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Por qué Turquía es objetivo yihadista
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tres atentados y dos tentativas en medio año

Por qué Turquía es objetivo yihadista

Lo ocurrido este martes en Estambul no ha resultado ninguna sorpresa: desde hace meses, Turquía está en el punto de mira del Estado Islámico. Las señales estaban ahí, por todas partes

Foto: Un policía trata de acordonar el área tras el atentado suicida de Sultanahmet, el 12 de enero de 2016 (Reuters)
Un policía trata de acordonar el área tras el atentado suicida de Sultanahmet, el 12 de enero de 2016 (Reuters)

Lo ocurrido este martes en Estambul no ha resultado ninguna sorpresa: desde hace meses, Turquía está en el punto de mira del Estado Islámico. La negligencia de las autoridades turcas a la hora de tratar con el fenómeno yihadista -muchos hablan incluso de abierta connivencia- ha acabado teniendo trágicas consecuencias para un país que ve cómo su ya dañado sector turístico amenaza ahora con desplomarse.

Tal vez el islamista Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Recep Tayyip Erdogan pensó que su ideología lo mantendría a salvo de la amenaza del ISIS. Y eso que Estambul ya había sido castigado en varias ocasiones por el terrorismo yihadista: entre el 15 y el 20 de noviembre de 2003, Al Qaeda lanzó cuatro camiones bombas contra el consulado británico, la sede del banco HSBC y dos sinagogas, matando a 60 personas e hiriendo a más de 700. En los años siguientes lo intentaron de nuevo una y otra vez. Pero el Estado Islámico no es Al Qaeda, ni el Gobierno de 2016 es el de hace década y media. Con el Estado Islámico, parecían pensar las autoridades turcas, se podía negociar la liberación de los rehenes tomados en el consulado turco en Mosul. El Estado Islámico luchaba sobre todo contra los kurdos y el régimen sirio de Bashar Al Assad, enemigos de Erdogan. El Estado Islámico era un mal menor. Hasta hoy. Inconvenientes de jugar a aprendiz de brujo.

Momentos posteriores a la explosión en Estambul

Y sin embargo, las señales estaban ahí. Durante el último año, el Estado Islámico ha pasado de mantener una postura neutral hacia Turquía y su Gobierno islamista presidido por Recep Tayyip Erdogan a condenar a éste y su creciente apoyo a la coalición internacional que combate al ISIS en Siria e Irak. A principios de junio, la organización lanzó su revista oficial en turco, “Konstantiniyye” (“Constantinopla”), dirigida principalmente al reclutamiento de nuevos militantes en la propia Turquía. En dicha publicación, el ISIS hacía un llamamiento a reconquistar la ciudad, la actual Estambul, aunque “sin armas ni derramamiento de sangre”. En artículos como “¿Quién es un apóstata?” o “Democracia en llamas”, la publicación criticaba la participación de grupos islamistas, como el AKP de Erdogan, en procesos electorales. “La democracia nunca puede ser compatible con el Islam”, asegura uno de los textos.

Un mes después, el ISIS llevó a cabo el primero de los tres atentados suicidas que ha cometido hasta la fecha en suelo turco. Lo hizo en la localidad de Suruç, en la frontera con Siria, frente a la ciudad kurda de Kobane, matando a 34 jóvenes activistas turcos que habían acudido para ayudar en su reconstrucción, e hiriendo a varias decenas más. Poco después, las autoridades turcas lanzaban su “ofensiva general contra el terrorismo”, deteniendo a cientos de militantes -no solo yihadistas, sino también kurdos e izquierdistas, por razones políticas que pronto quedaron claras- y lanzando una tibia campaña de bombardeos contra posiciones del ISIS en Siria.

Desde ese momento, el grado de amenaza y agresión ha ido en paralelo con una retórica cada vez más incendiaria contra Erdogan. En un video titulado “Mensaje a Turquía”, publicado a principios de agosto, un militante barbudo instó a los habitantes del país a “conquistar Estambul” para el Califato. “En primer lugar, necesitáis arrepentiros de todos vuestros errores, causados por este traicionero Satán y sus amigos”, afirma el combatiente en el video, refiriéndose a Erdogan, a quien culpa de toda una serie de males: “No ha gobernado según las leyes de Alá. Se ha acercado a los americanos, a los judíos, a los cruzados, a los ateos miembros del PKK, a los amigos seculares de Atatürk, el Ejército Libre Sirio; y a los espías apóstatas de la familia real saudí”, asegura.

