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Shlomo: "Nunca perdimos las 'tradisiones' ni 'dexamos' de hablar castellano"
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Shlomo: "Nunca perdimos las 'tradisiones' ni 'dexamos' de hablar castellano"

Shlomo Taragán y Judith Vital viven en Jerusalén. Son israelíes y "un poquito españoles". El proyecto de darles la nacionalidad es, dicen, cuestión de justicia

Foto: Judith Vital y Shlomo Taragán. (Fotos: Ana Garralda)
Judith Vital y Shlomo Taragán. (Fotos: Ana Garralda)

A sus 88 años Shlomo Taragán rebusca concentrado en un cajón lleno de papeles. "Mira, en 1511 nació el primer Taragán que vivió en Jerusalén. Su padre ya vino de España”, explica este octogenario en ladino, el judeocastellano odialecto judeoespañol que hablaban los sefardíesen la España de 1492, desde su casa en el barrio jerosolimitano de Ramat Denya. En su mano derecha muestra la foto de una lápida,con letras en hebreo, tomada en el cementerio judío del Monte de los Olivos de Jerusalén, el lugar más sagrado para recibir sepultura en el judaísmo.

"De niño yo siempre le preguntaba a mi padre que de dónde venía el apellido Taragány él siempre me decía que mi papú ('abuelo'en ladino) le contaba que de una ciudad de España que se llama Tarragona, ¡y cuánto me gustaba eso de Ta-ra-go-na", le cuenta risueño, pausado, este hombre a 'Judita', su esposa, de 85 años. Ella, lo primero, se enfada. “Que no me llames 'Judita', que soy Judith", le recrimina en hebreo, sentada en el sofá, esta abuelaque hace honor a su apellido, Vital. "Mi padre no lo sabía, pero a mí me han dicho que mi apellido viene de Barcelona", dice Judith asintiendo.

Su castellano antiguo es limpio, más fluido que el de Shlomo o 'Salomón', como se acostumbraba a decir en la España del siglo XV, aunque a veces salpicado por palabras en turco o en griego. "Yo nací en Corfu (Grecia) y siempre mantuvimos el castellano, pero también fuimos cogiendo palabras de los sitios donde fue mi familia, como muchos de los lludíos (judíos) que fueron expulsados de la España", añade.

Datos del primer Taragán de Jerusalén.Las tierras de las actuales Grecia, Turquía, Yugoslavia o Rumania se convirtieron entonces en el nuevo hogar que acogió a muchas de estas familias sefardíes, "pero mira, nunca dexamos de hablar castellano ni perdimos las tradisiones, ni olvidamos los lludíos (judíos) a España", añade taxativa esta mujer vital. "¿Y qué paso allí cuando nos expulsaron?", le replica Shlomo en un momento de lucidez linguística. "Pues que la kalaká -Judith hace una pausa, cierra los ojos y se los cubre con la mano- la…, la…, la economía abaxó (cayó)". Ambos se miran y se sonríen.

La estampa de estos judíos sefardíes, hoy israelíes pero todavía "un poquito españoles", se muestran divertidos cuando hablan el españolit, como en el hebreo actual denominan al ladino. "Probablemente su generación sea la última que aún mantiene la lengua. Los hijos y los nietos ya no lo hablan. Después sólo quedará en los libros, en los cánticos, en los refranes o incluso en las recetas", explica el historiador Abraham Haím.

Este experto,titular del Consejo de la Comunidad Sefardí de Jerusalén y autor de numerosas publicaciones sobre las raíces de la comunidad judía en España,asegura que es la lengua y el legado cultural de la España medieval lo que atesoran y comparten los judíos sefardíes en la diáspora."Por supuesto no podemos olvidar los textos religiosos, y su codificación, que son, en cambio, el denominador común con otros judíos del mundo como, por ejemplo, los que viven en Iraq y otros países árabes", comenta Haím. Algunos expertos incluyen a estos últimos en el grupo de las llamadas 'comunidades orientales', una cuestión sobre la que aún hoy existe controversia en el mundo académico.

