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Elecciones en la corrupta Bosnia: la ruina nacionalista elevada al absurdo
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LOS SECESIONISTAS "MIRAN A CATALUÑA"

Elecciones en la corrupta Bosnia: la ruina nacionalista elevada al absurdo

Los serbios, hoy convertidos en minoría, piden la independencia de un país que a su vez se independizó de Belgrado. Es la espiral de las reivindicaciones

Foto: Serbias pasan ante carteles electorales en Bijeljina días antes de la jornada electoral (Reuters).
Serbias pasan ante carteles electorales en Bijeljina días antes de la jornada electoral (Reuters).

Los serbios, hoy convertidos en minoría, piden la independencia del país que a su vez se independizo de Belgrado. Es un espiral de reivindicaciones nacionalistas. Todo en un Estado fallido, al borde del colapso administrativo perenne, donde políticos con salarios que son de los más altos de Europa campan al lado de una descomunal desigualdad social. Los resultados todavía preliminares de las elecciones a la presidencia tripartita bosnia, integrada por un musulmán, un serbio y un croata, confirman el triunfo de candidatos con un marcado discurso nacionalista. El aspirante musulmán, Bakir Izetbegovic, revalidó el cargo con el 32,74% de apoyos. Dragan Covic es el nuevo representante croata al obtener el 52,4%. Por parte serbia, el candidato de la oposición serbobosnia, Mladen Ivanic, se ha impuesto con el 48,3%.

Estaba Bosnia enfrascada en la campaña electoral para las elecciones generales de este domingo, cuando los ánimos se incendiaron y los insultos se hicieron más rabiosos. “Corruptos”, “mafiosos”, “incompetentes” eran algunos de los numerosos y diversos epítetos señalados a la Comisión Electoral bosnia (CIK), que al final no tuvo más remedio que sancionar el odio verbal con multas de hasta 3.000 euros. Le ocurrió, por ejemplo, a Slavko Vucurevic, candidato del Partido de Progreso Democrático (PDP, serbio), por descargar toda su furia contra la Unión de los Socialdemócratas Independientes (SNSD), del actual presidente serbobosnio Milorad Dodik, quien desde 2006 gobierna interrumpidamente República Srpska.

Nada raro, se diría. En muchos países exyugoslavos, es prácticamente imposible acabar el día sin oír calificativos de ese talante, asociados a la política. El problema es que, a casi veinte años del fin de la brutal guerra ocurrida en este territorio (1992-1995), lo que aún pagan -y a un precio muy caro- los bosnios son las caóticas consecuencias de su desunión. Para empezar porque, en el origen, están los acuerdos de Dayton de 1995, promovidos por EEUU y apoyados por la comunidad internacional.

‘Estamos observando lo que acontece en Italia (con Venecia). Miramos de cerca a Escocia. Y vemos que algo acontece también en Cataluña. Aprenderemos de todos ellos’, decía Dodik al festejar la autodeterminación de Crimea

Acuerdos, que en su momento pusieron fin a ese conflicto, pero que también han dejado al país (3.8 millones de habitantes esparcidos en apenas 51.129 kilómetros cuadrados) dividido en dos entes autónomos y a menudo inconciliables, la Federación de Bosnia y Herzegovina (FByH) y Republika Srpska (RS). Y, por ello, un Estado fallido, al borde del colapso administrativo perenne, donde políticos con salarios que se encuentran entre los más altos de Europa campan al lado de una descomunal desigualdad social. Véase el caso de Republika Srpska, la entidad de mayoría serbia gobernada por líderes serbios. “Ahí gobierna desde 2006 Milorad Dodik, un señor cuyo discurso secesionista ha paralizado por completo el diálogo con Sarajevo (la capital de Bosnia-Herzegovina)”, dice Denis Hadzovic, presidente del Centre of Security Studies de Sarajevo. No es, en verdad, ningún secreto.

