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Los cadáveres agravan la descomposición social de Venezuela
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EL CAOS SE APODERA DEL PAÍS

Los cadáveres agravan la descomposición social de Venezuela

“Hoy me pegaron una pedrada en la espalda, un cascazo por la nariz, tragué bomba lacrimógena, cargué al chamo que falleció. ¿Y tú, qué hiciste?”.

Foto: Una persona protesta en las calles de Caracas (Reuters)
Una persona protesta en las calles de Caracas (Reuters)

“Hoy me pegaron una pedrada en la espalda, un cascazo por la nariz, tragué bomba lacrimógena, cargué al chamo que falleció. ¿Y tú, qué hiciste?”. Poco después de tuitear este desafiante mensaje en su cuenta @EscualidoReload para espolear la movilización opositora, al joven venezolano Robert Redman también le metieron una bala en la cabeza.

Las fotos de su cuerpo inerte tendido en el asfalto, con sangre serpenteando desde su cráneo hasta la acera, fueron el triste epílogo de una jornada de protestas que dejó tres muertos, más de 60 de heridos y una incómoda sensación de vértigo. Como si a la Venezuela funambulista le acabaran de dar una sacudida en el alambre.

La tensión es palpable. La crisis económica se agudiza, con una inflación desbocada y una escasez irritante que compite con el crimen a la hora de quitarles el sueño a los venezolanos. A punto de cumplirse un año de la muerte de Hugo Chávez, parecía que la tajante profecía del líder bolivariano amenaza con hacerse en realidad. “Yo o el caos”, le gustaba clamar a pleno pulmón.

Redman, piloto de 31 años, había sido retratado horas antes en otra de las instantáneas más lamentables de la jornada, en la que un grupo de jóvenes arrastra a Bassil Dacosta después de que le descerrajaran un tiro en la cabeza en un enfrentamiento con la policía y grupos irregulares del chavismo en los aledaños de la Fiscalía en Caracas. El carpintero, de 24 años, moriría poco después en el hospital Vargas de la capital. Se celebraba el Día de la Juventud.

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“Este que está aquí sale a marchar mañana sin miedo de nada y con la esperanza de encontrar un futuro mejor”, había escrito Dacosta en su muro de Facebook la noche anterior.

Cerca de donde cayó el chaval, Juancho Montoya, policía municipal y líder tupamaro, un colectivo armado afín al chavismo en el que era conocido como “comandante Murachí”, también fue abatido 15 minutos antes por un disparo que le desfiguró el rostro y puso punto final a sus 51 años de vida. Cuando su familia acudió a recoger sus restos en la morgue capitalina de Bello Monte, su cuerpo frío descansaba con una docena de compatriotas anónimos. Esos que mueren todos los días en las calles del país petrolero sin merecer nombre y apellido en las noticias.

“Era un luchador y un camarada”, dijo Glen Martínez, líder del colectivo Radio23, a la agencia Reuters. "Juancho era un hermano y un amigo. La paz no puede estar por encima de la justicia y sin justicia no puede haber paz”.

Cuentas pendientes

Este es el último escalón en la descomposición social producto de una feroz polarización

Venezuela amaneció el jueves con el tétrico hábito de ponerles camisetas políticas a los muertos mediáticos, el último escalón en la descomposición social producto de una feroz polarización que este mismo mes cumplió oficialmente 15 años con la efeméride de la primera juramentación de Chávez como presidente.

El chavismo destacó las imágenes de los encapuchados lanzando piedras y cócteles molotov contra las fuerzas de seguridad, patrullas de policía incendiadas, edificios públicos asediados y destrozados. La oposición hacía su réplica con los agentes empuñando pistolas contra los manifestantes, los brutales perdigonazos y golpes para disolver la manifestación, el letal merodear de los grupos de choque bolivarianos armados en motos.

No es la primera vez que en el cielo de Caracas se entremezclan el humo lechoso de las granadas lacrimógenas con el negro hollín de los neumáticos ardiendo. Desde 2001, los enfrentamientos en las calles entre ambos bandos han sido recurrentes, incluyendo el golpe de Estado de 2002, las guarimbas (protestas callejeras) de 2004, las manifestaciones estudiantiles de 2007 o los muertos postelectorales en abril del año pasado.

Ambos bandos se acusan mutuamente de haber “infiltrado” grupos violentos en la manifestación para generar el caos. Aunque las autoridades todavía no han señalado a ningún sospechoso, el presidente Nicolás Maduro dijo en la noche del jueves que la misma arma que acabó con Montoya fue la misma que segó la vida de Dacosta y presume que los mismos agresores actuaron más tarde en el este de la ciudad donde fue herido de muerte Redman. Pero probablemente, la explicación oficial no terminará convenciendo a nadie. Hace tiempo que en Venezuela el asunto se resume a un “ellos contra nosotros” sin matices.

placeholder Nicolás Maduro (presidente de Venezuela (Reuters)

"Si la democracia venezolana, al igual que en el 2002, se ve afectada por un golpe de estado, lo digo de manera responsable, nosotros vamos a sacar nuestras armas y nuestras capuchas”, avisó Alberto El Chino Carías, el líder del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), en una entrevista con El Universal.

