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Rusia renuncia a llegar a la Luna para ganar la guerra en Siria
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La economía rusa se contraerá un 4% en 2016

Rusia renuncia a llegar a la Luna para ganar la guerra en Siria

La crisis económica provocada por la caída de los precios del petróleo obliga al Kremlin a recortar. El programa especial será uno de los más afectados, pero Putin mantendrá sus aventuras militares

Foto: Un sacerdote ortodoxo oficia una ceremonia frente a la nave Soyuz TMA-19M en la estación de Baikonur, Kazajistán, el 14 de diciembre de 2015. (Reuters)
Un sacerdote ortodoxo oficia una ceremonia frente a la nave Soyuz TMA-19M en la estación de Baikonur, Kazajistán, el 14 de diciembre de 2015. (Reuters)

La guerra en Siria sale cara. Según las previsiones oficiales, la economía rusa se contraerá este año cerca del 4% y, con respecto a 2016, se espera que el PIB tenga un crecimiento nulo debido a los bajos precios del petróleo, de donde provienen, junto a las exportaciones de gas, la mitad de los ingresos del Estado ruso. Los proyectos científicos enarbolados en tiempos mejores no tienen cabida en un contexto de cifras en números rojos. Toca combatir y recortar.

La agencia espacial rusa, Roscosmos, ha tenido que revisar el programa espacial que tenía previsto para el periodo 2016-2025, como consecuencia de los recortes anunciados por su Gobierno. En un informe difundido en el diario ruso 'Izvestia', se explica que los proyectos presentados por la agencia espacial podrían estar en el aire debido a los tiempos económicamente difíciles que vive el país. A día de hoy, existen desacuerdos entre el ministro de Finanzas ruso, Anton Siluanov, y el jefe de Roscosmos, Igor Komarov, que advierte de que los recortes causarían el cierre de varios programas de astronáutica pilotada. Rusia empieza así 2016 sin financiación para los proyectos del programa espacial 2025. Hace apenas ocho meses, el viceprimer ministro ruso, Dimitri Rogozin, anunció que Roscosmos planeaba llevar a un ruso a la Luna y construir una gran base allí, como plataforma para avances científicos.

A ras del suelo, en los despachos, también se ha notado el frenazo. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha ordenado recortar la plantilla de varios ministerios y órganos estatales con el fin de reducir costes en la Administración pública. El Gobierno ha decidido imponer medidas de austeridad a sus funcionarios, aunque han prometido que no recortarán en ningún caso los programas sociales. La situación ha provocado un freno en las inversiones en divisa extranjera y en el cierre de grandes compras. Aun así, la calle lo nota, y el mercado también. "Los rusos se han vuelto mucho más prudentes a la hora de aceptar la incorporación de nuevos productos extranjeros, y la posibilidad de devaluaciones futuras siembra el peligro de soportar pérdidas por el tiempo transcurrido entre la importación y la venta al público ruso”, explica José Rodríguez, un empresario con intereses en Rusia y Europa del Este.

Se reducirán las plantillas del Ministerio de Defensa, la Fiscalía, el Comité de Investigaciones y también las de algunas agencias federales. Los recortes afectarán incluso a la Administración del Kremlin, un poderoso aparato político dirigido por Serguei Ivanov, uno de los principales asesores de Putin desde su llegada al poder en 1999. El plan es reducir el número de funcionarios en un 10%, según un portavoz del Kremlin.

Aún no se ha tocado fondo

El exministro de Finanzas ruso Alexei Kudrin cree que la economía de Rusia aún no ha tocado fondo. "Hace un tiempo, muchos expertos, incluido yo, creímos que se había tocado fondo. Pero hoy vemos peor algunos indicadores. A esto hay que añadir la brusca caída del petróleo, que si permanece en su nivel actual durante medio año o un año provocará que la economía siga cayendo", dijo Kudrin. Por tanto, agregó el que fuera ministro de Finanzas entre 2000 y 2011, "no se puede decir que ya se ha superado el punto más álgido de los problemas" económicos. Pero la Administración rusa no ha podido evitar crecer. En parte porque en 2014 se produjo la incorporación a la Federación Rusa de la península de Crimea y el puerto de Sebastopol, base de la flota del mar Negro.

Natalia Antonova, analista rusa, ve un panorama complicado en la cima del sistema personalista que gobierna el país: "Me asusta Putin, porque no tiene gente a su alrededor que le diga la verdad". El exministro de Finanzas Kudrin podría ser un excepción, "tal vez, pero es solo uno y le odian todos, porque dice la verdad".

La tercera pata de esta crisis, que afecta primero a los grandes proyectos rusos y a su maquinaria gubernamental, es la militar. La intervención aérea de Moscú en Siria implica notables riesgos para la economía. Ha aumentado el panorama de sanciones: ahora no es solo Occidente quien castiga a Rusia, sino que desde Moscú también se ha frenado la entrada de productos turcos, quedando así un mercado cada vez más condicionado. Kudrin cree que tras el ataque turco al Su-24 ruso hubiese sido preferible aplicar medidas diplomáticas y evitar las restricciones económicas, "porque estas también son perjudiciales para las empresas rusas".

Además, el coste económico de la operación puede poner en peligro las relaciones comerciales con los países que tienen en la región intereses que difieren de los de Rusia. Pero sobre todo la guerra supone una carga para el presupuesto, aunque Putin ha dado muestras de que no le temblará la mano en Siria, por lo que no piensa aflojar en su escalada militar.

El presupuesto ruso fue calculado en octubre para un barril de petróleo a un precio de 50 dólares. En ese caso, el déficit sería del 3%, pero con un barril a 37 las cuentas no salen. Los expertos coinciden en que si el petróleo sigue bajo y la guerra no se resuelve rápido, 2016 será un año de recortes, y no solo en el ámbito de la carrera espacial sino en niveles más bajos. Ahí puede resentirse el apoyo al Gobierno, que afronta nuevas elecciones legislativas a finales de este año.

La guerra en Siria sale cara. Según las previsiones oficiales, la economía rusa se contraerá este año cerca del 4% y, con respecto a 2016, se espera que el PIB tenga un crecimiento nulo debido a los bajos precios del petróleo, de donde provienen, junto a las exportaciones de gas, la mitad de los ingresos del Estado ruso. Los proyectos científicos enarbolados en tiempos mejores no tienen cabida en un contexto de cifras en números rojos. Toca combatir y recortar.

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