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Madres sirias contra ISIS en la capital del 'Califato'
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UNA red evita que sus hijos se unan a la yihad

Madres sirias contra ISIS en la capital del 'Califato'

La activista siria Raheb Alwany relata cómo grupos de mujeres de Raqqa se organizan para enfrentarse al ISIS pacíficamente, convenciendo a sus hijos para que no se unan a los yihadistas

Foto: Una mujer con 'niqab' camina por las calles de Raqqa, la capital siria del autodenominado Estado Islámico, el 31 de marzo de 2014. (Reuters)
Una mujer con 'niqab' camina por las calles de Raqqa, la capital siria del autodenominado Estado Islámico, el 31 de marzo de 2014. (Reuters)

El día que la localidad siria de Raqqa cayó bajo el control del Estado Islámico a principios de 2014, Raheb Alwany no dudó un segundo en quedarse. “No puedo negar que estaba atemorizada por muchos factores a mi alrededor, pero yo nací en Raqqa, crecí en Raqqa, sentí que mi responsabilidad era ayudar, y así lo hice hasta que me vi forzada a huir porque mi vida realmente corría peligro. Pero ayudé cuanto pude”, cuenta hoy. Para entonces, miles de refugiados sirios ya habían emprendido su huida, si bien muchos quedaron ‘atrapados’ en su propio país bajo el régimen fundamentalista. Raheb, licenciada en Medicina por la Universidad de Damasco, se quedó por propia voluntad.

De aspecto angelical y sonrisa tímida, a simple vista nadie se la imaginaría atendiendo a heridos de guerra y enfermos en el Hospital Nacional de Raqqa. Sin separarse de su traductora, pese a tener un gran dominio del inglés, Raheb Alwany se muestra nerviosa e indecisa sobre la idea de ser entrevistada, pero finalmente se presta a contar su historia. Y en apenas unos minutos de conversación uno descubre la valentía, el compromiso y la convicción de esta defensora de los derechos humanos, miembro de una ONG siria que trabaja en la clandestinidad por el fortalecimiento de la sociedad civil, utilizando la única herramienta de la que disponen muchas mujeres sirias: palabras convincentes para disuadir a sus hijos de enrolarse en las milicias de ISIS.

Raqqa amaneció un día vestida completamente de negro. “La transformación de ser una ciudad civil a ser una ciudad del Estado Islámico era patente para cualquiera que visitaba la ciudad. En apenas una semana, todo cambió. Comenzamos a ver mujeres de negro, tapadas desde la cabeza a los dedos de los pies, caminando en las calles, cubriendo sus caras y sus cuerpos. Muchas mujeres se quedaban en casa por temor a ser castigadas por cometer un mínimo error en la forma de vestir. Los hombres que no cerraban sus tiendas durante la hora de la oración también eran recriminados", explica. "Una de las peores cosas era ver cómo lapidaban a las mujeres por haber tenido sexo fuera del matrimonio, por ejemplo. Lo hacían delante de todo el mundo para expandir el terror y el miedo en toda la ciudad. Incluso dejaban los cadáveres en la calle durante días solo para extender el terror y el miedo entre la gente. Esto es lo que han hecho”, afirma esta joven siria con la voz entrecortada.

El día a día, tanto en el hospital como en las calles de la ciudad, se hacía cada vez más difícil. En el hospital, no solo el trabajo se complicaba por la falta de cirujanos, equipamiento y el mal estado de los servicios sanitarios en general, sino que las normas del fundamentalismo extremista, relata Raheb, llevaron a la población a un estado de pánico generalizado. En este sentido, la joven relata cómo simplemente ayudar podía convertirse en un gran desafío: “En una ocasión, un hombre llegó grave y yo me ofrecí a atenderle, le dije que podía ayudarle, que era doctora, y comenzó a gritar enfurecido. Rechazó mi asistencia por ser mujer, las mujeres no tenemos derecho a asistir a ningún hombre. Es difícil cuando todo se rige en función del sexo”, lamenta.

Formar a las madres, proteger a los jóvenes

Pese al terror, durante meses Raheb Alwany y otras mujeres miembros de la ONG Badael, que significa 'alternativas' en árabe, trabajaron de forma secreta en sus casas contra la violencia de ISIS. La joven siria detalla cómo organizaba talleres y grupos de debate en su casa de Raqqa “colocando cojines” en las paredes para amortiguar las voces. El objetivo principal de las charlas era formar a mujeres sirias con el fin de mantener a sus hijos fuera del círculo de la violencia. Se trataba de proteger a los jóvenes. “Las madres han hecho un trabajo impresionante convenciendo y educando a sus hijos para que no se enrolaran en los campos de ISIS”, subraya Raheb, quien asegura que el esfuerzo ha sido “efectivo”. “Es un placer ver que las mujeres bajo las normas de ISIS son capaces de hacer algo contra ellos”, asevera.

