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Los leones de Alá: ¿está Erdogan creando su propio 'GAL turco' contra el PKK?
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"el diente del lobo ha probado la sangre"

Los leones de Alá: ¿está Erdogan creando su propio 'GAL turco' contra el PKK?

Activistas de derechos humanos y nacionalistas kurdos denuncian los abusos cometidos por nuevas unidades antiterroristas de corte islamista. Muchos temen el regreso a los años de la "guerra sucia"

Foto: Captura de pantalla de un vídeo de las fuerzas especiales antiterroristas de la policía turca.
Captura de pantalla de un vídeo de las fuerzas especiales antiterroristas de la policía turca.

El pasado septiembre, la ciudad kurda de Cizre, en el sureste de Turquía, fue sometida a asedio por las fuerzas de seguridad del país. En su interior, miembros de la rama urbana del PKK -la guerrilla kurda que opera en territorio turco desde 1984- se habían hecho fuertes. Lo que siguió fue una batalla de ocho días en que, oficialmente, 40 militantes kurdos fueron abatidos y 25 policías resultaron heridos. Varios civiles kurdos, tal vez dos decenas, murieron a consecuencia de los combates. Y cuando el humo de la batalla de disipó, una inquietante pintada apareció en los castigados muros de la localidad: "Esedullah Timi Burada" (El equipo Esedullah está aquí).

Las mismas pintadas fueron encontradas al mes siguiente en el distrito de Sur, en Diyarbakir, la capital de las regiones kurdas de Turquía, y en otras poblaciones sometidas al toque de queda decretado por las autoridades. En Sur, se leía: “Vais a ver el poder de los turcos”; en Silvan, “Muchachas, hemos llegado y entrado en vuestras madrigueras”, acompañada de otra: “El Estado está en todas partes”. Y en todas, la misma firma: “El equipo Esedullah”, que significa León de Alá.

Hay pocas dudas de que los autores de estas pintadas son miembros de unidades antiterroristas de las fuerzas de seguridad, primero porque, durante el toque de queda, eran los únicos con acceso a estas áreas, y segundo porque se les ha retratado haciendo las pintadas. En varios vídeos subidos a internet puede verse a estos mismos equipos disparando sus armas al aire al grito de “¡Alá es grande!”, lo que parece confirmar el temor de muchos observadores: la islamización de estos cuerpos, que podrían convertirse en el terror de los simpatizantes del PKK (una organización especialmente odiada por los radicales religiosos por su orientación tradicionalmente izquierdista).

Tras el paso de los equipos Esedullah, los relatos de los residentes de esos barrios kurdos coinciden. “Se cubren los rostros. Algunos llevan barbas largas y parece como si estuviesen drogados”, afirma un testimonio recogido por el abogado turco Orhan Kemal Cengiz, activista y director de la Asociación Agenda de Derechos Humanos de Turquía. “Los policías aquí no son como los policías normales del Estado. Llevan largas barbas negras y no parecen para nada policías. De hecho, no sé si lo son realmente, parecen más militantes del Estado Islámico que policías del Estado”, dice otro.

El asunto ha sido tomado muy en serio por los principales partidos opositores de Turquía. Sezgin Tanrikulu, diputado del Partido Republicano Popular (CHP), la segunda fuerza política del país, ha preguntado oficialmente en el Parlamento turco: “¿Quién ha creado los equipos Esedullah y con qué propósito?”. Çaglar Demirel, diputado por Diyarbakir del Partido Popular Democrático (HDP), de base kurda, ha realizado una investigación en las áreas donde han operado estos grupos.

Apuntan sus armas a mujeres y niños. Obligan a los hombres a tumbarse boca abajo y les pisotean las manos, los pies y la espalda. No reconocen ninguna ley. Van enmascarados y nadie sabe quiénes son”, afirma Demirel, que no duda en ir más allá: “Hablan un lenguaje que no es turco ni kurdo” (implicando que podría ser árabe), “cantan eslóganes del Estado Islámico” y “se inspiran en los métodos del ISIS”, asegura.

