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Pantallas de lujo, sacerdotes y lavabos en las barricadas ucranianas
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DENTRO DEL CUARTEL GENERAL DE LOS OPOSITORES

Pantallas de lujo, sacerdotes y lavabos en las barricadas ucranianas

Una pantalla gigante corona en Kiev la Plaza de la Independencia. La organización de los manifestantes ucranianos a favor de la UE impresiona a cualquiera

Foto: Manifestantes a favor del acuerdo con la UE en sus barricadas de la Plaza de la Independencia de Kiev (Reuters).
Manifestantes a favor del acuerdo con la UE en sus barricadas de la Plaza de la Independencia de Kiev (Reuters).

Un hombre clava una pica metálica en el asfalto de la avenida Jreshchatik, mientras sus compañeros sostienen las cuerdas de una tienda de campaña de tipo militar. A pocos metros, otros grupos de personas hacen lo mismo, haciendo crecer el ya extenso campamento de protesta. Después de los choques del día anterior entre los manifestantes y la policía, cuando esta trató sin éxito desalojar el recinto opositor en la céntrica Plaza de la Independencia, son muchos los que por la tarde convergen en el lugar. Las barricadas, parcialmente desmanteladas durante la noche anterior, han sido totalmente reconstruidas.

Un ejército de voluntarios hormiguea por toda la plaza -o Maidan, como se la conoce popularmente-, realizando todo tipo de tareas. Algunos reparten comida, otros combaten infructuosamente con palas y puñados de sal a la nieve, que no deja de caer. A veces la meten en sacos para llevarla hasta los extremos de la plaza, donde sirve para reforzar las barricadas.

“Por primera vez desde la independencia, sentimos que decidimos por nosotros mismos. Hasta ahora, después de las elecciones, la gente pensaba: ¿A dónde ha ido mi voto? Pero ya no, ahora somos activos”, dice Kateryna Zarembo, que ha acudido a la plaza para llevar una enorme bolsa de sándwiches que ha preparado en su casa. Cada día, las páginas de la oposición publican una lista de necesidades para aquellos que quieran cooperar. Y hoy, entre otras cosas, se piden comidas ya listas para ser consumidas.

La organización es formidable. En la fachada del edificio de la Unión Nacional de Sindicatos, convertido por los manifestantes en uno de sus cuarteles generales, cuelga una pantalla gigante que retransmite lo que sucede más abajo, en el espectacular escenario desde el que los líderes de la protesta arengan a los acampados contra el presidente Victor Yanukovich y su gabinete ministerial. En cada esquina, hileras de váteres químicos, generadores e improvisadas formas de calefacción, que van desde los simples bidones para quemar madera a estufas portátiles montadas sobre vehículos de uso militar.

Como Zarembo, decenas de miles de personas acuden cada día al lugar (rebautizado como “Euromaidan”, por la orientación europeísta de los acampados) para aportar su granito de arena. Los hay de todos los orígenes y orientaciones políticas, desde la extrema derecha extraparlamentaria (“la sociedad incivil”, como los ha llamado algún comentarista, mientras que la civil la conforma el resto de la oposición) hasta los liberales, socialistas y comunistas, e incluso numerosos sacerdotes de la Iglesia Ortodoxa autocéfala de Kiev.

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"Estoy aquí porque soy un patriota ucraniano"

Las motivaciones de los que protestan son mayoritariamente tres: los que están en contra de que se actúe violentamente contra los manifestantes, los que quieren la integración en la Unión Europea, y los que piden una mejora general en sus vidas

“Estoy aquí porque soy un patriota ucraniano. Yanukovich es un mentiroso y una mala persona”, dice Vitaly, un joven que se prepara para convertirse en tenista profesional. La suya es una de las razones más repetidas por los opositores en la calle: la negativa del presidente a firmar un tratado de libre comercio con la Unión Europea, a pesar de haber dado todos los pasos previos. “¿Cuál es el motivo? Si es por dinero, es algo muy estúpido”, dice la abogada Irina Tushnitska, que comenzó a acudir a las manifestaciones después de que la policía cargase contra los primeros manifestantes, en la última noche de noviembre. “Soy madre de dos hijos, y no quiero que crezcan en un país como este, donde pueden ser apaleados por cantar el himno nacional”, afirma.

