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La Nelson Mandela de Birmania pierde su brillo, pero recibe premios en Europa
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SUU KYI ES CRITICADA DENTRO Y FUERA DEL PAÍS

La Nelson Mandela de Birmania pierde su brillo, pero recibe premios en Europa

Un año después de lograr su escaño, Suu Kyi, icono de la lucha democrática, es criticada dentro y fuera del país. Se ha acercado demasiado a los militares

Foto: La líder opositora Aung San Suu Kyi recibe unas flores de un simpatizante en el aeropuerto de Rangún, en Myanmar. (Reuters)
La líder opositora Aung San Suu Kyi recibe unas flores de un simpatizante en el aeropuerto de Rangún, en Myanmar. (Reuters)

El 29 de enero de 2012, las calles de Dawei, una pequeña localidad costera al este de Myanmar, parecían un gran hormiguero humano. Entre la multitud, una figura menuda sobresalía del techo de un coche y saludaba a las masas; era Aung San Suu Kyi, la líder opositora e icono de la lucha democrática en Birmania, país ahora conocido oficialmente como Myanmar y que vivía entonces sus primeros meses de gobierno civil tras cinco décadas de férrea dictadura militar. Era el inicio de su campaña nacional para unas elecciones parciales en las que su partido, la Liga Nacional para la Democracia, ganaría la mayor parte de los escaños en juego y obtendría así su primera representación parlamentaria, aún minoritaria, ya que la mayor parte de los diputados habían sido elegidos en noviembre de 2010.

Aquellas elecciones fueron el momento culmen de Suu Kyi. En aquellos primeros haces de luz en la transición birmana hacia una “democracia disciplinada”, como la han llamado los militares, colgar un poster con la imagen de la Dama, como la conocen popularmente, era la última moda. La líder de la oposición aparecía no sólo en los periódicos de información general, sino también en las revistas de música o tendencias, como si de una superestrella se tratara. Pero el juego político real ha resultado ser mucho menos glamuroso y Suu Kyi es ahora blanco de numerosas críticas, tanto dentro como fuera del país, por su suave liderazgo de la oposición, que según muchos se ha acercado demasiado a los militares.

El icono de la lucha democrática en Myanmar es criticada dentro y fuera del país por su suave liderazgo de la oposición. Según muchos, se ha acercado demasiado a los militares

Tan sólo un año después de tomar posesión de su escaño, la acogida que recibió en Letpadaung, al norte del país, fue muy diferente a la de Dawei. Sus habitantes habían sido víctimas de una de esas expropiaciones de tierras que se han disparado desde la apertura del país para dar cabida a los cientos de inversores internacionales interesados en explotar los ricos recursos de Myanmar. Los campesinos habían sido violentamente reprimidos por la policía cuando habían intentado defender sus tierras, en las que una empresa quería abrir una mina de cobre. Suu Kyi fue elegida para mediar entre ambas partes y ante la sorpresa y enfado de los campesinos, dejó que la empresa continuara con sus actividades a cambio de una compensación económica.

La primera prueba de fuego para Suu Kyi había llegado pocas semanas después de comenzar su carrera como parlamentaria, cuando un brote de violencia entre budistas y musulmanes en el oeste del país se saldó con la muerte de al menos 25 personas. En el centro estaba la cuestión de los rohingya, una etnia de religión musulmana que vive mayoritariamente en esa región y a la que la Junta militar ha negado la ciudadanía desde 1982. Desde entonces, cerca de 200 personas han muerto, la mayoría de ellos musulmanes, y los rohingya han sido confinados a campos de refugiados, algo que ha sido calificado internacionalmente como un “apartheid”.

