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El Este de Ucrania: de la protesta a la guerra
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"COMBATIR CONTRA EL FASCISMO, COMO EN 1941"

El Este de Ucrania: de la protesta a la guerra

El derribo del vuelo MH17 culmina la escalada constante que ha experimentado el conflicto en el Este de Ucrania desde la caída de Viktor Yanukovich

Foto: Separatistas prorrusos del Batallón Vostok (Este) recorren en un camión las calles de Donétsk, en el Este de Ucrania (Reuters).
Separatistas prorrusos del Batallón Vostok (Este) recorren en un camión las calles de Donétsk, en el Este de Ucrania (Reuters).

El posible derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines culmina la escalada constante que ha experimentado el conflicto en el Este de Ucrania desde la caída del Gobierno del presidente ucraniano Viktor Yanukóvich el pasado 20 de febrero. Las revueltas que tomaron la lengua y la bandera rusas por emblema en varias regiones del Este del país reflejaban en la forma las protestas del Maidán de Kiev, pero reclamaban en el fondo el regreso de la recién perdida influencia rusa en el ejectutivo ucraniano.

Durante últimos cuatro meses, la situación ha pasado de los choques callejeros entre partidarios del nuevo Gobierno y manifestantes a favor de, o bien la “federalización” del país, la secesión o la unificación con Rusia, a una guerra entre milicianos (acusados por Kiev y Occidente de ser armados y organizados por Moscú) y el ejército ucraniano. De los palos, escudos antidisturbios y autodefensas, a las milicias capturando edificios administrativos y declarando “repúblicas populares”.

Grupos como el Batallón Vostok o el Ejército Ortodoxo Ruso y la reciente aparición de artillería pesada y tanques en el teatro de operaciones son para Kiev señales inequívocas del apoyo ruso

Tras semanas de disturbios callejeros en las ciudades más importantes del país, como Odesa, Járkov o Donétsk, la revuelta prorrusa fraguó en las dos capitales del antiguo feudo electoral de Yanukóvich, la región minera del Donbás. Ya en marzo, grupos de manifestantes tomaron las sedes del Gobierno regional. A mediados de abril, esta vez armados, erigieron barricadas y proclamaron las repúblicas populares de Donétsk (DNR) y Lugánsk (LNR). Durante un tiempo, la vida siguió su curso mientras los ahora secesionistas organizaban su nuevo Estado desde uno o dos edificios en las capitales de una región habitada por siete millones de personas.

Aún de luto por la pérdida de Crimea, el nuevo desafío cogió desprevenido a Kiev. Los rebeldes expandían su territorio humillando al Ejército ucraniano o bien con la rendición de un grupo de blindados, o bien con el derribo de helicópteros y aviones con misiles tierra-aire portátiles. La aparición de este tipo de armamento, unido al porte marcial de los primeros milicianos que hicieron acto de aparición, atizaron las acusaciones de injerencia rusa en el conflicto.

A esto se sumaron la llegada de portavoces rusos para los nuevos gobiernos, particularmente la del jefe militar de la DNL, Igor Girkin Strelkov, veterano de la anexión de Crimea considerado por Kiev oficial de la inteligencia militar rusa, el GRU. Grupos como el Batallón Vostok o el Ejército Ortodoxo Ruso y la reciente aparición de artillería pesada y tanques en el teatro de operaciones es visto por Kiev como señal inequívoca de este apoyo.

La tragedia del 2 de mayo en Odesa inflamó los ánimos de los milicianos prorrusos, que abrieron centros de reclutamiento y cuentas bancarias en Moscú y otras ciudades rusas a fin de “combatir el fascismo, como en 1941”.

Al mes de su investidura, el nuevo presidente ucraniano Petro Poroshenko ha reactivado con éxito la “operación antiterrorista” (ATO), con un Ejército reorganizado que ha tomado, entre otras, la ciudad de Slaviansk el pasado 5 de julio y cercado Donétsk y Lugánsk.

Hasta el momento, el conflicto se ha saldado con más de 1.000 muertos entre combatientes y civiles desde abril, según Kiev, y unos 110.000 refugiados en Rusia y unos 54.000 desplazados internos en el resto de Ucrania, según datos de Naciones Unidas.

El posible derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines culmina la escalada constante que ha experimentado el conflicto en el Este de Ucrania desde la caída del Gobierno del presidente ucraniano Viktor Yanukóvich el pasado 20 de febrero. Las revueltas que tomaron la lengua y la bandera rusas por emblema en varias regiones del Este del país reflejaban en la forma las protestas del Maidán de Kiev, pero reclamaban en el fondo el regreso de la recién perdida influencia rusa en el ejectutivo ucraniano.

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