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Islam, beicon y progresismo: musulmanes estadounidenses rompiendo estereotipos
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la comunidad religiosa más diversa de EEUU

Islam, beicon y progresismo: musulmanes estadounidenses rompiendo estereotipos

La islamofobia crece en EEUU, pero muchos miembros de la comunidad musulmana del país difícilmente encajan en las ideas preconcebidas de gran parte de sus compatriotas

Foto: Fieles en el exterior de la mezquita de At-Taqwa, en Brooklyn, Nueva York, el 24 de septiembre de 2015. (Reuters)
Fieles en el exterior de la mezquita de At-Taqwa, en Brooklyn, Nueva York, el 24 de septiembre de 2015. (Reuters)

“Tengo una historia de amor con el beicon”, reconoce Omair Paul después de pedirme que apague la grabadora. Luego se deja convencer para incluir sus placeres en este artículo. Paul es musulmán, homosexual y progresista; vive en el cruce de Nueva York con el islam, igual que otras 600.000 personas en la Gran Manzana. Una paleta de combinaciones étnicas, sociales, geográficas y sexuales que suelen quedar, asegura, sepultadas a brochazos en los medios de comunicación.

Paul nació hace 25 años en el seno de una familia de inmigrantes paquistaníes. Cuando era niño, iba los domingos a una escuela coránica. “Entré por diferentes razones, no solo religiosas”, dice a El Confidencial. “Era más bien una cuestión de comunidad; la mayoría de las familias que enviaban allí a sus hijos eran paquistaníes, igual que mis padres. De hecho, algunas clases eran en urdu. La verdad es que no me esforcé mucho en aprender”, recuerda.

Paul estudia un máster en la Universidad de Columbia y trabaja para la organización Musulmanes por los Valores Progresistas (en inglés, MPV), fundada en 2007 por Ani Zonneveld, una musulmana de origen malayo que también ejerce de imán. La idea de MPV, dice Paul, es “desmontar la narrativa del islam radical propagada por monarquías ricas (Arabia Saudí). Ofrecer una plataforma de análisis crítico y una interpretación del Corán inclusiva e igualitaria, en sintonía con los derechos humanos”.

Los expertos del MPV estudian el libro sagrado, recordando que fue escrito hace 14 siglos, y los hádices: los apuntes que recogen las reflexiones adyacentes del Profeta y cuya legitimidad suele ser cuestionada. En un hadiz, Mahoma habría recomendado la pena de muerte para los homosexuales. En otro, asegura Paul, habría mostrado comprensión hacia el amor entre hombres. “El Corán es directo en su ambigüedad; muy vago en cuestiones como la homosexualidad”, añade. El MPV no considera a la Sharía, llamada “ley islámica”, un sistema legal, sino un conjunto de valores tradicionales de referencia que pueden evolucionar con la época.

El MPV opera en el ambiente plural de los Estados Unidos, donde la minoría musulmana no llega a representar el 1% de la población y ha sido calificada por el centro de estudios estadísticos Gallup como el “grupo religioso más diverso”. Otra agencia, Pew Center, sondeó en detalle las opiniones de los mahometanos americanos y las comparó con las de otras confesiones y países.

Según Pew, el 95% de los musulmanes del mundo dice que todos o la mayoría de sus amigos cercanos practican su misma fe. El musulmán de Estados Unidos, mitad y mitad: el 52% de ellos dice que la mayoría de sus amistades íntimas profesa creencias diferentes.

Casi la mitad apoya el matrimonio homosexual

El 63% de los musulmanes americanos dice que no hay tensión entre ser devoto y vivir en una sociedad moderna, una proporción parecida a la de los cristianos. Seis de cada 10 musulmanes opinan que religión y ciencia son compatibles, un porcentaje bastante mayor que entre los cristianos (39%). El 3% de los musulmanes del globo considera que los ataques suicidas y la violencia contra civiles están justificados “a veces”, frente al 1% de los musulmanes americanos.

Dice la agencia Gallup que la igualdad salarial entre hombres y mujeres musulmanes en EEUU está por encima del resto de confesiones; es casi completa. Las mujeres musulmanas son las más formadas del país, solo por detrás de las mujeres judías. El Public Religion Research Institute sostiene que el 42% de la comunidad islámica apoya el matrimonio homosexual, una proporción mayor que entre los evangelistas, metodistas y bautistas, y algo menor que la media del país (54%).

Cuestiones como el matrimonio gay abren debates en la 'umma' americana, donde no todas las organizaciones coinciden. Omair Paul afirma que otras asociaciones “no estarían necesariamente de acuerdo” con los principios de MPV, particularmente con los derechos de gays, lesbianas y transexuales, lo cual les permite llenar un espacio muy particular: el de los musulmanes que tienen dudas a la hora de reconciliar su naturaleza con los valores tradicionales. El año pasado, un transexual blanco y musulmán converso llegó a MPV en busca de un lugar donde rezar.

