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El asesor jefe de Obama refuta las tesis de Piketty para refundar la izquierda económica
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FURMAN CARGA CONTRA EL ENSAYO DEL MOMENTO

El asesor jefe de Obama refuta las tesis de Piketty para refundar la izquierda económica

Jason Furman, el influyente asesor jefe del equipo económico de Barack Obama, refuta las teorías que lanza Piketty en el ensayo económico del momento

Foto: El economista francés Thomas Piketty, autor de 'El capitalismo de siglo XXI', en una imagen de archivo (Reuters).
El economista francés Thomas Piketty, autor de 'El capitalismo de siglo XXI', en una imagen de archivo (Reuters).

El ensayo económico del momento, convertido en un auténtico bestseller en Estados Unidos, está despertando filias y fobias entre la elite política y financiera. El voluminoso libro del francés Thomas Piketty (El capital en el siglo XXI) se agotó en casi todas las librerías a finales del mes pasado y es ubicuo en la burbuja capitalina. La tipografía roja de su portada asoma a diario en los vagones del metro, en las cafeterías de la calle K, en los pasillos del Congreso y en las inmediaciones de la Casa Blanca.

Por las noches, asesores, lobbistas, políticos y universitarios se sumergen en sus 600 páginas, o en algunos de los muchos resúmenes redactados desde que se publicó. Si todavía no saben de qué trata, en El Confidencial lo hemos analizado desde todas sus ópticas: la económica, la social y la política.

Buena parte de los gurús progresistas han sugerido refundar la izquierda a partir de la tesis de un libro que centra el tiro en la desigualdad y propone fortísimos impuestos para los ricos

Entre quienes han leído con atención el libro se cuenta Jason Furman, el influyente asesor jefe del equipo económico de Barack Obama. El 7 de mayo, Furman dio su opinión al respecto durante una conferencia en Dublín, en la que abordó indirectamente el asunto, ofreciendo una visión muy crítica. Su opinión es relevante, ya que es lo más parecido a una reacción de la Casa Blanca que se ha producido hasta ahora.

Buena parte de los gurús progresistas estadounidenses, empezando por Paul Krugman, han sugerido “refundar” la izquierda a partir de la tesis de un libro que centra el tiro en la desigualdad y propone fortísimos impuestos para los ricos (de hasta el 80% a las rentas superiores al millón de dólares y de entre el 50 y el 60% a las superiores a 200.000 dolares). “Los conservadores están aterrorizados”, escribía recientemente el propio Krugman.

En su análisis (disponible en inglés aquí, en la web de la Casa Blanca), el “cerebro económico” de Obama viene a negar la mayor. Si en su libro Piketty insiste en que el aumento de la desigualdad se acelera principalmente porque el retorno neto del capital es superior al crecimiento económico, Furman pone la idea en tela de juicio. Dice que le parece una “contribución útil” al debate, pero para nada definitiva.

Furman cuestiona que estemos abocados a vivir un futuro en el que las desigualdades vayan a aumentar exponencialmente, ya que hay otros muchos factores en juego. “La de Piketty es una tesis interesante y una importante fuente de preocupación, pero no está claro que sea plausible (...) La predicción es que los retornos del capital van a crecer, empujando inexorablemente hacia una mayor desigualdad. Pero (ese factor) es sólo uno de los muchos determinantes de la desigualdad”, dice.

Jason Furman, el influyente asesor jefe del equipo económico de Barack Obama (Reuters).En su opinión, a la hora de explicar la desigualdad la brecha salarial es tan importante o más que los retornos de capital. El de la disparidad de salarios, recordemos, es un asunto que en Estados Unidos se debate intensamente desde hace mucho y que Obama ha incluido en su argumentario, proponiendo un incremento del sueldo mínimo que cuenta con una fuerte oposición corporativa.

El último análisis de Paywatch ( informe sindical sobre salarios) arrojaba el mes pasado un nuevo récord: la paga de los CEOS es ya 331 veces más alta que los de la media de sus empleados y 774 más que la de quienes menos cobran. Por poner un ejemplo, los trabajadores “rasos” de Walmart deberían partirse el espinazo durante ocho meses y medio, en jornadas de 40 horas semanales y sin vacaciones, para embolsarse lo mismo que gana su CEO, Michael T. Duke, en una sola hora en su despacho.

Según Furman, la brecha salarial es tan importante o más que los retornos de capital. El de la disparidad de salarios es un asunto que Obama ha incluido en su argumentario, proponiendo un incremento del sueldo mínimo que cuenta con una fuerte oposición corporativa

Furman reitera que la inequidad salarial ha sido el factor determinante detrás del aumento de la brecha económica que ha experimentado Estados Unidos en los últimos años. Y dice no está claro que esa horquilla se vaya a seguir abriendo en el futuro. ¿Por qué? Porque la evolución de los sueldos depende de muchos factores impredecible: desarrollos tecnológicos, presión sindical, políticas públicas, etcétera.

El asesor de Obama, que también es uno de los economistas más respetados de Washington, se muestra igualmente escéptico con la idea de que la desigualdad se va a seguir disparando mientras mantengamos bajas tasas de crecimiento, un argumento que considera “lo más llamativo del libro de Piketty” porque “en general, cuando las tasas de crecimiento caen (...) baja la tasa de rendimiento del capital”, dice.

Furman discrepa desde las postrimerías ideológicas, ya que él también cree que la desigualdad es un problema real y creciente, que podría marcar a sangre nuestro futuro. En su análisis, de hecho, repite uno de los mantras de la Administración Obama: la economía estadounidense se expandió fuertemente desde 2001 hasta 2007 sin que las familias de clase media hayan experimentado ninguna mejoría. “Después, las rentas cayeron durante la Gran Recesión y, como resultado, no ha habido un incremento neto de las rentas desde finales de los años 90”, sentencia.

Las soluciones que ofrece el asesor de Obama ante el “gran desafío” no pasan por un impuesto global para el capital, o por tasas de hasta el 80% para los más ricos. Se conforma con recetas menos drásticas: elevar el salario mínimo federal hasta los 10,10 dólares a la hora y financiar la educación preescolar pública (un gran problema para muchas familias en un país donde empieza a ser más difícil pagar una guardería que una universidad). Sospechosamente, las propuestas coinciden con las políticas que está impulsando su Gobierno. “Este tipo de políticas impulsarían un crecimiento inclusivo y, como consecuencia, más ingresos para la clase media, tasas de pobreza inferiores...”, promete.

“Por ahora, este forcejeo con las ideas (del libro), en lugar de analizar sus propuestas, es lo mejor que los fans de Piketty van a recibir de la Administración Obama”, resumía la semana pasada el columnista del New Yor Times, Neil Irwin.

El ensayo económico del momento, convertido en un auténtico bestseller en Estados Unidos, está despertando filias y fobias entre la elite política y financiera. El voluminoso libro del francés Thomas Piketty (El capital en el siglo XXI) se agotó en casi todas las librerías a finales del mes pasado y es ubicuo en la burbuja capitalina. La tipografía roja de su portada asoma a diario en los vagones del metro, en las cafeterías de la calle K, en los pasillos del Congreso y en las inmediaciones de la Casa Blanca.

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