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¿Qué se dice en un pub inglés sobre el referéndum de independencia de Escocia?
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LA PREOCUPACIÓN SE EXTIENDE POR LONDRES

¿Qué se dice en un pub inglés sobre el referéndum de independencia de Escocia?

En petit comité, Mogliany confiesa que la secesión es una locura para los negocios y la libra. Pero no quiere mojarse. En la sala hay opiniones para todos los gustos

Foto: Una bandera escocesa ondea sobre un jardín en la Isla de Lewis. (Reuters)
Una bandera escocesa ondea sobre un jardín en la Isla de Lewis. (Reuters)

Viernes. Ocho y media de la mañana. Se abren las puertas del pub. Sobre la mesa, el camarero planta un rebosante plato compuesto por dos salchichas de ternera, dos piezas de bacon, un huevo frito, pudín negro, tomate, champiñones, judías y una especie de croqueta. Se trata del “especial referéndum” y, tal y como se especifica en el menú, tras la degustación el cliente debe votar si el Scottish Breakfast se queda de manera permanente o se vuelve a la versión English de toda la vida. Según los entendidos, la diferencia está en el haggis, aunque para el resto de los mortales la clave viene a la hora de pagar. Y aquí las normas son muy estrictas: “Es una ganga de tan sólo 7,90 libras inglesas (no dinero chistoso de Alex Salmond)”.

Los residentes en Inglaterra no tienen derecho a votar en el histórico referéndum del próximo jueves, pero desayunos como los que se ofrecen en este pub de Gunnersbury (suroeste de Londres) delatan que la preocupación no es algo que se viva tan sólo al norte de la frontera. En un principio, los ingleses no prestaron gran atención al debate. Pero en las últimas semanas, sobre todo a raíz de la encuesta que dio por primera vez ventaja a los independentistas, las cosas han cambiado.

Richard Mogliany, responsable del pub, asegura que con el desayuno tan sólo querían “aportar su granito de arena”. “Aquí estamos rodeados de oficinas. Hay muchos internacionales, pero la mayoría de nuestros clientes son británicos y, de una manera u otra, lo que salga el próximo jueves les afectará a sus vidas porque muchos tienen en Escocia a familiares y amigos”, señala.

Por otra parte, el empresario también quería ir abriendo boca a la Golf Ryder Cup -muy seguido por sus clientes-, ya que “podría ser la primera que se celebrara en una Escocia independiente y eso merece una mención especial”.

“La secesión sería una locura para los negocios y la libra”

En petit comité, Mogliany, nacido Sheffield, confiesa que él ve la secesión como una locura, “especialmente para los negocios y la libra”, pero tampoco quiere mostrarse como un libro abierto porque en la sala donde se sirven las comidas hay opiniones para todos los gustos.

Maryim Patricia Shearer, por ejemplo, asegura sentir “sentimientos enfrentados”, aunque como católica nacida en Irlanda del Norte le gustaría que Escocia “sí pudiera lograr la independencia”. “El país nunca debió haber sido conquistado por los ingleses y la secesión podría corregir ese error”, recalca. Por otra parte, también considera “vergonzoso” que “la riqueza que pertenece a Escocia haya sido explotada por otros y no haya beneficiado a la gente a nivel local, como por ejemplo el petróleo”. “Creo que es el derecho de cada país a decidir su propio destino y gobernarse a sí mismo libre de cualquier influencia externa”, recalca.

Además, Maryim señala que, aunque son británicos, los escoceses tienen una “fuerte identidad nacional” que no ha sido afectada por la unión. “Es más creo que con la unión el sentimiento nacional se ha intensificado aún más”, apunta. “Me temo que no hay respuestas reales con respecto a la moneda, pensiones, empresas, Unión Europea… pero con todo ello, si yo fuera escocesa votaría por la independencia, porque el mío sería un voto emocional. No creo que un gobierno descentralizado sea la respuesta. Irlanda del Norte opera de esta manera, pero en realidad sólo se ocupa de los pequeños problemas que no importan a Westminster”, explica.

Lo cierto es que muchos analistas ya están advirtiendo de que, en caso de que gane finalmente la unión, los problemas para David Cameron no habrán terminado. Todo lo contrario. Londres deberá cumplir su promesa y después de transferir más competencias a Edimburgo, Belfast y Cardiff podrían pedir también lo mismo.