“Frente a un Gobierno despótico,la respuesta es la calley la organización ciudadana. Les decimos a aquellos que nos oprimen que seguiremos en la calle porque nuestro propósito es cambiar a este régimen que oprime a los venezolanos”, fue la posición de la diputada opositora radical María Corina Machado en rueda de prensa.

El Gobierno denuncia el perenne golpe de Estado y el antichavismo clama contra la férrea dictadura. Es el mismo guión de siempre, pero cada vez con más cuentas pendientes.

¿La salida o el camino?

Hace una semana, el encuestador y analista Luis Vicente León se hacía eco con preocupación de las patentes divisiones en el seno de coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) tras los decepcionantes resultados en los comicios municipales en diciembre. Ya entonces se vio que ninguna de las facciones es clara mayoría en Venezuela, y advertía de las posibles contraindicaciones de una radicalización.

placeholder Protestas en Caracas (Reuters)

“Es más importante y eficaz tratar de que el Gobierno cambie antes que tratar de cambiar de gobierno, que al final siempre será interpretado como un golpe de Estado. Y si esto se hace bien -la historia universal de la política está llena de ejemplos- el cambio será natural, orgánico y estable en el tiempo”, aconsejaba en una columna de opinión. “Lo otro es combatir candela con gasolina”, avisó.

El sector moderado y mayoritario de la Unidad, liderado por el ex candidato presidencial Henrique Capriles, abogaba por esperar, tratar de dialogar con el Gobierno para normalizar la situación y prepararse para las próximas elecciones legislativas en 2015. “No voy a acompañar atajos que lleven al país a callejones sin salida”, había advertido Capriles, gobernador de Miranda.

Tras los primeros compases de su polémico mandato, Maduro finalmente se dejó caer en brazos del ala más ultra del chavismo

Para el antichavismo extremo “el camino” que propone Capriles es demasiado largo y penoso, por lo que decidió pasar a la acción. Y en la Venezuela del desabastecimiento no es que haya precisamente escasez de motivos para protestar. Así, bajo el sugerente lema “La Salida”, la facción más combativa de la oposición puso en marcha una estrategia para multiplicar focos de protestas antigubernamentales en las calles de todo el país para exigir la renuncia de Maduro, a quien acusan de robar las elecciones de abril y gobernar de manera ilegítima.

"Si estar en contra de que sigan matando es ser radical, entonces soy radical", insistió ayer Leopoldo López, líder del partido Voluntad Popular y cabeza visible de la oposición dentro de la oposición a quien el Gobierno ha ordenado detener como responsable de la violencia.

Maduro resolvió ese dilema hace meses y después de tibios conatos de diálogo con políticos y empresarios opositores en los primeros compases de su polémico mandato, finalmente se dejó caer en brazos del ala más ultra del chavismo, en lo político, en lo económico y en lo militar. Ante este panorama, las voces más mesuradas de la MUD avisaron del “suicido político” y la “irresponsabilidad” de lanzar a los jóvenes a la calle. Pero al final fue gasolina. Y en el incendio sólo prosperan los pirómanos.

La teoría del muerto

Es ya habitual que antes de cada manifestación importante en Venezuela chavismo y oposición se acusen de “buscar un muerto”. Para el oficialismo, ese hipotético cadáver es la parte central de un complot opositor para generar caos y prender el país por los cuatro costados. Para sus adversarios, es el Gobierno quien busca una baja crucial que desaliente de una vez por todas la insolente protesta en la calle.

Muchos han caído en estos años, de un bando y del otro, pero ninguno ha llegado a ser ese muerto “definitivo”. Sin embargo, cada víctima mortal que mancha la arena política ha sido la excusa perfecta para que los fanáticos de lado y lado impongan su agenda y saboteen cualquier intento de diálogo por el que clama una abrumadora mayoría en la dividida nación caribeña.

placeholder Venezolanos protestan delante de ima embajada (Efe)

En uno de los videos que circula por la red se puede ver el momento en el que un proyectil impacta en la cabeza de Dacosta, que sale despedido varios metros hacia delante como un muñeco. “Ay chamo, cayó uno”, suena la voz de un hombre en la grabación. “¡Mataron a un muchacho, Dios mío!” –se escucha de fondo sollozar a una señora- “lo que querían ellos”.

Cualquier podría decir que “ellos” son los chavistas, o los opositores. Pero si algo tienen en común estos muertos es que no son ministros, diputados, líderes políticos o empresariales de una u otra tendencia política. Son casi siempre anónimos ciudadanos de a pie, convencidos de sus creencias, a cuyas familias luego las consuelan asegurando que con su sangre están regando un proyecto de libertad.

“¿Y quiénes pagan?”, se preguntaba indignado el tío de Dacosta en las afueras del hospital Vargas, donde fue también fue ingresado su hijo herido en las protestas. “Gente inocente como estos muchachos, que no tienen culpa, que caen mientras otros defienden sus proyectos políticos”, sentenció.

“Hoy me pegaron una pedrada en la espalda, un cascazo por la nariz, tragué bomba lacrimógena, cargué al chamo que falleció. ¿Y tú, qué hiciste?”. Poco después de tuitear este desafiante mensaje en su cuenta @EscualidoReload para espolear la movilización opositora, al joven venezolano Robert Redman también le metieron una bala en la cabeza.

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