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Merkel se hace populista
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DEBE frenar LA FUGA HACIA LOS EUROESCéPTICOs

Merkel se hace populista

El auge de Alternativa para Alemania azuza a Merkel a endurecer su postura en Bruselas y exigir austeridad. Debe frenar la fuga de votos hacia la derecha populista

Foto: La canciller alemana, Angela Merkel, durante una conferencia tras las elecciones locales en Sajonia (Reuters)
La canciller alemana, Angela Merkel, durante una conferencia tras las elecciones locales en Sajonia (Reuters)

Alexander Gauland apenas podía contener la emoción el pasado 14 de septiembre cuando se dirigía a sus compañeros de partido. “Es el día más feliz de mi vida”, dijo este político de 73 años desde el estrado, provocando una oleada de aplausos entre la militancia. Acababan de conocer los resultados de aquella noche electoral, que pasó desapercibida en gran parte de Europa pero marcó un antes y un después en la política alemana.

Gauland, al frente de la euroescéptica Alternativa por Alemania (AfD), había logrado un 12,2% de los votos en las elecciones del estado federado de Brandeburgo, el mejor resultado de esta formación desde que surgió en febrero de 2013. El partido se convirtió en cuarta fuerza política de este Land, por delante de formaciones establecidas como Los Verdes y el Partido Liberal Alemán (FDP). Por delante quedaron los tres grandes en el este del país: el Partido Socialdemócrata (SPD), con el 31,9%, la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel (23,0%) y La Izquierda (18,6%).

Aquel domingo de septiembre también se celebraban elecciones en el estado federado de Turingia y AfD cosechó allí otro éxito en las urnas. Los euroescépticos obtuvieron el 10,6% de los votos y se convirtieron en cuarta fuerza del parlamento regional. Por delante, de nuevo los tres grandes del este, la CDU (33,5%), La Izquierda (28,2%) y el SPD (12,4%); por detrás, otra vez Los Verdes y los liberales.

Casi nadie había previsto que los euroescépticos fuesen a obtener un éxito así en Brandeburgo y Turingia. Y, aunque AfD no tiene opciones de entrar en ninguno de los dos Ejecutivos como socio minoritario –porque los grandes han descartado categóricamente negociar con ellos–, la señal que han mandado es clara y contundente: su mensaje populista, conservador y antieuropeo cala entre el electorado. Así lo reflejaron al día siguiente los principales medios alemanes, que dedicaron casi más tiempo al auge de esta derecha populista que a las negociaciones que debían de seguido iniciarse en ambos Länder para lograr gobiernos de coalición.

El caso de Gauland es especialmente significativo porque el veterano político cosechó su mayor éxito electoral tras abandonar, desencantado, la CDU de Merkel, en la que había militado durante 40 años. No es el único que recala en AfD tras salir de forma más o menos estrepitosa del grupo conservador. El fundador y principal portavoz de los euroescépticos, el profesor de Economía Bernd Lucke, de 50 años, llevaba tres décadas en las filas de la canciller cuando abandonó el barco y puso rostro y voz a una corriente hasta entonces tabú en la política alemana.

placeholder El diputado del Parlamento Europeo y líder de Alternativa para Alemania (AfD), Bernd Lucke (d) (Efe).

Año y medio de éxitos euroescépticos

Desde su fundación, AfD ha logrado importantes éxitos en todas las elecciones a las que ha concurrido, mejorando progresivamente su arraigo y sorprendiendo a las formaciones políticas tradicionales y a los institutos demoscópicos. Incluso cuando en septiembre del año pasado se quedaron fuera del Bundestag, el parlamento alemán, al faltarles tres décimas para alcanzar el 5% preciso para obtener representación. Aquello fue, en el peor de los casos, una dulce derrota para un partido transgresor, y sin casi presupuesto ni estructura, que participaba por primera vez en unos comicios.

