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Acabada la 'primavera', Egipto vuelve a la ley marcial
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MÁS DE 500 DE MUERTOS EN ENFRENTAMIENTOS

Acabada la 'primavera', Egipto vuelve a la ley marcial

En décadas de dictaduras militares, Egipto no recuerda un día con semejante presencia de soldados en las calles como el de ayer

Foto: Una excavadora destruye un cartel con el retrato del depuesto presidente Mohamed Mursi (Efe)
Una excavadora destruye un cartel con el retrato del depuesto presidente Mohamed Mursi (Efe)

En décadas de dictaduras militares, Egipto no recuerda un día con semejante presencia de soldados en las calles como el de ayer. Ha regresado definitivamente el puño de hierro castrense contra el que el pueblo egipcio se rebeló hace dos años y medio, cuando inició el turbulento proceso político en el que se encuentra encharcado el país. Los blindados han enmudecido las calles de El Cairo, una calma sólo alterada por el sonido de los helicópteros y de los disparos que ayer retumbaban en distintos puntos de la ciudad.

Por si quedaba alguna duda, a media tarde se proclamó el "estado de emergencia" y se instauró el toque de queda en varias ciudades. Aunque teóricamente se trata de una decisión provisional, tiene un escalofriante significado. Lo tiene porque el fin de la llamada "ley de emergencia" es uno de los mayores logros del proceso democrático que se abrió en el país tras la caída de Mubarak. Su revocación oficial se celebró en mayo del año pasado, cuando los egipcios creían haber pasado página tras tres décadas de ley marcial, algo que se mantuvo ininterrumpidamente desde el asesinato en 1981 del expresidente Anwar Sadat.

Durante 32 años, las fuerzas de seguridad podían detener y arrestar a personas sin cargos imputados, mantenerlos encerrados pese a órdenes judiciales y obtener confesiones mediante tortura. Los abusos casi siempre quedaban impunes y la arbitrariedad con la que se sucedían fue una de las mechas que desató las protestas que propiciaron el derrocamiento del presidente Hosni Mubarak.

Un guión que vuelve a repetirse. Tanto el Gobierno como los generales estuvieron reunidos durante los últimos días planeando el siguiente paso para afianzar su recién recuperada autoridad. Y la ofensiva llegó precisamente cuando empezaba a parecer que palidecía el ultimátum ofrecido a los islamistas A primera hora de la mañana de ayer, la policía, arropada por los uniformados, irrumpía en las dos principales acampadas protagonizadas por los seguidores del depuesto líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi.

MINISTERIO DE SANIDAD CONFIRMA 95 MUERTOS Y 874 HERIDOS EN CHOQUES EN EGIPTO
El Ministerio del Interior informó en un primer momento de que no había disparado munición real contra los manifestantes. Pero esas explicaciones cayeron por su propio peso con el paso de las horas. “Pocos minutos después de la entrada en el campamento, se escuchaban los primeros disparos y después el campamento fue pasto de las llamas”, aseguraba Emad el Hawaga, testigo del desalojo en la plaza de Al Nahda, a sólo unos metros de la Universidad de El Cairo.

El brutal aplastamiento al que se está sometiendo a los Hermanos Musulmanes, que ha dejado ya un saldo de más de 500 muertos y cerca de 4.000 heridos, según el propio Ministerio de Sanidad, viene acompañado de agresivos movimientos políticos y nombramientos para afianzar el poder. Sin ir más lejos, el Gobierno instaurado por el Ejército designó el martes a 25 nuevos gobernadores de los cuales nada menos que 19 son generales.

Algunos, además, están considerados miembros del ala más dura. Por ejemplo, Mahmoud Othman Ateeq, quien fue filmado en una manifestación en 2011 amenazando con su pistola a un grupo de maestros que le rogaban que les perdonase la vida. La maniobra de situar generales en los cargos políticos es también interpretada como una evidente vuelta a los años de Mubarak.

Ayer, los uniformes militares eran omnipresentes en las calles de la ciudad y para acceder al segundo de los campamentos era necesario convencer a varios soldados obstinados. Desde allí, el rastro de la destrucción resultaba evidente horas después de la ofensiva de las fuerzas de seguridad.

