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¿El empresario altruista más influyente de China o un payaso que busca publicidad?
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CON UN PATRIMONIO DE 810 MILLONES DE DÓLARES

¿El empresario altruista más influyente de China o un payaso que busca publicidad?

Es una de las 400 personas más ricas de China; pero no sólo eso. En su polémica tarjeta de visita, este empresario se presenta como “líder moral de China”

Foto: Chen Guangbiao se dispone a dar una rueda de prensa en un hospital de Nueva York (Efe).
Chen Guangbiao se dispone a dar una rueda de prensa en un hospital de Nueva York (Efe).

Chen Guangbiao es una de las 400 personas más ricas de China; pero no sólo eso. En su original y polémica tarjeta de visita, que dio la vuelta al mundo hace semanas, este empresario se presenta a sí mismo como “líder moral de China”, “experto en demoliciones”, “héroe-rescatador en terremotos”, “el filántropo más carismático de China” y “la persona más influyente” del gigante asiático. Aunque pueda parecer imposible, lo cierto es que hay algo de verdad en todas estas etiquetas con las que se define el hombre de negocios más extravagante del país, capaz de repartir miles de yuanes por la calle o de destrozar un Mercedes-Benz para pregonar la defensa del medio ambiente.

A sus 45 años, Chen Guangbiao ha empezado el 2014 con fuerza. Sus declaraciones al afirmar que estaba preparándose para comprar parte del diario The New York Times despertaron durante el mes de enero la curiosidad y la atención de medio mundo. Cuando en su propio país pusieron en duda la operación, que acabó fracasando, respondió que no se le podía tomar a broma, que los chinos todavía son demasiado conservadores y que en el futuro podría intentar adquirir otro prestigioso medio estadounidense. Sus declaraciones no gozarían de mucha credibilidad si no fuera porque es un magnate de la industria del reciclaje y porque cuenta con 810 millones de dólares de patrimonio personal, según la revista china Hurun.

El líder moral de China, la persona más influyente del gigante… Hay algo de verdad en todas estas etiquetas con las que se define el hombre de negocios más extravagante del país, capaz de repartir miles de yuanes por la calle o de destrozar un Mercedes-Benz para pregonar la defensa del medio ambiente

Antes de convertirse en una personalidad mediática, Chen Guangbiao podría encarnar perfectamente el sueño chino al que aspiran tantos millones de jóvenes. Nacido en la provincia de Jiangsu, en el seno de una humilde familia de campesinos, dos de sus hermanos murieron de hambre en la paupérrima China de los años 70. El pequeño Chen tuvo que empezar muy pronto a ganar sus primeros yuanes (vendiendo agua y piruletas, cuidando del ganado o cortando heno) hasta que se metió en la industria farmacéutica y, finalmente, descubrió la gallina de los huevos de oro: reciclar los deshechos de las grandes obras de construcción que no quería nadie. Su empresa, Jiangsu Huangpu Renewable Resources, que fundó en 2003 y en la actualidad cuenta con más de 4.600 empleados, fue su medio para entrar, finalmente, en la lista de los hombres más ricos del país.

Un héroe de la solidaridad…

Pero Chen no se conformó con tener una cuenta bancaria llena de ceros. En una sociedad cada vez más desigual, el empresario ha destacado por sus labores de filantropía y su solidaridad con los más necesitados. Según sus cálculos, entre 1998 y 2010 donó un total de 2.600 millones de yuanes (313 millones de euros), que beneficiaron a 700.000 personas. Para sus admiradores, que le llaman cariñosamente “el hermano Biao”, se trata de una fuerza positiva para la sociedad, una especie de Bill Gates que promueve la solidaridad en un país donde la filantropía está poco extendida y mucha gente desconfía de las ONG.

En ocasiones, sus acciones de solidaridad han alcanzado tintes heroicos. En mayo de 2008, en medio de la conmoción nacional provocada por el terremoto en la provincia de Sichuan, se presentó en el lugar de la catástrofe con 60 grúas y camiones, donó 100 millones de yuanes (12 millones de euros) y se pasó 54 días intentando rescatar a las personas que se encontraban bajo los escombros. Las imágenes de este empresario cargando sobre sus propios hombros con las víctimas del seísmo fueron publicadas por decenas de medios de comunicación.

placeholder Chen Guangbiao regala dinero durante un evento en Nanjing (Reuters).

