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Mucho abucheo, desplantes y presencia de prensa en el nuevo Parlamento venezolano
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Mucho abucheo, desplantes y presencia de prensa en el nuevo Parlamento venezolano

La Asamblea Nacional se instaló este martes con mayoría opositora por primera vez en 17 años. Los parlamentarios del chavismo y la oposición juraron en un acto enmarcado por un clima de tensión

Foto: Lilian Tintori, esposa del líder opositor detenido Leopoldo López, durante la constitución de la Asamblea Nacional. (Reuters)
Lilian Tintori, esposa del líder opositor detenido Leopoldo López, durante la constitución de la Asamblea Nacional. (Reuters)

Llegó la fecha. Esa que estaba inundando las conversaciones de los chats grupales, las panaderías, las previsiones de la prensa. Esa que, tras mentarla, venía seguida de un “¿Tú cómo ves la cosa?” para los conservadores, o la aseveración “Aquí se va a formar 'sendo' lío” para los más pesimistas -o realistas, a saber-. Llegó el 5 de enero, y con este día, no la cabalgata de los Reyes Magos, pero sí otros personajes que, con el nivel de emoción que se mueve en Venezuela, se puede decir que generan las mismas pasiones que los de Oriente. Son los nuevos diputados de la Asamblea Nacional, la primera, desde que Hugo Chávez ganó las urnas en 1998, que ostenta una mayoría no chavista.

Llegó la fecha y se vieron muchas caras nuevas. Aunque hubo una que desapareció: al entrar y mirar al palco de presidencia del Parlamento, los diputados no se encontraron con el cuadro de Hugo Chávez saludando, con la banda presidencial. Tampoco el de Simón Bolívar. Inusual escenario, como inusuales algunos de los invitados que pisaron el suelo de mármol, entre ellos, el gobernador Henrique Capriles Radonski, la esposa de Leopoldo López, Lilian Tintori, o el expresidente colombiano Andrés Pastrana. Mucho liquiliqui, el traje de gala del país, muchas sonrisas. Y mucho periodista. Esto no sería reseñable en un acto de tamaña envergadura, pero en este caso lo es porque, por primera vez en años, plumillas, fotógrafos y videógrafos pudieron poner sus pies en el hemiciclo. Hasta este martes, solo podían hacerlo quienes fueran de medios del Estado.

Con 45 minutos de retraso, se inició la sesión. Ataques, gritos, consignas, abucheos, recordaban que los cambios no son de un día para otro. Los “asesinos” se enfrentaban a los ensordecedores “somos mayoría”. Tras la propuesta del la nueva directiva de la Asamblea por parte del diputado Omar Barboza, y la votación, quedaba como nuevo presidente Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática, amado por unos, odiado por otros, 'zorro viejo' de larga data en la política venezolana.

Comenzaron las intervenciones y los ataques, las salidas de tono. Y un asunto aún pendiente que recordó el diputado oficialista Pedro Carreño. Mientras el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) no decida sobre la impugnación de cuatro diputados, uno de ellos chavista, no se sabe cómo quedará la composición final de la oposición (en principio con 112 diputados), ni el quórum de la Asamblea, oficialmente con 167 curules [escaños]. Ramos Allup, que ahora controla tiempo y campana, azuzó a Carreño con que el lapso de su intervención se agotaba y zanjó con un: "Tranquilo, que aquí cambiaron las cosas”.

Tensión callejera

En la calle, lecheras y miembros de la Guardia Nacional blindados como Robocops velaban por la seguridad del Palacio Legislativo y las zonas aledañas del centro de Caracas. Se esperaba que se “prendiera el lío”. No era para menos. Distintas voces del Gobierno llamaron a “defender la soberanía del pueblo”, el colectivo armado La Piedrita (prochavista) llamó a tomar la Asamblea en un comunicado donde advertían de que “se terminaron los tiempos de oficina y formalismo”, y la oposición convocó a sus votantes para acompañar la jornada en una marcha por la zona. Un cóctel explosivo que, por suerte, no detonó.

Julio Borges, el portavoz de la bancada de la Mesa de la Unidad, tomó la palabra en el estrado. “La ruta del voto siempre impone su ánimo. Es el inicio de darle instituciones al país”, dijo. Mientras, diputados chavistas se acercaban al flamante presidente para decirle que Borges estaba contraviniendo el reglamento y que no podía intervenir. Y siguieron los gritos de “cállate, Julio, no puedes hablar”, mientras el militante de Primero Justicia explicaba la agenda que llevarían a las siguientes sesiones asamblearias.

La bancada chavista no llegó a escuchar lo que, seguramente, les tocará someter a votación en los meses venideros. Todos abandonaron la sesión en tropel, entre ellos el hasta ahora presidente de la Asamblea Diosdado Cabello, que dos horas antes decía a la prensa: “Yo soy diputado, aquí me verán. Ser minoría no nos quitará estar aquí”.

La agenda anunciada se divide entre lo necesario a pie de calle, las medidas económicas, y lo necesario para alimentar a una parte de los votantes y militantes, las medidas políticas. La primera, anunciada por Julio Borges, la consabida Ley de Amnistía y Reconciliación que podría sacar al dirigente Leopoldo López de la cárcel. La segunda, una ley que otorga el derecho de propiedad a los beneficiarios de la Gran Misión Vivienda (viviendas de protección oficial). La tercera, una ley para dar a los jubilados un bono de alimentación y medicinas. La última, una ley de producción nacional para levantar el campo venezolano.

Llegó la fecha. Y pasó. Ahora, tocará esperar el margen de maniobra que tiene la nueva Asamblea Nacional frente al mismo Ejecutivo que sigue en las mismas manos de Nicolás Maduro y que podría frenar cualquier ley con solo mandarla a revisar en la Sala Constitucional del TSJ.

Llegó la fecha. Esa que estaba inundando las conversaciones de los chats grupales, las panaderías, las previsiones de la prensa. Esa que, tras mentarla, venía seguida de un “¿Tú cómo ves la cosa?” para los conservadores, o la aseveración “Aquí se va a formar 'sendo' lío” para los más pesimistas -o realistas, a saber-. Llegó el 5 de enero, y con este día, no la cabalgata de los Reyes Magos, pero sí otros personajes que, con el nivel de emoción que se mueve en Venezuela, se puede decir que generan las mismas pasiones que los de Oriente. Son los nuevos diputados de la Asamblea Nacional, la primera, desde que Hugo Chávez ganó las urnas en 1998, que ostenta una mayoría no chavista.

Nicolás Maduro
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