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"No quiero ver cómo las costas de Grecia acaban convertidas en las de España"
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¿EL FINAL DE LAS PARADISÍACAS PLAYAS GRIEGAS?

"No quiero ver cómo las costas de Grecia acaban convertidas en las de España"

El nuevo proyecto de ley de desarrollo de costas preparado por el conservador Samaras podría borrar de un plumazo las restricciones medioambientales

Foto: Una turista disfruta de una playa en el pueblo de Gouves, cerca de Heraklion, en Creta. (Reuters)
Una turista disfruta de una playa en el pueblo de Gouves, cerca de Heraklion, en Creta. (Reuters)

Balnearios de aguas cristalinas y turquesas. Costas casi sin atisbo de civilización. Arena limpia y árboles en primera línea de playa. Esa es la imagen que muestran muchos de los lugares de recreación favoritos de los helenos y de los turistas que visitan Grecia. La idílica instantánea podría, sin embargo, desaparecer en un futuro ¿El motivo? El nuevo proyecto de ley de desarrollo de costas preparado por el Gobierno del conservador Antonis Samaras.

La polémica legislación, propuesta por el ministerio de Economía, ha levantado una ola de críticas en el país al sur de los Balcanes. Las consultas públicas sobre su viabilidad, que expiraban a principios de mayo, han sido prolongadas hasta después de las elecciones europeas tras la emisión de centenares de respuestas negativas. Podría borrar de un plumazo la mayoría de las actuales restricciones medioambientales dispuestas para evitar el deterioro del litoral del país, según denuncian varias ONG ambientalistas.

La polémica legislación, propuesta por Economía, ha levantado una ola de críticas. Podría borrar de un plumazo la mayoría de las actuales restricciones medioambientales para evitar el deterioro del litoral

Eliminaría, por ejemplo, todas las limitaciones en el área máxima permitida para colocar sombrillas, tumbonas o barras en las playas.“Va a destruir en el medio y largo plazo la belleza natural, la biodiversidad y el medio ambiente de Grecia. Nuestro país, comparado con otros que han tenido grandes problemas con legislaciones similares, como España, cuenta con un entorno costero bastante prístino. Esto lo cambiará todo”, denuncia Dimitris Ibrahim, de la rama griega de Greenpeace.

La ley actual dicta que deben existir al menos 100 metros de distancia de playa abierta entre cualquier infraestructura operada por cada concesionaria y cada una sólo puede actuar en 500 metros cuadrados de terreno: “Habrá menos espacio para aquellos bañistas que no quieren, o no pueden, pagar por una tumbona y simplemente buscan relajarse en la playa”, lamenta Iasonas Kantas, de WWF Grecia. Dicha ONG ha calificado el texto como “criminal”.También facilitaría la construcción de edificios permanentes en las costas helenas para propósitos comerciales. Hasta ahora la ley dictaba que cualquier proyecto en primera línea de playa debía demostrar ser absolutamente necesario para que la empresa en cuestión alcanzara sus metas económicas.

Introduciría, además, el concepto de “inversiones estratégicas” para designar ciertas zonas como áreas de desarrollo especial: “Esta ley no tiene en cuenta las características únicas del entorno natural y la biodiversidad helena. Tenemos zonas, por ejemplo, donde anidan las tortugas de mar caretta-caretta. Si son molestadas por luces o su entorno es degradado, no anidarán en ningún sitio y tirarán sus huevos al mar”, explica Ibrahim.

No sólo se favorecería la construcción de nueva obra. El proyecto legislativo permitiría a las empresas la legalización de edificios ya erigidos, pero de forma irregular, previo pago de una multa: “De esa manera se creará una cultura en el país que validará romper la ley porque siempre podrás pagar una multa unos años después y todo estará bien. Es una medida para conseguir beneficios rápidos, algo que encaja con la mentalidad de la troika”, denuncia el activista de Greenpeace.

