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Italia desbordada, Europa se desentiende
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"SI NO ESTÁ A LA ALTURA, QUE INTERVENGA LA ONU"

Italia desbordada, Europa se desentiende

Roma teme que nos encontremos en el principio de una gigantesca ola migratoria. Hasta 250.000 personas estarían esperando en Libia su oportunidad para cruzar el Mediterráneo

Foto: Personas que acaban de ser desembarcadas en Augusta, Sicilia, el 16 de abril de 2015. (Reuters)
Personas que acaban de ser desembarcadas en Augusta, Sicilia, el 16 de abril de 2015. (Reuters)

El primero en llegar fue el “King Jacob”, un carguero de bandera portuguesa y 147 metros de eslora. Los alrededor de 950 inmigrantes que habían partido desde Egipto hacinados en un pesquero y se dirigían hacia Italia habían lanzado una señal de alarma por las dificultades que tenían para navegar. La interceptaron las autoridades italianas, que le pidieron al capitán del mercante que se acercara a la embarcación de los indocumentados.

No tenían ninguna nave de salvamento cerca. Tampoco los malteses. Cuando llegaron los efectivos de la Guardia Costera de ambos países y otros cuantos cargueros sólo pudieron sacar cadáveres del mar. “Llevamos horas en la zona, pero sólo encontramos manchas de gasolina y restos del pesquero hundido”, se quejaba uno de los miembros del operativo de rescate.

En octubre de 2013 hizo falta que murieran 366 personas frente a la isla de Lampedusa, en el centro del Mediterráneo, para que se pasara de las buenas palabras frente al éxodo migratorio a los hechos. Italia respondió a aquella tragedia con el despliegue de un gran operativo militar en las aguas del Canal de Sicilia destinado a socorrer sobre el terreno a las naves cargadas de inmigrantes que partían desde las costas libias. La operación, llamada Mare Nostrum, le costaba a las arcas italianas 9,3 millones de euros al mes.

“Fue algo muy positivo y salvó miles de vidas. Permitía que los inmigrantes llegaran a la fortaleza de Europa en unas condiciones algo más seguras que antes. Estas personas son en su mayoría refugiados”, explica Oliviero Forti, responsable de inmigración en Cáritas Italia. “Ahora hemos dejado que se jueguen la vida en el Mediterráneo en estas barcas que naufragan fácilmente”.

Un año después de su puesta en marcha y tras rescatar a más de 120.000 personas, el Gobierno de Matteo Renzi decidió poner fin a Mare Nostrum el pasado 31 de octubre. Llevaba meses pidiéndoles ayuda a sus socios europeos para que arrimaran el hombro frente al drama de la inmigración. Harto de cargar en solitario con este fardo, Renzi retiró la mayor parte de las naves de este operativo.

placeholder Inmigrantes descansan tras llegar a Augusta, en Sicilia (Reuters)

Mare Nostrum fue finalmente sustituido por Tritón, un despliegue europeo mucho más modesto en medios y en presupuesto, valorado en 2,9 millones de euros al mes. Como quedó ayer claro con el naufragio del pesquero frente a las costas libias, Tritón no ha sido incapaz de evitar nuevas tragedias. Queda la duda de si Mare Nostrum lo hubiera hecho.

La respuesta de los Veintiocho

Una primera respuesta de los Veintiocho podría llegar con el Consejo Europeo de Exteriores que estaba ya fijado con anterioridad en Luxemburgo para hoy. Posteriormente se celebrará la cumbre europea que demandaba ayer Renzi tras convocar una reunión de su gabinete de forma urgente para intentar responder de una vez a lo que está pasando en el Mediterráneo central. Invitó a intervenir de forma firme para detener a “los esclavistas del siglo XXI”.

“Italia pide que no la dejen sola”, añadió, denunciando con emotividad que hasta ahora se ha considerado siempre la inmigración “como un problema de segunda división”. Aún más contundente fue el primer ministro de Malta, Joseph Muscat: “En el Mediterráneo se está desarrollando una tragedia, y si la Unión Europea y el mundo siguen cerrando sus ojos, serán juzgados en los términos más duros posibles, como cuando fueron juzgados en el pasado por ignorar genocidios”.

Roma teme que nos encontremos en el principio de una gigantesca ola migratoria pues, como advertía la semana pasada el ministro de Asuntos Exteriores, Paolo Gentiloni, hasta 250.000 personas estarían esperando en Libia su oportunidad para cruzar el Mediterráneo y llegar a Europa a través de Italia. Gentiloni advertía de que en su inmensa mayoría no son libios, sino ciudadanos provenientes de países en guerra, que tendrían derecho a recibir asilo político y esperan empezar una nueva vida en los países del norte de Europa.

placeholder Adolescentes en un centro de internamiento de inmigrantes en Sicilia (Reuters).

La necesidad de hacer algo de una vez para evitar que el Mediterráneo siga siendo un mar de muerte también la dejó bien clara el Papa, al pedir a la comunidad internacional “que actúe con decisión y rapidez”. Completó las palabras de Francisco una realidad eclesial tan dinámica y acostumbrada al trato con los inmigrantes como la Comunidad de San Egidio. “Pedimos una intervención inmediata: si Europa no está a la altura para detener las inaceptables masacres del mar, son las Naciones Unidas las que deben actuar utilizando todos los instrumentos posibles, hasta la convocatoria urgente de una reunión del Consejo de Seguridad”, exigió ayer este movimiento laico fundado por Andrea Riccardi.

“Nos encontramos frente a un número de víctimas que parece el de una guerra”, añadió. Con el último naufragio, son alrededor de 1.600 los inmigrantes fallecidos desde que comenzó 2015, cuando intentaban llegar a las costas italianas tras zarpar desde el norte de África.

El primero en llegar fue el “King Jacob”, un carguero de bandera portuguesa y 147 metros de eslora. Los alrededor de 950 inmigrantes que habían partido desde Egipto hacinados en un pesquero y se dirigían hacia Italia habían lanzado una señal de alarma por las dificultades que tenían para navegar. La interceptaron las autoridades italianas, que le pidieron al capitán del mercante que se acercara a la embarcación de los indocumentados.

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