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La City esclavista: suicidios, jornadas "inhumanas" y "sustancias para aguantar"
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LA MUERTE DE UN BECARIO CONMOCIONA A reino unido

La City esclavista: suicidios, jornadas "inhumanas" y "sustancias para aguantar"

La City es un mundo aparte. Pero detrás de esa imagen de poder y éxito se esconde una verdadera jungla donde la “esclavitud” marca el día a día

Foto: Un hombre de negocios en la City. (Reuters)
Un hombre de negocios en la City. (Reuters)

Es la capital financiera de Europa, en sus rascacielos se fraguan las historias que luego aparecen en el reputado Financial Times y por los despachos deambulan hombres (tan sólo el 16% de los directivos son mujeres) que cobran salarios de seis cifras. La City londinense es un mundo aparte. Es más, sus trabajadores tienen hasta gentilicio propio: cityboys. Pero detrás de esa imagen de poder y éxito se esconde una verdadera jungla donde la “esclavitud” -citando a los propios rotativos británicos- es la cultura que marca las pautas del día a día.

La muerte del becario alemán Moritz Erhardt después de trabajar jornadas maratonianas en la firma de inversión Bank of America Merrill Lynch ha protagonizado las portadas. La noticia viene como caída del cielo durante la sequía informativa del mes de agosto y, sí, la sociedad británica ha quedado conmocionada. Sin embargo, la muerte de este joven de 21 años tras 72 horas seguidas de trabajo no es, ni mucho menos, un caso excepcional.

Día sí y día también, se pueden leer crónicas sobre demandas de estresados traders despedidos por negarse a hacer turnos de catorce horas. Es más, los suicidios desde la azotea delCoq d'Argent -un conocido restaurante situado en un rascacielos muy cerca de la antigua sede del Banco de Inglaterra- pasan ya casi desapercibidos. En los últimos cinco años, cinco personas se han arrojado al vacío después de haber causado pérdidas millonarias a su compañía o alcanzar un nivel de ansiedad inaguantable. Los días posteriores se habla del “shock en el mundo financiero”, pero el luto dura más bien poco.

La City es un monstruo. Lo saben los que están y lo saben los que empiezan. Los becarios asumen como regla no escrita que hay que estar en la oficina seis o siete días a la semana para alcanzar una media de 110 horas semanales. Con un desempleo juvenil que roza el millón -casi uno de cada diez estudiantes que se graduaron en universidades del Reino Unido en el año 2012 todavía no ha conseguido trabajo- encontrar prácticas es un tesoro muy preciado. La mayoría de las empresas ofrecen becas no remuneradas que, por lo general, no terminan con una oferta de empleo.

Becarios por más de 3.000 euros mensuales

Pero en la City todo funciona de manera muy distinta. Los bancos -como Barclays Capital, JP Morgan, Goldman Sachs, Credit Suisse, HSBC y Bank of America Merrill Lynch- ofrecen salarios prorrateados de alrededor de 40.000 libras. Durante un verano, los estudiantes se pueden llevar 10.000 libras, es decir, 2.700 libras al mes (3.215 euros). Las posibilidades, además, de quedarse después colocados son elevadas.

Así que, desde el principio, la competencia por entrar es brutal. Como media, para las 25 plazas que las entidades ofrecen para periodos de entre siete y diez semanas, se presentan 5.500 solicitudes. Los candidatos vienen de las mejores universidades del mundo.

placeholder Decenas de ciudadanos caminan hacia sus puestos de trabajo en la City. (REUTERS)

La mayoría se quedan alojados en Claredale House, un complejo residencial en Bethnal Green (al este de Londres) y lo que empieza como una aventura se convierte “en los peores tres meses” de sus vidas. Tom (nombre ficticio para respetar el anonimato que ha pedido la fuente) reconoce haber terminado su trabajo a las once de la noche, pero haberse quedado hasta las dos de la mañana para demostrar que se estaba tomando en serio las prácticas. Son jóvenes con un currículum académico de excelencia y algunos de ellos reconocen a El Confidencial que han llegado a consumir “algún tipo de sustancias” para aguantar el ritmo.

