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Así vive la élite estamental de Bruselas
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DENTRO DE LA BURBUJA EUROPEA

Así vive la élite estamental de Bruselas

Gracias a los eurodiputados y a su poder adquisitivo, Bruselas tiene el mayor número de restaurantes per cápita de Europa. Así se vive dentro de la burbuja

Foto: El primer ministro belga, Elio Di Rupo, el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, y el presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy. (Reuters)
El primer ministro belga, Elio Di Rupo, el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, y el presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy. (Reuters)

Es jueves, media tarde, y el trabajo político en el barrio de Etterbek termina, pero en su Place Luxembourg, sede del Europarlamento en Bruselas, la actividad se desplaza hacia los bares de enfrente. Comienza el reparto de tarjetas de presentación, los saludos y apretones de mano y las frases de cortesía… Un “rendez-vous, una auténtica reunión internacional”, en palabras de Benedetta Pezzella, asistente del ALDE, la Alianza de los Liberales y Demócratas en la Cámara. Los protagonistas son asistentes políticos, funcionarios, eurodiputados y demás trabajadores extranjeros en los sidelines de las instituciones europeas. Resulta difícil encontrar población belga autóctona, tampoco turistas.

De terraza en terraza, las conversaciones sobre la política del Viejo Continente se suceden… Del Fat Boy's, con sus grandes pantallas hacia la calle para ver la Champions League martes y miércoles, al Ralph's Bar. Place Lux, o directamente Plux, funciona como uno de los epicentros de la diplomacia y la política informal en la capital comunitaria y las mesas del restaurante Fabian O'Farrell's, recientemente cerrado, solían atender a muchos de los más de 700 diputados europeos (MEP en sus siglas en inglés) o a su corte de asistentes políticos, tres como mínimo por cada legislador.

Gracias a esta comunidad internacional y a su poder adquisitivo, Bruselas tiene el mayor número de restaurantes per cápita de Europa. Los 'lobbistas' conocen muy bien los lugares frecuentados por funcionarios de la UE

Gracias a esta comunidad internacional y a su poder adquisitivo, Bruselas tiene el mayor número de restaurantes per cápita en Europa, como destaca Corporate Europe Observatory (CEO), la ONG que investiga las relaciones entre la política y el mundo empresarial en la ciudad. Los lobbistas son un gran porcentaje de esta población y conocen muy bien los lugares frecuentados por funcionarios de la Unión. Hay casi un lobbista por cada dos trabajadores comunitarios, según los registros de la UE. Las estimaciones más conservadoras hablan de 25.000, mientras que otros análisis elevan la cifra por encima de las 50.000 personas.

“Un centro diplomático global” dividido

El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, tuiteaba hace unas semanas “Brussels is becoming a global diplomatic hub - like Vienna!” ("Bruselas se está convirtiendo es un centro diplomático global"). Reconocía implícitamente la importancia de la ciudad al albergar también a la OTAN, a una pluralidad de delegaciones diplomáticas y a una vasta representación empresarial.

Personas caminan por un mercado floral en la plaza central de Bruselas (Reuters).
En la Comisión Europea, con sede en la Plaza Schumman, más al norte de Plux, trabajan en torno a 33.000 personas. Hablamos del Ejecutivo europeo, con 28 departamentos, incluidos presidente y 8 vicepresidentes. Son otra parte importante de un cuerpo administrativo y político formado por 70.000 trabajadores que vive en Bruselas, pero no con los bruselenses. El diplomático español Fidel Pérez Montes habla de “dos mundos separados. En la Edad Media existía la sociedad estamental, los estamentos no se mezclaban. En Bruselas es lo mismo”.

El Ayuntamiento de París tiene más empleados públicos que la UE en esta ciudad. Por eso, Geraldine Dufort, head of unit en la Dirección General de Recursos Humanos, destaca que este mamut burocrático se gestione con el 6% del presupuesto europeo. Según datos oficiales, 8.400 millones de euros cubren sueldos, dietas, seguridad o gastos de representación y al personal auxiliar. Un dinero que financia los 150 euros diarios que los europarlamentarios tienen para manutención y hospedaje. Pero en Bruselas no duermen en hoteles más de tres noches. “Esta ciudad y Estrasburgo son lugares accidentales de trabajo, están de paso”, como confirma un ex alto funcionario en la capital comunitaria.

