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Las cinco maneras de crear un imán para los desastres naturales
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¿POR QUÉ CAUSAN TANTAS MUERTES EN FILIPINAS?

Las cinco maneras de crear un imán para los desastres naturales

‘Haiyan’ es una excepción por su magnitud y sus consecuencias devastadoras, pero los filipinos están acostumbrados a lidiar con todo tipo de desastres

Foto: Un desplazado descansa en un refugio improvisado en Tacloban (Reuters).
Un desplazado descansa en un refugio improvisado en Tacloban (Reuters).

El supertifón ‘Haiyan’ es una excepción por su magnitud y sus consecuencias especialmente devastadoras, pero los filipinos están acostumbrados a lidiar con todo tipo de desastres naturales. Hace apenas unas semanas, un terremoto sacudió la isla de Bohol y provocó al menos 220 fallecidos. En diciembre del pasado año, el tifón ‘Bopha’ arrasó la isla de Mindanao dejando cerca de 2.000 muertos y desaparecidos. Un año antes, otras 1.000 personas perecieron en el tifón ‘Washi’, al norte de esa misma isla. Ante semejante repertorio de destrucción, sólo cabe una pregunta: ¿por qué muere tanta gente en catástrofes naturales en Filipinas?

Ubicación geográfica: el Anillo de Fuego

La voracidad de las empresas madereras, muchas de ellas pertenecientes a políticos, ha borrado la espesa selva tropical que cubría el archipiélago hace apenas un siglo

Filipinas es el tercer país del mundo más vulnerable a este tipo de fenómenos, según el último Informe Mundial sobre Desastres Naturales publicado hace un año. Las más de 7.000 islas que forman el país son el primer obstáculo con el que se encuentran los tifones originados a la misma altura del Océano Pacífico. Las aguas cálidas del trópico favorecen la formación de temporales: cada año una veintena de tifones y tormentas tropicales de diversa intensidad golpean la antigua colonia española. Además, el 60% de los casi 100 millones de filipinos vive en la costa, la zona más vulnerable a los temporales.

Por si fuera poco, Filipinas se sitúa en el Anillo de Fuego, la zona de mayor actividad sísmica del mundo, que se extiende 40.000 kilómetros en forma de herradura por todas las costas del Pacífico. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el 90% de los seísmos del planeta ocurren en ese cinturón, que también alberga el 75% de los volcanes del mundo.

Supervivientes del tifón ante las ruinas de su casa devastada por el Haiyan (Reuters)La miseria: millones viven en chamizos

La pobreza, que atenaza a un tercio de la población filipina, multiplica los efectos de cualquier desastre natural. Millones de filipinos, tanto en la ciudad como en el campo, habitan precarios chamizos que no resisten los primeros embates de un tifón. Es cierto que ‘Haiyán’ era una tormenta perfecta, de una potencia inusitada, pero otras mucho menos intensas han causado cifras desorbitadas de víctimas y enormes destrozos en los últimos años.

El investigador meteorológico de la Universidad de Miami, Brian McNoldy, declaró a la agencia AP que la densidad de la población del país y, sobre todo, la baja calidad de las construcciones han sido determinantes y aseguró que una tormenta menos potente podría haber causado el mismo nivel de destrucción. La probabilidad de ser golpeado por cualquier objeto, de ser engullido por un alud de tierra o de ser arrastrado por una riada aumenta de manera exponencial en una vivienda frágil.Otra consecuencia de la pobreza es que el Gobierno no dispone de fondos suficientes para construir edificios e infraestructuras lo bastante robustos para soportar desastres naturales de esta índole.

