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La bancarrota del 'Estado' Islámico
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La bancarrota del 'Estado' Islámico

¿Hasta qué punto es cierto que el ISIS tenga tanto dinero, poder y estructura social? Al parecer, su proyecto de instaurar un “Califato” no resulta tan brillante como hace ver su propaganda yihadista

Foto: Un miliciano del autodenominado Estado Islámico durante un desfile militar en Raqqa, la capital del 'Califato' en Siria (Reuters)
Un miliciano del autodenominado Estado Islámico durante un desfile militar en Raqqa, la capital del 'Califato' en Siria (Reuters)

"El grupo terrorista más rico de la historia". Esta es una afirmación recurrente para referirse al autodenominado Estado Islámico. Muchos sustentan esta definición con las ganancias del petróleo y con el hecho de que ninguna organización terrorista se ha establecido anteriormente sobre un territorio tan extenso. Al menos 4 millones de personas en Siria e Irak son “ciudadanos” involuntarios del Califato Islámico proclamado este verano y que tiene dos grandes capitales, Raqqa (en Siria) y Mosul (en Irak). Si se incluyen las zonas desérticas que forman parte de dicho territorio, se podría decir que el EI reina sobre un área aproximadamente del tamaño de Inglaterra.

Puede sonar alarmante, pero ¿hasta qué punto es cierto que la organización terrorista tenga tanto dinero, poder y estructura social dentro de su “Estado” islámico? Al parecer, su proyecto de instaurar un “Califato” no resulta tan brillante como hace ver su propaganda yihadista.

Cualquier tipo de placer está prohibido”, se queja Hamadi (nombre falso), un residente de Raqqa con el que El Confidencial ha contactado. Uno de sus mayores placeres consistía en ir al parque y sentarse en un café a escuchar a “todo volumen” canciones de Umm Kalzum, la gran diva de la música árabe, una mujer que en su funeral recibió honores de Estado. “Ahora es impensable”, lamenta Hamadi. No sólo porque los yihadistas han prohibido la música, como hicieron los talibanes hace dos décadas en Afganistán, sino porque en Raqqa, la segunda ciudad del Califato, prácticamente no hay electricidad. “En estos momentos, la luz se va hasta 20 horas al día”, critica.

Además de los continuos cortes de luz, los residentes de la capital siria del ISIS sufren una escasez generalizada. “La carestía ha hecho que se disparen los precios del combustible, el pan y otros productos básicos”, denuncia Hamadi. Además, a la ya difícil situación del día a día se suma la imposición a la sociedad de estrictas normas religiosas. “A los abogados ya no se les permite practicar y algunos jueces han sido asesinados”, advierte. Oficios como el de sastre, por ejemplo, han tenido que adaptarse al cambio de vida y “en lugar de confeccionar trajes, ahora cosen ropas al estilo afgano”.

Parece que la profesión con más proyección en el Califato Islámico es la de verdugo. Las ejecuciones se han convertido en un hecho casi diario, motivadas a veces por transgresiones tan banales como poner un post en Facebook. “Grupos armados del ISIS patrullan constantemente la ciudad, de manera que ya nadie se siente seguro”, lamenta Hamadi.

La situación en la capital iraquí del Estado Islámico no pinta mucho mejor. Mosul es una ciudad devastada por la guerra, y las infraestructuras que quedan en pie son insuficientes. Como medida de presión, el Gobierno central de Bagdad ha mantenido a gran parte de la ciudad sin electricidad. Sólo había una planta de purificación de agua operativa y ha dejado de funcionar por falta de diésel. La calidad del agua potable es deficiente, lo que ha generado una amenaza real de epidemia. Por si fuera poco, los hospitales de la ciudad están también al borde del colapso. Abu Bakr al Baghdadi vendió a los yihadistas el sueño de un Califato Islámico y llamó a los musulmanes a emigrar a su nuevo Estado, con la promesa de trabajo, vivienda gratis y esposas.

Se necesita mucho más que ocupar edificios gubernamentales y disponer de funcionarios que se encarguen de los asuntos burocráticos para que un estado funcione como tal. En realidad, el territorio bajo su control es gobernado por “un régimen de mafias”, asegura a El Confidencial la analista Amal Saad, de la Universidad Americana de Beirut (AUB).

Golpe al ‘Califato' del petróleo

El negocio del petróleo era hasta ahora el más seguro y próspero. Sin embargo, la campaña de bombardeos liderada por EEUU ha dañado seriamente la principal fuente de ingresos del ISIS. Cuando la organización comenzó a expandirse el pasado verano y conquistó media docena de grandes plantas de extracción y procesamiento de crudo en Siria y el norte de Irak, se estimaba que las ganancias del EI con la venta ilegal de crudo superaban el millón de dólares diarios. Ahora, los beneficios no ascienden a más de 360.000 cada jornada, e incluso algunos economistas reducen la cifra hasta los 270.000 dólares.

Antes de que comenzasen los ataques aéreos internacionales, los campos petrolíferos controlados por el ISIS producían unos 50.000 barriles diarios en Siria y 30.000 en Irak, que vendía a un precio aproximado de 40 dólares por barril. Hoy, la cantidad producida es de un máximo de 20.000, y el precio por barril en, por ejemplo, la ciudad siria de Hasakah ha descendido hasta los 18 dólares, según un informe de la revista Foreign Policy.

