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Las grandes empresas de EEUU se frotan las manos con la apertura cubana
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Las grandes empresas de EEUU se frotan las manos con la apertura cubana

Miran hacia el sur de Miami y se entusiasman imaginando el futuro. Su presión es clave para convencer a los republicanos que se oponen al deshielo

Foto: Un hombre camina junto a un cartel con la imagen de Raúl Castro en La Habana este 19 de diciembre (Reuters).
Un hombre camina junto a un cartel con la imagen de Raúl Castro en La Habana este 19 de diciembre (Reuters).

Desde Estados Unidos, muchos empresarios miran ya al sur de Miami y se ilusionan como nunca imaginando el futuro. Ese entusiasmo para capitalizar el histórico acercamiento entre La Habana y Washington, escuchado de viva voz en los últimos días, chocó con la intransigencia de varias figuras republicanas, que parecen decididas a abrir una nueva pelea con la Casa Blanca y hacer todo lo posible para mantener el aislamiento a Cuba.

Pero en esa discusión, los empresarios ya tomaron partido. Thomas J. Donohue, presidente de la influyente Cámara de Comercio de Estados Unidos, fue uno de los primeros en darle la bienvenida al acercamiento que sellaron Barack Obama y Raúl Castro. Férreo defensor de la apertura, Donohue, quien viajó en mayo de este año a La Habana para reunirse con Castro, dijo en un comunicado que el acuerdo es “un gran avance para permitir el florecimiento de la libre empresa”.

Los empresarios quieren ahora apurar el fin del bloqueo a Cuba en busca de un objetivo concreto: más negocios, sobre todo en turismo, agricultura, construcción, servicios de telecomunicaciones y financieros

“Creemos que un diálogo abierto y el intercambio comercial entre los sectores privados de Cuba y Estados Unidos traerán beneficios compartidos”, sentenció Donohue. La Cámara de Comercio es el principal lobby empresarial de Estados Unidos. Este año, ha invertido más de 91 millones de dólares para influir en el diseño de políticas y regulaciones, según la organización Open Secrets. En las últimas elecciones, gastaron más de 35 millones de dólares, una cifra que ayudó a los republicanos a reconquistar el Capitolio.

Los empresarios quieren ahora apurar el fin del bloqueo a Cuba en busca de un objetivo concreto: más negocios, sobre todo en turismo, agricultura, construcción, servicios de telecomunicaciones y financieros. Cuba importa casi todos los alimentos que consume (Estados Unidos es su principal proveedor, pese al embargo) y su infraestructura es de otra época: hasta 2011, ningún cubano podía tener un teléfono celular.

Obama flexibilizará, por decreto, el embargo económico y las restricciones para viajar a Cuba. Pero sólo el Congreso, que desde el año próximo controlarán los republicanos, puede aniquilar ambas políticas y terminar de allanar los obstáculos para la apertura.

La Asociacion de Agencias de Viajes (ASTA, según sus siglas en inglés) estima que al menos dos millones de norteamericanos más viajarían a Cuba en 2017 si se levantaran todas las restricciones el año próximo. No hace falta decirlo: ASTA aplaudió el acuerdo y reiteró su deseo de trabajar con la Casa Blanca y el Congreso para que “los norteamericanos sean libres para viajar a Cuba”.

Ajetreo en el sector agrícola

Otros que “aplaudieron” el deshielo fueron los productores de trigo. Cuba es el principal mercado para el trigo en el Caribe. Casi todo el grano que Cuba importa (su segundo producto más importado, detrás del petróleo) proviene de Europa y Canadá. Y, desde 2011, no ha comprado un sólo grano de Estados Unidos. Los productores creen que, si la isla retoma las compras, pueden quedarse con el 80 o el 90% del mercado.

Por eso, aunque los líderes europeos celebraron el acuerdo, para sus agricultores fue un jarro de agua fría. Para los de la Argentina, igual. “Para la comunidad agrícola norteamericana, (aliviar las restricciones) brinda la oportunidad de competir contra países como Argentina”, dijo a la BBC Vorwerk Devry Boughner, director de Relaciones Internacionales de Negocios de Cargill.

La actitud contrasta con el rechazo de las principales figuras de la oposición, como los senadores Marco Rubio y Lindsey Graham, el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, y Jeb Bush, uno de los favoritos del establishment republicano para pelear por la Casa Blanca en 2016. También hubo disidentes en las filas conservadoras, como el senador Jeff Flake, quien viajó con Alan Gross desde Cuba, y el senador Rand Paul, el primer “presidenciable” de los republicanos en respaldar públicamente la apertura y quien admitió que el embargo no había funcionado.

No es la primera vez que los republicanos disienten en un tema. Pero su apego al embargo los enfrenta a los empresarios, algo inusual. El principal foco de resistencia proviene del grupo de los legisladores cubanoamericanos. Ayer, Rubio, junto a dos legisladores por Florida, Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart, dijo en una conferencia de prensa que se reserva “todo tipo de acciones” para impedir que se reestablezcan relaciones diplomáticas con Cuba. A ellos se suma Bob Menéndez, senador demócrata.

“Creo que hasta que el grupo que está más identificado con el statu quo entienda que el embargo se va a levantar, me parece difícil que el resto del Congreso se mueva. Es un grupo pequeño, pero influyente”, evalúa en entrevista con El Confidencial Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida.

Una alternativa, dijo, es que los legisladores de las áreas agrícolas presionen para contrarrestar la influencia de los legisladores más reticentes a la apertura, o que el Congreso decida escuchar el reclamo de los empresarios. “Esa posibilidad está ahí (apuntó Duany), pero yo no veo muchísimo interés de parte de esos legisladores, sorbe todo de los republicanos.”

Desde Estados Unidos, muchos empresarios miran ya al sur de Miami y se ilusionan como nunca imaginando el futuro. Ese entusiasmo para capitalizar el histórico acercamiento entre La Habana y Washington, escuchado de viva voz en los últimos días, chocó con la intransigencia de varias figuras republicanas, que parecen decididas a abrir una nueva pelea con la Casa Blanca y hacer todo lo posible para mantener el aislamiento a Cuba.

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