Hay casi un 'lobbista' por cada dos trabajadores comunitarios. Las estimaciones más conservadoras hablan de 25.000, mientras que otros análisis elevan la cifra por encima de las 50.000 personas

Es una de las causas por las que los precios del sector hotelero en Bruselas son bastante caros, y más en el barrio europeo. Difícil encontrar una habitación en los hoteles Renaissance, Radisson o Jourdan, que con varias semanas de antelación ofrecerán al viajero el módico precio de 100 euros por cuarto. Si usted quiere reservar pocos días antes, lo más probable es que no encuentre una habitación disponible o que tenga que pagar más de 200 euros por noche. Un informe del propio Europarlamento denunciaba que en Estrasburgo ocurre algo similar la semana mensual del pleno. Lo hacía con el ejemplo del Hotel Hilton, que doblaba el precio de sus habitaciones entre domingo y lunes, justo al empezar los debates.

Los MEP duermen también en sus oficinas. Ningún legislador ni asistente se atreverá a decirlo en público porque está prohibido, pero es un hecho reconocido por varias fuentes consultadas que prefieren guardar el anonimato. Los despachos tienen en su interior baños totalmente equipados y los trabajadores comunitarios hasta “pasan en el gimnasio una o dos horas libres durante el tiempo de la comida”, según Pezzella, “aunque algunos prefieren ir fuera para no ver a la misma gente todos los días”. Porque el Europarlamento alberga un gimnasio, por una tarifa mensual de 60 euros, equipado con dos pistas de squash y una sauna. Es la zona conocida como el shopping hall, al lado de la cantina, donde hay también una peluquería, una agencia de viajes que ofrece safaris o viajes al Caribe y varias sucursales bancarias.

Un trabajador coloca una enorme bandera de la UE en Jubilee Park, Bruselas (Reuters).
Establecimientos que favorecen la vida al margen en la eurobubble, la burbuja europea. Para Gonzalo Urbina, trabajador del ICEX, “podría hablarse de una falta de espacios compartidos entre la población belga y las personas que trabajan en asuntos relacionados con la UE”. Y también de las que están en las 28 Representaciones Permanentes de los Estados ante la Unión, en la disparidad de instituciones públicas presentes y en centenares de oficinas de empresas. Por cada socio europeo habría hasta 20.000 nacionales en Bruselas. Multipliquen por 28, sumen otras comunidades nacionales y obtendrán medio millón de personas.

¿Dónde están estos 500.000 trabajadores extranjeros?

Entre semana, más de 85.000 personas trabajan bajo la luz del sol en Etterbek. La comuna, bulliciosa y ajetreada desde primera hora hasta el atardecer, observa solitaria desde su altura geográfica la llegada de la noche porque apenas 18.000 personas viven en sus calles de oficinas acristaladas. El desembarco de esta comunidad foránea ha metamorfoseado el conocido como Quartier Leopold, otrora un barrio rico y residencial de arquitectura art noveau.

Los MEP duermen también en sus oficinas. Ningún legislador ni asistente se atreverá a decirlo en público porque está prohibido, pero es un hecho reconocido por varias fuentes consultadas

Los asistentes son de los pocos que viven en él, en pisos compartidos al menos los primeros años de su ejercicio, porque trabajan toda la semana desde primera hora en la UE. Cuando llevan un tiempo instalados en Bruselas, suelen trasladarse a Ixelles, cercana a las instituciones europeas, o al Chatelain. Martin Pigeon, de CEO, destaca un fenómeno interesante en la movilidad interior de la ciudad. Mientras son jóvenes, habitan estas zonas caras pero asequibles con apartamentos de 100 metros cuadrados por 1.500 euros al mes de alquiler, como mínimo. Precios similares a los de Etteberk, o incluso más caros, pero en una zona más habitable, como reconoce el experto inmobiliario Gabriel Ropers.