MINISTERIO DE SANIDAD CONFIRMA 95 MUERTOS Y 874 HERIDOS EN CHOQUES EN EGIPTO
Algo parecido ocurría en la pequeña ciudad en la que se había convertido el asentamiento de Ciudad Naser, que tardaron algo más de tiempo en controlar. Sólo al caer la tarde, las autoridades afirmaron haber tomado el mando, pese a las llamadas a la resistencia de los Hermanos Musulmanes y otros grupos afines. “No abandonaremos nuestras protestas porque la gente continúa manifestándose voluntariamente de forma pacífica”, aseguraba el portavoz de la coalición contra el golpe militar compuesta por los islamistas.

Los manifestantes que se sumaron a estas movilizaciones también tuvieron que sortear el fuego de las fuerzas del orden. Aseguraban los allí presentes que infiltrados situados en las azoteas estaban disparando contra la población y como reclamo utilizaban el cuerpo sin vida de un doctor que también se sumó al pulso con las autoridades.

Los enfrentamientos se extendieron también a otras ciudades del país, donde incluso los altercados derivaron en enfrentamientos sectarios que provocaron la quema de iglesias de la minoría cristiana ortodoxa. Gobierno y Hermanos Musulmanes se enfrentaron también en torno al número de número de fallecidos.

El Gobierno decidió entonces aplicar el toque de queda en distintas provincias y el estado de emergencia en todo el país, como ocurrió en 1981 cuando llegó al poder el entonces joven militar Hosni Mubarak. Su ascenso al Gobierno vino precedido por el asesinato del expresidente Anuar el Sadat por parte de radicales islamistas. Una escena que paradójicamente tuvo lugar a sólo unos metros del lugar en el que ayer los militares aniquilaban la presencia de los Hermanos Musulmanes en las calles.

Las llamadas a la contención del Gobierno interino sólo sonaron como un rumor en medio del estrépito. El gabinete, de apariencia civil, asume definitivamente el poder en el nombre de las armas. Un Ejecutivo del que decidió descolgarse el premio Nobel de la Paz, Mohamed el Baradei, recientemente nombrado como vicepresidente para Relaciones Internacionales. El influyente político depositaba las esperanzas de muchos liberales en el equipo que debe manejar esta nueva transición. Pero su rechazo a lo que vislumbraba como una impredecible escalada de la violencia terminó ayer por apearle del barco.

En décadas de dictaduras militares, Egipto no recuerda un día con semejante presencia de soldados en las calles como el de ayer. Ha regresado definitivamente el puño de hierro castrense contra el que el pueblo egipcio se rebeló hace dos años y medio, cuando inició el turbulento proceso político en el que se encuentra encharcado el país. Los blindados han enmudecido las calles de El Cairo, una calma sólo alterada por el sonido de los helicópteros y de los disparos que ayer retumbaban en distintos puntos de la ciudad.

Por si quedaba alguna duda, a media tarde se proclamó el "estado de emergencia" y se instauró el toque de queda en varias ciudades. Aunque teóricamente se trata de una decisión provisional, tiene un escalofriante significado. Lo tiene porque el fin de la llamada "ley de emergencia" es uno de los mayores logros del proceso democrático que se abrió en el país tras la caída de Mubarak. Su revocación oficial se celebró en mayo del año pasado, cuando los egipcios creían haber pasado página tras tres décadas de ley marcial, algo que se mantuvo ininterrumpidamente desde el asesinato en 1981 del expresidente Anwar Sadat.

Durante 32 años, las fuerzas de seguridad podían detener y arrestar a personas sin cargos imputados, mantenerlos encerrados pese a órdenes judiciales y obtener confesiones mediante tortura. Los abusos casi siempre quedaban impunes y la arbitrariedad con la que se sucedían fue una de las mechas que desató las protestas que propiciaron el derrocamiento del presidente Hosni Mubarak.

Un guión que vuelve a repetirse. Tanto el Gobierno como los generales estuvieron reunidos durante los últimos días planeando el siguiente paso para afianzar su recién recuperada autoridad. Y la ofensiva llegó precisamente cuando empezaba a parecer que palidecía el ultimátum ofrecido a los islamistas A primera hora de la mañana de ayer, la policía, arropada por los uniformados, irrumpía en las dos principales acampadas protagonizadas por los seguidores del depuesto líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi.

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