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El 'Papa del pueblo' en el vientre del capitalismo
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INQUIETUD EN LAS FILAS RELIGIOSAS Y REPUBLICANAS

El 'Papa del pueblo' en el vientre del capitalismo

La inquietud desborda las filas religiosas y republicanas. El Papa visita la patria de la ideología que tantas veces denuncia en sus discursos, donde ha llegado a pedir explícitamente “cambiar el sistema”

Foto: El presidente Barack Obama saluda al Papa Francisco durante una ceremonia de bienvenida en la Casa Blanca, Washington, el 23 de septiembre de 2015 (Reuters).
El presidente Barack Obama saluda al Papa Francisco durante una ceremonia de bienvenida en la Casa Blanca, Washington, el 23 de septiembre de 2015 (Reuters).

Las barricadas ya están listas, las calles vacías, la ruta oficial cribada, vigilada, acotada por 60 kilómetros de vallas y nubes de helicópteros que zumban las 24 horas por encima de los rascacielos. Nueva York se prepara para recibir al Sumo Pontífice, que ya domina las conversaciones locales, sea por la emoción de ver al humilde “Papa del pueblo”, sea para quejarse de los cortes de calles y transporte público, de los cacheos o del martilleo constante de la sirenas.

Es la mayor operación de seguridad en la historia de Estados Unidos. “El Papa tendrá 6.000 ángeles de la guarda adicionales”, bromeó el comisario de policía de Nueva York, William Bratton, en referencia al fuerte dispositivo desplegado. “Es una celebración para todos. Para nosotros, es un acontecimiento de seguridad, uno del máximo nivel”.

La visita, que comenzó este martes en Washington, sigue en Nueva York y terminará el domingo en Filadelfia, promete generar reacciones a todos los niveles, empezando por la propia Iglesia Católica de Estados Unidos. El sacerdote jesuita James Bretzke, profesor de Teología en el Boston College, explica a El Confidencialel impacto del viaje entre los católicos estadounidenses: “El Papa va a dar la mayoría de sus discursos en español. En cierto sentido va a hacer que la Iglesia hispánica, de la periferia, o de la base, se mude al frente y al centro”.

La Iglesia Católica de Estados Unidos pasa por un periodo de cambios. Mientras disminuyen los creyentes en la Costa Este, donde algunas parroquias cierran o se fusionan para sobrevivir, la proporción de fieles crece al Oeste y al Sur gracias a la inmigración latina. A día de hoy, un tercio de los 68 millones de católicos estadounidenses tiene raíces hispánicas. Un cambio que no llega a la jerarquía, donde solo 28 de 270 obispos activos y un 7,5% de los sacerdotes se reconocen latinos.

Algunos dirigentes de la Iglesia americana critican la velocidad y el calado de los cambios, por ejemplo el haber rebajado gravedad al aborto y al matrimonio homosexual como principales demonios. El obispo de Providence, Thomas Tobin, advirtió al Papa sobre su audacia: “Intentando acomodar las necesidades de la época, como sugiere el papa Francisco, la Iglesia corre el peligro de perder su valiente, contracultura y profética voz, una voz que el mundo debe escuchar”.

La inquietud desborda las filas de la religión. Aunque el pontífice parece gozar de sintonía con el presidente de EEUU, Barack Obama, que en un gesto poco habitual fue a recibirlo personalmente al aeropuerto de Washington, los republicanos han dejado notar cierto desconcierto. El líder de opinión Ross Limbaugh ha tachado al Papa de “marxista” y el congresista republicano Paul Gosar, que se reconoce católico ferviente, promete boicotear el discurso del pontífice en el Congreso. No va a asistir, dice, por estar en desacuerdo con la postura vaticana respecto al cambio climático, que niega una gran parte de la derecha norteamericana.

También a nivel de base: de acuerdo a una encuesta de Gallup, el 59% de los estadounidenses vefavorablemente al pontífice, una caída de 17 puntos respecto a 2013, gracias, en parte, a la creciente desafección conservadora. Mientras tanto, el porcentaje de católicos que ve una mayor sensibilidad de la Iglesia hacia las necesidades reales ha pasado del 39% al 53% en dos años (NY Times/CBS).

Incluso el mundo empresarial va a sentir el evento en sus carnes gracias al dispositivo de seguridad, coordinado entre Washington, Nueva York y Filadelfia. Las compañías de mensajería FedEx, UPS y USPS han advertido a los consumidores de que esperen retrasos en la Costa Este. Incluso el nuevo iPhone, que tiene previsto desembarcar este viernes en los templos de Apple, corre peligro. Coca Cola reajusta sus envíos y Comcast no instalará módems en Filadelfia este fin de semana.

¿Y qué ocurrirá de puertas adentro, en la mente del primer latinoamericano con sotana blanca? Es la primera vez en su vida queJorge Bergoglio visita Estados Unidos, patria de la ideología que tantas veces denuncia en sus discursos, donde ha llegado a pedir explícitamente “cambiar el sistema”. Un porteño al que le gusta salir del papamóvil, dejar que los niños le tiren de los faldones mientras habla o ceder a los 'selfies' con admiradores que le paran por el camino.

“Al Papa le gusta hacer comentarios improvisados y ser espontáneo, pero no va a poder hacerlo en inglés, porque, francamente, su inglés no es tan bueno”, reconoce James Bretzke. “A diferencia de los papas recientes, él no tiene experiencia previa de visitar EEUU como cardenal o clérigo. Creo que va a tener que revisar sus ideas de lo que es este país. Yo viví, estudié y enseñé en Roma durante siete años y vi que muchos compañeros de Latinoamérica tenían una visión crítica, y diría simplificada, de los Estados Unidos. Sospecho que al papa Francisco le ocurre parecido y que él lo sabe. Va a tener que mirar y escuchar atentamente; eso va a ser parte de sus deberes durante esta visita”.

Nueva York ya fagocita la visita. La catedral de San Patricio, primera parada oficial del Papa en la Gran Manzana, vende moneditas de oro con la conmemoración del día. 80.000 personas aguardan a Bergoglio en Central Park con el billete que han conseguido por lotería. 20.000 más en el Madison Square Garden este viernes, después de que el pontífice hable en Naciones Unidos, donde previsiblemente habrá colas para entrar desde las cinco de la mañana.

Las barricadas ya están listas, las calles vacías, la ruta oficial cribada, vigilada, acotada por 60 kilómetros de vallas y nubes de helicópteros que zumban las 24 horas por encima de los rascacielos. Nueva York se prepara para recibir al Sumo Pontífice, que ya domina las conversaciones locales, sea por la emoción de ver al humilde “Papa del pueblo”, sea para quejarse de los cortes de calles y transporte público, de los cacheos o del martilleo constante de la sirenas.

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