Omair Paul dice haber “navegado” para encontrar su identidad entre los viejos valores de sus padres y la atmósfera progresista de Nueva York. Se define como un musulmán “cultural” frente al musulmán “religioso”, alguien interesado en las raíces islámicas, que dice 'as-salamu aleikum' cuando visita a su madre, que se une al Ramadán y que pide la gracia de Alá cada vez que se sienta a conducir, pero que bebe alcohol, no reza, ni encaja en el cliché social.

Paul se cansa de poner ejemplos de musulmanes que rezan cinco veces al día y adoran el vino; de mujeres que estudian el Corán, beben y gozan de una variada vida sentimental. Muchos años después de asistir a la escuela coránica, Paul se ha cruzado con viejos compañeros de pupitre: una chica egipcia que se ha casado y es atea; un chico al que ha visto en ambientes homosexuales. “He conocido a musulmanes bastante salvajes”, dice; actitudes que poco a poco afloran a la superficie.

Musulmanes riéndose de sí mismos

Desde hace años, varios actores norteamericanos de origen árabe, iraní, paquistaní o turco dinamitan los tópicos religiosos a través de la comedia en monólogos, televisión o programas de radio. Una de las más conocidas es Mona Shaikh, la “traviesa comediante musulmana”. Nació en Karachi, Pakistán, y a los 15 años se mudó con su familia a Estados Unidos, donde tardó una década en dejar su rígido hogar para comenzar su carrera de cómica en los escenarios de Nueva York. Shaikh satiriza los estereotipos islámicos; se ríe de lo laborioso que sería educar en la cama a 72 vírgenes una vez alcanzado el paraíso y se retrata desnuda con solo un 'niqab' y un kaláshnikov.

Shaikh ha fundado la plataforma Los Musulmanes lo Hacen Mejor (MDIB por sus siglas en inglés), que reúne varios espectáculos cuyo objetivo es “mostrar que los musulmanes realmente pueden reírse de si mismos y necesitan lo mismo que las personas de cualquier otra confesión: amar, reír y la libertad de vivir como deseen”. Shaikh reconoció a 'LA Weekly' que sus actuaciones solo tienen un límite: “La vida sexual del Profeta... Al menos por ahora”.

La paleta de combinaciones incluye a personas que rebotan con la fuerza de un pelotazo, y pasan de ser musulmanas a islamófobas. Y está el beicon: la manifestación más calórica, febril y consumista del cerdo. Las tiras de grasa tostada que giran a cámara lenta en los anuncios de restaurantes y que simbolizan la catarsis del exmusulmán, el paso del islam al mundo laico. Según una investigación de Pacific Standard, lo primero que hace un exmusulmán es lanzarse a devorar beicon. De ahí, quizá, que Omair Paul, que representa al MPV, quisiera mantener este aspecto 'off the record'.

Aunque nunca ha estado expuesto a ningún ataque islamófobo, y dice sentirse totalmente cómodo en sus círculos sociales, Paul admite que su condición de musulmán y homosexual ha causado algunas sorpresas, y ve con preocupación el aumento de la islamofobia por todo el país.

Los ataques a mezquitas se han multiplicado por tres en 2015 respecto a 2014: 63, el número más alto desde que el Consejo de Relaciones Islámico-Americanas (CAIR) comenzase a documentarlos en 2009. La mayoría ocurrieron en noviembre y diciembre, después de los ataques terroristas de París por el grupo ISIS y de la matanza de San Bernardino, en California, presuntamente efectuada por una pareja de yihadistas. Las denuncias se extienden al acoso a estudiantes musulmanes en los colegios, agresiones en la calle y amenazas de muerte a clérigos y a políticos de fe islámica.

La desconfianza religiosa ha penetrado la campaña por la Casa Blanca en 2016 y dado munición al republicano Donald Trump, que ha propuesto espiar las mezquitas y cerrar la entrada a musulmanes en el país. “[Trump] se aprovecha de un sentimiento que no es nuevo”, declara Paul. “Es similar al sentimiento antijaponés de la segunda guerra mundial”. Al menos, dice, los comentarios incendiarios de Trump están dando a MPV más visibilidad y relevancia.

“Tengo una historia de amor con el beicon”, reconoce Omair Paul después de pedirme que apague la grabadora. Luego se deja convencer para incluir sus placeres en este artículo. Paul es musulmán, homosexual y progresista; vive en el cruce de Nueva York con el islam, igual que otras 600.000 personas en la Gran Manzana. Una paleta de combinaciones étnicas, sociales, geográficas y sexuales que suelen quedar, asegura, sepultadas a brochazos en los medios de comunicación.

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