Según una encuesta realizada por la Fundación de Iniciativas Democráticas, las motivaciones de los que protestan son mayoritariamente tres: los que están en contra de que se actúe violentamente contra los manifestantes, los que quieren la integración en la Unión Europea, y los que piden una mejora general en sus vidas. “Realmente espero que se firme el tratado con la UE. Pero además, el presidente y el gabinete ministerial deberían dimitir, porque han demostrado que no tienen ni idea de lo que están haciendo”, comenta Tushnitska.

Ucrania necesita con urgencia ayuda exterior para hacer frente a una deuda externa de 15.000 millones de dólares (unos 11.000 millones de euros), cada vez más apremiante. Y de acuerdo con algunos analistas, este es el motivo por el que Yanukovich se negó a firmar el tratado con la UE: un simple error de cálculo, asumiendo que podía negociar con Europa una asistencia financiera en mejores términos. “Pero se trata de algo más que de dinero”, opina Zarembo, que trabaja como directora adjunta del think tank Instituto de Política Mundial. “Es más bien que necesita ese dinero estatal para mantener el país funcionando de cara a su reelección. Y también está su propia seguridad, y la de sus propiedades”, indica.

Los manifestantes cuentan con cierto respaldo internacional, aunque más bien simbólico. Durante los últimos dos días, la Asistente del Secretario de Estado para Asuntos Europeos y Euroasiáticos de EE.UU., Victoria Nuland, ha estado repartiendo bocadillos a los opositores en la Plaza de la Independencia. “Espero que la gente de Ucrania sepa que los EE.UU. están con ellos en su búsqueda de justicia, dignidad humana y seguridad de una salud económica, y del futuro europeo que han elegido y merecen”, declaró ayer Nuland, poco después de reunirse con el presidente Yanukovich. “Ha sido una conversación nula pero realista. Le he dejado absolutamente claro que lo que sucedió anoche, lo que está sucediendo en términos de seguridad es absolutamente intolerable en estados democráticos”, afirmó tras el encuentro.

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El martes, por su parte, una coalición de europarlamentarios anunció el establecimiento de una tienda permanente en el campamento. “Debemos garantizar visitas a Kiev para los miembros de nuestro partido político de forma rotativa para apoyar las protestas pacíficas”, declaró Guy Verhofstadt, líder del Grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE, por sus siglas en inglés). “Las protestas de Ucrania se han convertido en la mayor manifestación proeuropea en la historia de la UE. No importa cuáles son las preocupaciones que Rusia tenga, es obvio que el pueblo ucraniano ha tomado una decisión, y esperamos que no vuelvan a producirse actos de violencia”, dijo Verhofstadt.

Sin embargo, el apoyo, por ahora, no parece ir más allá. Los activistas aseguran que toda la financiación y los suministros proceden de donaciones voluntarias. “Yo he estado en la organización, he visto cómo iban llegando las cosas. Es todo de segunda mano”, asegura Kateryna Zarembo. “El otro día se habían recaudado unos 60.000 euros, lo que para un país con la población de Ucrania es bastante poco. Pero han llegado muchas donaciones de objetos útiles, comida y suministros. Aunque siguen faltando cosas, por ejemplo hay muy pocos coches disponibles”, comenta.

Tensión y amenazas de bomba

Mientra hablamos, el servicio de orden del campamento arrastra a un hombre que trata de resistirse, en vano: sus pies se deslizan sin remedio sobre la nieve aplastada por las pisadas. Probablemente es un ladrón, o un individuo problemático, nos dicen.

