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Copenhague, la ciudad de las bicicletas y la tecnología inteligente
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SOSTENIBILIDAD Y ANÁLISIS DE LAS NECESIDADES

Copenhague, la ciudad de las bicicletas y la tecnología inteligente

La capital de Dinamarca combina sostenibilidad con un análisis inmediato de la situación de la ciudad. Su éxito es el "resultado de una buena planificación de 20 años"

Foto: Coches eléctricos junto al puente Oresunds durante la campaña para potenciar a Copenhague como la capital medioambiental europea en 2014. (Reuters)
Coches eléctricos junto al puente Oresunds durante la campaña para potenciar a Copenhague como la capital medioambiental europea en 2014. (Reuters)

A las ocho de la mañana, el tráfico en el Dronning Louises Bro (puente de la Reina Luisa) de Copenhague es tan denso como cabe imaginarse en una de las arterias de cualquier capital, pero con una diferencia: la mayor parte del flujo de transporte lo componen ciclistas. El avance de esta masa de trabajadores y estudiantes a pedales es mucho más fluido que el de los coches, ya que los semáforos inteligentes de la ciudad dan prioridad a los primeros. Por ello, no sorprende que, en la Capital Verde Europea 2014, más del 50% de los desplazamientos al trabajo o a centros educativos se realicen en bici.

Que la capital danesa sea un paraíso para los ciclistas es sólo una de las metas más que posibles que se ha marcado esta ciudad de 570.000 habitantes. En el camino a convertirse en una auténtica ciudad inteligente, cuidan y hacen converger todos los detalles, empezando por el hecho de que los propios empleados municipales tengan prohibido coger un taxi (“probamos nuestra propia medicina”, cuentan desde el Ayuntamiento) para ir al trabajo o que las máquinas quitanieves tengan las prioridades en este orden: bicis, peatones y coches. En cambio, el consistorio está reemplazando su parque automovilístico con coches eléctricos, que vienen a sumarse a los 160.000 que ya circulan por sus calles. Al mismo tiempo, “ser una ciudad inteligente no es un fin en sí mismo, sino un medio para seguir desarrollando la ciudad”, explica Kim Spiegelbergen, jefe de Digitalización municipal.

Porque la meta que se ha marcado esta apacible capital nórdica con fama de ser un sitio feliz es la de ser la primera gran ciudad con una huella de carbono neutral en 2025, es decir, que no genere más gases contaminantes de los que sea capaz de absorber. En concreto, buscan reducir sus emisiones en un 20% respecto al día de hoy. Nuevamente, el Ayuntamiento basa sus metas en una visión global en la que tres elementos se relacionan circularmente: la calidad de vida (seguridad, diversidad, ocio y facilidad de movimiento) alumbra crecimiento (empleo, inversiones, innovación, conocimiento), que, a su vez, presiona para reforzar la sostenibilidad. La sostenibilidad (aire limpio y huella de carbono neutra) es la base de la calidad de vida.

“Esto es el resultado de 20 años de planificación”

“Creo que lo que vemos hoy en Copenhague es el resultado de una buena planificación urbana en los últimos 20 años”, relata Spiegelbergen. “Nadie pensaba en convertirnos en una ciudad inteligente, sino en pequeñas metas importantes, como la limpieza del agua o mejorar el transporte”, añade. A la acumulación de decisiones dirigidas a mejorar la calidad de vida, se debe que, por ejemplo, las aguas del puerto de la ciudad estén tan limpias que los ciudadanos vayan ahí a nadar. Los documentos de la ciudad marcan como meta que el 90% de sus habitantes pueda ir a caminar a un parque, una playa, al mar o a una zona natural en menos de 15 minutos y que, por tanto, visiten estos lugares el doble de veces.

‘Creo que lo que vemos hoy en Copenhague es el resultado de una buena planificación urbana en los últimos 20 años. Nadie pensaba en convertirnos en una ciudad inteligente, sino en pequeñas metas importantes, como la limpieza del agua o mejorar el transporte'

Un buen ejemplo de esto son los baños del atracadero en el canal central de la ciudad, el Islands Brygge Havnebadet, una de las zonas de recreo más populares de la ciudad en verano. Gracias a un ingenioso sistema de creación de espacio adicional para el alcantarillado, la ciudad logró reducir en gran medida las aguas residuales que se vertían al puerto, cambiando la calidad del agua de insalubre a apta para el baño e incluso cristalina. Combinado con un sistema de medición de la calidad del agua online, el complejo flotante de piscinas y torres de madera han convertido un canal de transporte de mercancías en una zona de socialización para todo el mundo.

