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Arquitectos españoles en la burbuja china
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EL GIGANTE YA ES UN DRAGÓN DE CEMENTO

Arquitectos españoles en la burbuja china

China es un dragón de cemento. El boom atrae a cientos de arquitectos españoles. Algunos preguntan si no han dejado una burbuja para meterse en otra

Foto: Un obrero de la construcción observa el distrito financiero de Pudong, en Shanghai, China. (Reuters)
Un obrero de la construcción observa el distrito financiero de Pudong, en Shanghai, China. (Reuters)

“¿Por qué llegué a China? Pues porque vas uniendo puntos”. Así explica el arquitecto Manuel N. Zornoza, director del estudio Latitude, su aterrizaje en Pekín en octubre de 2011. Como él, cientos de arquitectos españoles se han mudado en los últimos años a China. Los puntos no son demasiado difíciles de unir: por un lado, el derrumbe de la construcción en España desde 2008; por otro, el gran boom en el que vive el gigante asiático, embarcado en un enorme proceso de urbanización.

Si el gremio de arquitectos era testimonial en el país hace algunos años, en la actualidad se ha convertido en una de las caras más visibles de la comunidad española en China. Aunque no hay cifras oficiales, se calcula que hay entre 300 y 600 arquitectos españoles, sobre todo en las ciudades de Pekín y Shanghai. “Los arquitectos españoles hacen de todo en China: desde planificar una ciudad hasta acabar el diseño de una habitación de hotel”, dice Héctor Peinador, cofundador del estudio Zona Beijing.

El dragón de cemento

La migración a China resulta obvia si se mira al histórico y gigantesco proceso de construcción en el que está inmerso el país asiático. Durante las últimas tres décadas, Pekín ha invertido ingentes cantidades de dinero y recursos humanos en la construcción de viviendas, autopistas, trenes, puentes, líneas de metro, escuelas, y hospitales. Una orgía de grúas y tuneladoras que le han valido a China el apelativo de “el Dragón de Cemento”.

China se ha convertido en una obra gigantesca y una de las fuerzas motrices es su acelerada urbanización. Si hace unos 30 años tan sólo el 20% de la población china vivía en urbes, en la actualidad el porcentaje se ha elevado hasta el 54%. Según los planes del nuevo Gobierno chino, que tomó el mando del país en 2013 y enseguida confirmó su apuesta por la urbanización, para el año 2030 otros 250 millones de personas se habrán mudado a la ciudad. De cumplirse, estaríamos hablando de 1.000 millones de urbanitas chinos. El periodista británico Tom Miller lo definió en su libro como la mayor migración de la historia de la humanidad.

“Están cometiendo errores gravísimos”

Además de gigantesca, la construcción en China también se rige por otras dos ideas: rápida y barata. Durante la Revolución Industrial, Reino Unido y Estados Unidos necesitaron 100 y 60 años respectivamente para pasar del 20% al 54% de población urbana; China, por su parte, ha realizado el cambio en 30 años. Como país en vías de desarrollo, el gigante asiático ha apostado durante los últimos años por soluciones casi de emergencia para intentar ofrecer alojamiento al mayor número de personas en el menor tiempo posible. “Estamos hablando de cientos de millones de personas que pasan del campo a la ciudad y hay que darles cobijo de alguna manera. ¿Cuál es la idea que subyace dentro de este éxodo? Que sea factible y que sea barato. Que cueste lo menos posible”, explica Héctor Peinador.

El gremio de arquitectos se ha convertido en una de las caras más visibles de la comunidad española. Se calcula que hay entre 300 y 600. ‘Hacen de todo: desde planificar una ciudad hasta acabar el diseño de una habitación de hotel’, dicen en el estudio Zona Beijing

En el contexto chino de superpoblación, el resultado de ese modelo de construcción han sido cientos de enormes aglomeraciones urbanas donde se imponen las grandes avenidas y los bloques de viviendas de 20 o 30 plantas. En muchos casos, esto ha dado lugar a ciudades prácticamente idénticas, donde los edificios se repiten uno tras otro de forma pragmática y sin muchas consideraciones estéticas. “El 95% de la parte residencial es prácticamente copia-pega; para China se necesita sólo un arquitecto”, dice Manual N. Zornoza.

Bajo las directrices del “rápido y barato”, los materiales y acabados de los edificios no destacan precisamente por su calidad. A diferencia de otros países, en China los arquitectos no suelen supervisar la realización de la obra, con lo que los constructores apuestan por los materiales más baratos para aumentar su margen de beneficio. El resultado de todos estos factores, en palabras de muchos arquitectos españoles, son ciudades poco orgánicas, demasiado pragmáticas y pensadas para el desarrollo económico, sin tener en cuenta al peatón. “China yo creo que ahora mismo está en un estado de adolescente”, dice Manuel N. Zornoza.

Cuando pasen 10, 15 o 20 años, se darán cuenta de los grandísimos errores que han cometido al estar construyendo tanto y en cambio no erigir nada que pueda perdurar en el tiempo. No están construyendo ciudades, están construyendo aglomeraciones de edificios, que es algo muy diferente. Hay muchos edificios, pero muy pocas ciudades”, concluye el director de Latitude Studio.