"Erdogan, el idólatra"

“El pueblo turco debería negarse a aceptar la democracia, el secularismo, las leyes humanas y todas las otras formas de mal”, continúa más tarde. El miembro del ISIS llega incluso a arremeter contra el fundador de la moderna República de Turquía, Mustafá Kemal ' Atatürk', a quien acusa de “forzar al pueblo turco a negar su religión”, y concluye: “Con el líder de los creyentes, Abu Bakr Al Bagdadi, descendiente del Profeta, conquistemos Estambul, que el traidor Erdogan está intentando a toda costa entregar a los cruzados”.

La segunda llamada de atención llegó en octubre, cuando dos suicidas se hicieron estallar en una marcha por la paz convocada por los sindicatos más importantes del país, acabando con la vida de 106 personas e hiriendo a más de cuatrocientas. Podría haber habido más casos: en los últimos dos meses, las autoridades han conseguido abortar otras dos operaciones yihadistas, una que buscaba atentar contra el Maratón de Estambul el pasado 13 de noviembre (el mismo día que los ataques de París), y otra en Nochevieja en Ankara. Y, a diferencia de los casos anteriores, esta vez las víctimas no habrían sido kurdos o adversarios políticos de los yihadistas, sino ciudadanos comunes y corrientes.

Otro de los motivos de enfrentamiento es la presencia de soldados turcos en Bashiqa, cerca de Mosul, donde las tropas entrenan a una milicia local de cara a la lucha contra el ISIS. En el último mes, el Estado Islámico ha atacado el campamento con morteros y cohetes Katyusha en tres ocasiones, en las que han resultado heridos un total de 9 soldados turcos. En el curso de la última incursión, que tuvo lugar el pasado 7 de enero, el ejército turco mató a 18 yihadistas que estaban tratando de tomar posiciones para lanzar un ataque.

La revista Dabiq, la publicación oficial del Estado Islámico Turquía tiene un serio problema con el Estado Islámico que sus gobernantes se resisten a afrontar, insistiendo en tratarlo como una amenaza “extranjera”. Pero en el creciente contexto de polarización en Turquía, en el que islamistas y secularistas con proyectos de sociedad antagónicos libran una guerra cultural cada vez más encarnizada, son muchos los que simpatizan con los yihadistas. Tras la masacre de Ankara, algunos diarios islamistas titularon: “Mueren un centenar de ateos en un atentado”. Y después de los ataques de París, grupos de exaltados sabotearon el minuto de silencio celebrados por las víctimas en dos partidos de fútbol en Konya y Estambul entre gritos de “¡Alá es grande!”.

Se sabe que hay turcos en el liderazgo del Estado Islámico, y al menos un millar de ciudadanos turcos combaten en sus filas. Pero aún más preocupante es la base de apoyo de la que parece gozar la organización en Turquía: en una encuesta del German Marshall Fund realizada en julio (es decir, antes del atentado de Suruç), los investigadores descubrieron que el 6,6% de los turcos no creen que el ISIS sea una organización terrorista, y el 15,6% dijo que no constituía una amenaza para Turquía.

En el segundo número de "Konstantiniyye", la publicación se refería a Erdogan como “taghut”, que en la doctrina islámica significa “aquel que ha cruzado los límites establecidos” (para estos radicales, alguien que adora a algo diferente a Dios, el que gobierna sin tener en cuenta los mandatos divinos, "tirano" o sencillamente “idólatra”). En el penúltimo número de la revista “Dabiq”, la publicación oficial del Estado Islámico, el mandatario turco aparece en la portada manteniendo una reunión con el Presidente estadounidense Barack Obama. El mensaje no podría ser más claro. Ahora que su Gobierno ha perdido el favor de los yihadistas, Turquía se enfrenta a la misma amenaza que el resto del planeta. Lo hemos visto hoy.

Lo ocurrido este martes en Estambul no ha resultado ninguna sorpresa: desde hace meses, Turquía está en el punto de mira del Estado Islámico. La negligencia de las autoridades turcas a la hora de tratar con el fenómeno yihadista -muchos hablan incluso de abierta connivencia- ha acabado teniendo trágicas consecuencias para un país que ve cómo su ya dañado sector turístico amenaza ahora con desplomarse.

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