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"Roma nos roba": en Italia también hay independentistas
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Toscana, vENECIA, tirol del sur...

"Roma nos roba": en Italia también hay independentistas

El caso más famoso es el de la Liga Norte, pero no es el único: uno de cada tres italianos apoyaría la secesión de su región. El fenómeno se remonta a los 70, cuando se aprobaron los estatutos regionales

Foto: Un simpatizante de la Liga Norte muestra un hacha con la palabra 'secesión' durante una protesta antigubernamental en Milán, en enero de 2012 (Reuters).
Un simpatizante de la Liga Norte muestra un hacha con la palabra 'secesión' durante una protesta antigubernamental en Milán, en enero de 2012 (Reuters).

En la bella y turística Toscana también hay quien quiere independizarse. De Italia, por supuesto.

Se llaman Toscana Stato ('Toscana Estado') y su líder es Emiliano Baggiani, un informático que a sus treinta y pico años ya ha incursionado varias veces en la política. Era secretario provincial del partido (también secesionista) de la Liga Norte, y luego fundó un centro de estudios anexo al movimiento político que hoy lidera, junto a un puñado de otros señores que han militado tanto en la izquierda como en la derecha. Un grupo que, en abril de 2014, convocó en un hotel de Florencia el acto fundacional de esta nueva corriente, donde presentaron su Estatuto.

“El movimiento Toscana Estado, creado por ciudadanos libres y residentes en Toscana, tiene como objetivo que Toscana sea reconocida internacionalmente como una república independiente y soberana”, escribieron en ese documento, que difunden a través de las redes sociales. Algo que han intensificado a raíz de las elecciones catalanas y de las noticias que llegan desde Escocia, donde algunos no ven todavía apagada la llama del independentismo tras el fracaso del referendo del año pasado.

“No somos xenófobos y somos europeístas. El problema es Roma y los romanos. Todos roban allí. Siempre lo han hecho. Robaban los romanos cuando eran un Imperio, lo siguieron haciendo siendo un Estado papal, y ahora nos obligan a seguir dentro de un país que no existe, Italia”, comenta enfático Baggiani, en entrevista con El Confidencial.

No es la primera vez, por supuesto, que se habla de secesión en Italia. El caso de Toscana Estado es, sí, el más reciente y poco más que anecdótico -tanto que sus miembros apenas superan el centenar-, pero el país transalpino posee una variada constelación de grupos secesionistas, los cuales, de manera más o menos ruidosa, con mejores o peores resultados políticos, insisten en su pugna. Cada vez más.

"Venice is not Italy"

El caso más sonado es el de Independenza Veneta ('Independencia Véneta', o IV), formación que aboga por separar esa región de Italia y que, en los últimos tres años, ha intensificado su protesta hasta el punto de celebrar un referendo -tampoco reconocido por Roma- sobre la secesión.

Y tal fue el revuelo que, después de que el Gobierno de la región del Véneto aprobara dos leyes -una para llevar adelante otro referendo de manera legal y otra para pedir mayor autonomía-, secundando a IV y otros movimientos con la misma vocación, la situación culminó en abril pasado con la intervención del mismísimo Gobierno de Matteo Renzi, que bloqueó los anhelos secesionistas argumentando que dicha consulta no era constitucional.

“Incluso el Tribunal Supremo se pronunció, declarando nuestra petición ilegítima. Nos están haciendo una guerra sin cuartel. Pero nosotros no nos echamos para atrás. Presentaremos la cuestión ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea”, afirma Lodovico Pizzati, líder de IV, execonomista del Banco Mundial y, en la actualidad, profesor de Economía en la ciudad estadounidense de Los Ángeles. “Es desde 2008 que estoy en esto, no aflojaremos”, agrega, en declaraciones a este diario, el político-economista. Y, aunque esto sea controvertido, desgrana cifras sobre sus adeptos, los cuales, dice, habrían superado el millón.