“Si se van, el contribuyente inglés ya no tendrá que financiarles”

En este sentido, Antonio Adamis, inglés de descendencia italiana, también aboga por la independencia. Pero sus motivos son otros. “Creo que los escoceses ya reciben gran cantidad de fondos de Westminster que son, por supuesto, financiados por nuestros impuestos. En Escocia, por ejemplo, las recetas médicas y la educación universitaria son gratuitas, mientras que el resto del Reino Unido tenemos que pagar por ello. Si se van, el contribuyente ya no tendrá que financiarles”, señala.

Ellie, por su parte, tiene mucho que aportar al improvisado debate matutino. Es escocesa, pero por el hecho de vivir en Londres, no tiene derecho a votar. “Si pudiera votaría por la unión. Pero me ha sorprendido la gran cantidad de amigos y familiares que van a votar a favor de la independencia. En mi casa, por ejemplo, mi padre votará a favor de la secesión y mi madre en contra. Las comidas de los domingos son graciosas. Con la gente de confianza puedes decir lo que sientes, pero me molesta que te pongan la etiqueta de no patriótica sólo por hecho de querer seguir formando parte del Reino Unido”. Con respecto a si le parecen justas las normas adoptadas, asegura que sí. “Es cierto que hay gente incluso de otros países que van a votar sobre el futuro de Escocia cuando la mayoría sólo está allí de paso. Pero ese fue el acuerdo entre Londres y Edimburgo y hay que aceptarlo”, recalca.

“¿Debería votar todo el Reino Unido?”

En este sentido, Tony Archer, plantea su duda: “¿Deben cinco millones de personas decidir el patrimonio y el futuro de 62 millones de personas?”, se pregunta. “Me preocupo por mi país y cuando digo mi país no me refiero a Inglaterra, me refiero a Gran Bretaña. Me preocupa la posibilidad de que Gran Bretaña se rompa, de que el Reino Unido se rompa. Y sobre todo me preocupa el mensaje que se trasladará al resto del mundo”, explica.

‘Las personas que viven en Escocia decidirán si quieren o no romper una unión que tanta influencia ha tenido en el mundo. Una unión de la que todos formamos parte, seamos galeses, ingleses, norirlandeses o escoceses. ¿Deberíamos de votar todos?’, dice Tony

“Soy Inglés, sí, y vivo en Inglaterra, pero mis abuelos maternos eran Robert McPherson y Annie Wallace, dos nombres que cuentan con una histórica herencia escocesa de la que me siento orgulloso, pero sobre cuyo futuro no tengo voz. Esa falta de voz a los que están fuera de Escocia, es algo que mis amigos y yo, encontramos verdaderamente frustrante. Los escoceses, o mejor dicho, las personas que viven en Escocia, que hay una diferencia, decidirán si quieren o no romper una unión que tanta influencia ha tenido en este mundo. Una unión de la que todos formamos parte, seamos galeses, ingleses, norirlandeses o escoceses. ¿Deberíamos de votar todos?”, dice.

Él sólo se responde. “Siempre he creído que un país no es la tierra sobre la cual camina su pueblo, sino su gente. Los habitantes de Escocia se han ganado el derecho a elegir su futuro y respetaré su opinión, sólo espero que elijan bien”, recalca.

Eso sí, Tony apunta que no entiende muy bien por qué ahora el petróleo y el gas les pertenecen sólo a ellos. “Es una industria desarrollada y apoyada por los contribuyentes británicos y si ahora parece que si apuestan por la independencia ya no nos pertenecerá más. De repente, según Salmond, Escocia es supuestamente uno de los países más ricos del mundo… Y, ¿el resto del Reino Unido? Bueno, no tenemos voz ni voto. ¿Eso es la democracia? Sí. Juntos, como nación, hemos luchado por la libertad y por el derecho de las personas a que puedan decir su futuro, y creo que es lo justo. Por eso acataré el resultado”, explica.

Viernes. Ocho y media de la mañana. Se abren las puertas del pub. Sobre la mesa, el camarero planta un rebosante plato compuesto por dos salchichas de ternera, dos piezas de bacon, un huevo frito, pudín negro, tomate, champiñones, judías y una especie de croqueta. Se trata del “especial referéndum” y, tal y como se especifica en el menú, tras la degustación el cliente debe votar si el Scottish Breakfast se queda de manera permanente o se vuelve a la versión English de toda la vida. Según los entendidos, la diferencia está en el haggis, aunque para el resto de los mortales la clave viene a la hora de pagar. Y aquí las normas son muy estrictas: “Es una ganga de tan sólo 7,90 libras inglesas (no dinero chistoso de Alex Salmond)”.

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