Al mismo tiempo, por falta de refinerías, el EI a menudo se ve obligado a gastar sumas considerables en comprar diésel o gasolina a distribuidores en el mercado negro. “No van a poder continuar durante mucho tiempo más”, advierte Saad, quien estima que los ingresos por la venta de crudo se acabarán en “uno o dos años”. Mientras, el coronel retirado libanés Nizar Abdelkader dispara con un dardo envenenado: “El negocio del petróleo del ISIS sólo funciona porque hay suficiente gente corrupta, criminales y oportunistas metidos en el ajo en toda la región”, explica a El Confidencial.

Compre crudo del ISIS a plena luz del día

Personas de todos los sectores de la sociedad parecen estar involucrados en el negocio. El crudo se vende a través de una larga cadena de intermediarios, que van desde bandas criminales y tribus a funcionarios corruptos chiíes, suníes, kurdos y turcomanos, hasta que llega a los beneficiarios finales, que se encontrarían en las regiones kurdas de Irak o Siria, en Irán o en Turquía.

El portal sirio Jadaliyya publicó recientemente un artículo sobre cómo funciona el mercado negro del petróleo del Estado Islámico en la localidad turca de Beşaslan, en la frontera con Siria. Allí, el contrabando de crudo tiene lugar a plena luz del día. El oro negro se bombea desde Siria hasta el límite de la ciudad a través de gaseoductos improvisados, fabricados con tubos de riego, y se recoge en barriles azules que se ocultan bajo una carpa y, posteriormente, se venden. “Los residentes de esta pobre región fronteriza consideran que es su derecho participar en el contrabando. Y hasta ahora, el Gobierno turco ha hecho poco para detener la actividad ilegal”, critica el excoronel Abdelkader.

Antes de que los yihadistas conquistaran algunas regiones en el norte de Irak el pasado mes de junio, el Gobierno central de Bagdad suministraba fondos de hasta 2.000 millones de dólares al año para garantizar el orden público, el pago de salarios y la construcción de infraestructuras en la provincia de Nínive, ahora bajo control del EI. Tras la captura de Mosul, los yihadistas se hicieron con una suma de 400 millones de dólares del Banco Central en efectivo, confiscaron las cuentas de los clientes y se apoderaron de los bienes de miles de familias cristianas, yazidíes y chiíes que huyeron de la ciudad. Poco después, Al Baghdadi anunció la creación del Califato.

Los esfuerzos para probar que el Califato es, de hecho, un verdadero Estado se exhiben en una película de propaganda titulada Somos un Estado, no un grupo. En ella, se enumeran 16 instituciones del EI que van desde "territorio nacional" hasta "salud pública" o "protección del consumidor". La burocracia, al parecer, es parte del ADN del Estado islámico. Al Qaeda operaba con un nivel similar de oficialidad, con combatientes que tenían que presentar las solicitudes de vacaciones por escrito.

Las altas expectativas puestas sobre el nuevo Estado requieren financiación y, para llenar las arcas, el Califato necesita mucho más que los fondos confiscados en los bancos de Mosul. El EI debe pagar a los funcionarios de “ministerios” como Educación, Trabajo o Justicia, que se ha trasformado en los Tribunales de la Sharia; a la policía moral (Hisba), y a otros trabajadores que prestan servicios en la ciudad como la recogida de basuras. A todo ello se añade el presupuesto para mantener las infraestructuras básicas.

Junto a los botines de guerra y el petróleo, la extorsión y explotación de las poblaciones locales es otra importante fuente de financiación para el Estado Islámico. Para impedir que los ciudadanos huyan de Mosul, el EI toma el 10% de los fondos de las cuentas de ciudadanos suníes y les amenaza con quitarles todo el dinero si abandonan la urbe. El objetivo es retener a profesionales, especialmente ingenieros y médicos. Otra fuente de ingresos es el pago del rescate por secuestros de personas locales. Por ejemplo, los yihadistas exigen por la liberación de un niño yazidí entre 30.000 y 50.000 dólares, una suma que, en muchos casos, les resulta imposible reunir, por lo que el negocio está dejando de ser rentable.

Durante un tiempo, los secuestros de occidentales han sido otro importante recurso para el ISIS, que ha generado al menos 25 millones de dólares por la liberación de rehenes europeos y norteamericanos, y probablemente más. Los servicios de inteligencia creen que los yihadistas tienen todavía en cautiverio entre 20 y 40 rehenes occidentales. No obstante, la decisión de algunos países como Estados Unidos e Inglaterra de negarse a pagar rescates ha obligado a la organización a renegociar a la baja la cantidad que exigen por cada occidental que es puesto en libertad.

EEUU y la ONU están buscando la manera de aumentar la presión económica sobre el Califato. Entre las nuevas medidas se encuentran las sanciones contra los donantes (que ya no pueden actuar con la libertad de la que disfrutaban hace dos años) y compradores de petróleo, así como bloquear las operaciones bancarias internacionales del ISIS y frenar el pago de rescates. Lo único que le quedará al Estado Islámico es seguir robando, extorsionando a la población hasta que un día ésta se rebele en su contra. Demostrará entonces que el sueño del Califato de Abu Bakr al Baghdadi es insostenible.

"El grupo terrorista más rico de la historia". Esta es una afirmación recurrente para referirse al autodenominado Estado Islámico. Muchos sustentan esta definición con las ganancias del petróleo y con el hecho de que ninguna organización terrorista se ha establecido anteriormente sobre un territorio tan extenso. Al menos 4 millones de personas en Siria e Irak son “ciudadanos” involuntarios del Califato Islámico proclamado este verano y que tiene dos grandes capitales, Raqqa (en Siria) y Mosul (en Irak). Si se incluyen las zonas desérticas que forman parte de dicho territorio, se podría decir que el EI reina sobre un área aproximadamente del tamaño de Inglaterra.

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