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El ocaso de los capos marroquíes de la lucha por recuperar Ceuta y Melilla
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"NO DESCANSAREMOS HASTA ARRODILLAR A ESPAÑA"

El ocaso de los capos marroquíes de la lucha por recuperar Ceuta y Melilla

Fueron líderes de un movimiento para anexionar Ceuta, Melilla y los islotes españoles, los organizadores de apedreamientos a guardias civiles. Esta es su historia

Foto: Said Chamtri, el capo de la frontera, junto a su 'jefe', Yahya Yahya, en la casa del empresario en Beni Ensar (Alfonso Ramos)
Said Chamtri, el capo de la frontera, junto a su 'jefe', Yahya Yahya, en la casa del empresario en Beni Ensar (Alfonso Ramos)

‘El Gigante’ camina lento, parsimonioso, con esas piernas infinitas que lo sostienen. Su inmensa figura ha aparecido tras abandonar el avejentado taxi que lo ha traído hasta el único restaurante que hay en la carretera que une Beni Ensar con Farkhana. En una ladera cercana rumian una decena de ovejas. Es febrero de 2013 y, aunque la mañana tiende a ser fresca, el día amanece soleado. Said Chamtri es ese hombre de 197 centímetros de altura, 130 kilos de peso, tez morena y gafas de sol negras que acaba de pedir un suculento desayuno: té, zumo de naranja, tostadas con queso, yogur fresco y dátiles. En la terraza de este negocio, con esos anteojos en los que se refleja la silueta de los edificios de Melilla, tiene pinta de perdonavidas. Cuando se los quita, la pinta sigue siendo la misma.

Algún día esa tierra volverá a ser nuestra”, dice en un perfecto castellano, señalando con su dedo índice la ciudad autónoma española. Después se chupa la yema del dedo y sigue desayunando.

'Melilla es un trozo de nuestra tierra. Recuperarla no es un objetivo. Es una obligación'

Said Chamtri, el mayor hostigador de la frontera marroquí con Melilla, viste jeans azulones, jersey de tonos grises y chaqueta negra de cuero. Habla sin tapujos de conquistar la ciudad, de arrebatársela a España. Pero antes de lanzarse a esa ‘batalla’ da prioridad a un asunto que, viéndolo comer ahí, a medio metro de distancia, parece no ser menor para él. ‘El Gigante’ termina con la tostada con queso. Luego empieza a tomarse un yogur de frutas.

“Es un trozo de nuestra tierra. Recuperarla no es un objetivo. Es una obligación”.

Este marroquí que se sienta a mi lado es en este momento el cabecilla de un movimiento que pretende anexionar a Marruecos Ceuta, Melilla y los islotes españoles que hay frente a la costa norteafricana, como Chafarinas, Vélez de la Gomera, Perejil o Alhucemas. Asegura que son tierras usurpadas. “La primera a recuperar es Melilla. El resto irá cayendo poco a poco, como fichas de dominó (carcajada)”.

El fustigador de los ataques contra españoles

Chamtri es el fustigador y amo de la frontera, un grandullón con aspecto de mafioso que afirma que con el simple permiso del rey marroquí y medio millar de hombres desarmados se haría con la ciudad autónoma en sólo tres horas. Y dice que lo haría sin derramar una gota de sangre. Por ese tiempo Said no sabía que meses después su futuro se escribiría tras los barrotes de una celda de su país.

Desde hace años, Chramti organiza junto a sus secuaces los apedreamientos de policías españoles y guardias civiles fronterizos. En septiembre de 2008 agredió a Vicente Goya, inspector jefe de la frontera, durante un encuentro entre autoridades celebrado en Marruecos

Pero ahora es febrero de 2013. Desde hace años, Chramti organiza junto a sus secuaces los apedreamientos de policías españoles y guardias civiles fronterizos. En septiembre de 2008 agredió a Vicente Goya, inspector jefe de la frontera, durante un encuentro entre autoridades celebrado en Marruecos. Goya tuvo que refugiarse en una peluquería por la agresión de Chamtri y porque una turba comenzó a lanzarle piedras.