Pero el aspecto más impresionante de Copenhague no reside sólo en la eficiencia de su transporte público o en su calidad de vida. La ciudad, una de las casi 300 urbes que participarán el próximo mes de noviembre en la cuarta edición del Smart City Expo World Congress, que se celebrará entre el 18 y el 20 en el recinto de Gran Vía Fira de Barcelona, ha demostrado una gran habilidad para asociarse con empresas privadas para desarrollar diversas soluciones que la conviertan en una ciudad inteligente.

Uno de los proyectos más emblemáticos está en el municipio cercano de Albertslund, donde un parque industrial ha sido convertido en el DOLL, el laboratorio de luminosidad al aire libre. Funciona como zona de pruebas y exhibidor de las últimas ideas en iluminación inteligente para ciudades. Al caer la noche, es posible ver cómo cada marca (desde Osram a Phillips, pasando por otras compañías más especializadas) ilumina sus sectores empleando sus tecnologías más novedosas: lámparas iluminando el camino de un corredor nocturno y apagándose una vez ha pasado para seguir conservando luz, tonos púrpuras, azulados, suaves, o más intensos según la ocasión.

Con este laboratorio al aire libre, la ciudad busca convertirse en referencia para la iluminación urbana internacional, un lugar al que otras ciudades del mundo pueden acudir a estudiar su iluminación. En asociación con la universidad, han creado un modelo en 3D que permite explorar las posibilidades de cada tipo de iluminación. El laboratorio también ha creado puestos de trabajo en una zona industrial donde el desempleo es algo mayor del 5-7% de media nacional.

Por descontado, la iluminación de la propia ciudad de Copenhague ya emplea tecnologías inteligentes que regulan su consumo y se encienden sólo cuando detectan la necesidad. La ciudad y sus socios tecnológicos, como el fabricante de sistemas Cisco, ya están estudiando la posibilidad de emplear la infraestructura de iluminación (es decir, los postes del alumbrado) como centrales para proveer otros servicios y, sobre todo, para la recogida de datos.

En el camino a convertiste en una auténtica ciudad inteligente, cuidan y hacen converger todos los detalles, empezando por el hecho de que los propios empleados municipales tengan prohibido coger un taxi (‘probamos nuestra propia medicina’, cuentan desde el Ayuntamiento)

Pues la recogida y, sobre todo, la puesta a disposición de la sociedad de todo tipo de datos generados por la ciudad es uno de los aspectos a los que Copenhague está prestando más atención en este momento. Lo que la ciudad espera es que la iniciativa privada genere aplicaciones que puedan ser de utilidad para los ciudadanos.

Poniendo el flujo de datos generados por la ciudad en cada momento (los big data) a disposición del público (y protegiendo la privacidad de los ciudadanos), “creamos una situación ventajosa para todos: la ciudad tiene que invertir menos esfuerzo, los desarrolladores privados pueden desatollar aplicaciones útiles para los ciudadanos y éstos obtienen soluciones a sus problemas”, reza una de las presentaciones de la ciudad dirigidas a explicar este aspecto de su política. De esto modo, es ya posible acceder a mapas socioeconómicos de la ciudad, ver en tiempo real las zonas en obras o incluso las zonas donde hay mayor o menor aparcamiento en relación a grandes eventos deportivos. Ciudadanos o compañías pueden acceder y utilizar estos datos en cualquier momento para cualquier fin.

La infraestructura necesaria para esto ha sido posible gracias a la cooperación con la universidad y el sector privado. A través de Cleantech, un conglomerado tecnológico que aúna centros de investigación con instituciones públicas y empresas tecnológicas (como Siemens, IBM o Hofor) la ciudad espera desarrollar más y mejores usos para este flujo de datos. Pero lo más sorprendente es la abundancia de iniciativas, públicas o privadas, dirigidas a fomentar el avance sostenible de Copenhague. La ciudad tiene fe en que un buen uso de la información combinado con la tecnología verde adecuada puede culminar en una ciudad inteligente y, sobre todo, proporcionar la mejor calidad de vida posible a sus ciudadanos.

A las ocho de la mañana, el tráfico en el Dronning Louises Bro (puente de la Reina Luisa) de Copenhague es tan denso como cabe imaginarse en una de las arterias de cualquier capital, pero con una diferencia: la mayor parte del flujo de transporte lo componen ciclistas. El avance de esta masa de trabajadores y estudiantes a pedales es mucho más fluido que el de los coches, ya que los semáforos inteligentes de la ciudad dan prioridad a los primeros. Por ello, no sorprende que, en la Capital Verde Europea 2014, más del 50% de los desplazamientos al trabajo o a centros educativos se realicen en bici.

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