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Los jeques recortan los subsidios: ¿traerá el desplome del crudo otra Primavera Árabe?
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el silencio y la paz CUESTAN MILES DE MILLONES

Los jeques recortan los subsidios: ¿traerá el desplome del crudo otra Primavera Árabe?

El desplome del crudo reduce los generosos subsidios y crea malestar entre la población. ¿Está en peligro el poder de los jeques? ¿Y la estabilidad de Arabia Saudí, Kuwait, Bahréin, Omán o Qatar?

Foto: Una manifestante con una máscara de Guy Fawkes durante una protesta contra el Gobierno en Manama, Bahréin. (Reuters)
Una manifestante con una máscara de Guy Fawkes durante una protesta contra el Gobierno en Manama, Bahréin. (Reuters)

El desplome del crudo arrastra a las economías del Golfo, reduce los generosos subsidios y crea malestar entre la población. ¿Está en peligro el poder de los jeques? La estabilidad de los regímenes de Arabia Saudí, Kuwait, Bahréin, Omán, Emiratos Árabes Unidos y Qatar se cimienta sobre un simple intercambio: el Estado garantiza seguridad, estabilidad y prosperidad (en diferentes grados), y los habitantes aceptan ser tratados como súbditos.

Según los analistas de Chatham House, un laboratorio de ideas global, “los nacionales del Golfo no suelen pagar el impuesto sobre la renta, disponen de sanidad y educación públicas, su consumo de electricidad y combustible está subsidiado y a veces disfrutan de ayudas para obtener tierras”. Aunque son pocos los estados que les garantizan un empleo (las dos excepciones son Kuwait y Bahréin), lo cierto es que se ocupan de que sus compatriotas tengan preferencia en las empresas públicas, con las que las multinacionales deben asociarse para operar en el país, y por supuesto en la Administración.

Los jeques han conseguido el silencio y la paz con cargo a miles de millones de euros que ahora están empezando a desaparecer de sus arcas

El crudo, que es la principal fuente de recursos de casi todos los países de la región, ha financiado no solo este bienestar durante años sino también el control y vigilancia de la población y, en algunos casos como en Bahréin, también ha servido para retrasar el estallido de la bomba de la guerra sectaria comprando lealtades (los países del Golfo vieron que no era suficiente en 2011 y desplegaron tropas). En definitiva, los jeques han conseguido el silencio y la paz con cargo a miles de millones de euros que ahora están empezando a desaparecer de sus arcas. El barril se ha derrumbado casi a la mitad de su valor desde junio de 2014.

Así han comenzado los rumores sobre privatizaciones y sobre el aumento de las tasas tradicionales y la creación de otras nuevas, al mismo tiempo que se han anunciado sustanciales recortes en los subsidios y los presupuestos públicos para este año: los tijeretazos ascenderán, como mínimo, a un 30% en Bahréin, a un 14% en Arabia Saudí, a un 11% en Omán y a un 7,2% en Emiratos Árabes Unidos. Las dos excepciones son Qatar, que solo ha anunciado una rebaja del 1,2% en el gasto, y Kuwait, que todavía no ha aprobado ninguna a pesar de las reiteradas demandas del emir.

placeholder Manifestantes se enfrentan a la policía antidisturbios en Diraz, Bahréin, en julio de 2013. (Reuters)
Manifestantes se enfrentan a la policía antidisturbios en Diraz, Bahréin, en julio de 2013. (Reuters)

Malestar, pero no inestabilidad

Gonzalo Escribano, investigador principal sobre energía del Real Instituto Elcano, reconoce que esta inédita austeridad “va a producir un malestar entre la gente que, seguramente, no se convertirá en inestabilidad política”. La población se encuentra dividida en tres colectivos a los que la tijera les afecta de una manera completamente distinta: las élites, los nacionales y los extranjeros.

En cuanto a las élites, el desplome del crudo ha empezado a crear fisuras en las altas esferas del régimen, como mínimo, en Arabia Saudí y en Kuwait. Stratfor, un 'think-tank' estadounidense, recuerda en un informe reciente que muchos miembros de la familia real saudí están molestos por la posible ola de privatizaciones y, en especial, por la del monopolio petrolero Saudi Aramco. La agencia Reuters prevé que los recortes del gasto en 2016 también van a crear un considerable enfrentamiento entre el parlamento y el Gobierno de Kuwait en cuanto se empiecen a debatir.

Los expatriados van a ser los que más sufran los recortes en el presupuesto público; se prevé el despido de muchos de ellos para que los nacionales ocupen su lugar

Otro peligro para los jeques es que el segundo colectivo, los nacionales, reaccione ante los nuevos impuestos exigiendo más transparencia y capacidad de supervisión sobre el gasto, después de comprobar que sus expectativas de vivir como millonarios se han visto frustradas. Hay que tener en cuenta que la legitimidad de los regímenes depende en buena medida de su capacidad para distribuir unos recursos que utilizan como si fueran suyos.

El tercer grupo, el de los extranjeros, representa más del 50% de la población en todos los países del Golfo menos en Emiratos Árabes Unidos, y, en muchos casos, son inmigrantes pobres que viven en condiciones mejores que en sus países de origen pero que en España se considerarían inaceptables. Los recortes del bienestar podrían hacerles mucho más daño y prender una llama de consecuencias imprevisibles.