Un paraíso donde pocos triunfan: “Aquí hay que ensuciarse”

Sin embargo, no todo son éxitos dentro de la aventura de la arquitectura española en China. Casi todos los grandes estudios de nuestro país intentaron instalarse en el gigante asiático aprovechando sus abultados beneficios durante la fiebre de la construcción en España, pero pocos han conseguido triunfar. Las grandes expectativas no siempre estuvieron acompañadas de un conocimiento profundo del mercado. “Objetivamente, desde un despacho en Madrid, se puede decir: ´China es grande, hay proyectos, metros cuadrados, torres. Perfecto. Es el paraíso´. Pero a veces tienes que tener los pies en el suelo y entender a qué país vas. Asia no es Nueva York, donde llegas en primera clase. Yo creo que aquí tienes que venir a ensuciarte un poco los pies y a entender de qué va esto”, explica Manuel N. Zornoza.

Estaríamos hablando de 1.000 millones de urbanitas chinos. El periodista Tom Miller lo define como la mayor migración de la historia de la humanidad

En eso están invirtiendo su tiempo y su dinero decenas de jóvenes españoles que se han lanzado a crear estudios en China. Se trata normalmente de pequeñas empresas, de entre dos y diez trabajadores, que muchas veces mantienen también una oficina en España y que buscan hacerse un hueco presentándose a proyectos de diseño interior, centros comerciales, complejos de viviendas de lujo o los denominados máster plan, donde se puede llegar a definir el uso urbano de cientos de miles de metros cuadrados.

El problema número uno al que se enfrentan estos estudios es el de conseguir proyectos, un difícil proceso en el que hay que afinar mucho con las verdaderas intenciones del cliente. Como todo el suelo es propiedad del Gobierno, que lo puede ceder hasta un máximo de 70 años, en ocasiones los promotores chinos lanzan concursos cuyo único objetivo es presentar un proyecto que pueda convencer a las autoridades. “¿Para qué estamos trabajando aquí los arquitectos extranjeros? Una de las conclusiones que sacamos es que es para que al Gobierno le gusten los proyectos, porque son mucho más impresionantes de lo que están acostumbrados a ver. Pero una vez que dan la aprobación del proyecto, se olvidan de nosotros y construyen el proyecto que sabían que iban a hacer desde el principio. A veces es una estrategia puramente de marketing”, explica Héctor Peinador.

placeholder Obreros derriban edificios viejos en el centro de Shanghái (Reuters).

Además de luchar contra la competencia extranjera (especialmente contra estadounidenses y alemanes, a quienes mejor les ha ido en China) y de diferenciar entre proyectos reales y proyectos de marketing, los estudios españoles se encuentran ante la falta de contactos en el Gobierno y empresas, un concepto que en China se conoce como guanxi. “Aquí en Chengdu la competencia entre las empresas todavía no se basa en la calidad, el proyecto se lo lleva el que tiene más guanxi”, dice Marina Carpio, cofundadora de Shift View. En muchos casos, la mejor forma de conseguir clientes y presentarse a proyectos es de la mano de una empresa china, pero la unión de fuerzas no siempre resulta igual de beneficiosa para las dos partes. “El socio local, a la mínima, intenta que no estés. Son extremadamente hábiles para quitarte de en medio”, dice Alberto Fernández.

Son ciudades prácticamente idénticas, donde los edificios se repiten uno tras otro de forma pragmática y consideraciones estéticas. ‘El 95% de la parte residencial es prácticamente copia-pega; para China se necesita sólo un arquitecto’, dice Manual N. Zornoza

En medio del gran boom de la construcción que vive China, muchos se preguntan si los arquitectos españoles no han abandonado una burbuja para meterse en otra. Los precios en las urbes chinas están entre los más altos del mundo en comparación con los ingresos medios de los ciudadanos, mientras que muchos expertos consideran que el país ha sobreinvertido en infraestructuras. “Están construyendo por encima de lo que se necesita ahora mismo. Esperan que venga mucha gente del campo y están construyendo en provisión de oleadas futuras. Pero nosotros lo tenemos clarísimo. Los centros comerciales están vacíos todos. Vas y no hay nadie. No creo que puedan llenar todo lo que están haciendo”, dice Marina Carpio.

Y es que la urbanización en China no es sólo una cuestión de bloques de viviendas. De ella depende el cambio económico hacia un modelo más sostenido y de mayor valor añadido, que consiga aumentar la productividad de los trabajadores chinos y respetar el medio ambiente. De una urbanización solidaria depende también que los ciudadanos chinos puedan gozar de servicios básicos de sanidad y educación, siempre y cuando el Gobierno flexibilice de alguna forma el sistema de registro (hukou) que discrimina a las personas llegadas de otras regiones. Un complejo proceso de urbanización que Joseph Stiglitz, premio nobel de Economía, definió como una de las dos claves que marcará el futuro de la humanidad en el siglo XXI, y del que cientos de arquitectos españoles están siendo testigos y partícipes.

“¿Por qué llegué a China? Pues porque vas uniendo puntos”. Así explica el arquitecto Manuel N. Zornoza, director del estudio Latitude, su aterrizaje en Pekín en octubre de 2011. Como él, cientos de arquitectos españoles se han mudado en los últimos años a China. Los puntos no son demasiado difíciles de unir: por un lado, el derrumbe de la construcción en España desde 2008; por otro, el gran boom en el que vive el gigante asiático, embarcado en un enorme proceso de urbanización.

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