Said también impide cuando se le antoja el paso a Melilla de camiones cargados de alimentos. Explica que tiene un ejército de acólitos que cuenta por “miles”, aunque fuentes policiales españolas aseguran que muchos de ellos son delincuentes comunes y gente necesitada de drogas a la que ‘El Gigante’ suele comprar a golpe de billetero.

Unas de sus más sonadas fechorías fue enviar dos coches ‘kamikaze’ repletos de migrantes subsaharianos (en uno de ellos iban once personas y en otro, diez) contra las vallas de la frontera que separa Melilla de Marruecos. Los vehículos, a gran velocidad, arrasaron con las verjas y las barreras fronterizas. Hubo cinco agentes heridos leves. “Esos negritos querían pasar a España. Yo solo les di su oportunidad de hacerlo”, zanja.

placeholder Said Chamtri, quien fue el mayor hostigador de la frontera en Melilla (Alfonso Ramos).

“Una jugada perfecta: volvimos a coger a España en calzoncillos”

Este inmenso hombre de voz aflautada es el vicepresidente del Comité Nacional para la Liberación de Ceuta, Melilla y los islotes. El último dirigente español que sufrió sus afrentas fue el mismísimo presidente, Mariano Rajoy. A principios de noviembre de 2012, mientras el jefe del Ejecutivo pisaba Rabat, decenas de marroquíes se manifestaban frente al Peñón de Vélez de la Gomera pidiendo su ‘devolución’ a Marruecos. Otros dos nacionalistas, de forma sibilina y escurridiza, alcanzaban por mar el islote de Chafarinas burlando la presencia del destacamento militar que lo vigila día y noche.

“Sí, ordené esas acciones”, dice sin dejar de lado su desayuno. Ahora alterna los sorbos al zumo de naranja con pequeños mordiscos de dátiles.

'Fue una jugada perfecta, volvimos a coger a España en calzoncillos. Los que lo robaron fueron españoles de carnet, pero marroquíes de alma'

Said, de 37 años, es padre de un niño de nueve, a cuya madre abandonó. Tiene seis hermanos. Aunque solo lleva una década defendiendo la que llama “mi causa”, a los 17 comenzó a moverse en los círculos políticos de Beni Enzar y de Nador. Ahí nació su radicalismo actual, el mismo que le llevó a idear, en noviembre de 2012, un plan perfecto para robar en Melilla el brazo armado con una espada de la estatua de Estopiñán, el conquistador de la ciudad (1497). Caída la noche, mientras decenas de sus secuaces provocaban altercados en el paso fronterizo de Beni Ensar, un grupo de sus acólitos segó el brazo derecho de la estatua y lo trasladó en coche hasta Marruecos.

“Fue una jugada perfecta, volvimos a coger a España en calzoncillos. Los que lo robaron fueron españoles de carnet, pero marroquíes de alma. Por eso sé que pronto Melilla volverá a ser nuestra”. Lo que no dice es que entre quienes perpetraron el hurto se encontraba su hermana Fatiha, quien trabajaba de prostituta en un burdel melillense.

La versión alauita de Jesús Gil

La casa de Yahya Yahya en Beni Ensar –una entre las muchas que tiene repartidas por todo el país– se sitúa en la parte alta del sur de la ciudad. Se llega a ella tras abandonar una ancha avenida y adentrarse por un camino de tierra con frondosos árboles a ambos lados. Según dice (no le creemos) es la primera vez que permite que un periodista y un fotógrafo españoles pisen su hogar, un palacete de 8.000 metros cuadrados cuyo comedor está presidido por un cuadro de gran tamaño de Mohamed VI, el rey de Marruecos, a quien Chamtri y él, tal y como sostiene, le deben lealtad.