Jean-François Seznec, analista del Centro de Energía Global y experto en Oriente Medio del 'think-tank' estadounidense Atlantic Council, cree que “los expatriados van a ser los que más sufran los recortes en el presupuesto público” y prevé el despido de muchos de ellos para que los nacionales ocupen su lugar. De los 50 millones de habitantes que tiene Arabia Saudí, casi 30 millones son foráneos, según Chatham House. ¿Qué ocurriría si empezasen a exigir sus derechos o se resistieran a ser deportados?

placeholder Musallam al-Barrak, un conocido jurista, agita una bandera de Kuwait durante una protesta contra el Gobierno, en Ciudad de Kuwait. (Reuters)
Musallam al-Barrak, un conocido jurista, agita una bandera de Kuwait durante una protesta contra el Gobierno, en Ciudad de Kuwait. (Reuters)

Medidas contra otra Primavera Árabe

Ya se ve que el desplome del crudo y el malestar entre los extranjeros, los nacionales y las élites integran el campo de minas por el que tienen que navegar los jeques del Golfo poco más de cinco años después de una Primavera Árabe que les puso los pelos de punta y agitó las ambiciones de su población más joven. Son conscientes de ello y por eso han tomado medidas.

Para empezar, han decidido segmentar los tijeretazos o llevarlos a cabo con anestesia. Así, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos han recortado los subsidios de combustibles pero no han tocado, por ahora, el gasto en educación y servicios sociales. Bahréin ha retirado parte de las ayudas para comprar alimentos pero está analizando la posibilidad de mitigar el impacto con determinadas subvenciones. Omán ha evitado que los nacionales tributen por sus ingresos aumentando, entre otros, la presión fiscal de las empresas. Aunque muchos de los países del Golfo están a punto de crear un impuesto sobre el valor añadido (IVA), han anunciado una exención para la educación, los servicios sanitarios y casi 100 alimentos.

Los jeques han multiplicado su poder contra los opositores, aumentando sustancialmente su gasto militar y utilizando tácticas represivas para silenciar a los discrepantes, como retirar la nacionalidad

Además, advierte Gonzalo Escribano, “tienen muchos activos en moneda extranjera que pueden utilizar para compensar a los más desfavorecidos y mucho margen para reducir, por ejemplo, los subsidios de los combustibles, sin que la población apenas se dé cuenta”. Arabia Saudí ha evitado parte de los grandes recortes que hubiera tenido que hacer el año pasado gastando hasta 90.000 millones de dólares de sus reservas, que ascienden en estos momentos a unos 647.000 millones de dólares. Antes que sacar el bisturí y amputar, los países del Golfo han preferido acumular en 2015 un déficit del 13% de media, según las proyecciones del FMI.

Pero los jeques no se han conformado con mitigar o retrasar el dolor de sus medidas, sino que también están aprovechando el esfuerzo que han realizado desde que temieron por sus reinos durante la primavera árabe de 2011. En los últimos cinco años han multiplicado su poder contra cualquiera que ose oponérseles, aumentando sustancialmente su gasto militar (entre 2010 y 2014, nada menos que un 70%), creando un mando unificado para sus fuerzas armadas, utilizando tácticas represivas para silenciar a los discrepantes, como retirar la nacionalidad a algunos de sus ciudadanos (con la pérdida de derechos que eso implica en sus propios países), y, según algunas fuentes, repoblando gradualmente Bahréin para diluir el peso la mayoría chií.

Miedo a la deportación

Otra medida de las autoridades ha sido persuadir a la población de que la austeridad está sobradamente justificada. Según Seznec, “los nacionales comprenden que los recortes son necesarios porque tienen que adaptarse a unos ingresos petroleros que han caído con fuerza”. Asumen que podrían perder mucho más si empezasen a protestar y a desestabilizar el régimen que si encajan con deportividad la caída de los subsidios.

Aunque la enorme cantidad de población extranjera en condiciones extremadamente precarias seguramente no lo entiende igual, los jeques llevan años buscando fórmulas para que no les presenten el menor problema. Para empezar, el miedo a que los deporten es enorme y muy real: desde 2013, Arabia Saudí ha expulsado a 900.000 inmigrantes ilegales del país, y Kuwait y Omán tienen planificadas expulsiones masivas.

Además, recuerda Chatham House, los países del Golfo han dado prioridad a inmigrantes asiáticos desmovilizados políticamente (eéste es uno de los motivos de su rechazo a los refugiados sirios) y han creado una regulación laboral que discrimina a todos los extranjeros frente a los nacionales, haciéndolos depender totalmente de la buena voluntad de estos y del Gobierno. Son los súbditos de los súbditos del emir o el rey de turno.

“Si los países del Golfo no hacen reformas de verdad, todo esto solo les habrá servido para comprar tiempo”, advierte Escribano. Quizá, pero, por ahora, están evitando hábilmente que el derrumbe de su principal fuente de riqueza -combinado con el ascenso de Irán y el ISIS, y la demoledora guerra de Yemen- desate el descontento, destruya los privilegios de los jeques y sus familias, y haga rodar sus cabezas. Maquiavelo se sentiría orgulloso de ellos.

El desplome del crudo arrastra a las economías del Golfo, reduce los generosos subsidios y crea malestar entre la población. ¿Está en peligro el poder de los jeques? La estabilidad de los regímenes de Arabia Saudí, Kuwait, Bahréin, Omán, Emiratos Árabes Unidos y Qatar se cimienta sobre un simple intercambio: el Estado garantiza seguridad, estabilidad y prosperidad (en diferentes grados), y los habitantes aceptan ser tratados como súbditos.

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