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¿Qué está pasando en Yemen?
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¿Qué está pasando en Yemen?

El súbito interés por contener el avance de las milicias Houthi está más relacionado con preservar la estabilidad en la región frente a los procesos de la Primavera Árabe que en rivalidades religiosas

Foto: Los rebeldes chiítas levantan sus armas en protesta contra los bombardeos en Sanaa (Reuters)
Los rebeldes chiítas levantan sus armas en protesta contra los bombardeos en Sanaa (Reuters)

El pasado enero las milicias Houthi originarias de las zonas montañosas del norte de Yemen saltaban de nuevo a las portadas de los rotativos internacionales tras asaltar la residencia presidencial en la capital del país, Sanaa (tomada en septiembre de 2014), obligando al presidente provisional prosaudí a huir del país.

Si bien es conocido que las milicias Houthi han recibido apoyo financiero y armamentístico por parte de Irán, y que éstas se encuadran dentro del ala chií del islam, la conexión entre ambos actores es sobre todo mediática, tal y como concluyen la mayoría de expertos.

El conflicto de Yemen tiene como componente principal motivaciones locales respecto al modelo de gobierno y el reparto de poder entre las facciones tribales y, en menor medida, motivaciones nacionalistas frente a los bombardeos estadounidenses y la injerencia extranjera a través del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).

El súbito interés mostrado por saudíes (y el resto de países del Golfo Pérsico) y egipcios en contener el avance de las milicias Houthi está más relacionado con preservar la estabilidad en la región frente a los procesos de la Primavera Árabe que en rivalidades religiosas entre sunníes y chiíes.

Esto explica por qué los saudíes han intervenido con una campaña de bombardeos que amenaza con escalar rápidamente a una invasión terrestre con la participación de más de 150.000 soldados a la cabeza de una alianza de más de diez países islámicos para contener el avance Houthi y obligarles a participar en el proceso de reparto de poder a las órdenes de Abed Rabbo Mansour Hadi y bajo la batuta saudí.

Esto no descarta, desde luego, que en un orden regional más complejo Irán y otros actores tengan intereses específicos en Yemen, sobre todo debido a la posición estratégica del país en la costa del Mar Rojo y en parte por ser el único país del Golfo donde el proceso revolucionario de la Primavera Árabe ha arraigado con fuerza.

Los esfuerzos iraníes parecen estar enfocados a la resolución diplomática del conflicto y descartan participar activamente dado que los insurgentes Houthi no tienen semejanza con otros actores en la región tales como Hezbollah, o los gobiernos de Siria o Irak.

Respecto a la dinámica política interna en Yemen, el conflicto entre los insurgentes Houthi (de la rama zaydí del chiísmo) y el Islah (el partido islamista yemení, de corte sunní) se remonta a varias décadas atrás, a los tiempos de la República Popular Democrática de Yemen.

La toma de Aden abre un nuevo capítulo, pues los rebeldes amenazan con hacerse con el poder sin necesidad de participar en el proceso de reparto

Durante aquellos tiempos, se produjo una fuerte disputa política entre los zaydíes hashemitas del norte y los partidarios republicanos del sur, pues bajo el mandato zaydí hashemita solo se permitía a los descendientes directos del Profeta acceder a posiciones de liderazgo.

Esta vieja rivalidad fue revitalizada durante la década pasada a través de la promoción de la ‘evangelización’ sunní en los territorios Houthi llevada a cabo por el expresidente Ali Abdullah Saleh (zaydi no hashemita, sin derechos de acceso a las posiciones de liderazgo zaydi) con el ánimo de promover los ideales del sur entre los zaydíes de baja posición.

Esta táctica de promoción de valores no hashemitas y la consiguiente ventaja obtenida por la facción Islah durante el régimen de Saleh, fue contestada por los Houthi con un discurso crecientemente radical en contra de la corrupción reinante en el gobierno que es compartido por otras muchas facciones en el país, incluyendo sectores del propio partido sunní Islah.

Otros hechos que han contribuido a deteriorar la situación política en Yemen son la instalación de la infraestructura de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP en inglés) en el país y diversas campañas militares a lo largo y ancho del territorio durante la última década entre facciones tribales.

La culminación de este movimiento en contra de la corrupción y el deterioro social se produjo en 2011 con un levantamiento popular de once meses de duración y un acuerdo de transición posterior auspiciado por el Consejo de Cooperación del Golfo y avalado por Naciones Unidas.

El acuerdo de transición, sin embargo, estableció un gobierno de unidad nacional con sobrerrepresentación del partido sunní Islah a las órdenes del presidente prosaudí Abed Rabbo Mansour Hadi (vicepresidente del gobierno de Saleh) y que ha hecho verdaderamente poco por solventar los problemas de corrupción que propiciaron el levantamiento popular.

Otros problemas del acuerdo y el gobierno de transición son la exclusión de la facción Houthi del proceso de reparto de poder, así como la ausencia de mecanismos de justicia frente a la brutalidad de las campañas contra los Houthi y civiles en el norte del país la pasada década.

De este modo, cuando los Houthi marcharon sobre Sanaa el pasado septiembre, grandes sectores de la población, incluyendo sectores del Islah, fueron favorables al golpe y se manifestaron durante las semanas previas. Es, de hecho, el apoyo popular lo que ha permitido a los Houthi marchar sobre la capital sin necesidad de combatir y conseguir un rápido acuerdo de alto el fuego.

La toma de Aden este miércoles por parte de los Houthi abre sin embargo un nuevo capítulo en esta suerte de guerra civil, pues los rebeldes amenazan con destruir por completo el esfuerzo de transición liderado por el Consejo de Cooperación del Golfo y hacerse con el poder sin necesidad de participar en el proceso de reparto, elevando además la influencia chií en la región e implantando un régimen chií en la Península Arábiga.

Sin embargo, quedan por demostrar las consecuencias de la creación de esta fuerza panislámica con participación de una potencia nuclear (Pakistán) en el futuro de la región y de la política global. La unidad de fuerzas contra la República de Irán puede traer consecuencias no deseadas e incluso alertar a Rusia,China e India (esta última enemiga de Pakistán) de maniobras que pudieran ir más allá de las revueltas en un pequeño país como Yemen. Veremos.

*Pedro Díaz Chavero es canciller consulado de España en Jerusalén y analista socio-político. Junto a Marcos Díaz Ariza dirige y edita los blogs Escuela Diplomática yRebeldía.es.

El pasado enero las milicias Houthi originarias de las zonas montañosas del norte de Yemen saltaban de nuevo a las portadas de los rotativos internacionales tras asaltar la residencia presidencial en la capital del país, Sanaa (tomada en septiembre de 2014), obligando al presidente provisional prosaudí a huir del país.

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