La Gran Bruselas supera el millón de habitantes y está dividida en 19 comunas, ayuntamientos independientes con sus alcaldes y concejales, semejantes a los grandes barrios de Madrid o París pero bajo paraguas de un Gobierno regional. Las comunas estratifican a la sociedad bruselense por su poder adquisitivo y el ascenso social de los trabajadores internacionales los alejará del centro y del barrio europeo. Pérez Montes, que vivió más de diez años en Bruselas, explica que “los funcionarios con las rentas más altas, o el personal de las embajadas, normalmente vive en Uccle (en el sur de la capital) y a continuación vendrían las dos Woluwes” (las comunas de Woluwe Saint Pierre y Woluwe Saint Lambert) al este de la ciudad.

La población de alto poder adquisitivo vive en estas tres comunas, en casas con jardín y “cerca de los buenos colegios, el Liceo Francés o el Colegio Americano, que también ayudan a fijar a la población en sus inmediaciones”, según Pérez Montes. Barrios donde comprar un piso de 2 o 3 habitaciones que ronde los 120 metros cuadrados cuesta, como mínimo, medio millón de euros.

Un hombre pasea por la plaza central de Bruselas (Reuters).
Los templos 'bo-bo' de Ixelles y el Chatelain

Place Saint-Boniface o la zona de Chatelain son lugares de ocio reconocidos en la ciudad. La comunidad internacional frecuenta estas plazas durante el fin de semana, según Gonzalo Urbina. Por el día acogen mercados de comida típica belga donde degustar los quesos del país o productos gourmets; algunas son auténticas ferias de antigüedades.

Los grandes 'lobbistas' y la alta diplomacia cobran unas cifras que les permiten pagar las cuotas del exclusivo International Club Château Sainte-Ann, creado como un club corporativo a finales de los 60 por líderes belgas y europeos

En estos espacios interaccionan, en una integración calificada de bo-bos, acrónimo en francés debourgeois bohemian ("burgueses bohemios"), la comunidad autóctona y la foránea. Población con alto poder adquisitivo y de gustos refinados que disfruta en Chatelain de exquisita arquitectura modernista, con la Casa-Museo de Víctor Horta como emblema apenas a un centenar de metros. Una belleza para los ojos aprovechada por las librerías especializadas de arte presentes en el barrio. Peter Mandelson, el excomisario británico, durante su estancia en Bruselas se mostraba admirador de la riqueza arquitectónica de la ciudad. Tanto que llegó a pagar 800.000 euros por comprar un apartamento en la zona alta del Sablon, el antiguo barrio medieval de Bruselas.

En las terrazas de la taberna The Duke, en Chatelain, o de las plazas de Ixelles, un advenedizo no sólo tendrá que preocuparse de la alta graduación de las cervezas (en Bélgica es raro que bajen de 7 grados de alcohol y algunas como la Rochester pueden superar el 10%), sino también de los precios. El salario de un MEP está entre 6.000 y 7.000 euros al mes y el de sus asistentes en torno a 4.000; pueden pagar la cuenta del restaurante Un Jour à Peyrassol, presente también en París y St. Tropez, donde se degusta jamón ibérico de pata negra y ensaladas con trufas. Sueldos parecidos a los de un funcionario medio de la UE, aunque los grandes directores de unidades les superan y también los comisarios, que cobran 20.000 euros al mes. Entre semana, a la hora de cenar, es posible ver a alguno por el Peyrassol.

Es jueves, media tarde, y el trabajo político en el barrio de Etterbek termina, pero en su Place Luxembourg, sede del Europarlamento en Bruselas, la actividad se desplaza hacia los bares de enfrente. Comienza el reparto de tarjetas de presentación, los saludos y apretones de mano y las frases de cortesía… Un “rendez-vous, una auténtica reunión internacional”, en palabras de Benedetta Pezzella, asistente del ALDE, la Alianza de los Liberales y Demócratas en la Cámara. Los protagonistas son asistentes políticos, funcionarios, eurodiputados y demás trabajadores extranjeros en los sidelines de las instituciones europeas. Resulta difícil encontrar población belga autóctona, tampoco turistas.

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