Suu Kyi habla con periodistas durante una rueda de prensa en la sede de su partido en Rangún (Reuters).
Suu Kyi tardó meses en hablar del asunto, para finalmentenegar que hubiera una “limpieza étnica” en una entrevista con la BBCen octubre de 2013. “La principal razón (para que Suu Kyi no defienda a los rohingya) es que la mayor parte del público se ha vuelto antirohingya y no quiere perder sus votos”, asegura aEl ConfidencialTun Khin, presidente de la Asociación Británica por los Rohingya en Birmania. “Pero como Premio Nobel (de la Paz, otorgado en 1991) debería hablar de tal limpieza étnica. (…)Dado que es un icono en Birmania, la gente sin duda la escucharía”, afirma el activista. El debate se ha encendido durante los últimos días, después de que el Gobierno desalojara a las ONG que trabajaban en el oeste del país e iniciara un censo que dejará de nuevo a los rohingyas sin ciudadanía.

Los grupos étnicos del este del país, fundamentalmente los kachin, han sido otros de los grandes decepcionados con la líder de la oposición. “Los kachin tenían la esperanza de que Suu Kyi sería la persona que podría echar agua sobre el fuego, que defendería a las víctimas de las violaciones de derechos humanos, como una líder del pueblo. Pero creo que ahora Suu Kyi se ha convertido en una simple política más que en una líder”, afirma a este diario Khon Ja, miembro de la Kachin Peace Network. Los kachin pidieron la mediación de la líder de la oposición en el conflicto abierto que mantienen con el Gobierno, reavivado en junio de 2011 después de que Myanmar rompiera la tregua que había firmado 15 años antes. Desde entonces, los kachin han denunciado el uso de niños soldados o violaciones a mujeres de su etnia por parte del ejército birmano, pero Suu Kyi se ha negado a intervenir sin una invitación expresa del Gobierno de Naypidaw.

Aún favorita para las elecciones de 2015

“Por favor, no olvidéis que empecé como líder de un partido político. (…) El icono fue una representación que me fue impuesta por otras personas”, intentó defenderse en una rueda de prensa el pasado mes de diciembre. Sin embargo, las críticas y la pérdida de apoyos pueden dificultar su principal batalla ahora: conseguir un cambio en la constitución antes de las elecciones del próximo año que le permita presentarse a la presidencia. El actual texto excluye de la carrera presidencial a aquellos que tengan relación de parentesco con alguien con nacionalidad extranjera, algo que parece redactado a medida de Suu Kyi, quien se casó con un inglés y tiene dos hijos con esa nacionalidad.

A pesar de las críticas, Suu Kyi aún sigue recibiendo premios internacionales, como el Willy Brandt al entendimiento entre pueblos que el Partido Socialista Alemán le entregará este viernes. Su partido sigue siendo además favorito para ganar las elecciones del próximo año, aunque la Dama no pueda ser candidata al puesto de máxima responsabilidad. El actual Gobierno, formado en buena parte por antiguos militares, aún está demasiado ligado a la dictadura y pocos confían en que los conflictos étnicos o por la tierra vayan a ser resueltos por el Ejecutivo de Thein Sein. “No espero mucho de Suu Kyi en lo que se refiere al asunto étnico, pero creo que la situación de las etnias será mejor (con ella como presidenta)que con el régimen (actual)”, concluye Khon Ja.

El 29 de enero de 2012, las calles de Dawei, una pequeña localidad costera al este de Myanmar, parecían un gran hormiguero humano. Entre la multitud, una figura menuda sobresalía del techo de un coche y saludaba a las masas; era Aung San Suu Kyi, la líder opositora e icono de la lucha democrática en Birmania, país ahora conocido oficialmente como Myanmar y que vivía entonces sus primeros meses de gobierno civil tras cinco décadas de férrea dictadura militar. Era el inicio de su campaña nacional para unas elecciones parciales en las que su partido, la Liga Nacional para la Democracia, ganaría la mayor parte de los escaños en juego y obtendría así su primera representación parlamentaria, aún minoritaria, ya que la mayor parte de los diputados habían sido elegidos en noviembre de 2010.

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