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"Ahora todo griego sabe que nadie puede cambiar las políticas. Y que Tsipras mintió"
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GRECIA AFRONTA LAS ELECCIONES SUMIDA EN LA APATÍA

"Ahora todo griego sabe que nadie puede cambiar las políticas. Y que Tsipras mintió"

"Prometieron muchos cambios, pero fracasaron. No puedo confiar en nadie”. Este sentimiento se extiende a muchos griegos ante la cita del domingo. Las encuestas apuntan a un escenario igualado

Foto: El ex primer ministro Alexis Tsipras durante un discurso tras una protesta contra las políticas de austeridad en Atenas, el 3 de julio de 2015 (Reuters).
El ex primer ministro Alexis Tsipras durante un discurso tras una protesta contra las políticas de austeridad en Atenas, el 3 de julio de 2015 (Reuters).

Ni rastro de las decenas de pancartas, pósters y grupos de simpatizantes de los partidos políticos de enero o del referéndum de julio en la capital helena. No se ven apenas votantes exaltados de Syriza o del ‘OXI’ en Atenas tal y como surgían de cualquier esquina hace unos meses.

El sufragio del domingo ha devuelto el voto a lo privado, carente de la pasión con la que se vivía en el arranque el año. El nuevo memorándum -el tercero desde 2008- y la sensación de que cualquiera que sea el ejecutivo saliente aplicará sin fisuras las políticas de ‘las instituciones’ está desmovilizando a los votantes a niveles, se podría decir, pre-Tsipras.

El propio Alexis Tsipras parece haber perdido su halo de carisma. Tras el primer debate ‘a siete’ de hace una semana, el líder de Nueva Democracia (conservadores), Evánguelos Meimarakis, apareció valorado como mejor contendiente que el ex primer ministro. Algo impensable hasta hace poco.

Los datos de audiencia del debate, por debajo del 30% a pesar de que se emitía en todas las cadenas, dan una pista de en qué nivel de desencanto se mueven estos comicios para el votante de a pie.

Y no será porque el resultado final esté ‘cantado’, las encuestas revelan un panorama igualado y abierto: se lee un desplome de Syriza como consecuencia de la firma del acuerdo con los acreedores que le deja en empate técnico con la oposición conservadora; se observa que la escisión de Syriza, Unidad Popular, no consigue recoger todo lo perdido por los de Tsipras y, con inquietud, se prevé que la extrema derecha se mantenga como tercer partido más votado, todo ello a pesar de que la mayor parte de sus líderes están procesados, entre otros cargos, por pertenencia a banda criminal.

“Habrá una coalición Syriza-Nueva Democracia”

Aris es militante del partido comunista de Grecia (KKE), uno de los más fervientes detractores desde el principio del memorándum (además de partidarios de acabar con la Unión Europea y el sistema capitalista, por supuesto). “Las elecciones no podrán cambiar nada, todo está ya decidido con el tercer memorándum firmado por el Gobierno de Syriza y Griegos Independientes [nacionalistas de derecha]... estoy casi seguro de que habrá un acuerdo rápido para llegar a una coalición”, asegura. “Syriza quiere la mayoría, pero no la tendrá”.

Para él lo más probable es que se produzca un pacto de gobierno entre “Syriza y Nueva Democracia”. Aunque si se llega a este punto, vaticina, “será la muerte de Syriza”. “Habrá cambios en el Parlamento, seguro”, explica, “Griegos Independientes se quedarán fuera y entrará Leventis [líder de la Unión de Centro]”. El KKE no tendrá problemas para conseguir el 3% necesario que da acceso a la Cámara, pero tendrá difícil superar, según las encuestas, el 6% que parece ser su ‘techo’ electoral.

“Tsipras ha mentido desde enero hasta ahora”

La idea de que Tsipras acabará pactando con Meimarakis, si bien rechazada por el líder izquierdista, sobrevuela la escena poselectoral y no disgusta en las filas de ND. El domingo la incertidumbre también estará en saber si algún partido podrá arrebatarle el tercer puesto a la extrema derecha y, por tanto, tener opciones de entrar en el nuevo gobierno. En ese lance están el ya nombrado KKE, To Potami (liberales), y el Pasok (socialistas), que parece retomar fuerza con el cambio de líder. Muchos votantes de los socialistas que abandonaron el partido tras la ratificación de los anteriores memorándums están volviendo al redil. Hay mucha apatía “aunque también hay muchos votantes firmes de Pasok y ND que están dudando qué votar”, nos cuenta Marios, votante tradicional del centro derecha.

Ahora todo griego entiende que nadie puede cambiar las políticas. Tsipras mintió y Grecia ha perdido la esperanza

Una votante “que nunca ha apoyado a Syriza”, aunque no rechazó de primeras la llegada de Tsipras, nos asegura que va a cambiar su voto de enero a Potami por el de Pasok: “No sé, me parece que al final tuvieron razón [en que no había nada que hacer salvo firmar el memorándum]”. Ella misma está furiosa ahora con Tsipras como lo está Yanis, votante conservador que tampoco tuvo reparos con la llegada de Syriza. “Estas elecciones son a destiempo. No era necesario, el nuevo memorándum pasó sin problemas por el Parlamento”, lamenta. “Alexis Tsipras ha sido incapaz de manejar la situación tanto dentro como fuera de su partido y del país. Ha dado un giro de 180 grados desde su programa de enero”, afirma. “Está claro que ha estado mintiendo desde entonces”.

Aunque, para Yanis, Nueva Democracia no lo ha hecho mejor: “han demostrado de no toman medidas para cambiar el país. Prometieron cambiar muchas cosas y reformar, pero fracasaron. Así que no puedo confiar en nadie”. Un sentimiento que extiende a muchos ciudadanos: “Lo que creo es que la gente está furiosa con Tsipras, con Nueva Democracia, con el sistema político en general. No querían elecciones y ahora estamos en un momento en el que a mucha gente le dan igual. Querían un gobierno estable que aplicara las duras medidas y reformas”, dice Yanis. Cree que la única diferencia entre los comicios de enero y los de septiembre es que “ahora todo griego entiende que nadie puede cambiar las políticas”. “Que Tsipras mintió y Grecia ha perdido la esperanza. Sí, muchos griegos están apáticos porque se sienten condenados", remata.

Miedo en la izquierda

Desde el otro lado del espectro político, Aléxandros, votante de la izquierda, apoya una parte de su razonamiento. “Hay apatía en el sentido que, en cuanto a la economía, todas las decisiones han sido tomadas desde 2010 y las tendrá que aplicar el Gobierno griego, sin que importe de qué partido se trate”, explica. “Pero yo no tengo apatía en cuanto a lo que se refiera a la vida social de Grecia y el futuro de los derechos humanos aquí, en caso de un cambio del gobierno”, dice.

“Me da miedo la idea de que vuelva al poder Nueva Democracia, que es un partido extremadamente racista y homófobo y que quiere derogar la ley de Syriza que ha dado la nacionalidad griega a los inmigrantes de segunda generación, y retirar la proposición de las uniones civiles para las parejas homosexuales”, afirma Aléxandros, que realmente ve a ND como el gran mal de Grecia. “Al final de todo es el partido más corrupto que hay y son los responsables de la situación actual, dado que han gobernado Grecia la mayor parte de los últimos 40 años”.

Ni rastro de las decenas de pancartas, pósters y grupos de simpatizantes de los partidos políticos de enero o del referéndum de julio en la capital helena. No se ven apenas votantes exaltados de Syriza o del ‘OXI’ en Atenas tal y como surgían de cualquier esquina hace unos meses.

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