Luego vinieron las elecciones europeas del pasado mayo. Con las encuestas registrando un aumento de la intención de voto, AfD pisó el acelerador y aprovechó los puntales de su programa euroescéptico. Nada de rescates a los bancos, cero ayudas a otros Estados y desmantelamiento ordenado del euro. El resultado: un 7,1% de los escrutinios y siete europarlamentarios de los 96 que correspondían a Alemania. Esta representación en Estrasburgo supone para cualquier partido, y especialmente para los que están consolidándose, una fuente de estabilidad financiera incomparable.

Tras la pausa del verano llegaron los comicios regionales. Primero tuvieron lugar las del estado federado de Sajonia, a finales de agosto, y ahí AfD logró quedar en cuarta posición, tras los tres grandes en el este, con un 9,7% de los votos. Luego vinieron las elecciones de Brandeburgo y Turingia. Ningún partido alemán había logrado irrumpir con esta fuerza en todos los niveles políticos en la República Federal. Los Verdes tardaron años en establecerse; Los Piratas están a punto de desaparecer por sus disputas internas tras una breve efervescencia inicial... Mientras, los asesores de los demás partidos empiezan a tomar nota ante el arrastre populista. Y también los de Cancillería.

Ahora los “viejos partidos” –como los llama Lucke de una manera despectiva que recuerda a otras fuerzas de nuevo cuño en distintas latitudes europeas– temen la llegada de los comicios regionales previstos para 2015 en Bremen y Hamburgo, en el oeste. Para la segunda de estas dos ciudades-estado AfD cuenta además con uno de sus primeros espadas, una importante baza de cara al electorado más liberal. Se trata de Hans-Olaf Henkel, expresidente de la poderosa Asociación de la Industria Alemana (BDI), que tras coquetear durante años con el FDP se afilió a AfD el año pasado, entró en las elecciones europeas y disfruta ahora, a sus 74 años, de un asiento en Estrasburgo.

Confrontación y viraje a la derecha

Oficialmente, la CDU ha apostado por el aislamiento político y la puja programática para hacer frente a AfD. Tras las elecciones de Sajonia, Merkel subrayó, frente a quienes entre sus filas pedían sotto voce buscar vías de entendimiento con los populistas, que no era factible pactar con euroescépticos. Después de Brandeburgo y Turingia elevó el tono y ante la ejecutiva de su partido aseguró que la respuesta al auge de los populistas debía ser “la confrontación política”. La solución a la primera competencia con opciones a la derecha de la CDU es el “buen trabajo” en el gobierno, añadió la canciller. Los euroescépticos, por su parte, no parecieron sentirse dolidos por esta postura. “Cuanto más tratan de arrinconarnos las demás formaciones, mejores resultados obtenemos”, replicó poco después un crecido Lucke, que en alguna ocasión ha señalado que sus votantes “están hartos de la falta de perfil de los viejos partidos”.

El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, un veterano cristianodemócrata y hombre de confianza de Merkel, aseguraba recientemente en una entrevista al periódico Tagesspiegel que hay que “enfrentarse con total determinación a estos populistas” que “propagan la xenofobia”, “instrumentalizan la criminalidad extranjera” y “denigran las fronteras abiertas”. A su juicio, agregaba, AfD guarda similitudes con Los Republicanos –un partido de ultraderecha actualmente caído en la irrelevancia–, una comparación odiosa repleta de connotaciones en un país que carga todavía concienzudamente con la losa culpable del nacionalsocialismo.

No obstante, la confrontación es sólo uno de los pilares de la reacción contra los euroescépticos de la CDU. El otro es más sibilino. Aunque AfD está captando simpatizantes por todo el espectro ideológico –desde La Izquierda hasta el ultraderechista NPD, salvando quizá al fiel votante verde–, la CDU y los liberales son los que más bajas están sufriendo. Por eso el partido de Merkel está contemplando escorarse ligeramente hacia su derecha para recuperar al votante conservador desencantado, entre otras cosas, por las cesiones que ha tenido que hacer Merkel a los socialdemócratas para auparse a la Cancillería en su tercera legislatura.

