Ryan, tuvo que salir a expresar el respeto del partido republicano hacia los musulmanes, después de que Trump propusiese vetar su entrada al país. El estratega político republicano y comentarista Evan Siegfried asegura a El Confidencial que la imagen del partido está siendo afectada por la retórica xenófoba del precandidato. “Nos retrata como algo que no somos. Es difícil corregir esa retórica”.

El tercer elemento es su carácter, a todas luces colorido, impulsivo, también autoritario y narcisista, como sugiere el perfil clínico que le hizo 'Vanity Fair'. La autorreferencia constante, las exageraciones, la obsesión por el éxito y la energía desbordante que atrae a las masas harían de Trump un “narcisista de libro”. Alguien dominante, faltón y casi invulnerable a las opiniones ajenas.

“Donald Trump se alimenta de atención. Probablemente la necesite más que su desayuno por la mañana”, declaró a 'Business Insider' el biógrafo Michael D'Antonio, autor de 'Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success' (Nunca suficiente: Donald Trump y la búsqueda del éxito).

D'Antonio asegura que Donald Trump recibe cada mañana una selección con todas las menciones que hacen de él los periódicos y la televisión, sean referencias positivas o negativas. “Donald se levanta muy temprano; a las seis o seis y media ya está mirando las selección de noticias de la noche anterior. Se lo preparan, por un lado para mantenerle al corriente de lo que el mundo dice de él, pero también para estimular su ego. Este es un tipo que durante mucho tiempo mantuvo cerca una colección de vídeos para verse a sí mismo teniendo éxito. Le mantiene activo y sostenido”.

placeholder Manifestantes protestan contra un evento de la campaña de Donald Trump en Muscatine, Iowa, el 20 de enero de 2016 (Reuters)
Manifestantes protestan contra un evento de la campaña de Donald Trump en Muscatine, Iowa, el 20 de enero de 2016 (Reuters)

Exaltados en campaña

El cuarto elemento es el ambiente inflamado, y en ocasiones violento, que rodea su campaña.Diferentes medios de comunicación han protestado por el trato recibido en sus mítines. Una reportera de NBC News denunció la extrema vigilancia a los periodistas, que eran 'escoltados'por agentes del Servicio Secreto incluso para ir al baño. A reporteros de publicaciones como 'Buzzfeed', 'Fusion' o 'The Huffington Post' se les ha prohibido acudir a eventos del magnate.

Un fotógrafo español con experiencia en varias elecciones primarias americanas cubrió la campaña de Trump en Maryland. “Nunca me habían tratado así en Estados Unidos”, dice a El Confidencial. Nada más entrar en el recinto, uno de seguridad le puso el ojo encima y le conminó a quedarse en el redil habilitado para periodistas. Esperó a que llegase más gente, luego salió del redil y se fundió con la muchedumbre. Fueron los propios seguidores quienes le echaron. Cuando él y un cámara de televisión querían salir del edificio para grabar una manifestación anti-Trump, los agentes de seguridad se lo prohibieron. “¿Me estáis secuestrando?”, respondió, según su testimonio.

En un evento de Trump en Birmingham, Alabama, varios seguidores incluso dieron una paliza a un activista negro que se presentó para protestar.“Donald Trump ha sacado a la superficie a un grupo de población aterrador”, dice Siegfried. “Cada vez que un consultor político, incluso de menor categoría, critica a Trump, recibe todo tipo de insultos y amenazas en Twitter, comentarios xenófobos y antisemitas. Conozco varios casos; sé de uno que criticó a Trump y alguien le amenazó con violar a su hija”.

El mes pasado, uno de sus discursos fue precedido por tres niñas vestidas en colores americanos que se pusieron a cantar loas a Trump y a su eslogan principal: “Hagamos a América grande otra vez”. Medios de comunicación como 'USA Today' o Now Thiscompararon el acto con la tradición norcoreana de usar niñas para alabar públicamente al dictador.

El éxito de Trump se basa en su mensaje y sobre todo en el contexto actual, según Geoffrey Skelley. El magnate, que nunca ha tenido cargos públicos y se precia de ser un rebelde, habría sabido utilizar la frustración del americano medio con el Gobierno (una encuesta del Pew Center refleja que solo uno de cada cinco estadounidenses confía “siempre o casi siempre” en el Ejecutivo) y con la propia demografía del país, donde los blancos van a ser minoría en 2045, según el censo oficial.

"Sus ideas son de todo menos rígidas"

“El país está cambiando, se está volviendo más ampliamente diverso”, declara Skelley. “Digamos que hace 30 años, en Nebraska, por ejemplo, no verías un latino. Ahora sí. Y algunas personas reaccionan de forma negativa. No quieren ver carteles en inglés y en español, por ejemplo. Les causa enfado, y son receptivos al mensaje de Trump. El otro factor es que la clase trabajadora blanca ha sido fuertemente golpeada por la crisis, y en algunos círculos se extiende la idea de que el inmigrante ha ocupado los empleos. Es un miedo antiguo, sea quien sea el inmigrante. Les ocurrió a los irlandeses que llegaron a mediados del siglo XIX huyendo del 'hambre de la patata”.

La posibilidad de que Trump llegue a presidente sigue siendo bastante remota. “Las elecciones republicanas y las elecciones presidenciales son diferentes”, explica Evan Siegfried. “En las republicanas, los candidatos tiran hacia la derecha, y en las presidenciales, hacia el centro, porque la mayoría de los votantes americanos se consideran independientes. Trump lo tendría difícil con la naturaleza de sus comentarios”.

George Skelley recuerda que el contexto puede cambiar de aquí a noviembre. “Hay muchos factores fuera de control: el terrorismo, la situación económica, que no está siendo alentadora últimamente; la popularidad de Obama... Los demócratas podrían ver sus posibilidades afectadas”.

Si gana Trump, dice Skelley, no hay que olvidar que sus ideas políticas son de todo menos rígidas. En 2008 dijo que “Hillary Clinton sería una gran presidenta” y su propuesta de sanidad universal es más progresista, según el diario 'Quartz', que el Obamacare. “Trump es una persona flexible en términos de política y puntos de vista. Eso podría jugar a su favor en caso de que obtenga la presidencia. Pero si es elegido, es posible que el partido republicano no colabore con él, y es dudoso que lo hagan los demócratas”.

“La Constitución y el Congreso evitan que el poder ejecutivo se extralimite”, añade Siegfried. “En último caso, hiciese lo que hiciese Trump, el sistema de justicia tiene la última palabra".

5tUn comentario recorre las comunidades extranjeras en Estados Unidos: “Aprovecha, que si gana Trump nos tendremos que marchar del país”. Es, en principio, una broma, pero quizárefleje el tipo de comentario que se oye desde hace miles de años en distintas épocas y lugares, cuando sopla un viento extraño, y un hombre airado, de verbo fácil, con recursos, propone un proyecto basado en el resentimiento y el odio al diferente. Y el proyecto cuaja. Y la broma deja de serlo.

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