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“Los del ISIS creen que si los mata una mujer no irán al paraíso. Huyen al vernos”
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CON LOS KURDOS QUE FRENARON AL ESTADO ISLÁMICO

“Los del ISIS creen que si los mata una mujer no irán al paraíso. Huyen al vernos”

kobane, la ciudad mártir. Aquí los kurdos lograron detener el avance del Estado Islámico. Cuentan que los yihadistas "luchaban como posesos. Les alcanzábamos y seguían avanzando. Parecían inmunes"

Foto: Zozan, de 20 años y combatiente del YPG, consuela a una familiar de su amiga muerta en Kobane. (J.M. López)
Zozan, de 20 años y combatiente del YPG, consuela a una familiar de su amiga muerta en Kobane. (J.M. López)

Unas lágrimas furtivas caen por sus mejillas. Unas pocas. Sólo unas pocas son las que puede permitirse. No puede llorar, aunque eso es precisamente lo que necesita. Guarda la compostura. Respira profundamente pare evitar venirse abajo. Mira el cadáver de su amiga sobre la camilla. Le acaricia el pelo. Se acerca para besarle la frente. Le da el último adiós. La celadora cubre el rostro con la sábana e introduce el cuerpoen el interior del frigorífico, donde esperará para ser enterrado.

Luchamos juntas durante meses contra el Estado Islámico. Murió como una heroína. Luchó hasta su último aliento. Estoy muy orgullosa de ser su amiga. Ahora es una de nuestras mártires y su nombre perdurará en nuestra historia”, se enorgullece la joven Zozan, de 20 años y combatiente de las Unidades de Protección Popular (YPG). La soldado apura un cigarrillo en el exterior del tanatorio donde esperan para ser enterrados 17 combatientes kurdos, siete mujeres y diez hombres, que perdieron la vida luchando contra el autodenominado Estado Islámico.

Hace un mes que los yihadistas fueron expulsados de la ciudad de Kobane. Ahora los combates se han trasladado a las localidades de la periferia. Los kurdos tratan de abrir una brecha en las líneas islamistas para poder crear un corredor humanitario entre Kobane y los cantones deEfrén y Yazira (poblaciones de mayoría kurda en Siria). Las tropas kurdas, con ayuda de la aviación de la coalición internacional, han conseguido que los combatientes del ISIS se replieguen hasta la ciudad de Yarablus, a orillas del río Éufrates.

“Mandan a los extranjeros a primera línea”

Mientras tanto, la vida regresa, acuentagotas, a la ciudad mártir de Kobane. Más del 60% de las casas están completamente destrozadas por los bombardeos de la aviación o por los coches –y camiones–bomba que usó el Estado Islámico para abrirse paso por la ciudad. “Esto es lo que queda de un camión bomba que usaron los yihadistas para avanzar terreno”, señala a El Confidencial Nusurat Ahmad, combatiente de 21 años.

Este joven se alistó tras conocer la noticia de la muerte de su hermano. “Mi hermano fue uno de los 700 milicianos que se quedaron en Kobane”, afirma, orgulloso. Nusurat pasea por los restos del antiguo hospital de la ciudad, hoy convertido en un amasijo de cascotes, escombros y hierros fundidos. “Los turcos dejaron que los yihadistas entraran por la frontera con el camión bomba y lo detonaron delante del hospital”, denuncia el combatiente.

Pasear por la ciudad es hacerlo por un escenario postapocalíptico que ya quisieran firmar los grandes del género de ciencia ficción de Hollywood. “Se combatió calle por calle. Se luchó esquina por esquina. Cada palmo de terreno está manchado con sangre kurda. Perdimos a muchos hombres y mujeres por defender esta ciudad”, se enorgullece Nusurat, quien afirma que el Estado Islámico perdió cerca de 3.000 combatientes en su intento por hacerse con el control de la urbe.

Nos replegamos al interior de Kobane, donde las calles son más estrechas y los tanques no pueden maniobrar, por lo que es más sencillo tender emboscadas y luchar cuerpo a cuerpo”, explica Zardas Saleh, un combatiente kurdo, hoy al mando de las brigadas de autoprotección. “Levantamos barricadas por todas las calles para combatir a los yihadistas. Estos recurrieron a la artillería y a los suicidas para tratar de avanzar posiciones. Pero son gente que no está acostumbrada a combatir… Luchaban a lo loco”, explica Zardas a El Confidencial.