Más visiblemente desde que el presidente ruso, Vladimir Putin -con quien Dodik ya se reunió dos veces este año-, se anexionó Crimea, el político serbiobosnio ha vuelto a poner en el plano de la actualidad la posibilidad de convocar un referéndum para la definitiva división de Bosnia. “Estamos observando lo que acontece en Italia (con Venecia). Miramos de cerca a Escocia. Y vemos que algo acontece también en Cataluña. Aprenderemos de todos ellos”, decía en marzo pasado, al festejar la autodeterminación de Crimea. Ahí es donde se produce el desdoblamiento entre la retórica y la realidad.

Un secesionista mecenas de los lobbies

Las cosas en Republika Srpska no van bien; más bien al contrario, van incluso peor que en la maltrecha Federación de Bosnia y Herzegovina. Según datos oficiales del Centro de Estadísticas de República Srpska, la renta per cápita suma en este territorio 6.146 marcos bosnios (3.150 euros) -mientras que la de FByH es de aproximadamente 3.600 euros-, el salario promedio equivale a 808 marcos bosnios (400 euros) y el desempleo entre los jóvenes supera el 50%. “La peor situación de RS se debe a que por mucho tiempo ellos se negaron a negociar con la comunidad internacional y por tanto, hubo menos inversión, menos turismo, menos diversificación económica”, explica el analista Hadzovic.

En efecto, incluso hoy, Dodik sigue presentándose como una figura revolucionaria que lucha contra la injerencia extranjera y por los derechos de los serbios de Bosnia. Esa es su cara pública. Porque, del otro lado de la moneda, hay sospechas y acusaciones contra él, como las que hizo recientemente la revista digital The Balkanist, que analizando los datos de FARA descubrió que Dodik gastó 4 millones de dólares solo en 2012 en financiar a esos lobbistas estadounidenses que él tanto dice despreciar, más que la mayoría de los países europeos (como comparativa: España dio 21.981 dólares ese mismo año).

Todo esto mientras la Republika Srpska se endeuda más y más. “Las autoridades de RS se han endeudado más gravemente que las de la FByH. En los últimos ocho años (es decir, desde que gobierna Dodik), el presupuesto de RS se duplicó, pasando de 500 millones de euros en 2006 a 1.000 millones de euros”, cuenta un estudio de Centri Civilnih Inicijativa (Centro de Iniciativa Ciudadana), un grupo que trabaja con la Unión Europea. Eso equivale a una deuda per cápita de 3.500 marcos bosnios (unos 1.790 euros) para los ciudadanos de RS, territorio en el que además la canasta básica ha aumentado un 90% en el mismo periodo.

No lejos de ahí está la Federación de Bosnia y Herzegovina. Y tiene sus propios récords: altísimas tasas de corrupción, una inquietante presencia del crimen organizado y un Estado incluso más incompetente en ciertos aspectos, como se lee en el último informe de la agencia de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC). Una situación que a su vez es reflejo de la nefasta estructura del Estado central, del flagrante nepotismo, de la economía sumergida… lo que, en última instancia, se refleja en la economía bosnia, cuyo PIB total, cuya mitad es gasto público, creció apenas un 0.4% en 2013, según el Banco Mundial.

El pueblo protesta, pero ya nadie escucha

De ahí lo ocurrido en junio del año pasado, cuando una bebé murió por la incapacidad de la administración local de expedir a tiempo su DNI y carnet de seguridad social, lo que le impidió viajar al extranjero para poder curarse. Y de ahí las protestas ciudadanas que han sucedido en los últimos 18 meses y que alcanzaron su punto más álgido en febrero pasado, cuando una turba enfurecida asaltó varios edificios en diversas ciudades del país, incluida la sede de la Presidencia del Gobierno en la capital, Sarajevo, que fue atacada a pedradas y parcialmente prendida fuego. Algo que continuó luego en las ciudades de Mostar, Zenica, Bihac y parcialmente en Banja Luka, la capital de República Srpska. En su origen parecía una especie de Primavera bosnia (en los meses siguientes incluso hubo experimentos de democracia ciudadana, los llamados ‘plenumsa’), pero los motores nunca se calentaron de verdad.

