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Seguros contra secuestros: la pujante industria que alimenta a los yihadistas
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Seguros contra secuestros: la pujante industria que alimenta a los yihadistas

Un 75% de las 500 compañías más grandes del mundo tiene pólizas de seguro K&R, que pueden llegar a ser de 250.000 dólares para una empresa en zona peligrosa

Foto: El reportero estadounidense Peter Theo Curtis en una imagen de un vídeo difundido por Al Jazeera (Reuters)
El reportero estadounidense Peter Theo Curtis en una imagen de un vídeo difundido por Al Jazeera (Reuters)

Cuando el reportero estadounidense Peter Theo Curtis fue liberado de su secuestro en Siria, el 24 de agosto, la noticia tuvo poco impacto, opacada por otra con la que marcaba contraste: la decapitación, registrada en vídeo, de su compatriota y colega James Foley, difundida cinco días antes. Y poco después, el 2 de septiembre, cualquier alivio que hubieran causado las imágenes de Curtis de regreso en casa se evaporó por el efecto de una nueva grabación, la del asesinato, también por degüello, de un tercer periodista de EEUU, Steven Sotloff, el 2 de septiembre.

Para quienes no se perdieron la noticia de la liberación de Curtis, no obstante, era difícil entender cómo los grupos yihadistas sirios estaban dejando ir a una de sus presas. El aspecto del liberado, además, resultaba chocante: en tanto que Foley, Sotloff y el trabajador humanitario británico David Cawthorne Haines (anunciado como la siguiente víctima en la lista de ejecuciones) fueron presentados en uniformes de color naranja y con el rostro y la cabeza afeitados, Curtis apareció en un vídeo anterior (del 30 de junio), y –de nuevo– tras ser puesto en libertad, con camiseta azul, barba y luciendo los largos rizos castaños con los que lo conoció este reportero en 2011 en Beirut.

Estados Unidos sostiene públicamente una política firme de jamás pagar rescates a los secuestradores, bajo la cual se negó a cubrir los 132,5 millones de dólares exigidos por el Estado Islámico a cambio de Foley, Sotloff y otros dos estadounidenses cuyos nombres no han sido revelados. Las negociaciones con los captores de Curtis, sin embargo, estuvieron a cargo de un rico país petrolero del Golfo Pérsico al que se acusa de brindar apoyo directo o indirecto a Jabhat al Nusra y otras milicias islamistas.

Qatar llevó a cabo sin descanso esfuerzos para liberar al periodista estadounidense”, declaró el emirato en un comunicado oficial el 25 de agosto, “debido a la creencia de Qatar en los principios de humanidad y su disposición (a proteger) las vidas de los individuos y su derecho a la libertad y la dignidad”.

Pilgrims Group al rescate

La racha de secuestros de periodistas y trabajadores humanitarios, que alcanzó niveles de tsunami a lo largo de 2013, golpeó la costa con fuerza brutal con las recientes decapitaciones filmadas. No hay manera de garantizar que los reporteros puedan realizar su trabajo en condiciones mínimas de seguridad. El profundo conocimiento que tiene Curtis de la lengua y la cultura árabes no bastó para que evitase su secuestro, en agosto de 2012, como tampoco fue suficiente el sofisticado aparato logístico y de seguridad con el que contaban Richard Engel, jefe de corresponsales de la cadena NBC, y cuatro de sus compañeros (Aziz Akyavas, John Kooistra, Ghazi Balkiz e Ian Rivers), que fueron capturados por una quincena de hombres con pasamontañas el 13 de diciembre de ese año.

Pilgrims Group forma parte de una industria opaca en sus métodos y procedimientos pero en rápida expansión. Lo suyo es vender protección y seguros a grandes corporaciones de ámbitos muy diversos, desde conglomerados de medios hasta gigantes del petróleo

A diferencia de Curtis, que como Foley y Sotloff es un periodista independiente o freelance que carece del respaldo de grandes medios de comunicación, a Engel y los suyos empezó a buscarlos de inmediato Pilgrims Group, una empresa de seguridad británica que trabaja para NBC brindándoles protección a sus corresponsales de guerra.

El periodista –también freelanceJamie Dettmer publicó en The Daily Beast en diciembre de 2012 un reportaje en el que reconstruía la operación de rescate: la compañía envió un equipo de seis operativos que llegó el 14 de diciembre a la ciudad turca de Antakya, muy cerca del paso fronterizo de Cilvegözü, adonde quiso dirigirse Engel para salir de Siria. El grupo reunió distintas informaciones, pero fracasó a la hora de determinar dónde escondían a los cautivos.

