¿Joyas y coches? Nada de eso: así gastan su fortuna los hombres más ricos de África

Contando entre la población de los cinco continentes pueden sumarse millones de personas para las que la cuenta corriente no es una preocupación. Concretamente, en África, un total de 163.000 afortunados no mezclan el dinero entre sus quebraderos de cabeza y presumen de ser los más ricos de la región. Según el informe AfrAsia Bank New World Wealth Report, Sudáfrica es la ciudad que más millonarios acumula entre sus habitantes –23.400 individuos poseen al menos un millón de dólares en activos netos–.

Pero a veces tener tanto dinero se convierte en motivo de insomnio. ¿En qué gastarlo? ¿Dónde invertirlo? ¿Con qué entidades colaborar? Bimpe Nkontchou es una abogada nigeriana que se ha ocupado de averiguarlo. Es directora de W8 Advisory –empresa de manejo de riqueza de Reino Unido– y, gracias a sus más de 25 años de experiencia, ha podido esbozar para la CNN un esquema de los sectores a los que los multimillonarios prestan atención.

“Más de la mitad de su riqueza se queda en el continente”, afirma Nkontchou. Ese dinero se invierte, generalmente, en adquisiciones de terrenos. Si no es dentro de África, los ricos suelen pensar en Londres como ciudad en la que hacerse con tierras. “Muchos africanos han sido educados ahí, e Inglaterra sigue siendo un destino popular para la educación internacional de primera clase”, recuerda la abogada.

Hacerse con parcelas en su continente les beneficia de una doble manera: por un lado, son propietarios de un bien que normalmente no sufre devaluaciones (salvo conflictos bélicos o causas puntuales); por otro, se aferran a sus raíces más antiguas. Este último motivo ha sido el mismo que ha impulsado a los ricos a coleccionar arte africano pues, gracias a ello, aseguran que las piezas sigan estando en el país de origen.

Además, la filantropía también se hace un hueco entre los sectores a los que los millonarios destinan su dinero. Nkontchou aconseja a sus clientes que apoyen causas que los descendientes puedan seguir respaldando. “Muchos africanos se dan cuenta de que aún existe una gran necesidad de educación en el continente y están explorando la opción de retribuir en ello”, asegura la letrada.

“Yo no hago. Yo tengo”

Para los ricos africanos –en realidad, para todos los mortales–, los ceros acumulados en su cuenta bancaria son sinónimo de tranquilidad. Tan es así que, según recuerda Nkontchou, en una ocasión uno de sus clientes se vio envuelto en una situación incómoda sencillamente porque no se había planteado algo que para el resto del mundo es fundamental a la hora de planear un viaje: el tiempo que iba a pasar en el país visitado.

En el aeropuerto de Heathrow, los agentes de inmigración le preguntaron cuántos días duraría su ruta. “No lo sé, no lo he pensado”, contestó. El policía, incrédulo, reformuló su cuestión: “¿No lo has pensado? ¿Entonces qué hace aquí?”. Con la seguridad que aporta un buen colchón económico, el hombre respondió con una sinceridad rayana en lo hiriente: “Yo no hago. Yo tengo”.

Precisamente, esta comodidad es la que anima a Nkontchou a pensar en el futuro. Según recoge la BBC después de haber hablado con ella, los descendientes de los multimillonarios lo han tenido siempre tan fácil que pierden el sentido de la responsabilidad. “Es necesario insistir para asegurar que los niños se sientan responsables. No necesariamente en el negocio familiar, sino en la contribución”, termina.