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Cunha, el hombre más temido de Brasil
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LA OFENSIVA EN POS DEL 'IMPEACHMENT' A ROUSSEFF

Cunha, el hombre más temido de Brasil

Maquiavélico, ambicioso, persistente, Eduardo Cunha es el cerebro detrás del 'impeachment' contra Rousseff. Si la presidenta cae, las consecuencias para toda América Latina podrían ser tremendas

Foto: El presidente de la Cámara de Diputados brasileña, Eduardo Cunha, durante una sesión de la cámara en Brasilia, el 6 de agosto de 2015 (Reuters).
El presidente de la Cámara de Diputados brasileña, Eduardo Cunha, durante una sesión de la cámara en Brasilia, el 6 de agosto de 2015 (Reuters).

Hay veces que la noticia se esconde dentro de la noticia. La semana pasada, Luiz Inácio Lula da Silva comenzó su periplo por Brasilia en un desesperado intento de ayudar a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que se hunde por momentos en su doble crisis política y económica. Lula está preocupado por las continuas llamadas al impeachment que llegan desde distintos sectores políticos.

Como no podía ser de otra forma, el exmandatario ha incluido en su agenda una reunión con Eduardo Cunha, del PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño). Era de esperar. El todopoderoso presidente de la Cámara brasileña rompió oficialmente sus relaciones con Dilma a mediados de julio y, desde entonces, se ha declarado “opositor al Gobierno”, librando una guerra abierta contra la primera presidenta del país dentro y fuera del Parlamento.

“Son enemigos personales. Sus relaciones son meramente institucionales”, señala Carlos Eduardo Lins da Silva, asociado del Brazil Institute en el Wilson Center. "Es como un emperador, con un liderazgo muy fuerte en la propia Cámara", afirma por su parte David Fleischer, profesor emérito de Ciencia Política de la Universidad de Brasilia.

Hace meses que el nombre de Cunha resuena con fuerza en los bastidores de la política brasileña. Para algunos observadores es el hombre más poderoso de Brasil. Para otros, es un corrupto más involucrado en la trama millonaria del caso Petrobras. Cunha, de 57 años, ha sido acusado por el delator Julio Camargo de haber pedido un soborno de cinco millones de dólares dentro del llamado caso Lava Coches. Este político ultraconservador es uno de los 22 diputados investigados por la Fiscalía de la República por el escándalo de Petrobras, que hasta la fecha ha costado a la principal empresa petrolífera de Brasil más de 2.000 millones de dólares.

Objetivamente, Eduardo Cunha es el tercer hombre en la línea de sucesión en el caso de que Rousseff sea víctima de un impeachment. Está solo por detrás del vicepresidente Michel Temer, que también es líder del PMDB. Es por el poder enorme que acumula este político, totalmente desconocido fuera de Brasil, que Lula habría pedido apoyo a Cunha, según afirma el diario Folha de S. Paulo. Este martes 22 de septiembre fue una día clave en el calendario político de Brasil: se votaba el polémico paquete de recortes del Gobierno de Dilma. Según Lula, el apoyo del PMDB es fundamental para garantizar la gobernabilidad del país. Por su parte, Cunha ha desmentido que se haya reunido con el expresidente.

¿Pero quién es Eduardo Cunha y de dónde saca tanto poder? “Cunha es un corrupto que está acostumbrado a comprar el apoyo de los diputados a golpe de talonario. Tiene una lista de políticos afines y los financia para garantizarse su voto”, asegura una fuente cercana al presidente de la Cámara, que prefiere no revelar su nombre. “Cunha es conocido por llevar a juicio a todos los que, ya sean periodistas o políticos, le critican públicamente o hablan de sus problemas con la justicia. Yo prefiero no arriesgarme”, señala esta fuente.

De hecho, el presidente de la Cámara acumula hasta 60 casos judiciales contra sus acusadores en su afán de defender su honor. Es una tarea ardua, ya que, según la prensa brasileña, la reputación de Cunha estaría manchada por, al menos, 22 denuncias de presunta corrupción. “Brasil es un país surrealista y el dinero que Cunha usa para comprar votos puede tener distintas procedencias: un esquema de desvío de fondos públicos como el de Petrobras; los lobbies evangélicos, o las fortunas privadas que quieren patrocinar proyectos de ley que les puedan beneficiar”, señala a El Confidencial la citada fuente.

Cunha es conocido por ser un político hábil que se levanta pronto, se acuesta tarde y responde a los diputados y periodistas a cualquier hora del día o de la noche. Este parlamentario ya fue líder de los tres partidos por los que ha pasado (PPB, PP y PMDB), y consiguió llegar a la presidencia de la Cámara sin contar con el apoyo del Gobierno. También fue tesorero en la campaña electoral de 1989 del expresidente Fernando Collor de Mello, considerado el político más corrupto de Brasil. Es el único, hasta la fecha, que ha sido alejado del poder por impeachment tras causar la mayor crisis económica de la historia reciente del país tropical.