Deforestación y minería descontrolada

La deforestación y la minería descontrolada han magnificado los efectos de numerosas catástrofes meteorológicas en el país. La voracidad de las empresas madereras, muchas de ellas pertenecientes a políticos y sus familias, ha borrado la espesa selva tropical que cubría el archipiélago filipino hace apenas un siglo. En las áreas costeras, muchos manglares, que constituían un escudo natural ante la furia de los elementos, fueron destruidos por la acción del hombre. La ausencia de árboles arrebata a la tierra su capacidad de drenaje e incrementa la frecuencia de los desprendimientos de tierra.

placeholder Familiares de víctimas ante una fosa común en la carretera sur de Tacloban (Reuters)

Otro tanto ocurre con la minería, principalmente de oro. Pese a las prohibiciones oficiales, miles de mineros independientes siguen instalándose en las laderas de montañas, que han perdido toda su consistencia tras ser agujereadas como quesos suizos, y se exponen a perecer en un accidente a la menor contrariedad meteorológica.

Corrupción e ineficacia política

Los chabolistas suelen constituir un granero de votos fáciles para políticos populistas, de modo que éstos evitan importunarlos con traslados forzosos que a menudo terminan en batallas campales

Es frecuente que los chamizos en que viven millones de filipinos se construyan en zonas proclives a sufrir riadas o desprendimientos, con el beneplácito de las autoridades. Muchas de las 2.000 víctimas mortales del tifón ‘Bopha’ de hace un año vivían en áreas con riesgo de desprendimiento, mientras que cientos de los que perecieron arrastrados por las riadas del ‘Washi’ habían erigido sus chabolas al borde del lecho del río, pese a las advertencias de las agencias internacionales.

Los gobiernos locales suelen hacer poco o nada por realojar a estos asentadores y evitar peligros. A la pasividad se une una razón más perversa: los chabolistas suelen constituir un granero de votos fáciles para políticos populistas, de modo que éstos evitan importunarlos con traslados forzosos que a menudo terminan en batallas campales.

La ineficacia de las autoridades políticas filipinas en la prevención y gestión de desastres ha vuelto a quedar de manifiesto tanto antes como después del tifón, con el Gobierno central y los regionales echándose la culpa los unos a los otros mientras los cadáveres se amontonan en las calles.

placeholder Supervivientes pasan el tiempo a las puertas de sus casas destrozadas en Tacloban (Reuters)

Un país muy vulnerable al cambio climático

Según un informe de Naciones Unidas, Filipinas es el tercer país del mundo más vulnerable ante el calentamiento global, sólo por detrás de Bangladesh e India. Los científicos reconocen que un solo tifón, por muy potente que sea, no es indicativo de nada, pero las tendencias de los últimos años señalan cambios significativos en el clima del archipiélago. Los dos últimos tifones más mortíferos de Filipinas, el ‘Bopha’ y el ‘Washi’ afectaron a la isla de Mindanao, tradicionalmente indemne a este tipo de desastres. Además, golpearon en diciembre, fuera de la temporada de lluvias.

A la mayor imprevisibilidad y potencia de las tormentas se suma el auge del nivel del mar, que en las dos últimas décadas ha subido más de un centímetro al año en ciertas zonas del archipiélago, cuatro veces más que la media del planeta. Aunque el presidente del país, Benigno Aquino, ha anunciado un plan de respuesta nacional ante el cambio climático, poco puede hacer un país con los recursos de Filipinas sin la ayuda del resto del mundo.

El supertifón ‘Haiyan’ es una excepción por su magnitud y sus consecuencias especialmente devastadoras, pero los filipinos están acostumbrados a lidiar con todo tipo de desastres naturales. Hace apenas unas semanas, un terremoto sacudió la isla de Bohol y provocó al menos 220 fallecidos. En diciembre del pasado año, el tifón ‘Bopha’ arrasó la isla de Mindanao dejando cerca de 2.000 muertos y desaparecidos. Un año antes, otras 1.000 personas perecieron en el tifón ‘Washi’, al norte de esa misma isla. Ante semejante repertorio de destrucción, sólo cabe una pregunta: ¿por qué muere tanta gente en catástrofes naturales en Filipinas?

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