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¿Por qué las negociaciones con Irán pueden transformar el mapa global?
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HOY, FECHA LÍMITE PARA EL 'PACTO NUCLEAR'

¿Por qué las negociaciones con Irán pueden transformar el mapa global?

Hoy es la fecha límite para que el grupo P5+1 alcance un acuerdo con Irán sobre el programa nuclear. Es muy probable que se produzca un retraso, pero nadie espera un colapso total de las negociaciones

Foto: El ministro de Exteriores iraní, Araghchi, y el máximo responsable de la Organización iraní de Energía Atómica, Salehi, en Lausana (Reuters).
El ministro de Exteriores iraní, Araghchi, y el máximo responsable de la Organización iraní de Energía Atómica, Salehi, en Lausana (Reuters).

Hoy es la fecha límite para que el llamado grupo P5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania) alcancen un acuerdo con Irán sobre el programa nuclear de este país. Es muy probable que se produzca un retraso, pero casi nadie espera un colapso total de las negociaciones, que están teniendo lugar en la ciudad suiza de Lausana. Por primera vez en más de una década, la atmósfera por ambas partes es, según todos los testimonios, verdaderamente constructiva. Tanto, que los adversarios más enconados del régimen iraní, como el Gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, ven con preocupación la posibilidad de un acuerdo. Las dos partes implicadas lo quieren. El problema, como siempre, es hasta dónde están dispuestas a llegar para lograrlo.

“La diferencia es que, ahora, hay Administraciones tanto en Irán como en los EEUU que quieren un acuerdo, aunque están siendo fuertemente criticadas, y una conciencia por ambas partes de que un incremento del programa nuclear o las sanciones podría llevar a un conflicto peor”, explica Richard Nephew, analista de la Iniciativa de Control de Armamento y No Proliferación de la Institución Brookings de Washington, experto en sanciones y antiguo miembro del equipo negociador estadounidense con Teherán. “Pero esto no significa que ningún lado esté desesperado por un acuerdo. No lo están. No pueden aceptar cualquier acuerdo. Tiene que ser uno que resuelva los problemas del otro lado, mientras protege sus propios intereses”, dice a El Confidencial.

En realidad, el límite de hoy es autoimpuesto: la mayoría de los analistas coinciden en que no hay mayor problema en extender el plazo por algún tiempo, más allá del relativo efecto desmoralizador que supone decretar una nueva ampliación sin resultados finales. El verdadero motivo de preocupación para la Administración de Barack Obama es el regreso al trabajo del Senado estadounidense tras las vacaciones de Pascua el próximo 13 de abril, con la probabilidad de que la maquinaria republicana empiece a trabajar en la imposición de nuevas sanciones que arruinen la actual atmósfera de confianza. “Están a punto de cometer un error para varias eras”, declaró la semana pasada el senador Lindsey Graham refiriéndose a las negociaciones, poniendo palabras al sentir mayoritario entre las filas republicanas.

En el bando iraní la conjunción de elementos es también excepcional. Las autoridades iraníes han estado aireando recientemente una antigua fetua del máximo líder religioso del país, el Ayatolá Alí Jameneí, condenando el almacenamiento y el uso de armamento nuclear, lo que ha sido interpretado como una luz verde al programa nuclear pacífico que reclama Teherán al tiempo que un rechazo claro a sus posibles usos militares. El propio presidente Hasan Rohaní fue miembro del comité negociador iraní entre 2003 y 2005, y es muy consciente de la importancia de un acuerdo, así como de los obstáculos. El régimen, además, muy afectado por la caída de los precios del petróleo, se ve más presionado que nunca para conseguir un levantamiento de las sanciones, que están teniendo un impacto devastador en la economía del país.

¿Cuáles son, entonces, los elementos que dificultan la puesta en común? “Es difícil decirlo, dado que ya no estoy en las sesiones de negociación. Sin embargo, basándome en informes de prensa, parece que dos asuntos siguen siendo centrales: el enriquecimiento, incluyendo si se permitirán centrifugadoras avanzadas, y el levantamiento de las sanciones”, estima Nephew. “Esto no me sorprende. Son los asuntos más duros para ambos lados, política y técnicamente”, añade.