"Terror de Estado"

Otros miembros del partido han ido todavía más lejos. Hace dos días, los diputados Idris Baluken y y Mithat Sancar presentaron un informe sobre los recientes toques de queda en las regiones kurdas, en el que lanzaron duras acusaciones contra las autoridades turcas. “Bajo el nombre de 'toque de queda' se ha recuperado el terror de Estado”, dijo Baluken. “En estas operaciones han estado implicadas algunas bandas fuera de los poderes estatales, fuerzas paramilitares han tenido cierto papel. La rama turca del ISIS, junto a los equipos Esedullah, está cometiendo crímenes contra la humanidad”, afirmó.

Asegurar que los Leones de Alá están vinculados al Estado Islámico podría ser una exageración derivada de la convicción, entre los nacionalistas kurdos, de que el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan ha apoyado al ISIS. Y aunque las evidencias de que el Ejecutivo turco lleva años favoreciendo a grupos yihadistas en Siria tanto contra el régimen de Bashar al Assad como contra las milicias kurdas YPG (vinculadas al PKK) son ya innegables, resulta más difícil probar que entre estos se encuentre el Estado Islámico. Aunque eso no es obstáculo para que cientos de miles de kurdos estén convencidos de ello.

Pero lo que parece una realidad es la propia existencia de los grupos Esedullah. En Turquía, muchos se preguntan: ¿son estas unidades un nuevo JITEM? La idea despierta escalofríos. El JITEM (las siglas en turco de Organización de Inteligencia y Antiterrorismo de la Gendarmería) fue una unidad especial creada en los años ochenta para hacer frente a la insurgencia kurda con métodos de guerra sucia. Junto a su organización gemela en la policía, los llamados Equipos Especiales, se la considera responsable, como mínimo, de una buena parte de la desaparición de al menos 1.500 personas -la cifra más conservadora, admitida oficialmente; algunas fuentes la elevan hasta las 5.000- hasta principios de la pasada década, en los años más duros del conflicto con el PKK, sobre todo simpatizantes y sospechosos de ayudar a la guerrilla, e izquierdistas.

El JITEM no participaba directamente en los enfrentamientos con el PKK, sino que a través de informantes -a menudo exguerrilleros- se dedicaba a designar objetivos, que posteriormente eran asesinados o detenidos, torturados y hechos desaparecer. Uno de sus fundadores, el comandante Cem Ersever, fue secuestrado y ejecutado en 1993 tras haber revelado detalles de la organización a una periodista turca. Aunque al menos dos exprimeros ministros habían hablado públicamente del JITEM, su existencia fue negada por las autoridades hasta 2005, cuando pasó a formar parte del organigrama oficial de la Jandarma o Gendarmería. En los años posteriores, el comandante de la Jandarma Arif Dogan incluso escribió unas memorias en las que admitió haber sido su creador.

Pero el verdadero rostro de esta institución quedó desvelado a partir de 2007, cuando la judicatura turca decidió abrir el llamado proceso Ergenekon, mediante el que se investigó la existencia de una presunta organización ultranacionalista con dicho nombre, cuyo objetivo sería cometer atentados desestabilizadores con el propósito de justificar un golpe de Estado. Según la fiscalía, los principales responsables de la “guerra sucia” contra los kurdos, como Dogan y su sucesor, el siniestro general de brigada Veli Küçük, formaban parte de Ergenekon y del llamado “Estado profundo”, el aparato paraestatal vinculado al ejército y a los cuerpos de seguridad encargado de combatir a los considerados “enemigos de la patria”.

“La primera oleada de arrestos se dirigió contra antiguos y notorios miembros del aparato de seguridad y jefes de la mafia, ultranacionalistas con presuntos vínculos con las ejecuciones extrajudiciales de los noventa, así como a asesinatos políticos más recientes, como el del periodista turco-armenio Hrant Dink en 2007”, explica el profesor Karabekir Akkoyunlu, especialista en historia moderna de Turquía en el Centro de Estudios Sureuropeos de la Universidad de Graz. Los responsables de los juicios de Ergenekon eran fiscales e investigadores vinculados con el movimiento del teólogo Fethullah Gülen, una cofradía religiosa con millones de miembros, en aquella época aliada de Erdogan.