Recurrió entonces a Ahrar al Sham, una milicia que, a pesar de su ideología islamista, estaba dispuesta a cooperar –no quedó claro a cambio de qué–. Como era vital impedir que sacaran a Engel del área, los sirios establecieron puntos de control y, en uno de ellos, cayó el vehículo en el que trasladaban a los secuestrados, el día 18. Dettmer cita a “una fuente de seguridad” que le dijo que “los chicos de Ahrar al Sham hicieron un gran trabajo y no dudaron a la hora del combate. Fueron precisos y rápidamente mataron a dos de los captores”.

placeholder Fotografía de archivo del periodista estadounidense Steven Sotloff (Efe).

Secuestro y recompensa: una industria en expansión

Inicialmente, la NBC sostuvo que la liberación había ocurrido por la mala suerte de los secuestradores al toparse con un grupo rival. Fue la investigación de Dettmer la que reveló el papel directivo de Pilgrims Group y la participación coordinada de Ahrar al Sham. Tanto la cadena televisiva como la empresa de seguridad preferían la discreción.

Pilgrims Group forma parte, en realidad, de una industria poco conocida, opaca en sus métodos y procedimientos, pero en rápida expansión. Es conocida por las siglas K&R, que en inglés quiere decir “secuestro y recompensa”: lo suyo es vender protección y seguros a grandes corporaciones de ámbitos muy diversos (desde conglomerados de medios hasta gigantes del petróleo).

Un 75% de las 500 compañías más grandes del mundo, según la lista Fortune, tiene pólizas de seguro K&R, que pueden llegar a ser de 250.000 dólares al año para una empresa que trabaja en zonas peligrosas

Una investigación del diario The Guardian estableció el pasado mes de agosto que un 75% de las 500 compañías más grandes del mundo, según la lista Fortune, tiene pólizas de seguro K&R, que pueden llegar a ser de 250.000 dólares al año para una empresa que trabaja en zonas peligrosas.

Sus tareas pueden incluir montar operativos de rescate, como en el caso de Richard Engel, pero también llevar a cabo negociaciones directas con secuestradores y pagar enormes sumas de rescate, que en los países del Sahel (como Mali, Níger, Chad y Nigeria) alcanzan un promedio de 3.750.000 dólares por cada occidental raptado, según la firma británica de seguridad AKE Group.

Aunque los Gobiernos de Estados Unidos y Europa tienen leyes que impiden el trato con secuestradores, no es raro que las autoridades terminen en contacto con ellos y, en el caso de estas compañías, negociar con esos criminales es parte de la cotidianeidad. En los acuerdos para liberar a los rehenes, se firman pactos de confidencialidad entre las partes para evitar que la información salga a la luz.

Los rescates como fuente de financiación

Este boom del K&R está provocando que los grupos terroristas recurran cada vez más al secuestro para financiar sus actividades. Una investigación del New York Times publicada el pasado julio halló que, entre 2008 y 2013, las células afiliadas a la red Al Qaeda recibieron 125 millones de dólares en rescates, incluidos 91,5 millones entregados a Al Qaeda en el Magreb Islámico y 29,9 millones de Al Qaeda en la Península Arábiga. Los principales pagadores de rescates fueron, según el diario, Francia (58,1 millones), Qatar y Omán (20,4), Suiza (12,4), España (11) y Austria (3,2), además de 21,4 millones cuyo origen se desconoce.

El negocio da lugar a que crezca tanto el número de incidentes como las cantidades demandadas. A su vez, esto conduce a que suba el precio de las primas que cobran las compañías de seguros: una de las más importantes, la británica Willis Group Holdings, informa, por ejemplo, de que una compañía que compraba pólizas K&R en Nigeria en 2009 pagaba 10.000 dólares anuales por una cobertura de 5 millones, mientras que ahora necesita 100.000 dólares.

The Guardian descubrió que un periodista como Foley, Sotloff o Curtis tendría que gastar hasta 1.500 dólares diarios para tener protección K&R en un lugar como Siria. Además, debería pagar seguros de vida, de atención médica y de resguardo de su equipo de trabajo, todo lo cual se añade a su presupuesto de logística. Para cualquier reportero freelance, eso suena como dedicarse a financiar a la aseguradora arriesgando tu vida y, además, salir debiendo hasta la muerte.

Cuando el reportero estadounidense Peter Theo Curtis fue liberado de su secuestro en Siria, el 24 de agosto, la noticia tuvo poco impacto, opacada por otra con la que marcaba contraste: la decapitación, registrada en vídeo, de su compatriota y colega James Foley, difundida cinco días antes. Y poco después, el 2 de septiembre, cualquier alivio que hubieran causado las imágenes de Curtis de regreso en casa se evaporó por el efecto de una nueva grabación, la del asesinato, también por degüello, de un tercer periodista de EEUU, Steven Sotloff, el 2 de septiembre.

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