Yahya se sienta a la mesa que un súbdito, al que llama dando un par de palmadas, ha preparado para la ocasión en el jardín de su chalet. Es mediodía, hace calor y este hombre grueso, chaparro, de barba canosa recortada en torno a la boca y que fuma puros tan gruesos como el de la mítica foto de Fidel Castro, tiene hambre. Mientras almuerza, lanza un desafío tras otro a España. A su lado, Chamtri, se mantiene en silencio. Sabe que ahora es el turno de palabra de su jefe.

Yahya es alcalde de Beni Ensar y senador marroquí. Este adinerado empresario, nacionalista exacerbado, sueña con ‘robarle’ a España Ceuta y Melilla

“No descansaremos hasta ver arrodillarse a tu país”, dice sin el mínimo atisbo de solemnidad. En Yahya nada parece impostado. Más bien, da la impresión de creerse sus palabras, de estar convencido de ellas.

Yahya Yahya es alcalde de Beni Ensar y senador marroquí. También es el mecenas de ‘El Gigante’, a quien le llena el bolsillo de dirhams, y la versión alauita de Jesús Gil, con quien comparte sus excentricidades y su interés en la política para intereses propios. Este adinerado empresario, nacionalista exacerbado, tiene pintada la bandera de su país en la piscina del jardín de su palacete y sueña con ‘robarle’ a España Ceuta y Melilla. Con la casi total inmunidad que Yahya profiere a ‘El Gigante’, éste ha logrado convertirse en el señor todopoderoso de la frontera. Ambos forman un dúo que se piensa inquebrantable.

“Más tarde o más temprano, las tierras que España posee al norte de África volverán a ser nuestras. No me cabe duda. Si no puede ser por la vía pacífica, se buscará otra alternativa”. ¿Las armas? “Yo he dicho otra alternativa, nada más”.

Si se escudriña en su historia, no se entiende el odio de Yahya hacia España. Nacido en Melilla, aunque de padre marroquí y de madre holandesa, ya de adulto estudió Derecho en Granada. Pero pronto se radicalizó y hoy preside el Comité para la Liberación de Ceuta y Melilla. Él lo financia, junto a una decena más de empresarios, y Chramti es quien se parte la cara por él.

Este hombre de 47 años está en busca y captura por la justicia española. En julio de 2008, cuando aún residía en Melilla, un juez le impuso 15 meses de cárcel por resistencia a la autoridad cuando la Policía acudió a su casa tras recibir de sus vecinos una llamada de alerta por los gritos de su mujer, que presentó lesiones. Pese a todo, fue absuelto del delito de violencia doméstica. Antes de ser sentenciado ya había cruzado a su país.

Desde hace aquello, Yahya no ha vuelto a poner la suela de sus zapatos en tierra española. Fue cuando se instaló en Beni Ensar y comenzó su particular cruzada. Solo un mes después del incidente con los agentes, el 4 de agosto de 2008, se fue de vacaciones a Roma. En un céntrico restaurante de la ciudad italiana discutió con vehemencia con su mujer y, al salir del establecimiento, agredió sexualmente a una turista. Se enfrentó a los carabineros cuando se presentaron en su hotel para detenerle.

Por este incidente y por la agresión, Yahyafue condenado a 30 meses de cárcel. El juez dio por hechos su “rebeldía y lesiones” a funcionarios y por violencia de género. La sentencia llevó a Marruecos a retirar de Italia a su embajador porque es aforado debido a su estatus de senador.

'Es un buen marroquí -asegura Yahya mientras con su mano izquierda aprieta con delicadeza el cuello de ‘El Gigante’-. Algún día mi pueblo reconocerá su esfuerzo'. 'Gracias, jefe, gracias', responde ruborizado Said.

