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El despilfarro no es sólo español: la ‘megalomanía’ del nuevo Brasil
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"INMENSOS RECURSOS FUERON DESPERDICIADOS"

El despilfarro no es sólo español: la ‘megalomanía’ del nuevo Brasil

Obras millonarias, costes desorbitados, retrasos, accidentes y siete operarios fallecidos hasta la fecha han sido el 'leitmotiv' de estos últimos meses

Foto: Vista general de las obras de construcción del Estadio Arena de Sao Paulo el 8 de mayo de 2014 (Reuters).
Vista general de las obras de construcción del Estadio Arena de Sao Paulo el 8 de mayo de 2014 (Reuters).

Cuando en noviembre de 2013 un panel de 500 toneladas se derrumbó en el Arena Corinthians, el estadio de São Paulo donde se va a jugar el partido inaugural del Mundial de Fútbol, y mató a tres trabajadores, ya estaba claro que la cuenta atrás para este evento iba pareciéndose cada vez más a un vía crucis. Obras millonarias, costes desorbitados, retrasos, accidentes y siete operarios fallecidos hasta la fecha han sido el leitmotiv de estos últimos meses.

Con los Juegos Olímpicos la situación no parece mejor. Hace unas semanas el COI dio un tirón de orejas a Brasil por la demora en las obras en la Cidade Maravilhosa y nombró a un interventor para vigilar el trabajo del comité organizador local. Además, ha creado una consultoría especial para intentar agilizar la toma de decisiones a nivel federal, estatal y local.

Estamos empezando a despertar y a ver la realidad: inmensos recursos fueron desperdiciados en proyectos extravagantes mientras nuestras escuelas públicas todavía son un caos

La manía (o megalomanía) de comenzar obras grandiosas que a duras penas son llevadas a cabo no es una tendencia ligada exclusivamente a estos macroeventos. Hace poco, el New York Times publicaba una lista detallada de obras faraónicas iniciadas en la época de bonanza y abandonadas cuando la coyuntura económica ha cambiado. Se trata de grandes infraestructuras inacabadas por falta de recursos o de voluntad política. Para el prestigioso diario neoyorquino, los problemas con los estadios del Mundial serían sólo la punta del iceberg del ’nuevo’ Brasil.

La lista del NYT incluye proyectos lujosos concebidos en la época de las vacas gordas, cuando gobernaba Luiz Inácio Lula da Silva y Brasil experimentaba un crecimiento económico del 7,5% anual. Con el desplome de este dato hasta el 1,63%, algunos proyectos han sido paralizados; en otros casos, el presupuesto inicial de ha disparado hasta límites inconcebibles, lo que dificulta su ejecución.

Un ejemplo es la construcción de la Transnordestina, la línea ferroviaria que debería conectar a lo largo de 1.728 kilómetros el interior del estado de Piauí, en el nordeste del país, con el litoral de Ceará y Pernambuco, la región donde nació el expresidente Lula. Lanzada en 2006 como una de las obras más importantes del país, su construcción conllevó el desalojo de varias familias, que todavía no han sido indemnizadas por la pérdida de sus casas. En siete años de obras su coste, inicialmente calculado en 4,5 billones de reales (1,5 billones de euros), se ha duplicado. Y peor, la previsión es que eche a andar en 2016, seis años más tarde de lo previsto.

El estadio Arena da Baixada en Curitiba (Reuters).
Inversiones millonarias abandonadas

Las obras del fallecido arquitecto Oscar Niemeyer en Natal, en Río Grande do Norte, tampoco se han salvado del declive. El Pesebre de la Candelaria, concebido como un centro comercial y cultural, y abandonado después de su inauguración en 2006, supuso a las arcas públicas un desembolso de 1,7 millones de reales (medio millón de euros). Hoy está totalmente derruido y los indigentes buscan cobijo entre sus escombros. El ingeniero Ênio Tinoco advirtió el año pasado de que sería necesario al menos el doble para restaurarlo, pero nadie parece interesado en recuperarlo.

Obras millonarias, costes desorbitados, retrasos, accidentes y siete operarios fallecidos hasta la fecha han sido el 'leitmotiv' de estos últimos meses

El Parque da Cidade, también de Niemeyer, un icono de la arquitectura contemporánea dentro y fuera de Brasil, costó casi 22 millones de reales (7,3 millones de euros), fue inaugurado en 2008 y llegó a funcionar sólo unos pocos meses. Es otra inversión pública abandonada y en decadencia.