La tensión en el país, de hecho, comienza a producir algunos episodios delirantes, como los avisos de bomba recibidos ayer en los dos aeropuertos de Kiev, así como en la estación central de ferrocarriles. Resultaron ser falsos, pero eso no impidió que se tuviese que evacuar a casi mil doscientos pasajeros del aeropuerto internacional de Borispol, y se retrasasen varios vuelos.

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Pero más preocupante para el Gobierno son los conatos de rebelión que comienzan a aparecer entre las fuerzas de seguridad. Según la prensa local, en la ciudad de Kirovohrad Oblast, dos centenares de miembros de la unidad especial Berkut, responsables de actuar contra la oposición, se negaron a ser trasladados a Kiev para lo que después sería la fallida intervención contra el campamento opositor. “Esta información es falsa, y no solo porque el departamento de policía de Kirovohrad no tiene tantos miembros de las fuerzas especiales de policía”, ha asegurado, por su parte, el Ministerio del Interior en un comunicado.

Este es el motivo por el que Yanukovich se negó a firmar el tratado con la UE: un simple error de cálculo, asumiendo que podía negociar con Europa una asistencia financiera en mejores términos

A las cinco de la tarde, un grupo de sacerdotes se sube al escenario y comienza a entonar cantos religiosos, que la multitud escucha con gran respeto. “La iglesia ha estado muy activa en las protestas, y yo estoy muy orgullosa de ello”, explica Zarembo. Se refiere a la Iglesia de Kiev, una de las dos ramas ortodoxas del país (la otra depende de Moscú). También, dice, han participado algunos representantes católicos, pero son “más conservadores”.

¿Puede la presión internacional cambiar la situación? “Yanukovich solo entiende el lenguaje de las amenazas. Pero venir y sugerirle que sería bueno tener una sociedad democrática no es exactamente una amenaza”, comenta Zarembo. “Estas visitas individuales de políticos occidentales no sirven de nada. Pero si la sociedad internacional se une contra él y hace algo, como imponer sanciones, no podría mantenerse en el poder”, dice Tushnitska. “No creo que Yanukovich pueda durar hasta las elecciones presidenciales de 2015. Si hubiese firmado el documento, creo que habría salido reelegido. Los ucranianos proeuropeos han estado siempre contra él, pero según las encuestas, después de que anunciase repetidamente sus intenciones europeístas, comenzaron a cambiar de opinión”, dice.

Sin embargo, ayer, por sorpresa el presidente Yanukovich hizo un llamamiento a la reconciliación, invitando a los líderes opositores a una mesa de diálogo para resolver la crisis política. “¡Compatriotas! He expresado repetidamente que la única forma de seguir adelante es mediante el camino de la reconciliación y la comprensión. Las acciones de todas las partes deben tener lugar exclusivamente en el marco de las leyes y la constitución de Ucrania. Invito a los representantes de todas las fuerzas políticas, sacerdotes y miembros del público a un diálogo nacional”, aseguró el presidente en un comunicado, mientras pedía a la oposición que no tomase “el camino de la confrontación y los ultimatums”.

Pero mientras realizaba esta proclama, la policía de tráfico cortó una de las principales carreteras del país, impidiendo el acceso a Kiev a miles de vehículos cuyos ocupantes pretendían unirse a una acampada cuyo crecimiento inquieta mucho a las autoridades. “Probablemente Yanukovich se guarda algunos ases en la manga”, dice Tushnitska. “Quién sabe, a lo mejor hasta firma el tratado”.

Un hombre clava una pica metálica en el asfalto de la avenida Jreshchatik, mientras sus compañeros sostienen las cuerdas de una tienda de campaña de tipo militar. A pocos metros, otros grupos de personas hacen lo mismo, haciendo crecer el ya extenso campamento de protesta. Después de los choques del día anterior entre los manifestantes y la policía, cuando esta trató sin éxito desalojar el recinto opositor en la céntrica Plaza de la Independencia, son muchos los que por la tarde convergen en el lugar. Las barricadas, parcialmente desmanteladas durante la noche anterior, han sido totalmente reconstruidas.

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