Otro de los frentes abiertos por Chen Guangbiao, en este caso relacionado con su actividad empresarial, se encuentra en su apasionada defensa del medio ambiente. En septiembre de 2011, en un intento por promover el transporte público y el desarrollo sostenible, se puso tras los mandos de una excavadora para reducir a escombros un Mercedes-Benz. Al mismo tiempo, compró cientos de bicicletas para los empleados de su empresa y propuso a las autoridades que subieran el precio de la gasolina un 50%. Un año después, en medio de la grave contaminación que se extendió por la ciudad de Pekín, Guangbiao salió a la calle para vender latas de aire fresco obtenido de remotas y limpias zonas del país. Los envases llevaban impresos la imagen del empresario chino y las palabras “Chen Guangbiao, un buen hombre”.

Chen Guangbiao es como Donald Trump, un payaso con un pelo horrible que se autopromociona y que está dispuesto a hacer o decir lo que sea por publicidad, resume Jeremy Goldkorn, director de Danwei, una empresa que monitoriza el internet chino

Aparte de showman, defensor del medio ambiente, empresario y filántropo, Guangbiao es también un patriota. De hecho, su relación con The New York Times ya había empezado antes de su reciente intento de compra. En agosto de 2012, el empresario pagó un anuncio de media página en el diario estadounidense para defender que las islas Diaoyu o Senkaku (cuya soberanía se disputan Pekín y Tokio) habían pertenecido desde la antigüedad a China. En el anuncio, publicado en chino y en inglés, se pedía al Gobierno estadounidense y a todo el mundo “la condena del provocador comportamiento de Japón”. El empresario se describió en esta ocasión a sí mismo como “ciudadano de China, defensor de la paz” e incluyó dos fotos suyas: en una aparecía vestido de traje y corbata, en la otra montando en bicicleta sobre una sola pierna.

… o un payaso que se autopromociona

Su nacionalismo, solidaridad y apoyo a las tesis del Gobierno chino le han valido una enorme popularidad en el país asiático. La influyente agencia Xinhua escribió que sus obras de filantropía le han traído “un amplio respeto por parte de la sociedad” y que “merece la pena que todas las personas estudien su espíritu de contribución al país”. Algunos le comparan con Lei Feng, el soldado del Ejército Popular de China que el Partido Comunista convirtió en símbolo de humildad y servicio al pueblo. En Sina Weibo, el Twitter chino, más de cuatro millones de fans siguen las últimas novedades y polémicas en torno al personaje.

Los internautas más críticos, sin embargo, consideran a este millonario como un nuevo rico sin estilo ni cultura (en el argot chino, un tuhao), empeñado en dar la nota y en hacer exhibición pública de su riqueza. Además de poner en entredicho sus primeros éxitos económicos (una reciente información apunta a que se enriqueció de forma ilegal con la venta de medicinas), muchos le califican como un simple bufón que se mueve por su enorme ego y afán de protagonismo. “Chen Guangbiao es como Donald Trump, un payaso con un pelo horrible que se autopromociona y que está dispuesto a hacer o decir lo que sea por publicidad”, resume para El Confidencial Jeremy Goldkorn, director de Danwei, una empresa que monitoriza los medios de comunicación y el internet chino.

Sea por afán de protagonismo o como “fuerza del bien”, lo cierto es que Chen Guangbiao se ha convertido en los últimos años en uno de los empresarios, filántropos y defensores del medio ambiente más famosos de China. Ahora, tras su fallido asalto al New York Times, ya sabemos que también tiene aspiraciones globales.

Chen Guangbiao es una de las 400 personas más ricas de China; pero no sólo eso. En su original y polémica tarjeta de visita, que dio la vuelta al mundo hace semanas, este empresario se presenta a sí mismo como “líder moral de China”, “experto en demoliciones”, “héroe-rescatador en terremotos”, “el filántropo más carismático de China” y “la persona más influyente” del gigante asiático. Aunque pueda parecer imposible, lo cierto es que hay algo de verdad en todas estas etiquetas con las que se define el hombre de negocios más extravagante del país, capaz de repartir miles de yuanes por la calle o de destrozar un Mercedes-Benz para pregonar la defensa del medio ambiente.

Construcción The New York Times
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