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Syriza coquetea con Putin: ¿se echará la nueva Grecia en los brazos de Rusia?
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RECHAZA LAS SANCIONES A MOSCÚ POR UCRANIA

Syriza coquetea con Putin: ¿se echará la nueva Grecia en los brazos de Rusia?

Hasta ahora, y a pesar de los posibles perjuicios económicos que Grecia pudiera sufrir por posicionarse en contra de Moscú y al lado de sus socios

Foto: El primer ministro griego, Alexis Tsipras, rodeado de los miembros de su Gobierno tras la primera reunión del gabinete (Reuters)
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, rodeado de los miembros de su Gobierno tras la primera reunión del gabinete (Reuters)

Hasta ahora, y a pesar de los posibles perjuicios económicos que Grecia pudiera sufrir por posicionarse en contra de Moscú y al lado de sus socios europeos –como la subida del precio del gas o la cancelación de las importaciones de productos agrícolas–, Atenas nunca había alzado la voz contra las acciones de Bruselas al respecto de la guerra en Ucrania. Ayer, el Gobierno heleno rompió este tabú.

El día anterior, la UE había convenido abrir la puerta a más sanciones contra Moscú, unas medidas que debían ser aprobadas sin grandes trabas, como en las ocasiones anteriores, tras una reunión de ministros de Exteriores de la Unión Europea (en este caso el jueves). El comunicado del Consejo de la Unión Europea era claro y contundente: “Expresamos nuestra preocupación por el deterioro de la situación humanitaria y de seguridad en el este de Ucrania. (...) Observamos pruebas del continuado y creciente apoyo de Rusia a los separatistas, lo que acentúa la responsabilidad de Rusia. Instamos a Rusia a que condene las acciones de los separatistas y aplique los acuerdos de Minsk”. Sin paliativos. Una declaración poco habitual que, seguramente, complacía a los más hostiles a Rusia, como Polonia o Lituania. ¿De verdad había sido convenida?

En Grecia no olvidan que la respuesta de Rusia a las sanciones (bloquear las importaciones) fue un duro golpe para su economía. Camiones parados en la frontera con la fruta echándose a perder fue la imagen de la desesperación para muchos agricultores

En el nuevo Ejecutivo griego no sentó nada bien. Una protesta oficial llegó a través del viceministro de Exteriores –que tomó posesión el martes– Nikos Juntis. Este aseguraba que la declaración se redactó sin “seguir los procedimientos, sin informar a Grecia y sin obtener el consentimiento del primer ministro, Alexis Tsipras”.

Según expertos consultados por El Confidencial, esta declaración de los 28 podría haber contado con la aprobación de la delegación diplomática griega permanente en Bruselas, que fue nombrada por el Gobierno anterior del conservador Antonis Samarás. En todo caso, el ministro de Exteriores heleno, Nikos Kotziás, estaba de viaje este miércoles en la capital belga y fue su adjunto el que tomó la palabra. Juntis recalcó que el Gobierno rechaza “el espíritu de las sanciones contra Rusia, que tiene consecuencias negativas tanto en la agricultura como la economía de nuestro país, y de manera general”.

En Grecia no olvidan que la respuesta de Rusia a las sanciones, bloqueando las importaciones de los países de la UE, fue un duro golpe para su economía. Hasta el 60% de los melocotones y un 90% de las fresas griegas tenían como destino aquel país. Camiones parados cerca de la frontera con la fruta echándose a perder fue la imagen de la desesperación para muchos agricultores. Y tampoco se olvidan de que la respuesta de la Unión Europea en materia de compensación fue escasa. Juntis, que ha transmitido su protesta a la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, criticó además “la manía de algunos Estados miembros (contra Rusia)”. Otras fuentes señalan que fue el propio Tsipras el que llamó a Mogherini.

Tsipras da prioridad en sus primeros días a Rusia y China

El nuevo primer ministro griego recibió casi de inmediato –el lunes y el martes, respectivamente– a los embajadores de Rusia y China. Nada más tomar posesión y antes que a ningún otro. Esto fue interpretado como un giro en la estrategia, aunque se deben entender primero los lazos de Grecia con estas dos potencias. A la primera le unen la cultura y la religión ortodoxa, mientras que a la segunda le une la economía. China ha estado invirtiendo en algunos sectores clave como en el portuario. La insignia de esta entrada de capital chino en Grecia es la terminal de Cosco en El Pireo, que estaba llamada (ese es el proyecto) a convertirse en el centro exportador de productos de Pekín en el Mediterráneo.