Los taxistas de la zona corroboran sus jornadas interminables. Para ellos es frecuente realizar lo que llaman the magic roundabout ('la ronda mágica'). Recogen a los becarios de las oficinas a las seis de la mañana después de haber estado durante toda la noche trabajando, los llevan a la residencia, esperan que se duchen y se cambien y les vuelven a llevar a su lugar de trabajo para que fichen antes de las siete.

Moritz Erhardt sabía muy bien lo que eran las magic roundabouts. Su cuerpo fue descubierto por sus compañeros de piso en la ducha cuando este se desplomó después de haber trabajado hasta las seis de la mañana durante tres días seguidos. La Policía está estudiando el suceso y, aunque no ha querido pronunciarse al respecto, algunos medios apuntan a que el joven era epiléptico. Bank of America Merrill Lynch, la entidad donde el estudiante estaba desarrollando sus prácticas, se ha limitado a mostrar las condolencias a la familia sin confirmar si estaba realizando jornadas maratonianas.

Richard (también nombre ficticio, nadie quiere dar su nombre por miedo a represalias) asegura que cada uno de los estudiantes recibe un mentor precisamente para evitar que se lleguen a casos límite, “aunque está claro que con el estudiante alemán ha fallado algo”. “O el mentor no ha hecho su trabajo o el programa no ha detectado los errores”, recalca. “La presión que vivimos aquí es muy elevada y los chicos que vienen trabajan muy duro porque quieren ser los mejores y quedarse”, añade. Richard asegura que las “horas que echan los que trabajan en banca de inversión (donde desarrollaba las prácticas Erhardt) son bestiales”. “Se les exprime al máximo”, apostilla. “Los de inversión están sujetos a la presión de las horas y los de trading están sujetos a un número cada día, porque tienes que justificar ventas y resultados”.

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“Aquí no hay nadie que aguante con más de 40 años”

La jornada laboral de Richard ronda las 12 horas. “Es una presión autoimpuesta: el que está a tu lado hace lo mismo, así que si eres la excepción ya sabes las consecuencias”. Por ello, después de este verano, cambiará de trabajo para poder ver a su hijo. “Aquí no hay nadie que aguante con más de 40 años, bien porque has hecho dinero suficiente, bien porque estás tan quemado que ya no lo soportas”, apunta.

Los usuarios del popular blog financiero wallstreetoasis.com aseguran que el nivel al que se ha llegado es “inhumano”. Un estudiante americano explica que un compañero murió en la oficina de un ataque al corazón y su empresa ya estaba buscando sustituto a la semana. “Da asco”, recalca.

Por su parte, Ian (también un nombre ficticio) asegura que el término “esclavitud” no le parece correcto, porque lo que cobran estos becarios son cantidades muy altas comparadas con el resto de Europa. “Es más, los sueldos quintuplican las becas de España”, señala. “Son jóvenes que se encuentran con mucho dinero y se acostumbran a un nivel de vida que nada tiene que ver con el del resto de titulados de su edad”.

Ian lo dice por experiencia propia. Trabajó en la City durante quince años. Reunió el dinero suficiente para comprarse sólo una casa -“algo que no podían hacer el resto de mis amigos”- y se acostumbró a un rimo de vida elevado. Pero al cumplir los 38 no pudo más y lo dejó. Viajó por el mundo y ahora se ha establecido en un pueblo de Galicia con su pareja y otro matrimonio. Se dedica a plantar árboles, diseñar jardines y dar clases de yoga. Vive con el dinero que recibe por tener su casa de Londres alquilada.

Es la capital financiera de Europa, en sus rascacielos se fraguan las historias que luego aparecen en el reputado Financial Times y por los despachos deambulan hombres (tan sólo el 16% de los directivos son mujeres) que cobran salarios de seis cifras. La City londinense es un mundo aparte. Es más, sus trabajadores tienen hasta gentilicio propio: cityboys. Pero detrás de esa imagen de poder y éxito se esconde una verdadera jungla donde la “esclavitud” -citando a los propios rotativos británicos- es la cultura que marca las pautas del día a día.

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