Según los historiadores, el fenómeno secesionista en Italia en su versión moderna se remonta a los 70, cuando se aprobaron los Estatutos Regionales

Según los historiadores, el fenómeno secesionista en Italia en su versión moderna se remonta a los años setenta, cuando se aprobaron los Estatutos Regionales italianos. Desde su creación en 1991, ha sido el partido de la Liga Norte quien se ha hecho con el principal capital político de estas protestas, reuniendo y adormeciendo bajo sus siglas a los movimientos independentistas del norte del país. En su mayoría, en términos generales, lo que promueven los independentistas es el regreso a la Italia de antes de 1870, cuando diversos estados de la península itálica se unificaron. O, en algún caso, al menos, lograr mayores poderes autonómicos para sus regiones, con el objetivo primario de que se permita una administración de los recursos económicos más individualista.

Sucede que en Italia, en realidad, independentistas hay por doquier, entre ellos sardos, sicilianos, vénetos, lombardos y tiroleses del sur. Estos últimos, en particular, han sido en las décadas pasadas los más violentos. Tanto que entre los sesenta y los ochenta incluso se hicieron responsables de centenares de actos de terrorismo (a raíz de los cuales 19 personas murieron tan solo entre 1961 y 1969). "Tirol del Sur no es Italia y sueña con reunificarse con Austria”, repite aún hoy Eva Klotz, líder del partido Südtiroler Freiheit y cuyo padre Georg murió siendo uno de los fundadores del Comité de Liberación de Tirol del Sur (o BAS, por sus siglas en alemán), la organización terrorista que reivindicaba dicha secesión.

Tampoco los vénetos han sido ajenos a contundentes acciones de protesta. En 1997, ocho separatistas entraron en la plaza de San Marcos con un blindado y proclamaron la independencia de la Serenísima República de Venecia, una ciudad-estado a la que Napoleón Bonaparte puso fin en el siglo XVIII. “Así como la unificación de Italia fue un golpe de Estado que puso fin al Gran Ducado de Toscana, una entidad que funcionaba mucho mejor que la Italia de hoy, un país que se encuentra perennemente en crisis económica y afectado por la corrupción”, puntualiza Baggiani. “Por eso, queremos independizarnos y administrar nosotros nuestros impuestos”, añade.

Uno de cada tres italianos, por la secesión

La retórica, en síntesis, es la de siempre: la opinión extendida de que la capital, con su centralismo burocrático y sus problemas, es un freno imposible para el país. Pero ahora, también con la crisis económica y la pérdida de consenso de la Liga Norte -que abogaba por la secesión de Padania, una entidad que estaría integrada por las regiones del norte del país- como telón de fondo, se está reavivando el fuego del independentismo. Pietro Grilli da Cortona, politólogo y experto en movimientos nacionalistas, lo dijo en una intervención. “Por una parte, está la crisis de la Liga, que ha perdido credibilidad por su corrupción y sus luchas fratricidas. Por otra, están la crisis económica y el aumento de impuestos”, afirmó.

Ahora bien, sería un error rebajar todo a puro folclore. Algunos mensajes independentistas, a pesar de la poca atención que les da la prensa nacional italiana, tienen cierto apoyo de la gente, al menos en los sondeos. El último de ellos, realizado por el Instituto Demos y publicado por el diario veneciano 'Il Gazzetino', dijo que casi uno de cada tres italianos (el 31%) es favorable a la independencia de su región. Destacan tres grupos: los habitantes del Véneto (53%), Cerdeña (45%) y Sicilia (44%).

El problema es también que, a pesar de que la Constitución italiana reconoce la existencia de 12 grupos lingüísticos -albaneses, catalanes, alemanes, griegos, eslovenos, croatas, franceses, franco-provenzales o arpitanos, fiulianos, ladinos, occitanos y sardos-, no todos tienen los mismos derechos en la práctica. Por ejemplo, los habitantes de Tirol del Sur, que son étnicamente alemanes, italianos y ladinos, viven en una región autónoma (Trentino-Alto Adigio) que contiene dos provincias autónomas, lo que implica un grado bastante alto de alejamiento de Roma.

Lo mismo ocurre en Valle de Aosta, en el confín con Francia, donde viven los franco-provenzales. Pero este no es el caso del Véneto, que no goza del estatus de región autónoma y de los privilegios que conlleva. De ahí que, en realidad, sea todavía actual la frase que parece pronunció el escritor y político Massimo D’Azeglio al final de las batallas por la unificación del país en el siglo XIX: “Hemos hecho a Italia, ahora tenemos que hacer a los italianos”.

En la bella y turística Toscana también hay quien quiere independizarse. De Italia, por supuesto.

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