Sin embargo, sí parece el Gobierno de Tsipras más interesado que los anteriores en relacionarse con estas economías emergentes. Y esto se explica por varias razones: primero, porque hay miembros dentro del propio Ejecutivo que tienen lazos muy estrechos con Rusia. “Es el caso de Kammenos o del ministro de Exteriores”, señala a El Confidencial Constantinos Filis, director de Investigaciones sobre Rusia y Eurasia en el Instituto de Relaciones Internacionales de Grecia, desde Oxford, donde ha sido invitado para hablar sobre las relaciones Grecia-Rusia. Por su gran convicción religiosa, explica Filis, el líder de Griegos Independientes mantiene una gran conexión con el país ortodoxo más grande del mundo.

'La razón es que el Gobierno quiere obtener más margen de maniobra para negociar la deuda con los acreedores europeos, y para ello quiere mostrar que los 27 no son su única opción'

“La segunda razón es que el Gobierno quiere obtener más margen de maniobra para negociar la deuda con los acreedores europeos, y para ello quiere mostrar que los 27 no son su única opción, que tiene otras”, analiza Filis. “Aunque no es probable que Grecia se quiera comprometer a un acuerdo más amplio con ambos”, asegura. Atenas está demasiado engarzada en la parte occidental por su pertenencia a la UE (que se remonta a 1981) y su participación en la OTAN. “Es pronto para saber qué consecuencias tendrá esta política", prosigue Filis, “pero a Rusia tampoco le conviene invertir ni económica ni políticamente en un aliado de la OTAN. Creo que prefiere ejercer su influencia en otras democracias de repúblicas eslavas como Serbia o Ucrania”.

¿Es sorprendente, entonces, la declaración disonante con la UE y estas primeras reuniones del primer ministro?: “Las relaciones entre Grecia y Rusia siempre han estado bastante en equilibrio”, asegura Filis. “El mayor acercamiento reciente, y fue un paso dado por Rusia en primer término, fue el intento de acuerdo energético de 2008 con Costas Karamanlís –cuando era primer ministro– para transportar gas a través del South Stream”, un proyecto que fue cancelado en diciembre de 2014.

Filis considera que Grecia tiene más razones para intensificar sus lazos con los socios de la UE. “De todas formas –remarca– no sólo Grecia ha protestado contra la manera en que se ha decidido publicar este último comunicado de la Unión contra Rusia, también lo ha hecho Rumanía”. O Chipre, cuyo portavoz gubernamental, Nikos Christodulides, ha declarado que Nicosia tampoco habría sido consultada antes de publicar la breve declaración. El presidente del país –una de las naciones que acoge mucho capital ruso– está de viaje oficial en Arabia Saudí.

Muy críticos con la política europea en Ucrania y Rusia

No es un secreto que Alexis Tsipras no va a aceptar que se aprueben sanciones contra Moscú tan fácilmente. En mayo, viajó a Rusia con varios representantes de su partido, Syriza, y apoyó abiertamente el referéndum en Crimea, que finalizó con la anexión del territorio a la Federación Rusa, un hecho que no ha sido reconocido por la comunidad internacional. La opinión del primer ministro griego con respecto a este conflicto ha sido cuando menos ambigua en la mayor parte de los casos.

En esa misma visita se negó a reconocer, contradiciendo así al resto de la Unión Europea, incluida la propia postura oficial de Grecia, al Gobierno interino de Kiev tras asegurar que había "elementos fascistas participando en él". Y no mucho antes de ese desplazamiento se había expresado en el mismo sentido –con matices– al afirmar que era el pueblo ucraniano el que debía decidir su futuro en “referéndum”, aunque sólo en el caso de que se quisiera establecer una federación, no apoyó la secesión de territorios.

No obstante, el registro de los diputados de Syriza, sin embargo, no ha sido tan tibio: se han alineado en diversas ocasiones con posturas concordantes a las de Moscú en el Parlamento Europeo. Votaron en contra del acuerdo de asociación de Ucrania en 2014, se abstuvieron sobre el de Georgia y Moldavia y se mostraron en contra de la adopción de las primeras sanciones contra Moscú, rompiendo así el consenso en Estrasburgo. Si es una maniobra para ganar tiempo y margen en la negociación o un cambio en la estrategia diplomática de Grecia, aún es pronto para saberlo. Pero no hay duda de que el resto de la UE ya ha sentido los primeros cambios en el tono político de Atenas. ¿Farol o viraje hacia Moscú?

Hasta ahora, y a pesar de los posibles perjuicios económicos que Grecia pudiera sufrir por posicionarse en contra de Moscú y al lado de sus socios europeos –como la subida del precio del gas o la cancelación de las importaciones de productos agrícolas–, Atenas nunca había alzado la voz contra las acciones de Bruselas al respecto de la guerra en Ucrania. Ayer, el Gobierno heleno rompió este tabú.

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