Las protestas se han sucedido en los últimos 18 meses y alcanzaron su punto más álgido en febrero, cuando una turba asaltó varios edificios en diversas ciudades, incluida la sede de la Presidencia del Gobierno en la capital. Parecía una especie de Primavera bosnia, pero los motores nunca se calentaron de verdad

El resultado de aquello, de hecho, ahora que Bosnia vuelve a las urnas, es casi equivalente a cero, porque, desde febrero hasta hoy, todas las razones detrás de la parálisis bosnia siguen presentes. “No se puso en marcha reforma alguna, la Constitución no ha sido modificada, el debate sobre cuál sistema de gobierno debe adoptar el país sigue siendo un tabú, los derechos humanos empeoran día tras días y el proceso de pacificación entre las dos comunidades nunca ha empezado”, señala Srdan Dizdarevic, el presidente del Comité Helsinki de Derechos Humanos de Bosnia. Así es que “estas elecciones no prometen grandes cambios, pues los políticos que están ahí no son parte de la solución, son parte del problema; el todavía persistente desencuentro entre las comunidades no hace más que alimentar su poder”, continúa.

Este el caso de Dodik, sí, pero también de Bakir Izetbegović, hijo de Alija (expresidente de Bosnia entre 1990 y 2000) y quien, además de ser desde siempre un líder del Partido de Acción Democrática, en 2010 fue nombrado miembro bosnio de la presidencia tripartita de Bosnia y Herzegovina (entidad con poderes limitados que, en el papel, debería aglutinar a la FByH y RS). Mientras, ninguno de los candidatos en competición representa a aquellos que salieron a manifestarse estos meses.

La resignación y “un debate nacionalista que persiste”

“Es triste ver que después de tanto luchar, los mismos políticos y partidos de siempre son los que siguen ahí. Nada ha cambiado”, cuenta Belma a este diario quien, a pesar de sus escasos 24 años, es extremadamente pesimista. “¿Cómo se vive aquí? Hace un año, la rectora de mi universidad fue acusada de haber robado millones de marcos. Los exámenes, incluso las licenciaturas, se compran. Y, si se aspira a trabajar, mejor buscarse un padrino”, cuenta.

Así las cosas, algunos analistas no han tardado en decir que la culpa está en el escaso apoyo que han tenido los jóvenes bosníacos (bosnios musulmanes) de parte de sus compañeros serbobosnios. Más aún, que la principal protesta serbobosnia ocurrió en Banja Luka, la capital de República Srpska, donde se manifestaron apenas 2.000 personas y… todos veteranos de guerra. “Eran cuatro gatos. La verdad es que en RS estamos parasitados por nuestro pasado, nos hemos enzarzado en un debate nacionalista que persiste”, explicaba Veselin Gatalo, un escritor serbiobosnio afincado en Banja Luka. Hete aquí, una vez más, la desunión.

Así es, como veinte años después, Bosnia está como está. Como me decía hace poco una responsable de Human Right Watch (HRW) en la región: “Las viejas elites siguen impidiendo las reformas, debaten entre un Estado central fuerte, defendido por los musulmanes, y una mayor autonomía, o incluso secesión, que respaldan los dirigentes serbobosnio. Todo esto mientras los ricos se hacen más ricos, los pobres más pobres, y todos los verdaderos problemas del país se enrarecen día tras día”.

Los serbios, hoy convertidos en minoría, piden la independencia del país que a su vez se independizo de Belgrado. Es un espiral de reivindicaciones nacionalistas. Todo en un Estado fallido, al borde del colapso administrativo perenne, donde políticos con salarios que son de los más altos de Europa campan al lado de una descomunal desigualdad social. Los resultados todavía preliminares de las elecciones a la presidencia tripartita bosnia, integrada por un musulmán, un serbio y un croata, confirman el triunfo de candidatos con un marcado discurso nacionalista. El aspirante musulmán, Bakir Izetbegovic, revalidó el cargo con el 32,74% de apoyos. Dragan Covic es el nuevo representante croata al obtener el 52,4%. Por parte serbia, el candidato de la oposición serbobosnia, Mladen Ivanic, se ha impuesto con el 48,3%.

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