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El narco declara la guerra a la pacificación de las favelas a tres meses del Mundial
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LA VIOLENCIA ESTALLA EN RÍO DE JANEIRO

El narco declara la guerra a la pacificación de las favelas a tres meses del Mundial

Arde Río de Janeiro. La escalada de violencia apunta a unidades de la Policía Pacificadora, encargada de mantener a raya a los narcotraficantes en las favelas

La Cidade Maravilhosa está viviendo los días más tensos de su historia reciente. Desde que la pacificación de las favelas cariocas arrancara en la comunidad de Santa Marta, en diciembre de 2008, no se respiraba tanta incertidumbre e inseguridad. La escalada de violencia, que ya se ha cobrado la vida de seis policías en las últimas semanas, alcanzó su clímax la noche del 21 de marzo, cuando fueron atacadas simultáneamente seis unidades de la UPP, la Policía Pacificadora que se encarga desde hace cinco años y medio de mantener a raya a los narcotraficantes en las favelas.

Ha sido una acción de guerrilla urbana escrupulosamente planificada, que ha dejado imágenes de destrucción y terror a tan sólo tres meses del inicio del Mundial de Fútbol, además de daños materiales valorados en cerca de 156.000 euros. “Río de Janeiro estalla por la violencia. Varias unidades de la Policía atacadas en una noche. La población se divide entre los que piden más fuerza policial y los que protestan por su presencia. Que Dios tenga piedad de los inocentes”. Con esas palabras sintetizaba los últimos acontecimientos Leandro, un fotógrafo que vive en el Complexo do Alemão, escenario de una agresión que ha dejado a dos militares heridos.

La escalada de violencia, que se ha cobrado la vida de seis policías, alcanzó su clímax la noche del 21 de marzo, cuando fueron atacadas seis unidades de la UPP, la Policía Pacificadora que se encarga de mantener a raya al narco en las favelas

El desafío a las fuerzas de seguridad, que la prensa brasileña atribuye a uno u otro grupo organizado de narcos, ha sido tan grave que Sérgio Cabral, Gobernador del Estado de Río de Janeiro y autor ideológico del ambicioso proyecto de pacificación, no ha dudado en recurrir a Brasilia para pedir refuerzos. Tras una reunión de urgencia con el Gobierno Federal, el mismo viernes se aprobaba el envío a Río de Janeiro de las tropas federales, que se han unido a la Policía Militar en la lucha contra el narcotráfico.

Mensaje al narco: no habrá marcha atrás

A lo largo del fin de semana, la Policía ha ocupado seis favelas en la zona norte de Río, consideradas los bastiones de los narcos rebeldes. Entre ellas la Maré, una macrofavela ubicada cerca del aeropuerto de Río y el principal punto de entrada de droga y armas a la Cidade Maravilhosa. Ya el año pasado, Sérgio Cabral intentó pacificar esta comunidad, una de las más peligrosas de Río, pero tuvo que desistir ante la complejidad de la operación. Ahora, el jefe de la Policía Militar, el teniente coronel Cláudio Costa, asegura que la ocupación de estas seis favelas se mantendrá de forma indefinida. Se trata del enésimo mensaje que el Estado manda a los narcotraficantes: la pacificación es una apuesta estratégica en este bienio de importantes eventos internacionales (el Mundial y los Juegos Olímpicos de 2016), y el Gobierno no piensa dar marcha atrás.

placeholder Un agente toma posiciones durante la operación en las favelas de Río (Reuters).

El precio político y humano de esta lucha está siendo muy alto. Ha habido varios muertos y heridos en las últimas semanas. Uno tras otros, seis agentes de la UPP han caído en varios tiroteos en distintas favelas de Río, entre ellas el Complexo do Alemão y Vila Cruzeiro. En total, son once los policías asesinados desde el inicio de la pacificación, aunque cabe resaltar que la mayoría de las agresiones se han registrado a partir de 2012, cuando la resistencia de los grupos criminales se ha intensificado. El secretario de Seguridad Pública de Río, José Mariano Beltrame, apunta a que la orden de matar policías viene directamente del interior de las cárceles, en la que cumplen sus penas los mayores narcos del país.