La ley actual dicta que debe existir al menos 100 metros de distancia de playa abierta entre cualquier infraestructura operada por cada concesionaria y cada una sólo puede actuar en 500 metros cuadrados de terreno

“Tras el inicio de la crisis el Gobierno permitió legalizar, previo pago de multas, edificios residenciales construidos ilícitamente. Hubo ciertas protestas y para calmarlas dijeron que el dinero recaudado iba a ir a una especie de bolsa verde para actividades ambientalistas. En unos meses dijeron que el 95% de esos fondos iban a ir a parar al presupuesto del Estado. Ahora ese porcentaje es del 97,5% y sólo el 2,5% está destinado a actividades medioambientales”, explica Ibrahim.

“El resultado es edificios que no son seguros, a los que les falta la infraestructura básica que tendrá que ser erigida posteriormente a costa del sector público y del privado”, critica también Kantas. “Esas leyes violan al principio del Estado de derecho y la igualdad de los ciudadanos ante la ley. Ponen en desventaja a los ciudadanos que se atienen a las normas”, subraya el activista de WWF.

Turistas abarrotan la playa de Vari (Reuters).
Pagar por pisar la playa

Si algo ha indignado a los helenos, sin embargo, es la eliminación de toda referencia al derecho de acceso a las costas. Acabaría, de facto, con el derecho a que el público acceda sin trabas a cualquier playa y supondría, según los ambientalistas, el peligro de que las costas sean parceladas por distintas empresas. La ley prevé, eso sí, que las concesiones incluyan “términos y condiciones para asegurar el acceso público” después de “equilibrar” los pros y los contras para el inversor.“Según la Constitución helena, la entrada al mar no debe ser obstaculizada para nadie. En casos muy especiales podemos cortar la entrada para protegerla, pero no generalmente”, expone Ioannis Michail, presidente de la ONG Elliniki Etairia.

“La mayoría de los griegos consideran totalmente inaceptable que un empresario privado pueda restringir su acceso a una playa. En algunos balnearios ya tienes que pagar por entrar. Parte del dinero va para el Gobierno, pero son de uso privado. En esos casos, aunque son malos, al menos hay restricciones, como dejar una parte de la playa de acceso gratuito o respetar las normas medioambientales, y esos casos ya están levantando reacciones en contra”, enuncia Ibrahim, de Greenpeace. Ya se han dado quejas contra negocios costeros que cobran dinero por entrar a las playas incluso sin licencia.

La mayoría de los griegos consideran totalmente inaceptable que un empresario privado pueda restringir su acceso a una playa. En algunos balnearios ya tienes que pagar por entrar

Otras disposiciones también han levantado las suspicacias de los ambientalistas. El proyecto de ley reduce las delimitación de la playas de los 100 metros desde la línea del mar admitidos en la legislación actual, a sólo 50, o 10 en caso de necesidad por obras "turísticas o industriales": "Permitirá por primera vez reclamar tierra al mar y, además, todas sus disposiciones podrían extenderse a lagos y ríos, lugares mucho más frágiles que las costas. Una sola pieza de ley se impondrá sobre una variedad de hábitats que incluyen acantilados, humedales, bosques costeros, dunas y demás”, lamenta Kantas.

Quienes critican el texto creen que el sector turístico se verá perjudicado si la ley se aprueba: “Nos preocupa que parte del sector turístico griego se adhiera al caduco modelo de los 60 o los 70, que promocionaba servicios en masa, grandes edificios en la costa y playas privadas y marinas”, enfatiza el activista. “Cuando la gente viene a Grecia no vienen a ver un hotel enorme o una playa llena de sombrillas, sino la belleza natural de nuestras playas, biodiversidad y medio ambiente. Esta ley es algo malo para el turismo y el desarrollo del país”, asegura también Ibrahim.

Grecia cuenta en la actualidad con 408 playas con bandera azul. Sólo es superada por España, con 571.“Alrededor del mar Egeo y sus costas nació la civilización griega hace miles de años. Ahora vamos a construir de todo en todos lados, sin excepciones, destruyendo la armonía física y la herencia cultural. El turismo forma la base económica de nuestras islas. Si esa base es trastornada, su vida económica estará en grave peligro”, alera Michail.

Una turista se baña en la costa opuesta a la roca de Monemvasia (Reuters).
Gran respuesta popular, peligro para el Gobierno

Incluso las ONG se han visto sorprendidas por la gran respuesta popular contra el texto legislativo. Más de 150.000 firmas han sido recogidas en diversas páginas web contra el proyecto.“Porque no quiero ver a las costas griegas convertidas en las de España” es la razón de Neil Kirkaldy, un internauta radicado en la isla de Antíparos, para firmar su petición en la web Change.org. Otros 35.000 usuarios se reivindican "Contra la destrucción de la banda costera griega” en Facebook.