Virar a la derecha para la CDU implica hacer más énfasis en política familiar, en seguridad ciudadana y en control de la inmigración, cuestiones en las que AfD se ha hecho fuerte. Pero también endurecer ciertas posturas en Bruselas. Si Merkel ha conseguido imponer a grandes rasgos su paquete de soluciones a la crisis –desde la consolidación fiscal a una unión bancaria de mínimos, pasando por el rechazo a los eurobonos y un plan en ciernes de devolución de competencias a los países– el despunte de AfD podría hacerle radicalizar ciertas tesis, lo que perjudicaría a los países más afectados por la crisis, un grupo cada vez más amplio donde a los rescatados se unen, como mínimo, Francia e Italia.

Además, no se puede esperar mucha oposición a esta maniobra. El SPD no tiene interés siquiera por matizar la postura de Merkel aprovechando su papel de socio minoritario del Gobierno, pues sabe que en Alemania las críticas a la austeridad tienen más riesgos que réditos electorales. Y los dos partidos de la oposición en el Bundestag, La Izquierda y Los Verdes, que han atacado –aunque con distinto acento– las recetas de Merkel para Europa, no alcanzan el 20% de los asientos en la Cámara Baja. Su capacidad de control y moderación es nula.

placeholder Merkel saluda a ciudadanos durante las celebraciones del Día de la Unidad alemana en Hanóver (Reuters).

El efecto mariposa

El reposicionamiento de Merkel es más que probable. Así lo creen varios expertos que han apuntado esta tendencia en los últimos días. Quien más claro lo ha señalado ha sido la agencia de calificación de riesgos estadounidense Standard and Poor's (S&P), que en un informe difundido tras las elecciones en Brandeburgo y Turingia apunta que la CDU podría “tratar de recuperar votantes trasvasados a la populista AfD endureciendo la posición del Gobierno” en Europa. La auditora ahonda en las consecuencias económicas a nivel europeo de las estrategias de política interna en Alemania y alerta de los riesgos. “Cualquier signo de que Alemania endurece su postura podría dar al traste con la confianza de los inversores financieros en la solidez del apoyo multilateral a cualquier soberano de la Eurozona”, apuntaba en el documento el analista Moritz Kraemer.

Esto es, ante la falta de pulso interno en la mayoría de economías periféricas de la eurozona, un gesto en Berlín de cara al interior podría volver a desbocar las primas de riesgo de soberanos con problemas. Una desagradable versión europea del llamado efecto mariposa, un concepto propio de la teoría del caos que sugiere que la menor perturbación de un sistema inestable puede provocar una reacción desproporcionada a corto o medio plazo.

El terreno para este nuevo desequilibro está abonado, pese a que los intereses de la deuda pública de los países que comparten el euro estén en la actualidad en mínimos. Esto se debe más a los anuncios del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, y a las políticas expansivas de otras autoridades monetarias, que a cambios sólidos en las economías del bloque monetario. La situación podría descontrolarse fácilmente, según los expertos, ya que los fundamentales macroeconómicos de la eurozona son muy débiles, con un crecimiento anémico, una elevada tasa de desempleo y la amenaza de la deflación. La actual estabilidad se basa en algo tan etéreo como la confianza.

Contando con una prima de riesgo en mínimos, España estima que el año que viene se ahorrará 1.100 millones de euros en comparación con 2013 en el pago de la deuda, un 3% menos. Así consta en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que aprobó el Consejo de Ministros el último viernes de septiembre, que pronostica que, de media, el bono español a diez años tenga un interés del 2,6%. Un cambio de postura en Berlín vía mercados podría poner en aprietos las cuentas del Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

Alexander Gauland apenas podía contener la emoción el pasado 14 de septiembre cuando se dirigía a sus compañeros de partido. “Es el día más feliz de mi vida”, dijo este político de 73 años desde el estrado, provocando una oleada de aplausos entre la militancia. Acababan de conocer los resultados de aquella noche electoral, que pasó desapercibida en gran parte de Europa pero marcó un antes y un después en la política alemana.

Angela Merkel Alternativa para Alemania Wolfgang Schäuble
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