Una “deuda pendiente”

En el salón de Shlomo Taragán y Judith Vital continúa la discusión. Shlomo sigue sacando viejos papeles de su viejo cajón. Esta vez sostiene un pasaporteisraelí antiguo donde muestra orgulloso el sello de su primera visita a España: el 25 de junio de 1973. "Mira, esta es la judería de Ta-ra-go-na (Tarragona). Allí estuve yo", afirma satisfecho.

Pasaporte de Shlomo Taragán.Ambos se muestran contentos por la aprobación en el Consejo de Ministros del anteproyecto de ley, hace poco más de una semana, que propone facilitar la nacionalidad española a los descendientes de los sefardíes de 1492.“Expulsarnos fue una injustisia y ahora quizá los españoles nos ayuden por nuestros antesesores", dice Judith, que asegura mostrarse muy alegre, si no por ella “por los hijos, que igual sí lo pueden disfrutar".

El titular del Consejo de la Comunidad Sefardí de Jerusalén, Abraham Haím, lo interpreta como "un paso importante en las relaciones bilaterales, que contribuye a restituir una injusticia histórica". No obstante, apunta que "a pesar de que no proporcione un cien por cien de justicia histórica al menos contribuye a mejorar la actitud general ante los ciudadanos de origen sefardí" (que hasta hace pocos años sufrían una cierta discriminación institucional y laboral respecto de los asquenazíes, de origen centro-europeo).

Varias de las principales autoridades rabínicas de Israel han reaccionado de forma negativa. El reputado rabino Shlomo Aviner -conocido por sus opiniones conservadoras- se ha mostrado muy crítico con la iniciativa legislativa. "Los españoles nunca han mostrado un arrepentimiento sincero ni han hecho nada por compensarnos de verdad", comentaba Aviner, que dirige la yeshiva (escuela religiosa judía para el aprendizaje de la Torá y del Talmud) de la organización Ateret Cohanim, que promulga la colonización judía de Jerusalén Oriental.

Shlomo Taragán.De acuerdo a las informaciones difundidas por los medios de comunicación locales -que han contribuido sin duda a magnificar la cuestión- en Israel hay 3,5 millones de ciudadanos de origen sefardí, número que desmiente el historiador Abraham Haím. "Ëstamos hablando de miles, pero seguro que no de millones", argumenta. Además, hay que tener en cuenta la cantidad de judíos de origen sefardí en terceros países mediterráneos como Marruecos o Turquía, que igualmente podrían acogerse a esta medida. Están por definir definitivamente cuáles serían los requisitos a los que deberían acogerse aquellos judíos sefardíes que se decidieran a solicitar la nacionalidad española.

De momento tanto la Embajada de España en Tel Aviv como el Consulado General en Jerusalén han recibido una importante cantidad de llamadas telefónicas a lo largo de esta semana. "Habrá que esperar meses aún porque el anteproyecto tiene que pasar por el Congreso y por el Senado, pero soy optimista".

Shlomo Taragán y Judith Vital también lo son y están expectantes. "Es una cuestión de justicia", concluye Judith. Mas allá de la satisfacción que la noticia ha causado entre las comunidades de sefardíes, ahora hay que definir los trámites. De momento, el Ministerio de Exteriores y la embajada de España en Israel ya han colgado una nota informativa en su página web para explicar qué es lo que va a pasar a partir de ahora.

A sus 88 años Shlomo Taragán rebusca concentrado en un cajón lleno de papeles. "Mira, en 1511 nació el primer Taragán que vivió en Jerusalén. Su padre ya vino de España”, explica este octogenario en ladino, el judeocastellano odialecto judeoespañol que hablaban los sefardíesen la España de 1492, desde su casa en el barrio jerosolimitano de Ramat Denya. En su mano derecha muestra la foto de una lápida,con letras en hebreo, tomada en el cementerio judío del Monte de los Olivos de Jerusalén, el lugar más sagrado para recibir sepultura en el judaísmo.

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