El esfuerzo, subraya Raheb, ha sido 'efectivo'. 'Es un placer ver que las mujeres bajo las normas del ISIS son capaces de hacer algo contra de ellos'

En los últimos dos años, la organización Badael ha formado a más de 2.000 mujeres sirias y ha puesto en marcha 20 proyectos destinados a responder al conflicto armado y preparar el proceso de construcción de la paz posterior a la guerra. Preguntada sobre el futuro de su país, Raheb permanece en silencio y reprime sus lágrimas. “Si tengo que hablar distanciándome de las emociones, no creo que el final de la guerra en Siria esté cerca”, sentencia, al tiempo que añade que no pierde la esperanza. “Cuando acabe todo, Siria irá a una situación mejor que la que teníamos, porque la revolución siria estalló ante la falta de dignidad y calidad de vida... entonces, ante la indiferencia del mundo, ISIS entró en el país”.

La joven siria habla alto y claro cuando se refiere al papel de las mujeres en la construcción de la paz. “No hay paz sin mujeres”, sentencia. “Nosotras no queremos vivir la experiencia bosnia. Las mujeres en Bosnia perdieron sus derechos, incluso después del conflicto, porque no les permitieron tomar parte en las negociaciones ni en la resolución del conflicto. Nosotras no queremos que se repita el mismo error, queremos no solo ser observadoras, sino ser aceptadas como negociadoras y ser parte del proceso de construcción de paz de nuestro país y estar presentes en todas las fases de las negociaciones”, reclama Raheb, quien se muestra absolutamente convencida de que las mujeres hacen la diferencia, porque simplemente “tienen la disposición de hacer la paz, mientras que todo el interés de los hombres es hacer la guerra”.

“Europa solo puede ofrecer soluciones paliativas”

Raheb Alwany se muestra muy crítica con la pasividad de la comunidad internacional ante el conflicto sirio. Considera que no solo se reaccionó tarde, sino que también se falló: “Después de cinco años con cientos de sirios asesinados cada día, nadie hizo nada, y ahora ante este estado de crisis con miles de refugiados huyendo, lo único que puede ofrecer Europa son soluciones paliativas. Gracias por recibir y aceptar refugiados, pero realmente, si hubieran reaccionado a tiempo, no tendríamos ni esta crisis, ni países bajo el control del Estado Islámico”.

En este punto, esta activista pacifista remarca que los refugiados, no solo de Siria, sino también de Irak, del sur de Turquía y Líbano, huyen de sus países “no en busca de una vida mejor, sino en busca de una vida, porque en Siria la vida está muerta”. “Después de vivir una situación horrible, es por lo que estamos viniendo a Europa”, añade, al tiempo que lamenta que ni Rusia, ni Estados Unidos, ni Arabia Saudí, ni Irán “parecen estar interesados en acabar con la guerra”. Esta joven siria insiste en la entrevista en el mensaje que lanzó durante su intervención en la conferencia internacional Trust Women Conference, celebrada hace unos días en Londres y a la que fue invitada como ponente en un panel bajo el título 'Women under extremist rule, from ISIS to Boko Haram' ('Mujeres bajo un gobierno extremista, de ISIS a Boko Haram').

Durante el evento, que estuvo marcado por la conmoción de los atentados de París perpetrados por ISIS, Raheb Alwany fue galardonada con el premio al Héroe del año ('Hero award'). Durante su intervención, remarcó que “después de ver que más de 300.000 personas inocentes, civiles, no estoy hablando de soldados, civiles, han sido asesinadas durante los últimos cuatro o cinco años, y la comunidad internacional no hizo nada, he perdido la fe en las leyes internacionales”, confiesa. Como activista y defensora de los derechos humanos, Raheb cree que hay suficientes leyes, resoluciones y convenciones internacionales para proteger a las víctimas de las violaciones internacionales y de los conflictos armados, pero “hace falta que se ponga en práctica en el terreno, que se implementen todas las acciones que recogen esas resoluciones”. “No necesitamos más resoluciones ni convenciones, sino que todas las que hay se implementen en la práctica”, concluye.

El día que la localidad siria de Raqqa cayó bajo el control del Estado Islámico a principios de 2014, Raheb Alwany no dudó un segundo en quedarse. “No puedo negar que estaba atemorizada por muchos factores a mi alrededor, pero yo nací en Raqqa, crecí en Raqqa, sentí que mi responsabilidad era ayudar, y así lo hice hasta que me vi forzada a huir porque mi vida realmente corría peligro. Pero ayudé cuanto pude”, cuenta hoy. Para entonces, miles de refugiados sirios ya habían emprendido su huida, si bien muchos quedaron ‘atrapados’ en su propio país bajo el régimen fundamentalista. Raheb, licenciada en Medicina por la Universidad de Damasco, se quedó por propia voluntad.

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