Nombre en clave: 'Yesil'

Sentados en el banquillo, muchos de estos antiguos soldados de la guerra sucia se derrumbaron y revelaron, entre otras cosas, importantes detalles sobre el funcionamiento del JITEM. Se destaparon fosas comunes y se supo el paradero de numerosos desaparecidos. Algunos misterios fueron resueltos.

Pero las sesiones del proceso Ergenekon “pronto se convirtieron en juicios farsa destinados a aplastar toda oposición real o percibida a la coalición islamista gobernante”, el partido de Erdogan y sus aliados del movimiento Gülen, comenta Akkoyunlu. “Toda una generación de oficiales militares de todos los grados fueron acorralados, junto a periodistas y activistas de la sociedad civil, y recibieron largas sentencias de cárcel basándose en evidencias dudosas o falsas”, relata, en un artículo para la Fundación Sociedad Abierta. En 2013, después de que Erdogan y Gülen rompiesen su alianza, los mismos fiscales y policías que habían investigado Ergenekon trataron de llevar a cabo una operación anticorrupción que implicó al entorno del entonces todavía primer ministro, incluyendo a varios de sus ministros y a su hijo, Bilal Erdogan.

“Casi de la noche a la mañana, Erdogan pasó de ser el autoproclamado 'fiscal' de los juicios contra el 'Estado profundo' a argumentar que su Gobierno había sido engañado por la siniestra 'organización paralela', la etiqueta orwelliana que acuño para el movimiento Gülen”, dice Akkoyunlu. “En cuestión de semanas, todos los casos volvieron a ser juzgados. Desde entonces, todos los veredictos han sido revocados, y cada uno de los sospechosos ha sido absuelto”, indica, aportando una clave fundamental: “Intentando afianzar su control, Erdogan ha buscado nuevos aliados y seguidores leales, y parece haberlos encontrado en los rincones más oscuros del Estado turco”.

¿Existe un vínculo directo entre el JITEM y los grupos Esedullah? Algunos de sus miembros parecen inspirarse en las acciones de la antigua organización paramilitar. En las zonas bajo toque de queda, el carácter de las pintadas así lo refleja: “Si eres turco, muéstrate orgulloso. Si no lo eres, sométete”; “El diente del lobo ha probado la sangre. Tened miedo”; y otra que dice: “Yesil está aquí”.

'Yesil' (Verde) es el nombre en clave de Mahmut Yildirim, un notorio asesino a sueldo de las fuerzas de seguridad turcas durante los años noventa sobre el que circulan numerosas leyendas. De él se cuenta, por ejemplo, que a veces ejecutaba a prisioneros colocándoles una granada en la boca y retirando la anilla. Yildirim desapareció a principios de la década pasada, y el hecho de que los grupos Esedullah reivindiquen su memoria apunta, como táctica de guerra psicológica, al deseo de sembrar el miedo entre los simpatizantes del PKK. A no ser -aunque se trata de una posibilidad mucho más remota- que el propio Yildirim haya salido de su retiro: en 2013, un oficial veterano juzgado en el proceso Ergenekon aseguró a la fiscalía que 'Yesil' seguía vivo.

“Fuerzas paramilitares han caído sobre pueblos y localidades kurdas con tácticas y crueldad familiares para aquellos que vivieron en los noventa”, dice Akkoyunlu: “Escuadrones de la muerte conduciendo vehículos sin identificación en ciudades bajo toque de queda; niños y ancianos abatidos por francotiradores; jóvenes kurdos muertos arrastrados por vehículos policiales armados; el cuerpo profanado de una combatiente del PKK; pintadas fascistas en los muros ametrallados de ciudades kurdas asediadas...”, enumera.