Hace un mes que la escalada de violencia preocupa seriamente a las autoridades. Hace poco más de dos semanas, Beltrame anunció la posibilidad de una nueva ocupación del Complexo do Alemão, otra macrofavela que fue pacificada en 2010 en una espectacular operación que contó con la ayuda del Ejército. Desde la portada del diario O Globo, el más leído de Río de Janeiro, el secretario de Seguridad Pública advertía de que hay 600 hombres listos para actuar. Otro mensaje para aquellos que intentan demostrar que la pacificación está en entredicho.

El Bope, las fuerzas especiales, entra en acción

Una investigación sugiere que varios líderes comunitarios del Alemão y Vila da Penha organizaron los ataques contra la UPP, una teoría que ha terminado de enfurecer a los habitantes de estas favelas. Criticar los abusos policiales no significa que defendamos al narco, denuncian en las redes sociales

Acto seguido el Bope, el Batallón de Operaciones Policiales Especiales que protagonizaba la película Tropa de élite, entró en el Complexo do Alemão y en Vila Cruzeiro. El objetivo oficial es entrenar a los agentes de la UPP destinados en estas favelas y reforzar la presencia del Estado. “El Bope todavía impone un cierto respecto a los delincuentes porque su entrenamiento es diferente”, explica a El Confidencial Leandro, el fotógrafo que vive en el Alemão.

“Los agentes de la UPP son jóvenes recién formados, algunos incluso apenas llegaron a usar su arma durante el entrenamiento. El Bope tiene experiencia y una excelente formación física y técnica, están preparados para actuar en estas situaciones de enfrentamiento bélico. Además, la Policía Militar no goza de mucho prestigio en este momento. El Bope es una tropa de élite que todavía es respetada”, añade.

Tan estratégica es considerada su actuación que hace una semana se anunciaba un cambio en la cúpula de este grupo de asalto. El teniente coronel Luís Cláudio Laviano es desde el día 19 el nuevo jefe del Bope, un nombramiento que presagia más cambios en la lucha contra el narcotráfico.

Dentro del Complexo del Alemão

En el Alemão, los últimos acontecimientos han generado sentimientos encontrados. El día que entramos en esta macrofavela, que fue el centro de operaciones del Comando Vermelho, la banda que durante años controló el narcotráfico en Río de Janeiro, dos helicópteros sobrevuelan las casas y la línea de teleférico, construido hace dos años para convertir la favela en un punto de atracción turística.

Es el tercer aniversario del Fotoclube do Alemão, una asociación sin ánimo de lucro que promueve el amor por la fotografía entre los habitantes de esta favela. Gracias a su actividad, muchos de sus miembros trabajan hoy como fotógrafos profesionales. Es uno de los efectos positivos del proceso de pacificación en estos enclaves desfavorecidos.

El Gobierno se encuentra ante una encrucijada: por un lado, tiene que hacer frente al desafío de los criminales en un año en que el Mundial suscita expectativas y recelos; por otro, debe responder a las críticas de los que le reprochan que no se puede pacificar desde la violencia

Dhani Borges, fundador del Fotoclube, niega que los recientes tiroteos hayan influido en la actividad del grupo. “Lo raro es que durante dos años hayamos conseguido salir todos los sábados para hacer fotos y que el grupo se haya mantenido unido durante tanto tiempo. Gracias a Dios, todos tenemos muchísimo trabajo ahora, y en parte eso ha surgido a raíz del Fotoclube. Muchos fines de semanas estamos a tope, es imposible mantener el ritmo de una salida por semana”, asegura Dhani.

Sin embargo, algunos habitantes del Alemão aseguran que el ambiente es muy tenso y que se oyen tiroteos a diario. Hace unos días hubo una protesta contra la detención de dos residentes durante una operación policial, consecuencia del enésimo asesinato de un agente. Los habitantes de la favela consideran que se trató de una acción arbitraria y que los arrestados no tenían nada que ver con el asesinato. La manifestación empezó de forma pacífica, pero acabó con violentos enfrentamientos entre Policía y residentes de la favela.

El malestar aumentó después de que un diario publicase que el narcotráfico habría pagado hasta 200 reales (unos 60 euros) a cada manifestante para salir a la calle. “¿Dónde están mis 200 reales?”, se preguntaban indignados muchos habitantes del Alemão en Facebook.