La cuestión del enriquecimiento (esto es, reducir la concentración de uno de los isótopos del uranio al tiempo que se aumenta la de otro, para que pueda utilizarse en procesos de fisión) es un asunto espinoso: la gran preocupación de la comunidad internacional es que las mismas centrifugadoras que se utilizan para enriquecer este elemento a bajo nivel, usado como combustible, pueden servir para producir uranio altamente enriquecido, que es el empleado en armamento nuclear. Aparentemente, Irán y el P5+1 han acordado ya una reducción del número de centrifugadoras de las 20.000 actuales a unas 6.000 (aunque Obama había cifrado la cantidad deseable en cerca de 2.000). El domingo, sin embargo, Irán rechazó un preacuerdo alcanzado previamente para enviar una gran parte de sus reservas de uranio a Rusia yasegurar que el enriquecimiento se haga a bajo nivel. “No está en nuestro programa, y no tenemos intención de enviarlas al extranjero”, aseguró el viceprimer ministro de exteriores iraní, Abbas Araqchi.

"La cuestión es cuáles son sus intenciones"

"Irán tiene derecho a tener un programa nuclear, pero es un derecho altamente cualificado, no absoluto. Solo pueden usar tecnología y conocimientos nucleares para 'fines pacíficos'. Si Irán utiliza una sola centrifugadora con el propósito de crear una bomba, incluso si es solamente en las fases experimentales de un programa, está violando sus obligaciones bajo el Tratado de No Proliferación Nuclear", explica a El Confidencial Christopher Bidwell, experto en el programa nuclear iraní de la Federación de Científicos Americanos.

"La cuestión es cuáles son las intenciones de Irán, tanto si están operando una como 100.000centrifugadoras. Por desgracia, la intención es difícil de medir empíricamente, así que tenemos que hacer inferencias y mirar a las evidencias circunstanciales para hacer un juicio", comenta Bidwell, analista de Políticas y Legislación de No Proliferación. "Cosas como el no responder a las cuestiones de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, llevar a cabo tests explosivos y denegar a la IAEA el acesso a algunas instalaciones apoyan la inferencia de que el programa iraní no es totalmente pacífico. Añadidos estos factores al elevado número de centrifugadoras que Irán dice que necesita, es lo que causa alarma en el P5+1", comenta.

“No ha demostrado que el programa es pacífico”

Tampoco es fácil levantar las sanciones. “Irán no puede llegar a un acuerdo en el que las sanciones sigan en su lugar mientras cumple con sus compromisos, sería demasiado difícil políticamente. Para el P5+1, y especialmente para EEUU, hay una preocupación tanto técnica como política a la hora de permitir que Irán se implique en actividades de enriquecimiento, mucho menos usando centrifugadoras avanzadas”, dice Nephew. “Irán ha demostrado durante años que está dispuesto a ignorar sus obligaciones para continuar con su programa nuclear, y no ha demostrado que dicho programa sea pacífico. Sin unas restricciones serias y profundas, sería irresponsable llegar a un acuerdo en el que se levanten las sanciones demasiado pronto y demasiado ampliamente. Tiene que haber un compromiso por ambas partes, lo que es duro”, indica.

El bando iraní ha manifestado repetidamente que no puede aceptar una mera suspensión de las sanciones, sino que necesita que estas sean eliminadas de forma total. “Las compañías europeas evitan volver a Irán e invertir incluso en áreas que están exentas de sanciones. Mientras siga intacta la arquitectura de las sanciones, lo mismo ocurre con su efecto atemorizador”, se quejaba un alto funcionario iraní en un reciente informe sobre las negociaciones nucleares publicado por el International Crisis Group.

Sin embargo, los negociadores occidentales afirman que el levantamiento completo de las sanciones tal y como lo solicita Teherán es imposible. “El P5+1 es reticente a tomar semejantes medidas porque las sanciones son más difíciles de activar y desactivar que las centrifugadoras. El grupo argumenta que una vez que las sanciones de la ONU sean eliminadas, serían extremadamente difíciles de reinstaurar en caso de una violación iraní, dadas las divisiones en el Consejo de Seguridad”, explica el mismo informe. “Si Irán quiere que todas las sanciones sean levantadas de golpe, no conseguirán un trato. Si reconocen esto, que con tiempo y confianza se pueden levantar las sanciones, creo que es posible un acuerdo”, subraya Nephew.