Este profesor es uno de los muchos que creen que podrían existir vínculos entre el nuevo 'Estado profundo' controlado por Erdogan y los responsables de los tres atentados suicidas contra kurdos e izquierdistas desde el pasado junio, en Diyarbakir, Suruç y Ankara. El propósito, según esta teoría, habría sido provocar un regreso al conflicto con la guerrilla kurda del PKK para perjudicar al HDP, cuyo ascenso electoral el pasado junio impidió al partido de Erdogan formar gobierno. De ser así, la estrategia habría dado resultado: en la repetición de las elecciones en noviembre, el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) recuperó la mayoría absoluta.

Muerte de un abogado

La situación, en todo caso, solo lleva visos de empeorar. El pasado sábado, el abogado kurdo Tahir Elçi fue abatido en una refriega cuando dos individuos armados que viajaban en un taxi recibieron el alto de la policía, y respondieron abriendo fuego desde el vehículo, matando a dos agentes. Uno de ellos salió corriendo hacia el lugar donde Elçi se encontraba dando una rueda de prensa, y, a la carrera, se enzarzó en un tiroteo con los policías que protegían al abogado. Cuando todo terminó, el cuerpo de Elçi yacía sin vida en el suelo. El incidente fue registrado por varias cámaras presentes en el lugar.

placeholder Tahir Elçi yace muerto en el suelo tras recibir un disparo en la cabeza en Diyarbakir, el pasado 28 de noviembre de 2015. (EFE)
Tahir Elçi yace muerto en el suelo tras recibir un disparo en la cabeza en Diyarbakir, el pasado 28 de noviembre de 2015. (EFE)

En los días siguientes, los funcionarios encargados de la investigación fueron recibidos a tiros cuando trataban de acceder al lugar del asesinato, y tardaron tres días en lograrlo. Todavía no está claro si Elçi murió por un disparo de los atacantes -presuntos miembros del PKK-, o por una bala perdida de los mismos policías que le custodiaban. El primer ministro, Ahmet Davutoglu, admitió esta posibilidad en su primera mención al respecto, pero después ha insistido en que el responsable de su muerte es el PKK.

Elçi era un conocido defensor de los derechos humanos, que había criticado tanto al Estado turco como al PKK, al considerar que su estrategia ponía en peligro a los civiles. El pasado octubre, durante una entrevista con la cadena CNNTürk, declaró que, para mejorar las cosas, “el PKK no debería ser definido como organización terrorista”. Cinco días después fue imputado por “propaganda terrorista”. Elçi reaccionó dando entrevistas a varios medios internacionales de primera fila, como la revista 'Time'.

No obstante, los nacionalistas kurdos sospechan que Elçi no ha sido sino una víctima de esta nueva etapa de la guerra sucia. A ello ha contribuido, por ejemplo, la difusión de un vídeo a cámara lenta del incidente en el que pueden verse varios elementos extraños, como el hecho de que el atacante reciba disparos a corta distancia de uno de los policías sin caer al suelo -según algunos, puede verse cómo las balas rebotan contra su cuerpo-, o el que tanto el agente como uno de los atacantes cambien de pistola en mitad del tiroteo.

¿Teorías de la conspiración? Tal vez, pero Turquía es un país en cuya historia abundan los episodios negros de este tipo. En cualquier caso, miles de kurdos están convencidos de que a Elçi le mató el 'Estado profundo'. Y el que los miembros de los cuerpos especiales de las fuerzas de seguridad no solo crean que están embarcados en operaciones antiterroristas, sino también en una yihad de corte nacionalista, solo puede empeorar las cosas.

El pasado septiembre, la ciudad kurda de Cizre, en el sureste de Turquía, fue sometida a asedio por las fuerzas de seguridad del país. En su interior, miembros de la rama urbana del PKK -la guerrilla kurda que opera en territorio turco desde 1984- se habían hecho fuertes. Lo que siguió fue una batalla de ocho días en que, oficialmente, 40 militantes kurdos fueron abatidos y 25 policías resultaron heridos. Varios civiles kurdos, tal vez dos decenas, murieron a consecuencia de los combates. Y cuando el humo de la batalla de disipó, una inquietante pintada apareció en los castigados muros de la localidad: "Esedullah Timi Burada" (El equipo Esedullah está aquí).

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