Una investigación de la Policía Civil sugiere que varios líderes comunitarios del Alemão y Vila da Penha organizaron las protestas y los ataques a los agentes de la UPP, una teoría que ha terminado de enfurecer a los habitantes de estas favelas. “Criticar los abusos policiales de la UPP no significa que defendamos a los narcotraficantes”, denunciaban varios ciudadanos en las redes sociales.

Un agente toma posiciones durante la operación en las favelas de Río (Reuters). La necesaria reforma de la Policía Militar

Para muchos, el éxito de la pacificación tiene que pasar por una reforma profunda de la Policía Militar. Los residentes de las favelas y los grupos de defensa de los derechos humanos no se cansan de denunciar abusos policiales. Un caso reciente de violencia institucional ha dejado en evidencia a este cuerpo policial militarizado, que por razones diametralmente opuestas está en el punto de mira de una parte de la sociedad y de los narcotraficantes.

Hace una semana, un videoaficionado grabó cómo un coche arrastraba el cuerpo de una mujer colgada de un maletero a lo largo 350 metros y, sin pretenderlo, destapó un caso de grave negligencia policial. La mujer, de 38 años, se llamaba Cláudia Ferreira da Silva y fue víctima de un tiroteo entre narcotraficantes y Policía el 15 de marzo en una favela de la zona norte del Río de Janeiro.

A lo largo del fin de semana, la Policía ha ocupado seis favelas en la zona norte de Río, consideradas los bastiones de los narcos rebeldes. Entre ellas la Maré, una macrofavela ubicada cerca del aeropuerto y el principal punto de entrada de droga y armas a la Cidade Maravilhosa

En un primer momento, los agentes dijeron que la mujer había sido socorrida y trasladada con vida hasta el hospital. Sin embargo, este vídeo les obligó a cambiar la versión. Durante el interrogatorio, aseguraron que tuvieron que salir huyendo de la favela y que sus habitantes, enfurecidos, intentaron abrir el maletero del coche, algo que los residentes de la comunidad desmienten tajantemente. De ahí que el cuerpo de Cláudia, según los policías, hubiese quedado colgando y llegase en carne viva al hospital.

El caso de Cláudia ha sacudido profundamente a la sociedad brasileña. Incluso ha obligado a la mismísima presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, a posicionarse desde su cuenta de Twitter: “En este momento de dolor y tristeza, ofrezco mi solidaridad a la familia y los amigos de Cláudia. Su muerte ha dejado en shock el país”.

Para las ONG, el episodio revela la visión que la Policía tiene de los habitantes de las favelas: son enemigos del Estado. “Muestra la degradación y la falta de respeto a la vida y a la dignidad humana a la que está sometida una parte de la población por parte de la Policía de Río”, destaca Átila Roque, director ejecutivo de Amnistía Internacional Brasil.

El Cláudiagate ha sido sólo la guinda de un pastel cada vez amargo. El Gobierno del estado de Río de Janeiro se encuentra ahora ante una encrucijada: por un lado, tiene que hacer frente al desafío de las bandas criminales y reforzar a la Policía Pacificadora en un año en que el Mundial suscita expectativas y recelos; por otro, se ve obligado a responder a las críticas de los que le reprochan que no se puede pacificar desde la violencia.

Una treintena de organizaciones sociales han presentado un manifiesto en el que piden más educación, infraestructuras y salud para el Complexo do Alemão y las demás favelas pacificadas. “Las propuestas de PAZ deben ser construidas colectivamente con toda la favela. No se construye una política de paz con el pie en la puerta, agrediendo gratuitamente a los residentes, no se construye con los carros de combate. Actualmente la voz de los moradores sigue sin ser escuchada”, reza el manifiesto. La pregunta es qué hará el Gobierno del estado de Río de Janeiro para salir de este atolladero.

La Cidade Maravilhosa está viviendo los días más tensos de su historia reciente. Desde que la pacificación de las favelas cariocas arrancara en la comunidad de Santa Marta, en diciembre de 2008, no se respiraba tanta incertidumbre e inseguridad. La escalada de violencia, que ya se ha cobrado la vida de seis policías en las últimas semanas, alcanzó su clímax la noche del 21 de marzo, cuando fueron atacadas simultáneamente seis unidades de la UPP, la Policía Pacificadora que se encarga desde hace cinco años y medio de mantener a raya a los narcotraficantes en las favelas.

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