La importancia de nuestras zonas costeras es enorme y el gran potencial para el crecimiento económico que ofrecen debe ser lanzado, dice Economía

“La gente está juntando firmas, escribiendo blogs, usando la ley para presionar a los políticos en vista a las elecciones… Es una inesperada pero muy importante reacción de la sociedad griega. Nosotros estamos muy vinculados al mar y la gente se siente amenazada por esta ley. Es algo que va a quitarles un aspecto muy importante de su personalidad y de su propia existencia como es el acceso al mar. Creo que al final el Gobierno tendrá que echarse atrás”, expone el activista de Greenpeace.

El ministerio de Economía ha explicado que la nueva legislación servirá para delinear el espacio costero heleno y simplificará la construcción y la administración de las playas.“La importancia de nuestras zonas costeras es enorme y el gran potencial para el crecimiento económico que ofrecen debe ser lanzado”, explicó la oficina ministerial a través de un comunicado cuando comenzó la polémica.

El Gobierno pretende darle unas ganancias fáciles a la industria pesada del turismo”, denuncia Ibrahim, de Greenpeace. “Dicen que hacen estos cambios porque hasta ahora el principal obstáculo para la expansión turística del país ha sido la burocracia, y ahora intentan simplificarlo todo con esta pieza legislativa. Van del extremo de que no puedes hacer nada por el papeleo, al extremo de que no exista control. Nosotros proponemos no dejar que la burocracia sea un obstáculo al desarrollo sostenible mientras que se mantienen unos valores medioambientales muy estrictos y claros. Que el inversor, cuando venga, sepa exactamente qué puede y qué no puede hacer”, reclama el activista.

Una bandera griega en la playa de Voula, al sureste de Atenas (Reuters).
El gran número de quejas de ONG y de los griegos de a pie, unidas a objeciones remitidas incluso desde el Ministerio de Medio Ambiente, hizo que el Estado decidiera ampliar el proceso de consulta pública de la ley hasta después de las elecciones europeas, con la posibilidad de enmendarla: “El primer ministro desea una consulta meticulosa para que todos los problemas sean explorados. Ha pedido que el Gobierno sea informado, después de las elecciones europeas, de los resultados y conclusiones para elaborar su posición final”, dijo el ministro de Estado, Dimitris Stamatis, el pasado día 13 de mayo, cuando se pospuso la consulta.

Las ONG, sin embargo, se resisten a creer tal extremo: “no van a reconsiderar la ley. Es una táctica que utilizan. Sabemos desde el principio que, debido a las elecciones, el parlamento está cerrado estas dos semanas y los comités no cierran, es decir, que la ley no se iba a aprobar en ningún caso antes de las elecciones. Han intentado calmar a la gente y van a reintroducir el texto tras los comicios si no reaccionamos”, explica el activista de Greenpeace.

Parece claro que el Gobierno podría tener muchos problemas para aprobar la ley en el Parlamento tal y como ha sido redactada hasta ahora. Dos diputadas del partido de Samaras, Dora Bakoyannis y Fotini Pipili, han mostrado su rechazo a la misma.“La ley es monstruosa… no votaré por ella tal y como es ahora”, dijo Fotini a principios de mayo. La alianza entre conservadores y socialistas tan sólo cuenta con el apoyo de 152 de los 300 diputados del Parlamento. Varios diputados socialistas también se oponen al proyecto. Cualquier fracaso a la hora de votar una nueva ley podría suponer la convocatoria de elecciones anticipadas.

Balnearios de aguas cristalinas y turquesas. Costas casi sin atisbo de civilización. Arena limpia y árboles en primera línea de playa. Esa es la imagen que muestran muchos de los lugares de recreación favoritos de los helenos y de los turistas que visitan Grecia. La idílica instantánea podría, sin embargo, desaparecer en un futuro ¿El motivo? El nuevo proyecto de ley de desarrollo de costas preparado por el Gobierno del conservador Antonis Samaras.

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