Un gran cambio en el paisaje regional

La legitimidad que este pacto otorgaría al régimen iraní podría acarrear importantes variaciones en el paisaje regional. Un Irán respetado internacionalmente puede mostrarse más flexible en las diversas crisis de Oriente Medio, como Siria, Afganistán e incluso Yemen, y se fantasea con un posible deshielo respecto a EEUU, similar al ocurrido con Cuba. Por ello, los primeros en vocear su descontento han sido sus principales enemigos, Israel y Arabia Saudí.

“El peligroso acuerdo que se está negociando en Lausana confirma nuestros temores, y aún peor”, afirmó ayer el reelegido primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. “Los países moderados y responsables en la región, especialmente Israel y también muchos otros países, serán los primeros en ser dañados por este acuerdo”, sentenció. “No es posible comprender que mientras fuerzas apoyadas por Irán continúan conquistando más terreno en Yemen, en Lausana están cerrando los ojos a esta agresión. Pero nosotros no, y seguiremos actuando contra cualquier amenaza en cada generación”, aseguró Netanyahu, quien habló dramáticamente de la existencia de un “eje Irán-Lausana-Yemen, muy peligroso para la humanidad”.

Los temores israelíes, de hecho, se centran en el período de tiempo mínimo que Teherán necesitaría para desarrollar una bomba atómica con la tecnología de que dispone trabajando a plena capacidad. Algunos expertos sostienen que ese marco es ahora de entre tres y seis meses, por lo que el equipo negociador occidental trata ahora de ampliarlo a un año (de ahí lo de reducir el número de centrifugadoras), lo que daría tiempo suficiente a la Agencia Internacional de la Energía Atómica para detectar cualquier anomalía. Israel asegura que ese plazo no es ni remotamente suficiente, y que los iraníes, expertos en el engaño, podrían tomarle el pelo a todo el mundo. No en vano, sostiene, lograron ocultar al mundo su programa nuclear desde 1984 hasta 2002. Netanyahu, de hecho, considera que el único número de centrifugadoras aceptable es “cero”.

Y a Israel no le faltan los amigos en Washington, ni a Irán los enemigos. En los últimos días, el coro de los que pregonan los peligros de las iniciativas iraníes en Oriente Medio se ha vuelto aún más vocal, incluyendo a personajes de perfil tan elevado como el general y exdirector de la CIA David Petraeus. A modo de ejemplo, la semana pasada Petraeus declaró en una entrevista con el Washington Post que el Estado Islámico era una amenaza menor que las milicias chiíes apoyadas por Irán, más o menos al mismo tiempo que el columnista Thomas Friedman sugería, con claro espíritu provocativo, que EEUU arme al ISIS contra esos mismos grupos.

Un acuerdo con Irán ahora, según el senador republicano Ted Cruz, “incrementa dramáticamente la probabilidad de que a un nuevo presidente en 2017 no le quede otra opción que lanzar un ataque militar contra Irán para impedir que se haga con armas nucleares”. Y el mismo Lindsay Graham ha hecho un llamamiento para que, en caso de que Naciones Unidas levante las sanciones vigentes, Washington corte toda financiación a dicha institución. La reacción en cadena provocada por un acuerdo podría ser virulenta. Pero las negociaciones, de momento, siguen su curso.

Hoy es la fecha límite para que el llamado grupo P5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania) alcancen un acuerdo con Irán sobre el programa nuclear de este país. Es muy probable que se produzca un retraso, pero casi nadie espera un colapso total de las negociaciones, que están teniendo lugar en la ciudad suiza de Lausana. Por primera vez en más de una década, la atmósfera por ambas partes es, según todos los testimonios, verdaderamente constructiva. Tanto, que los adversarios más enconados del régimen iraní, como el Gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, ven con preocupación la posibilidad de un acuerdo. Las dos partes implicadas lo quieren. El problema, como siempre, es hasta dónde están dispuestas a llegar para lograrlo.

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