El NYT también cita las plantas de energía eólica sin conexión a las redes de distribución eléctrica; o el metro de Salvador de Bahía, empezado en 1997 y que con suerte empezará a funcionar el 10 de junio, dos días antes del Mundial, a pesar de los rumores de que sólo estará listo después del evento deportivo. La obra ha durado 14 años y todavía mantiene en vilo a la FIFA.

Obreros observan la playa de Ipanema desde un hotel en construcción en Río (Reuters).
“Inmensos recursos desperdiciados en proyectos extravagantes”

Un caso aparte es el famoso Museo del Alien, planificado en 2007 en Varginha (Minas Gerais) con recursos federales. La historia viene de lejos. Esta pequeña localidad, que ya fue un centro productor de café y un importante polo comercial, se volvió mundialmente famosa en 1996 por la supuesta aparición de criaturas alienígenas. En aquella época, la prensa brasileña llegó a publicar que las “autoridades militares” habrían capturado a varios extraterrestres procedentes de un OVNI, información que fue desmentida por el Gobierno brasileño.

El “incidente de Varginha”, como se le conoce en todo el país, dio pie a centenares de reportajes y documentales sobre el asunto. Decenas de testigos juraron y perjuraron ante las cámaras de todos los canales de TV que habían mantenido contacto con los extraterrestres y los describían como seres dotados de cabezas grandes, ojos rojos, piel marrón y tres dedos en cada mano. Sin embargo, nunca fue aportada ninguna prueba fidedigna acerca de estas apariciones alienígenas.

El caso es que la ciudad se ha convertido en un lugar de peregrinaje para turistas y frikis. En 2007 el Gobierno local decidió levantar un gran Museo del Alien. Más de un millón de reales (340.000 euros) fueron invertidos en un edificio con forma de nave espacial. Hoy su esqueleto herrumbroso se yergue como una nave a la deriva en un mar de yerbajos. Varios cachorros sin dueños se esconden en su estructura.

El metro de Salvador de Bahía, empezado en 1997, con suerte empezará a funcionar el 10 de junio, dos días antes del Mundial, a pesar de los rumores de que sólo estará listo después

Los fiascos se están multiplicando y revelan un desorden que lamentablemente es sistémico”, asegura a la prensa Gil Castello Branco, director de Contas Abertas, una ONG que revisa con esmero las cuentas públicas en busca de anomalías. “Estamos empezando a despertar y a ver la realidad: inmensos recursos fueron desperdiciados en proyectos extravagantes mientras nuestras escuelas públicas todavía son un caos”, añade.

Pero no hay que irse tan lejos para comprobar que las infraestructuras de las principales ciudades de Brasil se han quedado insuficientes ante el aumento de la población urbana. São Paulo está pasando estos días por una emergencia debida a la falta agua. El miércoles pasado el Sistema Cantareira de almacenamiento y distribución alcanzó el 9,6% de su capacidad. El 25% de familias con rentas bajas aseguraron haber tenido problemas de abastecimiento. Es decir, la poca agua que queda en esta ciudad de 19 millones de habitantes es para los ricos.

En Río de Janeiro, cada vez que llueve, la ciudad entera se inunda y barrios enteros se quedan hasta dos días sin electricidad. El desbordamiento de aguas fecales hacia el litoral, es decir, directamente a las famosas playas de Ipanema y Leblon, es otra consecuencia del decaimiento de un sistema obsoleto de colectores. Todo apunta a que el ciclo de bonanza, especulación y despilfarro no es un fenómeno meramente español. La nueva megalomanía brasileña ya tiene sus propios monumentos, muy parecidos a los aeropuertos vacíos en la piel de toro.

Cuando en noviembre de 2013 un panel de 500 toneladas se derrumbó en el Arena Corinthians, el estadio de São Paulo donde se va a jugar el partido inaugural del Mundial de Fútbol, y mató a tres trabajadores, ya estaba claro que la cuenta atrás para este evento iba pareciéndose cada vez más a un vía crucis. Obras millonarias, costes desorbitados, retrasos, accidentes y siete operarios fallecidos hasta la fecha han sido el leitmotiv de estos últimos meses.

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