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Australia desarrolla un láser para destruir basura espacial desde la Tierra
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PODRÍA ESTAR LISTO EN UNA DÉCADA

Australia desarrolla un láser para destruir basura espacial desde la Tierra

Este no es el argumento de una película. Un grupo de científicos y empresarios australianos trabaja en un láser capaz de destruir basura espacial desde la Tierra

Foto: La aurora austral fotografiada por el astronauta Andre Kuipers desde la Estación Espacial Internacional en marzo de 2012. (Reuters)
La aurora austral fotografiada por el astronauta Andre Kuipers desde la Estación Espacial Internacional en marzo de 2012. (Reuters)

Este no es el argumento de una película de ciencia ficción. Un grupo de científicos y empresarios australianos trabaja en el desarrollo de un láser capaz de desplazar piezas de basura espacial desde la Tierra y que a largo plazo pretende destruir la chatarra que orbita alrededor de nuestro planeta. El proyecto puntero tiene lugar en el observatorio de Stromlo, junto a Canberra, la adormecida capital de Australia. La contaminación lumínica prácticamente nula y unas condiciones atmosféricas casi siempre excelentes hacen de Stromlo un sitio privilegiado para observar el espacio.

En este rincón de las antípodas, científicos y empresarios australianos llevan años investigando la tecnología óptica necesaria para detectar y seguir la trayectoria de piezas de basura espacial del tamaño de un puño a unos 1.000 kilómetros de distancia. Sin embargo, el proyecto no despegó hasta hace pocos meses, cuando el Gobierno australiano creó un centro de investigación y lo dotó de 13,7 millones de euros. A estos, se le suman otros 27,5 millones que ha aportado la iniciativa privada.

La primera fase contempla la mejora de un sistema que permite detectar con 24 horas de antelación pedazos de basura espacial que podrían chocar contra satélites en funcionamiento. ‘Ya hemos desarrollado la tecnología, pero el coste es todavía demasiado elevado’, explica el director ejecutivo de EOS Australia, Ben Greene

La primera fase contempla la mejora de un sistema que permite detectar con 24 horas de antelación pedazos de basura espacial que podrían chocar contra satélites en funcionamiento. Tras localizar las piezas con la ayuda de un potente telescopio, un láser proyectado desde la Tierra desplaza la basura y evita la colisión.

“Ahora ya hemos desarrollado la tecnología, pero el coste es todavía demasiado elevado”, explica el director ejecutivo de EOS Australia, Ben Greene. Esta empresa especializada en óptica aeroespacial lidera la iniciativa junto con la Escuela de Investigación de Astronomía y Astrofísica de la Universidad Nacional de Australia (RSAA en sus siglas en inglés). Greene cree que tardarán entre cinco y diez años en reducir el coste del sistema, pero asegura que este es sólo el principio. El siguiente paso, explica, pasa por eliminar los más de 300.000 objetos peligrosos que orbitan alrededor de la Tierra y que ponen en riesgo las misiones espaciales.

“Lo haremos utilizando esta misma tecnología láser para atraer estos objetos hacia la Tierra y que se quemen al entrar en contacto con la atmósfera”, aclara Greene, que asegura que el método es “científicamente posible” y que podría estar listo en unos diez años.

La basura ha comenzado a 'reproducirse'

La proliferación de basura en el espacio ha dejado de ser una cuestión lejana y poco real. En los últimos años, estudios e incluso superproducciones de Hollywood han puesto de relieve el problema que representan los centenares de miles de desperdicios que orbitan alrededor de la Tierra a gran velocidad. El problema más preocupante es que la basura ha comenzado a reproducirse: “Los desperdicios se estrellan unos con otros y se desintegran en trozos más pequeños, así hasta el infinito”. Existe el riesgo de que las colisiones multipliquen la basura de forma exponencial, hasta tal punto que resulte imposible rastrear los pedazos desde la Tierra.

Otra de las dificultades es que los recursos destinados a eliminar los residuos en el espacio son muy limitados. Apenas un 1% de la inversión espacial se destina a investigar métodos para acabar con la basura. Además, la crisis financiera limitó todavía más los recursos a misiones espaciales. “El problema de la basura espacial es enorme y urgente. Pero claro, para un Gobierno también lo son el sistema de salud pública y la educación”, reconoce Greene.

En parte, esto explica el liderazgo australiano en este campo. La crisis económica apenas afectó al país, que hoy goza de unas perspectivas de crecimiento optimistas y de un paro estable del 5,8%. Además, el trabajo de los investigadores australianos a la hora de adaptar sistemas ópticos a la astronomía ha resultado clave, asegura el director del RSAA, Matthew Colless. “Los americanos son mejores con el radar, pero ha resultado que la tecnología óptica y el láser son más eficientes a la hora de localizar objetos pequeños a mucha distancia”, explica.

El proyecto en el que participan decenas de científicos ópticos, ingenieros, astrónomos y expertos en dinámicas orbitales se centrará en mejorar las técnicas de localización y seguimiento de la basura. “El problema crece cuanta más basura hay, porque los objetos que están de 100 a 1.000 kilómetros de la Tierra se mueven a gran velocidad y siguen órbitas diferentes que a menudo se entrecruzan”, asegura Colless.

Este veterano astrónomo predice que en diez años podrían instalarse láseres en varios puntos del planeta. La cantidad dependerá del coste final de la tecnología y de la cantidad de desperdicios que los telescopios puedan detectar. Pero para Colless y su equipo, pulverizar chatarra cósmica con un láser al más puro estilo Estrella de la Muerte en la Guerra de las Galaxias ya no es pura ficción, sino “sólo cuestión de tiempo”.

Este no es el argumento de una película de ciencia ficción. Un grupo de científicos y empresarios australianos trabaja en el desarrollo de un láser capaz de desplazar piezas de basura espacial desde la Tierra y que a largo plazo pretende destruir la chatarra que orbita alrededor de nuestro planeta. El proyecto puntero tiene lugar en el observatorio de Stromlo, junto a Canberra, la adormecida capital de Australia. La contaminación lumínica prácticamente nula y unas condiciones atmosféricas casi siempre excelentes hacen de Stromlo un sitio privilegiado para observar el espacio.

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