El presidente de la Cámara también es conocido por sus ideas ultraconservadoras. Este evangélico es dueño de más de 150 dominios de internet con la palabra Jesús. "Cunha posee muchísimos dominios relacionados con temas religiosos y conservadores. Su objetivo es domesticar ideológicamente a las personas que se identifican con las ideas conservadoras que él representa. Sabe que internet es un instrumento poderosísimo para conseguir y mantener apoyos", cuenta Fábio Góis, reportero parlamentario de la revista Congresso em Foco.

Una se sus batallas más mediáticas es la que libra contra lo que llama la "ideología gay". Cunha está impulsando en el Congreso dos proyectos de su autoría: el Día del Orgullo Heterosexual y la criminalización de los prejuicios contra heterosexuales.

Desde que asumió la dirección de la Cámara, el pasado mes de febrero, Cunha se ha convertido en el principal enemigo de Rousseff y ha dificultado muchos proyectos legislativos del Ejecutivo. El mayor ejemplo es la votación para aprobar la ley de reducción de la edad penal. “Usó un artificio de procedimiento para repetir una votación que había perdido y consiguió aprobar un texto polémico, rechazado en la primera votación por la mayoría de los diputados”, recuerda Fábio Góis.

El cerebro tras la ofensiva contra Dilma Rousseff

Comparado en múltiples ocasiones con Frank Underwood, el protagonista de la serie televisiva House of Cards, Cunha es considerado por la prensa brasileña como la eminencia gris que estaría urdiendo el impeachment contra Rousseff, junto al vicepresidente Temer. Contarían con el apoyo de tres políticos de renombre: Aécio Neves, competidor de Dilma Rousseff en las últimas elecciones; Geraldo Alckmin, gobernador de Sao Paulo, considerado el principal feudo anti PT de Brasil, y el expresidente Fernando Henrique Cardoso.

La estrategia a seguir, según un columnista del semanario Veja, es que Rousseff se desangre poco a poco en el poder durante los próximos meses, antes de poner en marcha la maquinaria del impeachment. La postura de Cunha sobre este debatido procedimiento legal ha sido bastante ambigua a lo largo de este año. Frente a las primeras protestas callejeras contra la presidenta, llegó a declarar públicamente que no “existe una base legal” para el impeachment. Sin embargo, su postura parece haber cambiado en los últimos meses.

Cunha es un actor antes que un político. Cuando dice que va a respectar la Constitución, está representando un papel: el del hombre republicano comprometido con la estabilidad institucional del país. Es una farsa. La verdad es que le gustaría que Dilma hubiese sufrido el impeachment hace mucho tiempo”, afirma Fábio Góis.

Maquiavélico, ambicioso, persistente, Cunha ha sido capaz de conectar con los diputados menos poderosos de la Cámara, que ven en él la posibilidad de ascender al olimpo político. Cunha culpa directamente al Gobierno de las acusaciones de corrupción del caso Petrobras. “En realidad, Cunha no odia a Dilma, como sugieren algunos comentaristas políticos. Él odia todo lo que puede poner en peligro su poder y atribuye al Gobierno la investigación del caso Lava Coches”, asegura el reportero parlamentario de Congresso em Foco.

En lo que coinciden muchos analistas internacionales es en que, si Dilma Rousseff finalmente cae, las consecuencias para toda América Latina podrían ser tremendas. “Si el golpismo triunfase en Brasil y Rousseff abandonase el cargo, algo catastrófico, se produciría un efecto dominó en otros países de América Latina que luchan por mantener en pie sus proyectos sociales a través de los gobiernos de izquierdas", asegura Luciana Santos, presidenta del Partido Comunista de Brasil (PCdoB), en referencia a los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador.

A pesar de ser uno de los políticos “más odiados de Brasil”, como le recordó hace poco un periodista en una rueda de prensa, Cunha ha afirmado en varias ocasiones que no descarta ser candidato a la presidencia en 2018 por su partido, el PMDB. Si es cierto que ha acumulado un enorme poder en los pasillos institucionales de Brasilia, es aún más cierto que tendría muy pocas posibilidades, entre otras razones por las acusaciones de corrupción. “Cunha ha usado la Cámara para ampliar su notoriedad a nivel nacional. Utilizó el proyecto de la Cámara itinerante para visitar los parlamentos de los estados federales y convertirse en una figura conocida. Pero hay políticos más mediáticos que pueden defenestrarlo del poder, como Eduardo Paes, el alcalde de Río de Janeiro”, concluye Fábio Góis.

Hay veces que la noticia se esconde dentro de la noticia. La semana pasada, Luiz Inácio Lula da Silva comenzó su periplo por Brasilia en un desesperado intento de ayudar a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que se hunde por momentos en su doble crisis política y económica. Lula está preocupado por las continuas llamadas al impeachment que llegan desde distintos sectores políticos.

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