El kurdo asegura que los islamistas mandaban a primera línea de combate a los extranjeros y, en segunda línea, al mando de la artillería, quedaban los iraquíes y los sirios. “Los mandaban a morir. Daba igual el número de soldados que perdiesen. Ellos seguían mandando y mandando más hombres a reemplazarlos”, comenta.

“Cuando ven a las mujeres corren a retaguardia”

Los defensores de Kobane lograron aguantar un total de 45 días hasta que la coalición internacional decidió intervenir militarmente en la ciudad mediante bombardeos aéreos. “En ese momento empezamos a ganar terreno rápidamente. Los islamistas comenzaron a replegarse, pero continuaban con sus atentados suicidas y con el lanzamiento de bombas caseras de muy mala calidad”, denuncia Sara Yusuf, una combatiente que mató –según asegura–a más de 14 integristas. “Los muy imbéciles piensan que si las mujeres los matamos no van al paraíso. Así que muchos de ellos cuando nos veían avanzar corrían a la retaguardia. Son unos fanáticos mentalmente desequilibrados”, comenta la joven.

Por la ciudad aún se pueden ver esos morteros caseros que usaban los yihadistas para atacar posiciones kurdas. Más del 70% no llegaron a hacer explosión, ymuchos aún llevan la carga mortífera en su interior, por lo que pueden explotar en cualquier momento. “Ahora lo que más no preocupa son las bombas trampa que dejaron en su huida. La ciudad está llena de estos artefactos. Las ocultan detrás de las puertas de las casas, en el suelo, con cables en medio de la calle… Kobane es una trampa mortal, por eso los civiles aún no pueden regresar”, denuncia Ibrahim, uno de los artificieros que se dedica a localizar y neutralizar los artefactos explosivos.

Más del 60% de las bajas que están registrando actualmente los kurdos son por culpa de estas bombas trampa. Los artificieros no tienen ninguna experiencia anterior. Y su técnica es la de acierto-error… “Algunas bombas las ponen a simple vista. Los artificieros las desactivan y cuando se disponen a levantar la carga de TNT debajo hay una mina anticarro que explota matándolos a todos. Ese es uno de los procedimientos habituales”, comenta Ibrahim.

En la última semana, una docena de expertos en desactivación de bombas y catalogación de armamento han llegado hasta Kobane para echar una mano a los kurdos limpiando las calles del armamento que no llegó a explotar.

“Les alcanzábamosy seguían avanzando”

“Hemos encontrado bolsas de marihuana y de cocaína en las casas que han sido ocupadas por combatientes del Estado Islámico”, denuncia Berjodan, combatiente kurdo. “Les disparábamos y seguían avanzando. A uno le tuvimos que disparar varias veces en la cabeza hasta que cayó al suelo”, comenta con los ojos fuera de sus órbitas y sin dar crédito a lo que vio. “Nunca había visto nada igual en mi vida. Parecían inmunes al dolor”, recuerda.

Historias similares se escuchan por todos lados en Kobane. Se habla de superhombres inmunes al dolor y a las balas. Hombres que seguían en pie después de varios impactos en el cuerpo. “Luchaban como posesos. Sin miedo a la muerte. Sin miedo a nada. Muchos eran enormes. Cuerpos musculados como si se hubieran pinchado esteroides para ser inmensos”, denuncia el doctor Nazan Ahmad, responsable del único hospital de Kobane.

Unas lágrimas furtivas caen por sus mejillas. Unas pocas. Sólo unas pocas son las que puede permitirse. No puede llorar, aunque eso es precisamente lo que necesita. Guarda la compostura. Respira profundamente pare evitar venirse abajo. Mira el cadáver de su amiga sobre la camilla. Le acaricia el pelo. Se acerca para besarle la frente. Le da el último adiós. La celadora cubre el rostro con la sábana e introduce el cuerpoen el interior del frigorífico, donde esperará para ser enterrado.

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