Pero nada de eso parece perturbar a Yahya, que ahora mismo almuerza pan con anchoas, pan con queso, pan con salmón… Tiene buen apetito. “Todas esas acusaciones son mentira. Me condenan porque saben quién soy y lo que pretendo. Pero estoy tranquilo. En mi país eso son sandeces –dice en un perfecto castellano–. Soy víctima de complós maquinados por los servicios secretos de España y de Italia”.

Yahya da un par de palmadas. Un criado aparece a los pocos segundos. Yahya le pide algo en árabe. Pasados un par de minutos, su súbdito vuelve con más anchoas y más pan. “Háblame de Said ahora que lo tienes a tu lado”, le digo.

“Es un buen marroquí –asegura Yahya mientras con su mano izquierda aprieta con delicadeza el cuello de ‘El Gigante’–. Llegará muy lejos en nuestro cometido. Algún día mi pueblo reconocerá su esfuerzo por conseguir unas tierras que nos fueron robadas”

Gracias, jefe, gracias”, responde ruborizado Said, como un gato que recibe una caricia de su amo.

Y entonces llegó el ocaso…

El 4 de febrero de 2013 un juez de Nador condenó a ‘El Gigante’ a un año de cárcel y al pago de 1.200 dirhams por agredir a Vicente Goya y liderar una lluvia de piedras que obligó a cerrar durante cuatro horas el paso fronterizo de Beni Ensar. También por los altercados de la noche del 15 al 16 de noviembre, la misma del robo del brazo de Pedro Estopiñán, que fue devuelto meses después tras llevarlo a Rabat. La sentencia vino a subrayar un hecho: Said Chamtri no gozaba de tanta inmunidad como él pensaba.

Hoy en día, Said cumple condena en prisión. De poco le sirvió contratar como abogado al exministro de Derechos Humanos del Gobierno marroquí Mohamed Ziane

Hoy en día, Said cumple condena en prisión. De poco le sirvió contratar como abogado al exministro de Derechos Humanos del Gobierno marroquí Mohamed Ziane. Solo para retrasar unos meses su encarcelamiento. Ahí comenzó el ocaso de ‘El Gigante’ como ‘capo’ de la frontera con Melilla. Es una incógnita si tendrá ganas de volver a batallar por su causa una vez recobre la libertad.

Mientras llega ese día, Yahya Yahya ya ha anunciado su pretensión de desintegrar el Comité para la Liberación de Ceuta y Melilla después de ser condenado a tres meses de prisión por promover altercados en la frontera y por “reuniones no autorizadas”. También renunció a su escaño como senador después de que la Guardia Civil, el pasado 7 agosto, interceptara en aguas de Ceuta la lancha en la que viajaba el rey Mohamed VI. Consideró que el “silencio” del Parlamento marroquí, que no condenó los hechos, era un “insulto” para su país.

Nadie sabe si esta pareja seguirá con su lucha en el futuro. Tampoco si serán capaces de llevar a la acción esas palabras que tanto repitieron ambos mientras almorzaban en el jardín de Yahya:“Morir en combate es un gran honor. Existe la muerte por la paz”.

‘El Gigante’ camina lento, parsimonioso, con esas piernas infinitas que lo sostienen. Su inmensa figura ha aparecido tras abandonar el avejentado taxi que lo ha traído hasta el único restaurante que hay en la carretera que une Beni Ensar con Farkhana. En una ladera cercana rumian una decena de ovejas. Es febrero de 2013 y, aunque la mañana tiende a ser fresca, el día amanece soleado. Said Chamtri es ese hombre de 197 centímetros de altura, 130 kilos de peso, tez morena y gafas de sol negras que acaba de pedir un suculento desayuno: té, zumo de naranja, tostadas con queso, yogur fresco y dátiles. En la terraza de este negocio, con esos anteojos en los que se refleja la silueta de los edificios de Melilla, tiene pinta de perdonavidas. Cuando se los quita, la pinta sigue siendo la misma.

Melilla Rey Mohamed VI Mariano Rajoy
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